Por

Anónimo

septiembre 15, 2014

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Mascarada

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Mi esposa había tenido aquella temporada un subidón y al ver que se escapaba su libido deseaba con ansiedad emociones fuertes.

Atento al placer que ambos nos hemos dado comprendí que ella se merecía algo distinto de lo habitual conmigo.

Participamos en un encuentro de personas liberales en un crucero y sus coqueteos surtieron efecto pero con personas de cierta edad como nosotros.

Al fin del viaje una tarde cayó un palurdo que no resultó ser tal.

El muchacho era un portento , cachas , tableta y marcahuevos.

La piscina era su lugar de alterne.

Iba a la caza y captura de alguna hembra que deseara carne fresca.

Y ella entró en su red .

Lo veía venir que su tremenda ansiedad iba a ser colmada .

Dejé pasar a los tortolitos una tarde de calor a bordo , era la última y no se debía desaprovechar .

El toma y daca de aparentar no querer nada y desear todo lo llevó muy bien y creo que él también .

Era un profesional.

Ella se declaró casada y no puso objeciones .Preguntó si había consentimiento y ella contestó que sí.

Preguntó si había presencia mía y contestó que sí.

El plato estaba servido en bandeja.

La presa era ella o ¿era él ?.

La cuestión era preparar una velada agradable y placentera sin nervios.

Me llamó para que diera beneplácito y al asentir su gozo fue creciendo.

Hicimos las presentaciones y ella me dijo que allí valía todo.

Consentí y así fue.

Mi presencia no debía ser activa en ningún momento y en cambio ellos podían dar órdenes.

Me ví convertido en sumiso a expensas de ambos.

Pidieron champán para romper el hielo .

Ella se preparó concienzudamente en la ducha y se puso su lencería más espectacular.

El macho presumía de poses y aquel macarra que llevaba en su interior pugnaba por salir airoso. No parecía tener clase pero la sesión empezó lenta y pausada . Besos , lenguas , arrimones y tocamientos no apresurados.

Ella parecía estar en celo , gemía como nunca lo había hecho.

Se incorporó de la cama y estampó su lengua en la boca de él.

El beso parecía no tener fin .

Su cuello fue recorrido una y otra vez por aquella lengua poderosa.

Tomaron mejor postura ambos en la almohada .

Mi posición me permitía ver la estancia completa .

El barco navegaba y su runrún casi pasaba desapercibido.

Lo que no pasaba desapercibido era mi miembro que para entonces pugnaba por salir de su celda.

Me contuve ,no debía participar ni estorbar.

Una y otra vez sus manos se entrelazaban y buscaban ansiosas momentos de calidez en el cuerpo contrario.

Susurraron algo entre ellos y pensé que iba algo conmigo.

Pero no , exigía que ella debía ser atada y con los ojos vendados.

Y así fue .

No había cuerdas , sólo los pañuelos que ella usaba y que no ejercían presión.

El juego había comenzado y ella buscaba ansiosa la boca del otro dejando su lengua asomando por sus labios rojos.

Una y otra vez sus lenguas húmedas se reconocían en un incesante lamido mutuo.

Poco a poco fue despojando su sujetador y aquellas mamas parecían poderosas.

Nunca lo hubiera creído. Mi forma de percepción había cambiado.

la sesión sólo había empezado y yo era un actor más de aquella película.

Bajó un poco más y la braga salió de aquella poblada vulva y mostró lo que pudo su esplendor.

Su sexo brillaba y su boca gemía.

Con suma destreza lamió aquellos labios y hundió su lengua hasta el fondo .

Ella arqueó la espalda y ofreció aún más su pelvis para que ocurriera lo que había pactado .

Los del macarra se hundieron en el interior y con las secreciones de ella no encontró obstáculo para una vez con un dedo y otra vez con dos, ejercer un ritmo que a ella le volvía loca.

Convencida ella de todo , gritó pidiendo aún más.

Notó entonces que el miembro de él giraba alrededor de su boca y se apresuró a chupar.

Una y otra vez y así hasta mil el bamboleo juguetón estimulaba los pezones tiesos de ella y la vulva destilaba ya demasiado.

La despojó de sus ataduras y buscando una postura cómoda para ella , el número 69 quedó perfecto.

Sus ojos me espiaban de vez en cuando y los de ella me miraron juguetones de placer.

De nuevo en otra posición ella pidió ser poseída e insultada .Me descolocó la reacción. Había aprendido a ser una guarra y quería ser cabalgada.

Le abrió las piernas y aquel viril entró con un grito de ella.

Luego vino el contoneo , el ritmo .Ella colaboraba con sus caderas mientras se acariciaba el clítoris.

Le pidió que no tuviera prisa porque la noche era muy larga.El tiempo pasaba sin apenas notarlo yo y mi reloj me decía que había apsado una hora .

Ella cambió de postura y se arrodilló en la cama. Tomó el miembro viril y lo empezó a lamer y a masajear .

A la vez se frotaba su sexo con el muslo del otro.

De nuevo sesión de besos largos y piquitos y pellizcos en pezones y nalgas.

Empezaron a hablar y se lamentaron no haberse conocido el primer día de travesía.

Pero la noche avanzaba y aquello necesitaba de nuevo estímulos .

De nuevo sus lenguas se buscaron y él lamió de nuevo su clítoris.

Creo que alguien pegó en la puerta por el jadeo y por los gemidos.

Siguieron y se lanzaron al vacío.

Cada empelló de él respondía ella con mayor deseo .

El final debía estar cerca , ya no controlaba bien la situación y aunque creo que desaba alargar la situación , un estertor salió de su boca .

había derramado dentro de ella todo su calor , pasión y semen.

Ella pidió que su sexo pedía satisfacción y con los dedos le hizo un masaje hasta que ambos quedaron exhaustos.

Tras un ligero sueño reparador se incorporaron , se limpiaron y se besaron .

Habían pasado tres horas , no quedaba champán y yo no había cenado aunque el espectáculo había sido digno de mención honorífica.Se vistió él y con un casto y sin mirarme se fue.

Ella se abalanzó sobre mi y me besuqueaba . No estaba para muchas gaitas porque lo mío estaba en ayunas .

Me pidió repetir y a ello nos pusimos .

Mis sensaciones eran distintas , la veía a ella distinta y a la vez radiante.

Nos besamos como nunca antes y me comió como nunca antes .

Los dos con nuestros papeles distintos en aquella sesión interminable se complementaron y ahora ella elige jóvenes y menos jóvenes para encuentros fugaces de fin de semana .

Me he acostumbrado a mirar y a verla feliz .

Le compro más ropa que nunca y ha cambiado su peinado y parece otra.

La observo y parece una diosa del sexo.

Yo por mi parte participo después del acto en tareas propias de consentido ufano.Ella sigue eligiendo a sus presas para el próximo fin de semana.


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2 respuestas

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