
Por
Me encanta que me usen sin permiso
La verdad es que no sé cómo explicarlo, pero hay algo que me prende demasiado eso de que me traten como un objeto, como si solo sirviera para el placer del otro. Desde hace años, tengo a este chico que me lo hace y la sensación es increíble. Llega, me agarra, me quita la ropa sin miramientos y me usa para sacarse toda la calentura que trae encima. No hay besos dulces, ni miradas tiernas, ni palabras bonitas. Solo puro morbo y un fogueo salvaje. Y a mí… joder, me vuelve loca. Disfruto cada segundo que me trata como su puta personal, como su juguete para descargar toda su leche adentro de mí hasta que quedamos los dos agotados.
Pero este deseo no se ha quedado solo con él. Últimamente se me ha salido de control y lo extiendo a otros lados. En el trabajo, por ejemplo, no puedo evitar.
Tengo unos compañeros… dios, a veces los veo y ya me imagino que uno de ellos me agarra contra la fotocopiadora, me baja las medias y me coge por detrás, rápido y sucio, solo para aliviarse un poco del estrés. Se los he insinuado de mil maneras. Les he lanzado miradas que lo dicen todo, me he vestido con faldas un poco más cortas y blusas que dejan poco a la imaginación cuando sé que estamos solos en la oficina. Incluso, un día de estos, ya sin vergüenza, le solté a uno en la cocina: «Oye, si algún día necesitas desahogarte, aquí tienes a alguien que no te va a poner problemas». Casi se atraganta con el café. Se puso rojo como un tomate y empezó a balbucear cualquier tontería.
Es que son tan tímidos… Les da miedo, o no me creen, o piensan que es una trampa. No entienden que lo digo en serio.
De verdad, no me importaría nada que un día cualquiera, sin avisar, me empotraran en el baño o en el almacén. Que me usaran solo para vaciarse los huevos y luego seguir con su día como si nada. Sin dramas, sin compromisos, sin sentimientos. Puro sexo animal. Así me trata mi amigo, y es la mejor cogida de mi vida. Pero con los demás… nada.
No sé cómo ser más directa sin verme como una desesperada. ¿Tendré que llegar y decirles claramente: «Ven, cógeteme ahora mismo, soy toda tuya»? Quizás sí. Porque la necesidad ya me está carcomiendo. El simple hecho de pensarlo me tiene todo el día mojada, esperando que por fin alguno se anime a usarme como yo tanto deseo.
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