
Por
Anónimo
MI DULCE Y APASIONANTE ESPOSA TERESA 3
Tan pronto se fue la visita del mecánico Fedro, a mi joven esposa Tere le acometió una especie de acaloramiento, tanto en su conducta, como en su deseo sexual. Andaba de un lado para otro de la casa, y colgada de mi cuello besándome, me decía cosas: �Papito, papito rico, quiero hacer el amor, quiero hacer el amor�, y luego se soltaba de mi, yéndose a otro lugar de la casa. Su conducta era infantil, pero llena de fuego, estaba excitadísima.
Yo creía saber porqué: Era el mecánico el que había dejado a mi esposa en ese sorprendente estado de ánimo. Así que decidí culiarla allí mismo, la desnudé, y le di verga con gran empuje. Ella disfrutando como nunca, parecía que no iba a quedar satisfecha por nada.
Acostado encima de ella, le susurré al oído:
– ¿te gustó la presencia del mecánico?
– El se llama Fedro; repuso, �Si, si me gustó�
– Dime: Cuando yo salí por un rato en esas dos ocasiones ¿El te faltó el respeto, te dijo algo?
Al oír esto, sentí que Tere se puso tensa, y después de un corto silencio, me dijo con una voz un tanto extraña:
– No, se portó bien, no me dijo nada
– Estás segura, ¿no me estás ocultando nada?
Ella me respondió, con una expresión entre pensativa y lejana: �No, no me dijo nada�
¡¡Ella estaba mintiendo!! ¡¡Estaba ocultando el audaz avance sexual de un hombre que la acarició y la besó en mi propia casa!! ¿Por qué lo hacía? ¿Lo hacía por inexperiencia, por impedir una reacción violenta de mi parte, por ocultarse a sí mismo el deseo que ese hombre había despertado en ella?
Aunque me mienta, yo jamás podía enfrentarla, ella era mi rica niña, tocada por primera vez por el acoso sexual de otro hombre. Además, yo había sido testigo oculto de estos hechos, y en vez de hacer algo, lo había más bien disfrutado, como un cornudo novato.
Pero yo soy un loco, y como la había acostumbrado a hablar de todo, le dije:
– Está bien, pero dime: ¿Te gusta Fedro como hombre?
– ¡¡Diego, que cosas dices�.!! y se sonrojó como una manzana.
– Tere, no me has respondido, y no tengas temor: ¿Te gustó Fedro como hombre?
– Ella, mirándome con deliciosa e infantil malicia, me respondió sonriendo: �¡¡No te lo diré, no te lo diré, tu eres muy celoso�!!�
– Ah, bueno, es que quiero invitarlo a venir nuevamente el lunes por la noche.
Al oír esto, Tere cambió de expresión, y muy asustada me dijo:
– ¡¡No, no por favor�no lo traigas otra vez!!
– Yo, disfrutando con intensa emoción este peligroso juego repuse: ¿Por qué?, quiero que estemos otra vez los tres juntos. ¿No dijiste antes que su presencia te había gustado?
– Si, si dije eso, es que�es que�
– Entonces, si él viene el día lunes, invitado por mí, ¿no lo vas a recibir bien?
– Sí, claro, lo que pasa es que�.el me intimida, me asusta un poco.
– Va, ¿de qué forma te intimida�sexualmente, como varón? Ella, con los ojos bajos respondió:
– Sí, creo que por eso�.y me miró, lanzando un gran suspiro.
– Bien, tú sabes ya que eres una mujer muy deseable a los ojos de otros hombres, y yo no estoy disgustado por eso. Es más, ese día lunes quiero que estés vestida de un modo que nos dejes con la boca abierta, tanto a Fedro como a mí. Quiero que ese día estés súper sexy, arréglate, que te voy a comprar un vestido muy especial que vi para ti en una estantería. Y salimos al centro de la ciudad.
El tal vestido, no era sino un primor de exhibición sexual, digno de ser usado por la más sensual y atrevida de las putas. Al ver esa prenda, Tere abrió los ojos sinceramente sorprendida. �Que te parece� le dije sonriendo. Ella, como extasiada solo atinó a decir: �Es muy lindo, lindísimo, y muy caro, pero� ¿no estarás celoso de que me ponga este vestido tan corto?� Yo le dije de inmediato, y con toda convicción: ¿Sabes algo? He resuelto desde ese día sábado, desterrar de mi toda presencia de celos, nunca más estaré celoso de ti. Ella sonrió. �Quiero probármelo� dijo.
Eran las 7h30 de la noche del día lunes, cuando llegó Fedro. Aunque se mostró muy atento como el otro día, parecía estar lleno de una especial ansiedad. Nos servimos igualmente unos vinos. Estábamos solos y algo entonados; de modo que pude dirigir el diálogo, en el sentido del creciente morbo, que empezó a asomar y crecer en medio de nosotros.
– Dime Fedro, ¿te gustan las putas?
– Fedro, después de mirarse la punta de los zapatos, esbozó una ligera sonrisa diciendo: �¿Las putas? Siempre me han encantado las putas, no hay mujeres más comprensivas que ellas�
– �Además de lindas y deliciosas�, repuse yo.
– A su vez, Fedro me preguntó: �Diego ¿Has tenido alguna experiencia con alguna puta?�
– �Estoy casado con una de ellas� le respondí jocosamente. Fedro y yo reímos estruendosamente, de buena gana.
– Y a ti Fedro, ¿Qué tipo de mujer te gusta?
– �Ufff�.a mí me gustan las mujeres deliciosamente sensuales, de curvas exuberantes, de cintura fina, y pechos no muy grandes, una mujer que sea tentadora a la vista, que solo de verla provoque hacerle el amor. Una mujer como�� Y se detuvo, algo asustado, quedando en silencio.
– Y yo, sumamente excitado completé la frase: �Una mujer como�mi esposa Tere?
– �sí, creo que si� respondió levemente, mirándome a los ojos.
– Y yo, sonriendo, y moviendo afirmativamente mi cabeza llamé a mi linda esposa.
Ella, estaba ya lista, y salió a la sala, asomando ante nosotros la aparición más angelical, sensual, apasionante, y provocativa que yo había visto. Tere vestía un traje de látex rojo muy apretado a su talle, tan diminuto; que le llegaba solo al inicio de sus muslos, dejando ver impúdicamente un tentador interior rojo que se introducía en los labios de su vagina, dispersando una madeja de vellos ensortijados que se desbordaban completamente. La visiòn de sus grandes y sensuales muslos era completamente obscena, y su imagen de mujer, era la imagen de una bellísima hembra depravada y libertina. Los dos machos perdimos el habla por un momento, y con una pasión que no pude contener, tuve por fin la decisión y el atrevimiento de decirle a Fedro en voz baja.
– �Fedro: ¿recuerdas de lo que hablábamos?
– �Si: ¿De las Putas?�
– �Después de verla ahora ¿Qué piensas que podría llegar a ser mi esposa?�
– �Una Puta, la mejor, la más hermosa de las putas� Contestó Fedro con intensidad.
– �Fedro, la vestí de esta forma para ti, quiero que hoy te culees a mi mujer, en mi presencia. Quiero que la goces, y la hagas sentir una Puta�
Fedro, aún incrédulo pero anhelante, me respondió. �Así lo haré, haré lo que tu digas� y volvió su mirada a ella, pero mirándola ya de una forma distinta.
Después de hacerla pasear delante nuestro para contemplarla, la hicimos sentar en medio de nosotros. Los dos parecíamos animales en celo. Por su parte, Tere no necesitaba nada más: Estaba completamente sobreexcitada, e inflamada de una sexualidad tan evidente, que no podía ni hablar. En corto tiempo se enardeció tanto que sus mejillas estaban rojas y brillantes, se reía sofocadamente, venteándose ficticiamente su calor interior con sus manos. La presencia del mecánico la deslumbró desde un primer momento, y lo miraba con cierta ansiedad, y oculto deseo. Decidí no esperar más.
Empecé diciendo: �Quiero decir algo de frente ante ustedes: Yo estaba escondido cuando tu Fedro acariciaste y besaste a mi esposa; y yo vi Teresa, en tus ojos y en tus gestos, que disfrutabas profundamente de ello. Yo se que los dos se desean, yo no me opondré a esto. Fedro: Quiero que vayamos los tres a nuestro dormitorio, quiero que te culees a Tere como lo hace un varón de verdad, tu sabes la clase de hembra que va a ser tuya. Tere; mi amor, quiero no solo que te dejes culiar, sino que te entregues y culees como solo tú sabes hacerlo. Fedro, ella tiene solo un mes de experiencia en el sexo, hazla sentir mujer y�una Puta. Yo estaré presente, pero quiero que sientan que yo no estoy allí�
En el dormitorio, y con cierta duda y pudor, Tere se despojó de su sensual ropa, exponiendo la desnudez de su exuberante y voluptuoso cuerpo. Fedro se quitó la suya, exhibiendo una verga roja, gruesa y cabezona, de un tamaño desmesuradamente grande, casi tan grande como la de un caballo, erecta como un palo. Tere al contemplar ese enorme miembro, tan deseado por ella, se puso de cuclillas, y con goloso placer empezó a lamer la cabezota, introduciéndosela a ratos con los ojos cerrados, Fedro, la tomó de su cabellera, culiandola por la boca, metiendo y sacando con vigor de macho su enorme miembro. Así la tubo ensartada durante más de 15 minutos. Luego, tomándola por sus carnosas nalgas, inició una prolongada sesión de apasionados besos, mamadas, mordidas, y chupadas por todo el espectacular cuerpo de Tere, que gemía entrecortadamente. Completamente excitado y con dominante autoridad sobre ella le decía: �Desde que te vi, supe que te iba a culiar�culiar rico como ahora� �solo con verte supe que eras una puta, ahora eres mi puta� �Dame ese cuerpo tuyo para hacerte sentir el sexo, mamita rica� Ella; fuera de sí, jadeaba y gemía de placer.
Luego, el la echo sobre la cama, besando sus pequeños pezones de niña, que a causa de la brutal excitación que tenía, se agrandaron al doble de su tamaño. El macho se regodeó un largo rato en esas virginales tetas, succionándolas y mordiéndolas, mientras mi esposa movía su cabeza, gimiendo entrecortadamente. Fedro la besaba como un violador, sosteniéndola con poder por sus muñecas, introduciéndole su lengua, con chasquidos llenos de fuego sensual. Con empeño y anhelo empezó a acariciar su clítoris, con movimientos cada ves más diestros y sensuales. Tere, arqueada por el ímpetu de esos dedos que se hundían en su intimidad, comenzó a experimentar las contracciones de un orgasmo tan poderoso, que le duró más de un minuto, en tanto ella; sudorosa y perdida de placer gritaba de satisfacción.
Después de un corto instante, Fedro la tomó brutalmente de su cabellera, y le dio un prolongado beso que la dejó sin aliento, para decirle en la cara: �Ahora te voy a meter la verga, la verga más rica que ha sentido tu vagina, esa rica chucha que ahora es mía� y ostentando con poder de varón ese enorme miembro, empezó una penetración lenta, pero firme y potente. Fedro se sabía dominador de esa hembra, quería que su verga sea la causa para que esa hermosa mujer ajena se enamore y se envicie del sexo, para que luego ella, voluntariamente se incline al deseo de ser una Puta, la puta más rica y más joven de todas las putas.
Ella gemía al principio con suavidad, mientras le decía al mecánico estas frases de entrega: �Que rico, que rico mi papacito� �Hay�hay�como me la estás metiendo� �Que rico me estás culiando�que rico culeas�Hay, que culeo tan rico� pero a medida que esa enorme verga la penetraba con dificultad, pues su estrecha vagina solo había sido visitada por mi verga unas 15 veces, esos gemidos se fueron convirtiendo en grititos y aspiraciones profundas. El la estaba culiando de manera calculada, como un profesional, mirándola a los ojos, mientras su verga gruesa y larga iba abriéndose paso por esa vagina inexperta, y sumamente estrecha. El estaba encima de ella, un poco levantado, su mano izquierda sujetaba poderosamente su nuca, en tanto que su mano derecha, puesta detrás de su espalda, abrazaba posesivamente su fina cintura. El la iba penetrando poco a poco, y mientras ella gemía con mayor fuerza, respondiendo al lento empuje de la fuerte penetración de esa verga tan poderosa, el mecánico se mordía su labio inferior, con un gesto de poder y dominación. Yo veía en un éxtasis erótico, que ese hombre estaba disfrutando a mi esposa con gozo de macho fuerte. Su inmensa verga se hundía en su deliciosa chucha, que a pesar de ser estrecha, estaba jugosa y ardiendo, recibiendo complaciente ese gigante mazo, que penetraba su virgen intimidad de mujer.
Cuando el descomunal miembro, llegó al fondo de ese delicioso y apretado guante de carne, el mecánico; sin sacarla, comenzó a mover en círculos su verga, haciendo sentir a mi esposa que ya era su mujer. Luego, el elevó su nalga, empezando a sacar y a meter despacio, de manera dominante, haciéndola suya, sometiéndola con la verga. Y a medida que el sacaba y metía despacio y profundo, se movía también en círculos, trastornando los sentidos sexuales de mi esposa, que ya no cabía más de satisfacción y placer, al ser dominada por ese hombre, que la poseía como puta.
Finalmente, cuando los jugos lubricantes se escurrían por los pliegues de su vagina, el mecánico empezó a meterle y sacarle la verga con una potencia y velocidad que fue creciendo cada vez más, hasta convertirse en un empuje poderosísimo y frenético de macho, completamente prendido de esa chucha ardiente que pedía más y más. Mi esposa, enardecida y embriagada de sexo, terminó por rendirse y entregarse. Abandonada voluntariamente a ese hombre que la estaba penetrando como un animal, se dio por entero al placer, imaginándose estar en un prostíbulo, entregada a machos poderosos, que uno por uno entraban en su cuarto, y en el hoyo de su vagina, para culiarla sin cansancio. Ella, desbordada y sin control alguno le decía a Fedro: �Hazme tu mujer, hazme tu mujer, culeame� culeame� culeame� �eres guapo, eres fuerte, eres rico papito�voy a ser tuya, voy a hacer tuya cuando tu lo quieras� Y después, cerca de acabar gritaba �¡¡Me siento una puta�me siento una puta!!, ¡¡Soy tu puta, soy tuya, soy tuya, soy tu puta!! ¡¡Que ricooooooo� soy una putaaaaaa!! y lanzando los dos al mismo tiempo alaridos, gritos y jadeos, completaron un orgasmo, que chorreando con potencia, llenó de abundante semen todo el vientre y el pecho de mi esposa, que jadeante y complacida me miró por primera vez, con los ojos de una joven prostituta ya satisfecha. CONTINUARÀ�� (Ha nacido una nueva, ardiente e insaciable hembra-niña)
2 respuestas
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