JHonatan

septiembre 5, 2025

110 Vistas

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Gloryhole

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Tengo una vida que parece perfecta: casa bonita, carro del año, una mujer que me espera con la comida caliente… pero a veces, esa rutina me ahoga. Necesito algo mas, algo que me haga sentir vivo, que me recuerde que todavia tengo fuego adentro. Y una de mis fantasias mas recurrentes, una que me tiene loco desde hace meses, es la de ir a uno de esos lugares de los que hablan en susurros… un gloryhole.

No es que me gusten los hombres, para nada. Soy bien heterosexual, te lo juro. Pero hay algo en la idea de que una boca, cualquiera que sea, me chupe la verga sin saber quien soy, sin pedirme nada a cambio, solo por el puro placer de chupar… eso me vuelve loco. Y la verdad, se que tengo con que aportar. No me voy a hacer el humilde: tengo una verga de buen tamaño, gruesa, bien formada, que se pone dura como un mármol cuando se excita. Se que podria darle gusto a mas de uno por ahi.

El martes pasado, no aguante mas. Le dije a mi mujer que tenia una reunion con un cliente importante y me fui para el centro. Habia averiguado sobre un lugar, un cine adulto que todos conocen pero del que nadie habla. El estacionamiento estaba oscuro y hacia ese olor a humedad y desinfectante que te dice que estas en el lugar correcto. El corazón me latia tan fuerte que sentia que se me iba a salir del pecho. Pague la entrada en una ventanilla opaca, sin mirar a los ojos del tipo que me atendio, y entre.

El pasillo estaba casi a oscuras, solo con unas luces rojas tenues que apenas iluminaban las puertas de las cabinas. Se escuchaban gemidos ahogados y ruidos de peliculas porno reproduciendose en loop. El aire era espeso, cargado con olor a sudor, sexo y ansiedad. Camine lentamente, sintiendo como la adrenalina me corria por las venas. Al final del pasillo, vi una fila de cabinas con cortinas negras. Sabia que detras de esas cortinas estaba lo que buscaba.

Escoji una al azar y entre. Era un espacio diminuto, apenas cabia yo de pie. En la pared del frente habia un agujero, redondo, del tamaño justo. Del otro lado, solo oscuridad. Respiré hondo. Podia escuchar mi propia sangre bombeando en los oidos. Con manos un poco temblorosas, me baje el cierre del pantalon y saque mi verga, que ya estaba palpitando, dura y lista. La apoye en el borde del agujero, esperando.

Los segundos se sintieron como horas. Empece a pensar que tal vez era una mala idea, que me iba a quedar ahi parado como un idiota, cuando de repente, senti un aliento caliente al otro lado. Un suspiro suave. Y entonces, el contacto.

 

Fue una lengua, suave y habil, que empezo a lamer la punta de mi glande con movimientos circulares. Un escalofrio me recorrio todo el cuerpo. No podia ver nada, solo sentir. La boca que me chupaba era experta, sin dientes, solo labios carnosos y una lengua que exploraba cada centimetro de mi verga. Empezo a chupar con mas fuerza, metiendosela toda hasta la garganta, y yo me apoye contra la pared, con los ojos cerrados, disfrutando la sensacion. No sabia si era un hombre o una mujer, y en ese momento, me di cuenta de que no me importaba. Solo importaba la boca y lo bien que me hacia sentir.

De repente, la boca se retiro. Yo estaba a punto de quejarme, de pedir mas, cuando senti otra boca diferente. Esta vez era mas pequeña, con labios mas delgados, pero igual de ansiosa. Empezo a chuparme las bolas, lamiendolas con una delicadeza que me hizo gemir. Mientras lo hacia, una mano aparecio por el agujero y empezo a masajearme el perineo. Eran dos personas al mismo tiempo. ¡Coño! Mi fantasia se estaba cumpliendo.

La primera boca volvio, pero ahora no estaba sola. Sentia que me chupaban la verga y las bolas al mismo tiempo, una sinergia perfecta de lenguas y labios que me tenian al borde del delirio. Agarre mi verga y empece a moverla, frotandola contra las bocas que me esperaban, sintiendo la saliva caliente cubriendome. Los sonidos que salian de mi boca ni los reconoci: gemidos bajos, gruñidos, palabras sucias que susurraba para mis adentros.

«Chupenmela bien, coño… asi, mas duro… no paren…»

Una de las bocas se empeño en la punta, succionando solo el glande con una presion que me hizo ver estrellas, mientras la otra se dedicaba a lamer el frenillo con una insistencia que era casi tortuosa. Empece a mover las caderas, bombeando suavemente contra el agujero, sintiendo como mi verga entraba y salia de esas bocas anonimas. El sudor me corria por la frente, y tenia las manos apoyadas en la pared para no caerme.

En un momento dado, una tercera boca se unio. Esta vez, eran unos labios increiblemente suaves, casi femeninos, que se concentraron en besarme y lamer la base de mi verga y mis testiculos. Tres personas. Tres bocas anonimas dedicadas solo a mi placer. No podia creerlo. Era mejor de lo que habia imaginado.

El calor y la humedad eran intensos. El sonido de las mamadas era obsceno y húmedo, y se mezclaba con los gemidos que yo ya no podia contener. Sabia que no iba a aguantar mucho mas. La presion en mi bajo vientre era insoportable, una bola de fuego que pedia salir a gritos.

«Me voy a venir…», avise, con la voz ronca, rota por el placer. Las bocas no se detuvieron. Al contrario, se intensificaron, como si mi advertencia las hubiera puesto mas salvajes. Una mano aparecio de nuevo y empezo a jugar con mis testiculos, apretandolos suavemente, y eso fue el detonante final.

Con un gemido que era casi un grito, empece a venirme. Los chorros de semen salieron con fuerza, llenando la boca que tenia mi verga profundamente enterrada. Sentí como tragaba, como no perdía una gota, mientras las otras bocas seguían lamiendo y besando mi base y mis bolas, prolongando el orgasmo hasta casi hacerme doler. fue interminable, una de las corridas mas intensas de mi vida.

Cuando termine, me quede apoyado contra la pared, jadeando, con las piernas temblando. Las bocas se retiraron lentamente, dando ultimas lamidas suaves, casi de despedida. No hubo aplausos, ni palabras, solo el sonido de mi respiracion entrecortada y el zumbido en mis oidos.

Me limpie como pude con un pañuelo que tenia en el bolsillo y me subi el pantalon. Salí de la cabina mareado, con una sonrisa de idiota en la cara. En el pasillo, varias siluetas se movieron en la penumbra, pero evite mirarlas a los ojos. No queria saber. La magia estaba en el anonimato.

Maneje de vuelta a casa sintiendome como un superheroe, como si hubiera vivido una aventura secreta que nadie mas conocia. Mi mujer me pregunto si la reunion habia ido bien. «Perfecta, mi amor», le dije, y le di un beso en la frente. «Cerramos un trato enorme.» Y no mentia. Solo que el trato fue conmigo mismo. Esa noche, dormí como un bebe, con el sabor del peligro y la transgression dulce en la boca. Y supe, con toda certeza, que volveria.

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