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Anónimo

septiembre 17, 2013

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LA ESCLAVA DEL SEXO 1 (contada por el)

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Es que yo soy muy erótico. Tengo una gran imaginación sexual. He estado a la espera de una mujer como Diana, la linda �guitarra� que todos los hombres del barrio hemos querido culiar, pero nunca pudimos. Ella sabía que todos queríamos meterle la verga, pero nos tenía miedo.

Si ustedes la conocieran: Hembra más rica y delicada que ella no hay: De porte más que mediano, de cara linda, piel canela; ojos soñadores como esas muñecas dormilonas de pestañas grandes, de nariz firme pero fina. Sus mejillas son suaves, sin manchas en la cara. Cuando se ríe, se le hacen unos hoyuelos muy graciosos. Sus labios sensuales son gordezuelos, con forma de corazón, muy rojitos y ricos para besar, con dientes blancos y perfectos, toda ella graciosa y rica.

Su cuerpo es explosivo: Sus pantorrillas son algo gruesas y perfectas, sus piernas son pura curvas de carne jugosa y firme, con unas caderas anchas como una manzana. Es una yegua primeriza lista para la cama, una delicia mi Diana; hecha para mí: Para llevarla a explorar por todas partes, y conseguir lo que a ella mismo le dije con audacia: �Quiero que conozcas distintos ambientes, quiero que disfrutes la carne, quiero que te vuelvas loca por la verga�

Yo, que soy un loco y un atrevido, decidí hacerlo, pero no por la fuerza; eso no va conmigo. Iba a lograrlo poco a poco, disfrutando el erotismo que se despertaría en ella y en mí, cuando la vaya llevando lentamente por el mundo del sexo y de la carne.

En mi tierra el sexo es caliente, en todas partes se respira salsa y reggaetón; a las chicas más lanzadas les gusta aventurarse por allí, por los bares y zonas, donde los hombres les seguimos la pista para disfrutar con ellas, emputecerlas, y culiarlas. Diana no es de esas, pero yo me encargaría de que esa rica y frágil nena viva algo distinto, como yo quería.

Yo sabía que ella era una hermosa niña de casa. Por eso primero quería asegurarla para mí, y luego disfrutar viendo su mirada, sus gestos, las emociones y reacciones que ella sintiera, a medida que la llevara por el mundo de la carne. Yo quería erotizarme y erotizarla, hacer que se vaya enamorando de la verga, que esté siempre emocionada, y deseando estar donde yo la lleve, sintiéndose una mujer deseada donde vaya, sin ser vulgar.

Pero me faltaba experiencia. En realidad, lo que pasó la primera vez entre los dos, ni ella ni yo lo habíamos planeado, pero salió, salió rico; y la culiè bien, porque en eso soy un experto. Pero cuando ella salió por esa puerta, nada quedó acordado entre nosotros, yo no sabía que hacer después.

Entonces fue que me acordé del viejo Calixto.

Calixto es un viejo curtido en el ambiente de la carne y de las mujeres, anciano pero sabio en el mundo de los hombres duros. El me quería como hijo, el me tenía que enseñar lo que yo no sabía para formar eróticamente a una mujer, Así que fui donde él.

Al verme, el viejo se alegró, y después de escuchar lo que yo quería hacer como pareja con Diana, tomando su negro café, y fumando un puro que el mismo hiso, me empezó a decir:

�Después de tu primera experiencia con ella no la has vuelto a ver ¿no?� �Lo primero que debes hacer es ubicarla, y encontrarla otra vez. Este momento es muy importante, no te olvides de que después de lo que pasó entre los dos ella podría tener miedo, y tal vez vergüenza. No te olvides que ella; a pesar de su inexperiencia, voluntariamente se asomó delante de ti en ropa interior, y se entregó como mujer. Por eso, acércate a solas con amor y suavidad, sin excusarte ni pedir disculpas. Y si ella habla, solo escucha. Cuando se halla desahogado, y esté tierna, la abrazas y la besa con ganas de varón, sin decirle nada de sexo�

�Toda mujer recuerda mucho su primera vez, y seguro a estado pensando en ti, y en ese día. Aunque ella no quiera, va a desear que tú la vuelvas a culiar; no lo hagas. Solo empieza a disfrutar de su deseo de ti�

�Después empieza a invitarla a sitios donde estén solos o con gente. Muéstrate como varón atento y gentil, tienes primero que lograr que ella se enamore de ti. Cuando lo logres, ven otra vez donde mi, para enseñarte el segundo paso�

Después de hablar con el Viejo Calixto, busqué una oportunidad de hallar a Diana, y lo logré. La encontré en un callejón, mientras vendía su mercadería.

Al acercarme, ella hiso un ademán de escapar. �Espera�, le dije. �Es que yo�yo� Balbuceó, y empezó a decir cosas de sus miedos, su vergüenza, de que ella era una chica de buen proceder, que fue su primera vez, y ahora, que iba a pasar� Y la pobre se puso a llorar, mientras yo; sin que pueda evitarlo, sentí una gran pena.

Después que se desahogó, mientras yo la escuchaba en silencio, la atraje hacia mí, la estreché acariciando su cabeza, mientras ella suspiraba y gemía de vergüenza. Luego, tomando suavemente su barbilla, le deposité suavemente un beso, que fue correspondido lentamente.

Después de mirarla al fondo de sus ojos entristecidos, puse mi brazo izquierdo detrás de sus hombros, y con fuerza y pasión la besé. Al soltarla, sus ojos ya no estaban tristes y brillaban con fuego, mientras respiraba entrecortadamente. La volví a besar del mismo modo; pero esta vez, mi mano derecha se metió debajo de su falda, acariciando esos muslos carnosos y suaves. La bese y acaricié como a una Puta, hasta que la respiración de ella ya no pudo más, y se soltó transformada: �Aquí no, aquí no� me interrumpió sofocada �Vamos a otro sitio�

�Mi niña� Le respondí con ternura �no iremos a ningún otro sitio, ¿podemos vernos mañana?�. Ella, incrédula, y con cierta angustia me respondió: �Pero�tenemos que ir a algún lado, ahorita�

Mientras su deseo se desbordaba por sus ojos y su rostro, yo; complacido, comencé a disfrutar de sus ganas de ser poseída otra vez. �No mi amor, debes calmarte, nos veremos mañana a las 4 de la tarde en el parque �Nautilus�, allí estaré� Y diciéndole esto, la besé en la frente, y me marché. Al abrazarla, sentí que su piel ardía como un fuego.

Al otro día la vi en el sitio convenido, estaba más calmada. Paseamos abrazados y besándonos en todos lados. Nos estuvimos viendo en muchas ocasiones más, besándonos a veces con ternura, y en otras con pasión; hasta que esa linda tarde; antes de despedirnos, me abrazó conmovida, y con lágrimas en los ojos me dijo: �Yaro, quiero decirte que�.estoy profundamente enamorada de ti� �Yo también mi amor, Diana� le contesté.

Después de ello, al estar a solas pensé: �¿estoy enamorado de ella? ¡No! Ni puedo estarlo, todo lo que estoy por disfrutar se vendría abajo. Ella es rica, es bella, es deliciosa, ¡Y me ama ya!; y yo, la deseo tanto�

Y me fui donde el viejo Calixto a contarle mis progresos��CONTINUARÁ CON: LA SEGUNDA CULIADA.


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2 respuestas

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