mayo 2, 2013

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PERFIL BAJO

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PERFIL BAJO

Es martes cerca del mediodía, Lidia la hermosa gerente de aquella empresa de servicios está concentrada en su trabajo rutinario, el teléfono está sonando una y otra vez; es entonces que recién repara que la secretaria ha tomado el día de descanso, ella deja la computadora por un momento y levanta el fono.

– Omega Servicios, en que le puedo servir?

¿Aló? Con El Ing. Aliaga, por favor.

– El Ing. Aliaga no se encuentra, ¿con quién hablo?

Mi nombre es Claudio Motta, represento a Medusa una empresa dedicada a la construcción de casas pre fabricadas, me encuentro de paso en Carabobo por unos días; uno de los huéspedes del hotel donde me alojo me comentó de su empresa, no quise dejar pasar la ocasión para conocerla.

– ¿Por cuantos días se quedará de visita, Sr Motta?;

La verdad es que ya casi estoy por salir, ¿con quién tengo el gusto?

– Qué mala suerte, el Ing. Aliaga acaba de salir de viaje y estará de regreso recién el fin de semana, le habla la Sra. Lidia Pino, Gerente de la empresa.

Me gustaría al menos conocer sus oficinas y recoger algunos datos de su empresa,

– Encantada de poder atenderle, ¿cuándo vendría por aquí?

No conozco la ciudad, ¿podría enviar a alguien a recogerme en el Hotel?

– Sr Motta, me encantaría, pero en estos momentos todo el personal se encuentra asignado y mi secretaria, tuvo un percance el día de hoy; ¿en qué Hotel se encuentra alojado?

En el Hotel Coronado Suites, ¿lo conoce?

– Claro, está muy cerca de aquí, a Ud. le sería completamente fácil llegar, ¡caminaría solo un par de cuadras!

Excelente, en un momento saldré para allá.

– Mientras tanto, yo le tendré listo el material que Ud. Necesita, ¿ok?

De acuerdo, estaré allí en media hora.

Lidia abre unos cajones de su escritorio y en unos segundos ya tiene lista las referencias que el visitante espera recibir.

Se dirige al tocador, acicala su cabello, un fino rocío de Deep Red le da a esta bella Gerente su toque de personalidad; se sirve un té helado pero no lo bebe, solo juega con el sorbete; se sienta en la Recepción a esperar al visitante, instintivamente hojea algunas revistas.

Suena el intercomunicador y Lidia se apresura a contestar.

– ¿Dígame?

Es Claudio Motta, tengo una entrevista con la Sra. Pino

– Si claro, lo estaba esperando, ¡pase Sr. Motta! – una chicharra suena y de inmediato la puerta se desbloquea

En unos segundos, Lidia esta allí tras la puerta esperando al empresario, tocan y en cuanto ella abre, alguien esta parado bajo el pórtico, con una sonrisa amplia; lleva un ramo de flores y una pequeña caja, ella lo mira fijamente y recién repara que es un rostro conocido.

– ¡Pepeeee, qué sorpresa, pensé que eras un empresario que me acaba de�� ¡Pepe!, ¿eres tú la persona que llamó diciendo que eras Claudio Motta?

Si, responde el visitante, soltando una carcajada

– ¡Eres un idiota, me has tomado el pelo! Ja ja ja; – de inmediato ambos personajes se funden en un cálido abrazo, un intercambio de besos en ambas mejillas le dan un aire europeo a este inesperado encuentro.

– ¿Cuándo llegaste?

Llegué esta madrugada y tras el vuelo, me di una ducha y me tiré a dormir.

– Qué hermosa sorpresa, me da mucha alegría verte aquí.

Ja ja ja, igual que a mi, Lidia; tenía muchas ansias de verte.

– ¿De verdad? La distancia hace que yo sienta que son solo arrebatos tuyos y que al instante me olvidas.

Para nada; cada charla contigo ha sido siempre una emoción distinta y fresca, Anoche me dormí pensando la manera de llamarte sin que nadie supiera, quería sorprenderte y robarte un momento para mí. Resulta que la sorpresa me la llevé yo, todo tu personal ocupado por allí afuera.

– Así es; Segundo salió ayer, ha ido a ver un contrato en Puerto Rico y además asistirá a una Seminario de actualización, estará de regreso este Domingo.

Qué bien por él� y por ti.

– ¿Por mí? Al contrario, eso implica quedarme presa en esta oficina; no tengo tiempo para nada. Al regresar a casa, debo de cocinar para la familia, me traigo mi propia comida a la oficina, los fines de semana enseño Mukimono a unos alumnos. Mientras Lidia habla con Pepe, le sirve una limonada helada, lo que la visita agradece.

Pobre, debes de estar estresada mi querida gatita

– La verdad que sí, Pepe; ¿sabes? a veces deseo escapar de aquí, salir de esta rutina que no cambia, Segundo es el Director de esta compañía, pero yo soy todo el soporte y aún así, mantengo un perfil bajo. Deseo olvidarme de mis interminables obligaciones y ser un poco más egoísta, pensar solo en mí, pero�.no puedo.

Mientras hablan, Pepe y Lidia no dejan de mirarse fijamente a los ojos, Pepe ha tomado la mano de Lidia, quien se siente rara por ese gesto, mira instintivamente a la puerta cuidándose de la llegada de algún empleado de la oficina, pero termina cediendo ante el encanto de aquel atrevimiento de Pepe.

– ¿Te sirvo más limonada?

Humm, no sé, ¿qué bebías tú?, pregunta Pepe, mirando el vaso sobre la mesita de centro.

– Té helado, solo té

No te preocupes, compartimos ese té; Pepe coge el vaso de Lidia, le da un sorbo y acerca el vaso a Lidia; coloca el sorbete sobre sus labios recién pintados, las miradas de ellos se entrecruzan; nerviosamente ella le da un nervioso y fugaz sorbo al té, con su lengua aprisiona el sorbete contra sus dientes; en esos momentos se genera un chispazo en el ambiente.

Pepe se reclina y besa la mejilla de Lidia, ella no sabe qué hacer; solo sabe que un calor delicioso ha estremecido todo su cuerpo; cierra los ojos.

Pepe se acerca y murmulla cosas que Lidia no entiende, pero que erizan su cuerpo desde aquel pallar de su oreja, atrapado ahora por los labios del visitante, hasta la última vertebra de su espalda.

Lidia libera bruscamente el sorbete y eso provoca un pequeño salpicón de té sobre su cara y pecho, entonces se separa bruscamente de su visitante Pepe saca un pañuelo, se arrodilla y con mucha delicadeza seca el pecho de Lidia, quien solo atina a cerrar los ojos.

Cuidadosamente, Pepe acomoda su pañuelo debajo del sostén de Lidia, lo deja allí mientras sus dedos recorren lentamente los contornos de aquel seno; Lidia suspira y siente desfallecer cuando los labios de Pepe se posan sobre el botón de su blusa, la lengua de Pepe se desliza sobre algunas pecas que tiene Lidia en su pecho, ella se quiebra hacia atrás e inmediatamente la hinchazón de sus pezones no se deja esperar.

Lidia reacciona, toma conciencia del lugar donde se encuentran e intenta resistirse, aparta a Pepe de su lado.

– No seas loco, alguien podría entrar

¿Quién?

– No sé, algún visitante; la secretaria, si decide regresar; mis hijos, que están fuera de la ciudad�.pero podrían llamarme si necesitan algo, o quizás Segundo�no sé; ¡Pepe, es muy peligroso!.

Lo sé, pero tanto tú, como yo, somos atraídos por esta deliciosa sensación de peligro que nos enerva

– Siiii, pero alguien podría�.

Pepe no deja terminar de habrá a Lidia, busca sus labios y eso es el detonante, Lidia deja de resistirse y entrecruza su lengua con la de Pepe, sus salivas se intercambian, la desesperación los embarga.

Pepe toma a Lidia de los codos y la ayuda a reclinarse, entonces Pepe con increíble rapidez y con la ayuda de ella, le levanta totalmente la blusa en color estampado que viste en ese momento.

Sin dejar de acometer con su lengua, Pepe baja los tirantes del sostén de aquella hermosa mujer, sus manos entonces no encuentran mayor resistencia para que los senos imponentes de Lidia puedan respirar libremente, sus pezones emergen cual submarino lo hace en altamar.

Y allí van los dos, ambos se estrujan Pepe lame los pezones de Lidia:

Son deliciosos, no sabes cuánto los he extrañado

– Mentiroso, ¿de verdad?

Pepe no responde, solo muerde delicadamente aquellos erectos pezones mientras contempla las aureolas que hay alrededor de ellos, Lidia se quiebra ligeramente hacia atrás y permite que ambos vientres arremetan uno contra el otro; el haber podido provocar aquel bulto en el pantalón de Pepe hace que Lidia se sienta toda una hembra.

Ella introduce ligeramente sus dedos entre los botones de la camisa de Pepe, acaricia los vellos que hay poco más debajo de su ombligo; el olor a sexo se va apoderando de aquel ambiente, ella estrecha esta vez las caderas del visitante para luego acariciarle apasionadamente sus nalgas; Pepe está mamando desenfrenadamente las tetas de Lidia, cuyos pezones se han hinchado como muy pocas veces, eso hace que ella vuele de placer.

– ¡Qué rico, es delicioso, le dice a su amante.

Pepe arremete aquel bulto una y otra vez contra el vientre de ella, dibuja círculos alrededor de las entrepiernas de Lidia, ella jadea de placer.

– Mi amor, ¡aquí no!, repite ella; mejor vamos más adentro. Acto seguido y cogiendo su blusa de aquella mesita, Lidia toma la mano de Pepe y lo guía poco más adentro de las oficinas, es el depósito que usan para guardar el equipo profesional del personal.

La lámpara del corredor está encendida, es luz suficiente para transformar aquel depósito en un excelente nido de amor para esta pareja de amantes.

La blusa de Lidia cae al suelo al igual que su brasier, Pepe no se cansa de mamar y de arremeter con aquella saeta el vientre de Lidia; ella desabrocha el pantalón de Pepe y él hace lo mismo con el pantalón de ella. Finalmente lo consiguen, ambos quedan solo con ropa interior y se toman un respiro.

La verga de Pepe está totalmente erecta, su pequeña trusa se asemeja a la carpa de un circo sufriendo los estragos de una llovizna hecha de la abundancia de líbido, la roza suavemente contra el húmedo bikini de Lidia; la sensación que provoca conectar la humedad de ambos es indescriptible, Lidia suspira teniendo aquel bulto entre sus piernas, una leve sonrisa aflora en sus labios y entonces ella termina de olvidarse del mundo exterior.

Aquella pareja de amantes se devoran irracionalmente bajo el umbral de aquel refugio, el sonido que provoca el desenfreno de sus lenguas entre tanta saliva es enervante.

Pepe desliza sus manos sobre las caderas de Lidia, coloca sus dedos bajo la banda elástica del bikini y juega con él, aquel duro falo entre sus piernas sigue provocando el éxtasis en Lidia; la prenda íntima de Lidia empieza a deslizarse, ella a su vez coloca su mano bajo las entrepiernas de Pepe, siente dos bolas que se contraen al sentir sus caricias y esa sensación la excita aún más.

Pepe lame la parte baja de los senos de Lidia y al mismo tiempo, termina de desvestir a Lidia halando suavemente de su bikini.

Entonces mordisquea las costillas de Lidia, mientras ella le acaricia su cabello; la lengua de Pepe se detiene un momento en el ombligo de ella, pero solo para retomar su ataque, acometiendo con lengüetazos el vientre de su amante.

Aquella lengua de desliza con rumbo al sur y no se detiene hasta tener muy de cerca los labios mayores, lubricados por un abundante fluido viscoso, el pubis de Lidia está desprovisto de vello por la rasurada de la noche anterior.

Pepe llega hasta allí, dibuja círculos alrededor de esa apetecible ostra, se dirige al botoncito que estuvo escondido entre los labios menores, pero que ahora hinchado por la excitación, es imposible que siga oculto; lo mordisquea, lo lame, absorbe aquel elixir del que está untado, eso incrementa el placer de Lidia pues el ruido que provoca aquel lambetazo es de lo más lujurioso.

Pepe divisa las toallas que se encuentran en uno de los estantes y los acomoda sobre uno de los embalajes que hay en el almacén; entre embate y embate, dirige a Lidia sobre aquella improvisada litera, ella no se resiste pues en esos momentos solo razona con sus entrepiernas.

Mientras la lengua de Pepe, aun sobre el vientre de aquella gatita, hace un veloz recorrido de regreso en dirección norte, sus manos ayudan a Lidia a recostarse sobre las toallas; el espectáculo es bellísimo, los labios menores de Lidia están totalmente lubricados por aquella sobre sobre dosis de placer; lo que sigue es una vorágine de brutal Cunnilingus, Lidia descansa sus talones al filo del embalaje mientras sobre Pepe horada profundamente aquella almeja que tiene frente a su falo. El olor que despide aquel manantial le provoca un deleite indescriptible.

Las manos de Pepe se posan sobre los senos de Lidia, lucen erguidos; sus pezones están tan hinchados, tanto como su clítoris, entonces decide presionarlos un poquito, los pellizca con cuidado y Lidia reacciona de inmediato.

– ¡Qué delicioso, me eriza cuando haces eso!

Entonces, Pepe aumenta la presión y sin dejar de lamer la cueva de Lidia, sacude aquellas grandes tetas otro poquito más

– Así, qué rico, ¡más ¡ – demanda Lidia

Pepe tiene sus dedos índice y pulgar de ambas manos ocupados en aquel juego, ha aumentado el ritmo del vaivén de aquellos senos y los sacude como si fueran maracas en melodioso ritmo caribeño.

Pepe juega con las nalgas de Lidia, la ayuda a que ella coloque sus piernas sobre sus hombros y luego con otra ayudita más, Lidia recoge sus rodillas hacia sus senos; esa posición de pollito a la brasa deja su tímido ano a merced de la lengua de Pepe, transformada ahora en una insaciable serpiente cascabel.

Con sumo cuidado, aquel ofidio se acerca a la gruta que Lidia aloja entre sus nalgas; con su dedo índice, Pepe recoge algo de la humedad que hay en aquella concha y la desliza sensualmente hacia abajo; la yema de su dedo acaricia el ano de Lidia haciendo pequeños círculos, la deja lista para un delicioso ataque lingual.

Pepe se reclina y como un verdadero colibrí empieza a horadar en esa hermosa cueva, la cual se contrae solo por un momento, para después relajarse y rendirse ante tanto placer.

– Pepe, qué rico, hoy no tengo miedo, hoy es para ti, dice Lidia.

El sonríe y sin dejar de lamerla, estira su mano buscando su pantalón que está por el suelo, saca de allí una bolsita; Lidia tiene los ojos desorbitados por aquel anilingus y ni se da cuenta de lo que él busca.

Pepe abre el paquete y acaricia con él, las entrepiernas de Lidia.

De pronto suena el celular de Lidia, quiere reclinarse, pero Pepe no la deja, en cambio le alcanza el aparato que se encontraba en su pantalón; ella reconoce el número de la llamada entrante y palmea los nudillos e Pepe, quien solo atina a mirarla por un segundo para volver luego al festín en que se encuentra.

– ¿Aló?

Hola cariño, soy yo

– ¿Segundo? – responde nerviosamente a su marido mientras con gestos se le hace notar a Pepe

Estoy viajando en un taxi ahora y aproveché para llamarte, estoy regresando de hacer unas compras y me dirijo ahora a una vista a una planta de ensamblaje del cliente, ¡vamos a ver, que pasa!

¿Todo bien por la oficina? Te llamé al teléfono y no me respondías

– Lo que pasa es que estaba en el almacén y no me di cuenta de tu llamada

Aquel beso negro ha conseguido dilatar notoriamente el ano de Lidia, entonces Pepe le introduce su dedo otro poquito más, a lo que ella da su consentimiento con una sonrisa de lo más arrecha

¿El almacén?, ¿algún problema allí?, pregunta Pepe

– Nooo, al contrario, todo está excelente por aquí, lo que pasa es que me puse a hacer algunas cosas aquí y tu llamada entró justo cuando andaba literalmente gateando sobre unos cajones, su amante sonríe al escuchar aquello.

Como un gato y evitando hacer ruido Pepe acerca su verga a la cola de Lidia, quien ha vuelto a recoger sus piernas contra sus senos; le da unos pequeños golpecitos entre sus nalgas, Lidia lo mira con ansiedad.

Esa llamada ha disparado el líbido en ambos y Pepe no espera más, coloca su duro miembro en aquel umbral; la lubricación y las ganas hacen el resto.

Una y otra vez arremete contra ese preciado hoyito de Lidia, es un embolo que entra y sale, la intensidad sube y sube, el ruido que provoca aquel pistón hace que Lidia desfallezca de placer.

Estuvo lloviendo por aquí, ¿cómo está Carabobo?

– Aquí hace muchísimo calor, ¡como nunca¡ – dice ella mientras es sacudida por los embates de su amante

Ja ja ja, ¿de verdad?, agrega Segundo

– De verdad, – y mirando maliciosamente a Pepe, agrega � si me vieras, estoy toda húmeda.

Ah, bueno, si todo sale bien, yo debo de estar viajando el Domingo al mediodía, ¿hay mucho trabajo?

– Mucho, hoy estoy clavada en pleno depósito � eso deleita a Pepe

El no espera más y saca finalmente lo que llevaba en el paquete; es un pequeño vibrador, lo conecta y de inmediato lo coloca sobre el marisco de Lidia, quien ya no sabe cómo moverse de tanto placer; pues al mismo tiempo su ano se está dando un festín con la verga de su amante.

¿Y ese ruido? pregunta Segundo al escuchar el zumbido del juguetito

– Ah, ¿te refieres al ventilador portátil? lo tenía por aquí cerca y me animé a prenderlo por el calor que tengo

Ah, entiendo cariño, ¿ya regresaste a tu oficina?

– No, pero ya casi me vengo; responde ella arañando a Pepe

¿Casi te vienes?

– Te quise decir que ya casi me regreso

Entonces no te molesto más cariño, te llamo mañana, besitos.

– Gracias, los estoy recibiendo aquí ahora, agrega Lidia, inyectada por aquella adrenalina. Bye

Lidia sin dejar de moverse, coloca el celular a un lado de su lecho y acelera el ritmo.

– Pepe, todo esto es demasiado placer jamás tuve sexo tan, pero tan rico. Déjame hacer algo que jamás hice y hoy se me antoja

Claro, dice Pepe

– Quiero que intercambiemos nuestros sitios – de inmediato ella se reclina de su posición -Tú colócate ahora aquí – le pide a Pepe

Entonces, él se reclina sobre aquellas almohadas y deja su falo totalmente lubricado al alcance de Lidia

Ella sonríe y lo empuña por un momento, lame el glande y sin dejar la empuñadura, se bebe el néctar que encuentra en aquella cúspide; entonces empieza a deslizar su mano en forma vertical, sube y baja una y otra vez, Pepe hace esfuerzos por no venirse.

– ¿Te gusta, pregunta Lidia?

Mucho, responde él

Ella acerca su respiración a aquel enrojecido glande y lo calza en su boca.

– Esta delicioso, mi amor!

¿De verdad? ¿Eso era lo que se te antojaba hacer?

– Eso y algo más, mi amor.

¿Qué más?

– Reclina tus piernas contra tu pecho, responde ella

Pepe obedece; su endurecida verga se oculta entre sus muslos y entonces sus nalgas se levantan, dejan ver algo de vellosidad, pero además su ano queda expuesto, Lidia sonríe, le encanta ese espectáculo.

Ella continúa con aquella felatio, con intervalos su lengua se sale del camino y se va en dirección sur, hasta acercarse a un par de bolas que se contraen y se expanden por el placer, como un juego de péndulos; las lame, juega con ella, se las mete a la boca.

A Pepe se le eriza cada uno de los vellos que se encuentran frente al mentón de Lidia, ella continúa con aquel recorrido y baja otro poquito más; se detiene justo en el espacio que hay entre los testículos y el ano de Pepe, quien recién repara en lo erógena que es esa zona, una sensación totalmente agradable y desconocida.

– ¿Te gusta?

Sí, me gusta porque lo haces tú, eso no es de nadie más.

Entonces ella se humedece los labios con su lengua y la acerca a ese virgen lugar, lo humedece, le da de su aliento, Pepe cierra sus ojos y duda por un momento, jamás le sucedió esto.

Lidia hace círculos con su lengua alrededor de la cueva de Pepe, cuyo vientre se contrae del placer,.

¿Estas bien?

Si, responde él

Entonces Lidia empuja las piernas de Pepe otro poco más hacia atrás y toda la humanidad de su amante queda a su alcance, introduce su lengua otro poco y luego otro poco más. Lidia está excitadísima, está realizando uno de sus más secretos deseos, ha aguardado por esto desde sus días de despertar sexual.

Así arrodillada como está, consigue abrir sus piernas e introduce un dedo índice en su vulva, está aún más húmeda que momentos atrás; acerca ese dedo a Pepe y le da de beber aquel fluido, mientras empieza a masturbarlo deliciosamente; su lengua no ha dejado de horadar la cola de Pepe.

Se detiene por un instante y pregunta

– ¿Estás listo?

Hace rato, responde él

Entonces ella, repite el ritual una vez más, entierra su dedo índice en su vulva y le da de beber el fluido a Pepe; ya no pregunta esta vez, solo vuelve a empuñar aquel falo y juega con él, lo lleva una y otra vez en movimiento vertical; lo masturba al punto que el glande de Pepe ha quedado completamente rojo, sus bolas van de un lado para el otro y su ano está siendo invadido al mismo tiempo de un placentero ritual.

El éxtasis no se deja esperar, Lidia no ha dejado de lamer, siente el murmullo de aquella erupción que ya llega, escucha el gemido de Pepe, ella tampoco quiere esperar a más

Un volcán lácteo alcanza su frente, Pepe lanza un gemido intenso y eso abre las compuertas de Lidia; ella se viene con un chorro de orines lechosos, su lengua ha dividido funciones entre chillidos y lambetazos al hoyito de Pepe.

Ambos caen extenuados, se abrazan, sus lenguas se entrelazan, murmuran cosas y finalmente se quedan dormidos.

(Continuará)


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2 respuestas

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