A la semana siguiente, volví a casa de madame Lola, primero porque necesitaba dinero, pero también por la promesa que le había hecho a mi antiguo amigo Miguel. La verdad es que tenía una mezcla de vergüenza y de excitación el pensar que volvería a repetir la experiencia de la semana pasada.

Cuando llegué, me dijo madame que me apresurara que tenia ya un cliente esperando. En seguida me desnudé, me puse el albornoz encima de la ropa interior y me fui a la sala. Mi sorpresa fue que no sólo estaba Miguel, también estaba su mujer Rosa a la que yo también conocía y el hijo de ambos, Juan, que tendría unos 16 años, y al que no había visto desde que era un crío.

Rosa empezó a hablar un rato conmigo, preguntándome por mi vida, hasta que al cabo de unos minutos, de repente me dice que me desnude. De nuevo tuve que superar mi vergüenza, y me saque el albornoz, quedándome en ropa interior. Miguel me pidió que continuara, y entonces me saqué los sujetadores, mostrando mis generosos pechos, y finalmente las bragas. Ya estaba totalmente desnuda delante de ellos, y los tres me miraban de arriba abajo, pero sobre todo Juan, que parecía que se le caía la baba.

Entonces Rosa me miró y me dijo que yo era el regalo de cumpleaños de su hijo. Me pidió que me acercara a él y se la chupara. Me puse delante de él, le bajé los pantalones y le empecé a tocar el pene y los testículos por encima de los calzoncillos. Al cabo de un instante, se los bajé dejándole a la vista un magnifico pene erecto. Acerqué mi lengua y empecé a lamer, primero la punta y después todo el tronco, mientras con la otra mano le acariciaba los testículos. Finalmente, me la puse toda en la boca y empecé a succionar arriba y abajo. Le estaba haciendo una mamada al hijo de mis amigos, delante de ellos. El chaval estaba a cien y no tardo mucho en correrse dentro de mi boca, teniendo que tragarme gran parte de su semen.

Entonces fue Miguel quien me puso a cuatro patas en el suelo, se saco su pene y me lo puso en la boca para que se lo chupara. En esa posición tenia todas mis partes intimas al descubierto, y además justo delante de Rosa y Juan. Fue entonces cuando Rosa se acercó y empezó a acariciarme el clítoris, y a ponerme un dedo en la vagina. A los pocos instantes, el dedo desapareció, pero fue el pene de Juan el que lo sustituyó. En esos momentos, yo se la estaba mamando a Miguel, mientras su hijo me follaba y su esposa me masajeaba el clítoris. La cosa no duró mucho, porque pronto los tres tuvimos un orgasmo: Miguel se corrió en mi cara y Juan dentro mío.

Los dos hombres había quedado satisfechos, pero Rosa no. Me miró y me pidió que la desnudara. Me extraño su petición pero ya no me importaba nada con lo cual me acerque y le saqué el vestido. Después fue el sujetador y finalmente las bragas. Cuando ya estaba totalmente desnuda, delante de mí, de su marido y de su hijo, cogió mi cabeza y la acercó a sus pechos para que lamiera sus pezones. Así lo hice durante un rato, primero en uno, y después en otro, mientras ella me tocaba las tetas con las manos. Pasados unos minutos, Rosa se sentó en un sillón, se abrió de piernas y me pidió que la chupara el clítoris. Yo nunca había hecho nada así, pero en ese momento tampoco me importaba. Me volví a poner a cuarto patas en el suelo, y empecé a pasar mi lengua por la rajita de Rosa. Pero claro, esa situación volvió a excitar a Miguel y a Juan que se volvieron a empalmar. Y esta vez fue Miguel quien se acercó por detrás y empezó a follarme. Juan, se quedó de pie mirando la escena y masturbandose, pero Rosa, le dijo que se acercara. Entonces le cogió el pene y fue ella la que siguió masturbando a su hijo. Miguel que era el mas joven es seguida llego al climax, y como Rosa se dio cuenta, hizo que se corriera encima de mi cara y de su clítoris. Entonces apoyó el pene de Miguel el su vientre y me pidió que los limpiara a los dos. Yo que ya estaba a cien, empecé a lamer alternativamente el pene de Miguel y el clítoris de Rosa, para dejarlos limpios de semen. Finalmente me dedique un poco mas a Rosa hasta que llegó al orgasmo. Un poco mas tarde fue Miguel quien se corrió en mi vagina, justo después de que yo también alcanzara un orgasmo.

Así acabo aquella sesión, pero a partir de entonces hubo otras también muy variadas.