
Por
Niña buena
En el colegio las mojas siempre me ponían de rodillas a rezar mientras me hablaban del castigo eterno, y yo rezaba con más ganas, porque yo sabía que era una niña mala…
Una niña buena no imaginaba bocas lamiendo su cuerpo, dejando estelas de humedad en los brazos, en las manos, en los muslos, en los pies, por la espalda, en el abdomen; una niña buena no soñaba con exhibir sus tetas como hembra orgullosa y dejar que fueran tocadas y estrujadas y lamidas y mamadas por extraños hasta doblar su tamaño; una niña buena no tenía húmeda la entrepierna constantemente, imaginando los gustos y perversiones de cada persona con la que se cruzaba, preguntándose si podría y cómo, darles placer, cuánto placer; una niña buena no buscaba el menor roce contra su cuerpo y cualquier tipo de contacto físico, una niña buena no se rozaba contra extraños en el autobús, ni acercaba sus nalgas a sexos ajenos como una invitación; una niña buena no deseaba mamar verga y comer coño casi más que el mismo alimento…
Y yo sabía que definitivamente era una niña mala, porque una niña buena no rezaba con más ganas solo para que la hincaran otra y otra y otra vez…
Deja un comentario
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.