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Anónimo

septiembre 28, 2025

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Me cogi a mi mejor amiga

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Bien, tengo una mejor amiga. Tenemos 22 años y nos conocemos desde la primaria. Con el tiempo, se moldeó una bonita amistad. Muchas veces nos dejábamos de hablar y volvíamos a hablar. En la secundaria nos llevábamos bastante bien, pero aún no había mucha confianza. Sin embargo, siempre hubo miradas entre nosotros a lo largo de todo el ciclo escolar.

Todo empezó a cambiar en la preparatoria, ¿saben? Las hormonas, el desarrollo del cuerpo y la curiosidad. Para esto, yo había generado un gusto por mi mejor amiga, aunque en realidad estaba confundido. De igual manera, ella. Tuvimos una plática sobre los sentimientos y, en conclusión, me di cuenta de que ella sentía algo por mí y yo por ella. Como no estaba muy consciente de mis acciones en ese momento, le dije: «¿Por qué no fuéramos novios?». Ella me dijo que no sabía, que le daba miedo que dejáramos de hablar.

Después de eso, cada quien siguió su camino. No le di mayor importancia; ella tuvo novio y yo novia. Pero siempre que estábamos juntos, las cosas cambiaban. Se volvían un poco más íntimas, románticas, con acciones típicas como tocarse las manos y todo eso. Yo iba un año más adelante que ella en la preparatoria, así que solíamos irnos y regresar juntos (estudiábamos en la tarde).

Una noche, salimos de la escuela. Eran un poco más de las 7:30. Pasamos al lado de un puesto de tacos y el señor que cocinaba sopló las brasas; unas nos saltaron a nosotros. Una le saltó en el pecho a ella. Cuando sintió que le quemaba, abrió su camisa abotonada y me mostró donde le había quemado (mi amiga tiene pechos grandes). Yo, inevitablemente, no pude fingir no ver sus pechos. Eso me hizo sentir algo por dentro; deseaba verlas. Seguimos caminando con normalidad hasta que llegamos a nuestro transporte.

Ahí sucedió algo que cambiaría las cosas. Íbamos en los últimos asientos de atrás y las luces estaban apagadas. Yo iba recostado sobre su hombro y comencé haciéndole cosquillas en el cuello, que poco a poco terminaron siendo besos. Así nos fuimos todo el camino. En ningún momento me quitó o me dijo algo. Cuando bajó, noté que caminaba raro; concluí que se había mojado, jaja. Entendí que había algo más, pero nos distanciamos de nuevo por un par de años. Hasta que…

Aquí viene la parte buena, la cereza del pastel. Hace un año nos volvimos a encontrar (me hice mejor amigo de su hermano, en verdad lo quiero bastante, nos entendemos muy bien). Mi amiga estudiaba fuera de la capital hasta que ese día regresó (yo vivo cerca de ellos, a tres minutos de su casa; fue casualidad, no sabía que vivían cerca). Subí un par de veces a su casa. Al inicio nos mostramos algo tímidos, pero poco a poco retomamos la confianza. Recuerdo que en una de esas visitas, por accidente, toqué una de sus bubis. Me gustó; quise volverlo a hacer pero me detuve para no verme ansioso. Después de eso, la conexión cambió; era más cercana, más íntima. Así que…

 

Yo vivo solo, así que no hay problema si no duermo en mi cuarto. Subí a casa de mi amiga y de mi mejor amigo (que son hermanos) para quedarme a dormir. Ese día estuvimos conversando y viendo videos. Llegó la noche; yo dormí en la sala, su hermano en su cuarto y ella en el suyo. Su hermano me dijo que iría a atender un asunto temprano por la mañana, lo que significaba que me quedaría solo con mi amiga. Para ese momento, yo no tenía expectativas de nada.

Llegó la mañana; desperté y su hermano había salido. Me levanté, arreglé un poco la sala y usé el celular. Mi amiga ya estaba despierta. Vi el reloj: eran las 11 de la mañana y ya me iba. Entré a su cuarto para despedirme; estaba acostada y aún tapada, ya que siempre se levanta tarde. Le dije que me tenía que ir, pero comenzamos a platicar y el tema de la despedida se fue de lado.

Me senté en la orilla de la cama, al lado de sus pies, y tomé uno para comenzar a tocarlo sin intención. Estuve así unos minutos; ella había dejado de ver el celular. Dije: «Creo que este es el momento para saber si hay cierta tensión sexual». Comencé a tocar sus pantorrillas y a masajearlas mientras hablábamos. Al principio el masaje era inocente, pero poco a poco fui subiendo por sus piernas: de las pantorrillas a las rodillas, sin precipitarme. Luego me acosté a su lado, con mi cara a la altura de su pecho, y seguí masajeando sus piernas por fuera de la cobija. La tensión y la temperatura aumentaban.

Me arriesgué: metí mi mano por debajo de la cobija y subí por su pierna (ella tenía un short holgado). Metía mi mano por dentro de sus piernas; esa zona era tan suave. Siempre ha tenido un cuerpo llamativo y una piel muy suave; es de tez blanca y a mí eso me gustaba más. Subí mi mano hasta tenerla cerca de su vagina, rozándole con mis dedos. Me encantaba la sensación; tenía unas piernas sexys y voluminosas, y meter mi mano entre ellas era tan excitante. Comencé a tocarle la rayita de la vagina con el dedo (pero traía toalla, jaja). Aun así se sentía. Levanté un poco la toalla y le metía mis dedos mientras ella seguía hablando de la escuela. Notaba el cambio en su respiración y cómo me miraba. Hasta que le mordí una teta.

Ella sonrió y se volteó. La tomé del cuello y la besé. Nos besamos de una manera que se sentía que tenía que suceder desde hace tiempo. Le subí la playera y el sostén, y al fin las veía: dos grandes pechos hermosos. Los chupaba y lamía con tantas ganas. Ella solo gemía mientras mis dedos tocaban y masajeaban su clítoris; ya estaba tan mojada. La seguía besando y besando sus pechos. Le dije que se quitara la toalla, pero tenía pena; no quería manchar la cama ni a mí. Le dije que no pasaba nada, que no me daba asco, pero ella insistió en que no lo hiciéramos así. No la obligué, pero tenía muchas ganas de sentirla, de estar dentro de ella. Tuve que aguantar.

Seguí tocándola, masajeando su clítoris. Me chupaba los dedos; no me importaba que me manchara. La besaba. Dios, cómo gemía; aún lo recuerdo. Hasta que era momento de hacer que se viniera. Lo que más me prendió fue cuando me dijo: «Aquí, es aquí». Puso mi mano sobre su vagina, especialmente en su clítoris. Comencé a masturbarla rápido y después despacio, rápido y despacio, para escuchar cómo cambiaba su respiración y sus gemidos se volvían más intensos. Me encantaba cómo gemía mi nombre. La callaba besándola y chupando sus tetas; esos pezones deliciosos, no puedo olvidarlos. Comencé a masturbarla más rápido y más rápido. Gemía tan fuerte que tuve que ponerle una mano en la boca para que no nos escucharan los vecinos. Hasta que la hice venir; tenía toda la mano mojada a pesar de la toalla.

La seguía besando y lamiendo sus pechos hasta que la abrí de piernas. Estábamos en posición de misionero; yo seguía con el pantalón y ella con el short, pero no pude evitar simular que me la cogía. Tenía tantas ganas… hasta que le llamó su papá, jaja. Cortó las ganas de golpe. Habló con él por unos diez minutos y luego nos levantamos. Mi mano olía a ella, algo muy delicioso. Ella se fue al baño, se cambió la toalla y salimos del cuatorio. Solo nos quedamos extrañados. Me preguntó: «Esto no volverá a suceder, ¿verdad?». Yo le contesté: «Creo que no». Solo se rio y se comportó muy amable y linda conmigo. Hicimos algo de sopa y ella me quería decir (no tenía ese tipo de servicios). Le dije que me tenía que ir.

Dios, no creí lo que pasaba. Hablamos después e intentamos tener una relación, pero tuvo que irse del país. Actualmente seguimos hablando; justo hace unas horas dejamos de hablar. Se comporta linda conmigo, pero no lo sé. Ahora ya no sé si realmente podría tener algo con ella.

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