
Por
Anónimo
La despedida I
Aquella mañana me levante nerviosa, había dormido poco, a lo largo de los dos últimos años me había ido a acostumbrando a ejercer de prostituta los fines de semana, pero aquel viernes era día cuatro, y aquella noche yo iba a ser la puta en una despedida de soltero, no era la primera vez, ya había participado en otras, pero si era la primera vez en la que uno de los integrantes del grupo me conocía y además dentro de unas horas, esa misma mañana, iba a tener que asistir a una de sus clases.
Después de ducharme y desayunar busqué en mi armario algo cómodo para ponerme, en esta ocasión elegí unos zapatos rojos de medio tacón, unas medias autoajustables, una minifalda escocesa y una blusa camisera blanca con unas rayas verticales rojas, unas braguitas blancas de algodón y un sujetador también blanco, finalmente elegí también una chamarra tipo vaquera que me llegaba hasta la cintura, saliendo a continuación a la calle para coger el metro y dirigirme a la universidad.
Las clases transcurrieron con absoluta normalidad, al final de la clase con Carlos, este se me acercó, y me dijo:
– A la salida quiero verte en mi despacho.
– Allí estaré.
Tras finalizar las clases me dirigí al despacho de Carlos, llamé a la puerta y tras oír un “adelante” la abrí y entré dentro, al lado de la ventana se encontraba Carlos, hablando con otro profesor, que aunque nunca me había dado clase, le conocía de vista.
En cuanto Carlos me vio, se dirigió a mí diciéndome:
– Hola Lorena, te presento a Ignacio, Ignacio esta es Lorena la alumna de la que te estaba hablando.
– Encantada – Le dije.
– Un placer conocerte, por lo que me ha dicho Carlos, esta noche nos conoceremos mucho mejor – Me respondió Ignacio.
Carlos sonriendo dijo:
– Si precisamente le estaba hablando de ti, comentándole la sorpresa que me llevé al ver que trabajabas de prostituta, y lo claro que tuve desde el primer momento que tú ibas a ser la puta que nos amenizase la noche en la despedida de nuestro amigo.
– Finalmente, ¿seréis seis?, ¿todos profesores?
– Si en eso quedé con tu jefe, pero profesores solamente somos nosotros dos, los demás tienen otras ocupaciones.
– La pena es que ahora tenemos una reunión y no podemos tener un anticipo de lo de esta noche – comentó Ignacio.
– No te preocupes esta noche disfrutarás de ella todo lo que quieras.
– Puedo preguntar a ¿qué he venido?
Carlos riéndose dijo:
– Mira la muy puta, venía con la esperanza de que la follásemos. Quiero comentarte como queremos que te vistas esta noche.
– Soy toda oídos.
– Queremos que además de ser una puta lo parezcas, queremos que vayas con tacones de aguja, medias negras de rejilla con un conjunto de liguero, braguita y sujetador y una minifalda de cuero negra y una blusa con transparencias. ¿Algún problema?
– No ninguno.
– Pues eso es todo, esta noche nos vemos y de paso te dejaremos bien follada.
– Hasta esta noche – me despedí.
– Adiós putón – añadió Ignacio.
Cerré la puerta tras de mí y me dirigí a la cafetería de la universidad para comer algo y a continuación me dirigí a la estación del metro para pasar el resto de la tarde en mi casa.
A las seis de la tarde empecé a prepararme para la noche que me esperaba, en primer lugar me duché y tras lavarme y secarme la cabeza me cepillé mi melena, a continuación me puse un par de enemas, ya que por experiencia se que lo que entra en mi culo acaba entrando también en mi boca, quizás por eso el sexo anal es algo que no me acaba de convencer y que siempre me da cierto reparo.
La vestimenta que me habían pedido era bastante habitual, pero no me apetecía salir de casa vestida de esa guisa, siempre salía de casa vestida de una forma normal. En consecuencia mi minifalda de cuero negra y mi blusa negra de seda las metí en una bolsa de deportes y mis medias de rejilla y mi liguero los oculte bajo unos tejanos acompañados de una blusa a cuadros que no dejaba transparentar nada, si me calcé unos zapatos negros de aguja de unos ocho centímetros.
Normalmente me llevaba Javier al local en el que trabajaba, pero aquel día me dijo que no me podía llevar por lo que decidí tomar un taxi.
Cuando subí al taxi y le di la dirección, el taxista mostró cierta cara de sorpresa, pero en un primer momento no dijo nada, pero al cabo de unos minutos me dijo:
– Esa dirección que me acabas de dar pertenece a un puticlub ¿Lo sabes?
– Si, ya lo sé, llevo un tiempo trabajando en ese local.
– ¿De puta?
Es curioso cómo se va cambiando con el transcurso del tiempo, hace dos o tres años me hubiese molestado que alguien insinuase que era una puta, en cambio en este momento me parece algo completamente normal, incluso me da cierto morbo, por lo que decidí seguir la conversación reconociéndolo, tampoco tenía mucho sentido negarlo en aquella situación:
– Si, ¿te sorprende?
– En parte sí, no vas vestida como una puta de puticlub, si me hubieses dado la dirección de un hotel, hubiese podido pensar que eras una escort, ya sabes una prostituta de lujo, pero las que trabajan en un puticlub suelen vestir de forma más hortera, vamos se les nota más que son putas.
– Gracias por pensar que no parezco una prostituta.
– De nada, parece que no tienes problemas en reconocer que eres puta, ni en que yo me dirija a ti llamándotelo.
– Bueno todo depende de la situación, del tono, si alguien me lo lama sin saber que lo soy me molestaría, sería una forma de insultarme o incluso si sabe que lo soy pero me lo llama de forma despectiva, con intención de insultarme también me sentiría molesta, pero si me lo dices de forma natural, porque sabes que ejerzo la prostitución no me debe molestar que me llames prostituta lo mismo que a ti no debería molestarte que te llamen taxista.
– Es curioso, yo he empleado más el termino de puta tu en cambio utilizas mas el de prostituta, ¿prefieres que te llamen prostituta?
– Estoy acostumbrada a que se utilicen los dos términos, pero personalmente puta me parece más peyorativo, en una tarjeta de visita pondría prostituta.
– ¿Cuánto tiempo llevas trabajando de prostituta?
– Dos años
– ¿Todos los días?
– No, únicamente viernes y sábados, el resto de la semana voy a la universidad, es para sacar para gastos.
– Perdona pero no te entiendo, ¡universitaria y trabajando de puta barata!, mas de una universitaria como tú se forra trabajando de prostituta de lujo.
– Si ya me lo propusieron, es algo que tendré que pensar. En fin ya hemos llegado.
– Son veinte euros, y toma mi tarjeta por si necesitas mis servicios en otro momento.
– Mis horarios son un poco intempestivos igual te molesto.
– Lo supongo, pero no te preocupes, ese número si suena es porque estoy disponible, sino lo desconecto.
– Entonces perfecto, cuando necesite un taxista simpático te llamaré, por cierto ¿Cómo te llamas?
– Paco y ¿tú?
– Lorena.
– Encantado Lorena.
Me bajé del taxi y me dirigí al local, en cuanto me vio mi jefe me dijo que había decidido que la sesión fuese en un salón que había en el primer piso, ya que era más amplio que los reservados de la planta baja y los clientes y yo misma estaríamos más cómodos. Además tenía una habitación anexa con una cama de matrimonio y un pequeño baño con ducha.
Como todavía faltaba un rato para la llegada de mis clientes aproveché para cambiarme de ropa, quitándome los tejanos y la blusa que traía de casa y poniéndome la mini de cuero negra junto a la blusa semitransparente, también negra encima de mi conjunto negro de braguita sujetador y liguero. También dejé preparada la canción con la que pensaba desnudarme delante de Carlos y sus amigos, mi preferida era “I turn to you” y fue la que elegí para esta ocasión.
Mientras esperaba la llegada de los chicos comprobé que la cena consistente en abundantes tapas y sobre todo bebida ya estaba dispuesta sobre la mesa, también vi que en una esquina del salón había extendido un plástico que cubría el suelo, supuse que sería la zona destinada al bukake.
Al cabo de una media hora, me llamó Jesús para comunicarme que ya habían llegado los chicos y que se disponía a subir con ellos, habíamos quedado que el subiría con ellos, yo mientras tanto permanecería oculta en la habitación anexa, y una vez que estuviesen todos aparecería e iniciaría mi striptease.
Cuando entraron todos en la habitación, Jesús, el dueño del local, me llamó:
– Lorena ya puedes salir ya están aquí tus clientes.
Yo salí, oí murmullos de admiración, y Jesús se despidió diciendo:
– Bueno os dejo, que os divirtáis, Lorena es una chica muy complaciente y seguro que quedareis encantados. Lleva en el local un par de años y todos los clientes han quedado encantados.
Cuando el jefe abandonó la estancia, Carlos fue presentando a sus compañeros y al finalizar yo les dije:
– Estoy encantada de conoceros, y estoy deseando en complaceros en todo lo que queráis.
– Jaja no se si a lo largo de la noche seguirás deseando complacernos en todos los acuerdos a los que hemos llegado con Jesús.
– Jeje no me asustes – dije – ¿Qué acuerdo secretos son esos?
– Secreto.
Uno de los compañeros del grupo me preguntó:
– ¿Te puedo hacer una pregunta?
– Si claro.
-De verdad ¿eres alumna de Carlos?
– Si
– Y ¿cómo se enteró de que trabajabas de puta? – Preguntó otro.
– Bueno vino un día aquí, buscando una chica para hoy y me vio aquí.
– ¿Cuánto tiempo llevas trabajando de puta?- Preguntó el primero.
– Un par de años.
– ¿Cómo prefieres que te llamemos Lorena, o puta?
– Lo dejo a vuestra elección, ya sabéis el cliente siempre tiene razón.
– Bueno chicos dejad las preguntas y que la puta de Lorena comience con su trabajo – Dijo Carlos.
Yo obediente pulse el “Play” para que comenzase a sonar la canción que había preparado, en cuanto sonaron las primeras notas comencé a desabrocharme los botones de la blusa, muy despacito, cuando terminé con el último me la quite y la deje sobre una silla, a continuación me solté el corchete de la cintura de mi falda y fui bajando la cremallera muy lentamente hasta que la falda se deslizo hasta mis pies, llevé mis manos a mi espalda y desabroche mi sujetador deslice primero mi brazo derecho y a continuación el izquierdo, quitándomelo y dejándolo encima de mi blusa. Finalmente deslice mi braguita hasta mis tobillos dejándola en el suelo.
Ya completamente desnuda, bueno salvo las medias, el liguero y los zapatos, me acerqué al novio le pasé los brazos por su cuello, lo besé y noté como sus manos empezaron a explorar mis pechos y posteriormente mi entrepierna, en ese momento sentí como me agarraban por los hombros y por los muslos, me levantaban en volandas, manteniendo mis piernas completamente abiertas, Carlos y los demás le animaban a que me follase, alguno de los que me sujetaba empezó a tocarme los pechos y pellizcarme los pezones, mientras el novio se soltaba el cinto, se bajaba los pantalones y con una tremenda erección comenzó a acercar su miembro a mi coño, yo acerté a decir:
– Por favor ponte el preservativo.
Hubo una risotada general y Carlos me dijo:
– Este es uno de los acuerdos especiales, hoy todos y cada uno de nosotros te follaremos a pelo.
Intenté forcejear, pero evidentemente mi resistencia resultó inútil, el novio me la metió hasta el fondo y asiéndome con sus manos por las caderas siguió metiéndomela y sacándomela entre las risas de sus compañeros hasta correrse en mi interior.
Si bien era verdad que no era la primera vez que follaba apelo, si era la primera vez que lo hacía en el club, con uno de mis clientes y todo indicaba que aquella noche lo iba a realizar con cinco más, me gustase o no, lo que me resultaba humillante.
Siento que en esta ocasión me estoy alargando demasiado, si os interesa en otro momento continuaré, espero vuestros comentarios.
2 respuestas
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