
Por
Anónimo
El profesor estaba loco por mi.
sto que les cuento pasó hace un par de años.
Vivía con mi novio de 38 años, yo tenia 24 años y decidimos entrar a clases de ingles en horario casi nocturno, después de nuestras jornadas laborales.
Nos inscribimos en el mismo grupo pues teniamos el mismo nivel de inglés. Decidimos aparentar que no eramos pareja, pues la diferencia de edades siempre es vista con ojos de morbo, demás que no queriamos que nos tomaran de ejemplo cuando se tuviera que hablar de relaciones personales en inglés.
Nos sentabamos separados, el se sentaba hasta atrás y yo hasta el frente.
Llegó el profesor, el primer día de clases. Era alto y delgado, tenia cabello un poco largo y no era feo.Tendría unos 35 años. Se veia un poco tímido. Se ponia nervioso al dar clases.
Durante el primer dia de clases, sentí que me miraba mucho, y en una de esas miradas que me echaba, lo descubri mirando mis pechos.
El apartó rapido la miraba al verse descubierto y empezó a hablar más nervioso que de costumbre. Era obvio que se sentia atraido por mi.
Asi iba a clases 3 veces a la semana, siempre era muy amable conmigo y hasta me tenía un poco de preferencia.
Si de casualidad olvidaba mi libro, el me daba el suyo en lugar de juntarme con otro compañero.
Si mi pluma dejaba de servir, me daba la suya.
Iba hasta mi lugar a aclarar todas mis dudas personalmente.
Disfruté mucho su atención y lo mejor es que mi novio no sospechaba nada.
Un día el grupo decidio formar un chat por whats app, donde estuviera incluído el profesor. Pues el se comprometio a resolver las dudas que escribieramos y ayudaría a practicar el inglés.
Aproveché un día que me sentí muy traviesa. Desde el trabajo le mandé al profesor un mensaje privado.
Le pedí ayuda con una duda. Y la verdad, no sé cómo pasó, pero terminó alagandome con cumplidos sobre mi cuerpo. «Eres muy bonita, si me permites decir.» «tienes unos ojos hermosos» entre otras frases que me decia mientras conversabamos.Yo le decía que era mi profesor preferido de los que había tenido antes y le preguntaba si yo era su alumna favorita, a lo que el contestaba que «absolutamente, eres la mejor de todas».
Ya que se rompió un poco el formalismo, decidí ir a clases normalmente, pero al estar sentada en mi lugar, frente al escritorio del profesor, y sin que mi novio se diera cuenta. Me bajaba un poco más el escote de la blusa y mientras el profesor se sentaba a esperar a que hicieramos los ejercicios en nuestros libros, sólo a mí me dedicaba sus miradas.
En una ocasión empezó a mensajearme, en medio de la clase, con caritas mandando besos y con ojitos de corazón. Fue muy loco pero lindo, estaba loquito por mi. Y la verdad es que el me gustaba mucho también.
Un día, mi novio no pudo ir a clases conmigo, tuvo que quedarse hasta tarde en su trabajo. Fue la oportunidad perfecta para acercarme más al profesor.
Al terminar la clase de ese dìa, cerca de las 10 pm, me quedé hasta el final haciendo tiempo mientras guardaba mis cosas en la bolsa, esperé a quedarme a solas con él.
Al notar que nos encontrabamos solos, se quedó parado a un lado de su escritorio viéndome, nervioso.
Me dirigí a el, y mientras le hacia preguntas simples como… cómo está? cómo sintió su clase? qué va a hacer saliendo de aquí? le acariciaba su mano, que tenia recargada en el escritorio.
El me respondia casi tartamudeando, pues solo habiamos platicado por chat, durante clases solo se trataban temas de la clase y el contacto era nulo más allá de las miradas de deseo. Así que realmente no sabía que hacer al tenerme para el solo y sin nadie viéndonos ni escuchándonos.
Despues de conversar por un rato con mi mano sobre la suya, decidimos encaminarnos a la puerta del salón. Fue ahi que antes de poner un pie afuera lo jale a un lado de la salida y lo besé en la boca. Inmediatamente cerró la puerta estirando un brazo. Me correspondió con besos muy tiernos mientras me tomaba fuerte de la cintura.
Mientras nos besabamos, sentí su erección que no intentó ocultar, al contrario me la pegaba más a mi sexo. Estabamos muy excitados. Empezaba a besarme el cuello y a tocar mis muslos.
Tuve que detenernos, pues en cualquier momento iba a pasar un guardia para revisar los salones antes de cerrar el edificio. Nos fuimos de ahí.
Estando fuera, se ofreció a llevarme a mi casa y yo le acepté que me acercara un poco, pues no quería que mi novio me viera llegar con él.
Fue dentro del carro, que no nos aguantamos y quisimos retomar lo que había quedado pendiente en el salón de clases.
No nos importó si había mas gente por ahi que pudiera vernos, empezamos a besarnos otra vez en el estacionamiento.
Esta vez me besaba mientras metia su mano entre mis piernas y yo con mi mano acariciando sobre el pantalón, su pene erecto.
Fue muy placentero estar en esa situación con el profesor con el que estuve coqueteando por días. Desgraciadamente yo tenía que llegar a mi casa, no teniamos tiempo de hacer nada por más que moriamos de ganas.
Le dije que teniamos que irnos. Así que se tranquilizó un momento y empezó la marcha.
Mientras conducía, yo no quería desperdiciar un minuto de nuestro tiempo a solas, pues no sabía si se podría repetir algo así, no era común que mi novio faltara a clases y me dejara sola.
Así que, con él al volante, me acerqué lo más que pude y empecé a besar su cuello, con mucha delicadeza y dulzura mordía su oreja. Con una mano acariciaba su erección lentamente. Eso lo excitó al máximo, su pene necesitaba que lo liberaran.
Desabroché su pantalón, le pregunté «Puedo?»
A lo que el respondió viendome a los ojos y moviendo su cabeza de arriba a abajo.
Saqué su pene erecto. Estaba muy bien dotado, lo ví con asombro. Nunca lo imaginé así. Era perfecto y muy apetecible.
Me agaché sobre su regazo, probándolo como si fuera la primera y ultima vez que podría hacerlo.
Él solo estaba en silencio y cada que se paraba en algún semáforo, se dedicaba a acariciarme la cabeza con ambas manos, como si fuera una gatita acostada en sus piernas, hambrienta por un poco de carne y leche.
Llegando al lugar que le había indicado en un principio, se estacionó. Ya que no estabamos en movimiento y no corriamos riesgo, yo me sentí libre de aumentar la velocidad de mis caricias sobre su pene. Ya lo había estimulado bastante durante el trayecto, ahora quería hacerlo acabar.
El profesor estaba con la cabeza hacia atrás, con la boca abierta y jadeando del placer que le hice sentir.
Fueron las últimas estacadas en mi boca, las más profundas, con mis labios bien apretados rodeando su miembro, que lograron su cometido. Acabó en mi boca, yo me dediqué a tragar y lamer, buscando más de esa lechita que como buena garita había estado esperando.
Me limpié los labios de cualquier gota de semen que pudiera delatarme con mi novio. Él se abrochaba nuevamente el pantalón.
Nos vimos fijamente, me confesó lo que yo ya sabía. «Estoy loco por tí»
«Lo sé» Le contesté riendo y le di un beso en la mejilla.
Salí del carro y me dirigí a mi casa donde ya me esperaba mi novio.
Me recibió con un abrazo largo, yo estaba tan caliente que no tardé mucho en empezar a meterle mano a mi novio, lo empecé a masturbar.
Mi excusa a tal calentura, fue decirle que lo habia extrañado bastante durante el día. Terminamos en la sala teniendo sexo en medio de la noche. La oscuridad me ayudó a imaginar que el hombre con el que estaba teniendo un orgasmo era mi profesor de inglés. Fue delicioso. Ojalá hubiera sido él.
Por desgracia no pude volver a estar a solas con el profesor, pero seguiamos enviandonos mensajes, cuando podía me tomaba fotos sexys y se las enviaba. Durante clases seguia dándome toda su atención.
Un día se sinceró. Me escribió que no podía dejar de pensar en mi todo el tiempo. Que necesitaba dejar esta rara relación que teniamos, que de alguna forma le estaba generando problemas con su esposa.
Nos bloqueamos y dejamos de escribirnos.
Durante las clases seguía viendome como siempre, era obvio que no quería dejarme pero se obligaba a hacerlo.
Cuando terminó el curso de inglés, me inscribí con mi novio al nivel siguiente, con otro profesor. Así dejé de ver al profesor completamente.
En una ocasión, a la hora de la salida, me dirigí al baño, y de casualidad, el estaba en un salón cercano, a solas.
Escuché que me gritó por mi nombre, pero no le hice caso.
Volvió a intentarlo al momento que salí. Pero volvì a ignorarlo. Me había dolido que me hiciera a un lado y que tomara la desicion de dejar de escribirme así nada más.
Aúnque me moría de ganas de entrar a ese salón, a solas con él. Me mantuve firme aquél momento y lo ayudé a no caer nuevamente en la tentasión de involucrarse comigo. Quién sabe qué habriamos hecho ahi dentro luego de habernos extrañado tanto.
Cada año me manda un correo muy sencillo para felicitarme en mi cumpleaños. Me escribe uno o dos renglones, deseando que esté bien.
Nunca los contesto.
Creen que debería escribirle otra vez?
2 respuestas
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