LA CHICA DE LAS REVISTAS PORNOGRAFICAS

Soledad tenía 16 años cuando la conocí, era muy hermosa, su cabellera era de color rubio ceniciento, tenía un cuerpo escultural, bonito rostro y piernas muy bien desarrolladas puesto que pertenecía al equipo de atletismo de su Colegio.

Nuestra relación empezó cuando mi madre me envió a dejarle unos libros que Soledad le había pedido prestados, posteriormente entablamos amistad y un día en particular en que nos encontrábamos escuchando música Rock en su dormitorio, se volvió hacia mí diciendo en tono determinante:

Mira Memito, dejémonos de remilgos que quiero conocerte mejor, me gustas y se que yo a tí también, razón por la cual vamos a actuar según nuestro criterio y vamos a proceder como jóvenes sin prejuicios que somos, y una cosa mas, quiero que veas conmigo estas revistas y me digas que te parecen; luego de lo cual me entregó dichas revistas y se sentó a mi lado, no sin antes apoyar el codo y parte de su brazo derecho en mi hombro izquierdo.

En cuanto tomé la primera revista, pude comprobar que se trataba de aquellas publicaciones de contenido pornográfico que tantas veces había leído y visto, pero de todas formas disimulé y empecé a pasar las páginas hasta que llegué a una en donde se transcribía una historia de una mujer secuestrada, la misma que Soledad me pidió leyera en voz alta y pausadamente, cuando llegamos a la parte de la historia en que los secuestradores abusan sexualmente de su víctima, Soledad me pidió con voz entrecortada por la emoción y denotando en su rostro un pequeño rubor, que ella quería leer esa parte, lo cual hizo, mientras yo la observaba y podía darme cuenta que su nivel de excitación se elevaba a prisa, razón por la cual se me ocurrió empezar a acariciar sus nalgas poniendo mi mano detrás del asiento, como esta actitud pareció no molestarle, de inmediato la abracé y con una de mis manos empecé acariciar sus pechos superficialmente, por supuesto permitiendo que Soledad siga leyendo, después comencé a meter mi mano por debajo de su minifalda, hasta que llegué a sus entrepiernas, las cuales entreabrí forzadamente para introducir mis dedos por el borde de su calzonario y empecé a frotar delicadamente sus labios vaginales y clítoris. Mientras tanto Soledad, sumamente afectada por la excitación leía entrecortadamente el contenido de la revista, hasta que de pronto me propuso:

Memito, que rico lo que me estás haciendo, para un momento por favor y deja que acabe de leer esta historia, luego mijo, te prometo que me voy a portarme bien y es más voy a permitir que me hagas todo lo que le hacen a esa mujer los secuestradores, pues no se porque eso me excita demasiado y hasta puedo acabar solamente imaginándome que es a mi a quién violan. Seguidamente Soledad terminó de leer la historia en ciernes y levantándose inesperadamente, se dirigió hasta una caja que se encontraba junto a su cama de la cual extrajo varias sogas, un látigo y un cinturón de cuero, con los cuales regresó hasta mi visiblemente perturbada por la excitación y me dijo:

Ahora sí mi amor, haz lo que quieras, pero trata de hacerlo como si vos fueras el jefe de los secuestradores y yo la señora secuestrada, por favor, sí mi amor.

Como tenía en mi mente grabado el contenido de dicha historia, empecé haciendo el papel del jefe de los secuestradores desde el momento en que este ingresa a la habitación de la mujer secuestrada y procede a ordenarle que se desnude, luego de lo cual procede a atar sus manos y piernas en los cuatro extremos de la cama, por tanto empujé a Soledad bruscamente con dirección a su cama y levantando la voz le ordené que se desnudara, lo cual empezó hacer aunque un poco recelosa aún, me acerqué hasta ella con las sogas en mis manos y procedí a amarrarla tal cual se contaba en la historia de la revista, para una vez hecho esto y al observar que las partes íntimas de Soledad estaban completamente húmedas y ella se agitaba, así como empezara a lanzar pequeños gemidos de placer, decidí aprovechar la ocasión y actuar según mi criterio, apegándome a la famosa historia lo menos posible y en procura de gozar hasta lo máximo de la situación.

Soledad, contemplaba visiblemente afectada por la excitación como me quitaba la ropa, en cuanto estuve completamente desnudo, me acerqué hasta la cabecera de la cama y tomando entre las manos mi pene, lo acerqué hasta el rostro de Soledad e inmediatamente comencé a golpear el mismo con mi miembro, mientras decía:

Que pasa putita de sociedad, no tengas miedo que ahora te voy hacer el amor como nunca te lo han hecho y todo porque tu famoso maridito no quiere pagar el rescate, ahora vas ha saber lo que es un hombre de verdad.

Soledad en estos instantes ya no podía más, razón por la cual con su mirada me comunicaba que estaba dispuesta a soportar lo que yo quisiera hacerle, razón por la cual empecé a frotar mi pene en su boca y la obligué a que me lo mamara y chupara durante bastante tiempo, puse incluso mis testículos en su boca para que así mismo me los chupara delicadamente, luego me dí la vuelta y alcance sus partes íntimas y empecé a utilizar mi lengua y labios golosamente en su clítoris, como en sus labios y conducto vaginales, permitiéndole que ella siga mamando y lamiendo mi miembro genital. Luego desaté las piernas de Soledad y la obligué a que las pusiera encima de mis hombros para de inmediato penetrarla sin contemplación alguna y proceder a realizar con mi pene adentro, movimientos acompasados, que hicieron que Soledad acabara por tres veces seguidas; como le cogí gusto a lo que me encontraba haciendo me contuve para poder seguir disfrutando de esta relación sexual y sin más preámbulos viré de costado el cuerpo de Soledad y me dispuse a penetrarla por su parte trasera, lo cual resultó un poco dificultoso pero al fin lo logré, particular que me causó gran satisfacción, ya que el ano de Soledad era virgen y los pliegues de su cavidad anal se resistían a mis avances, produciéndome a la vez dolor y gozo, pero como siempre triunfó el deseo y la satisfacción sexual, por lo que estuve en esta posición mas de media hora. A estas alturas Soledad se retorcía de placer y constantemente me pedía que no parara, mientras emitía una especie de silbidos y ronquidos de placer, lo cual me excitó mucho más y tomando el látigo empecé asestarle golpes en las nalgas y espalda, luego la desaté definitivamente he hice que Soledad cabalgue encima mío con mi pene en su interior, seguidamente empecé a practicar todo tipo de posiciones que conocía y aquellas que eran de preferencia de Soledad o que las escogía de una de sus revistas pornográficas, logrando que en varias oportunidades Soledad tenga orgasmos múltiples y que yo haya podido eyacular por tres veces, finalmente agotados por el cansancio nos quedamos dormidos y luego de algunas horas de descanso, despertamos y antes de que yo me retirara hicimos el sexo oral y vaginal una vez mas, luego de lo cual nos despedimos amorosamente, no sin antes planificar nuestra próxima reunión de carácter sexual, así como planificamos acerca de los métodos de control natal que íbamos a implementar para evitar riesgos innecesarios.

La experiencia sexual que mantuve con Soledad, fue muy aleccionadora ya que pude apreciar y definir que la pornografía en muchas de las ocasiones hace perder la verdadera dimensión y la realidad de las cosas, así como también ayuda a desarrollar el líbido de una persona hasta parámetros desconocidos, mas que todo cuando se tiene al lado a una mujer de las características de Soledad, quién siempre gustó de introducir innovaciones y nuevas rutinas en nuestra relación íntima que duró varios años, lastimosamente Soledad se dejó llevar por la fantasía y los excesos sexuales, que la conllevaron a prostituirse por placer y la convirtieron finalmente en una mujer llena de vicios y tuberculosa.