Por

Anónimo

julio 24, 2017

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El otro lado de la puerta

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Hola, prometí no contar esta historia, pero es algo que me dejó muy impactada y creo que todas y todos deberíamos conocer. Una amiga estaba de licencia por maternidad, y tenía algunos problemas por lo que le recomendaron mucho reposo, así que la fui a ver para pasar el rato. Chica normal, de familia, marido, dos hijas.

El marido trabajando, la primera hija en casa de una amiguita, podíamos charlar de lo que viniera en gana. Por la tele pasaban la clásica noticia de la chica manoseada que había denunciado y al hombre le habían dado dos años de prisión y yo dije “¡Qué exagerada!, ¿A quién no le han tocado el traste alguna vez?”.

Yo la conocía bien, y creí que estaría de acuerdo conmigo. Pero, para mi sorpresa, salió para el lado opuesto. Así que frené el tema ahí.

Charla va, charla viene, volvimos al tema de cómo son los hombres, y ahí me confesó que su primera vez fue un desastre. Él la hizo doler. Ella le pedía que parara, pero él seguía conque “ya casi”, “nisiquiera te la estoy metiendo toda”, “un poco más”… hasta que todo acabó.

 

A quién consultó, le dijo que la primera vez era así. Que siempre dolía. La segunda era mejor y así sucesivamente. Ella no quiso saber más nada con él y siguió con su vida. Pero, el tiempo pasaba y pasaba, y nunca lograba el orgasmo.

Probó todo. Posiciones, cremas, técnicas. Consultó con la doctora y le recomendó probar distintos tipos de vibradores, ejercicios vaginales. Nada. Le dijeron que era una de las cada nosecuantas mujeres que era anorgásmica.

El defecto estaba en ella y, que va ser, la vida sigue, así que se consiguió un buen chico que la comprendía y no le importaba demasiado, se resignó y se casó.

Ahí le pregunté… “Pero… entonces… ¿nunca has tenido un orgasmo?”. Ella se abrazó la panza, me miró y me dijo: “Ella fue el primero”. Asombradísima, le pedí que por favor me contara esa historia. Me dijo que lo hacía por ser amigas y contárselo a alguien. Pero que nunca debía decir nada a nadie. Habiendo aceptado, la historia comenzó.

Ella acababa de casarse y, lo último que le faltaba probar, era tener un desliz. En el ámbito del marido había un chico con buen cuerpo y una entrepierna más que interesante, así que lo escogió para su último “experimento”. Habiéndole confesado sus ratoneos con él y llevádolo a un lugar tranquilo, le pidió su despedida de soltera, comenzó a desnudar y acariciar.

En su experiencia, al hacer eso a los cinco segundos tenías al tipo encima dando todo de sí. Pero él no avanzaba, a pesar que la tenía como palo de amasar. Estaba realmente inhibido lo que ella era una mujer casada y al marido lo conocía muy bien. Así que comenzó a insistir un poco.

Se abrió el pantalón, debajo del cual no tenía nada para clarificar sus intenciones, y le mostró su vagina. Le preguntó si le gustaba. Se puso a frotar.

Luego le preguntó si quería probar de penetrarla. “Solo un ratito”. Le puso un preservativo y comenzó a sentarse sobre él. Él se dejaba empujar, pero no la empujaba a ella. De a poco y por exclusiva iniciativa de ella, la tenía toda adentro.

Se acostó sobre él y se dispuso a besarlo. Pero, para su asombro, él no abrió la boca para ella. Ya, un poco fastidiada, le dijo “¡No te preocupes, no voy a tener un orgasmo con vos! ¡Sólo quiero tu cariño!”. Pellizcó para que abriera la boca y mandó su lengua para adentro.

Él seguía muy incómodo. No quería tocarla ni moverse. Así que se puso a hacerlo ella. Con algo de cuidado, logró que se fuera relajando, sin quitar la lengua de su boca, para no dejarle decir nada en contrario. El amor fue llegando, así de a poco.

Después de un rato, ella empezaba a sentirse algo cansada, y nada sucedía. Extrañada, le preguntó “¿Cúanto te falta para acabar?” a lo que él dijo “Si no quieres acabar conmigo, ¿Porqué voy a hacerlo contigo?”. Ella se detuvo y se puso a reir. Le explicó que era anorgásmica, y por eso le había dicho eso, que no era que no quisiera. Pero que estaba fascinada, porque nunca jamás, jamás, un hombre había hecho eso por ella.

Luego de eso, se hicieron muy amigos. Tenían algún encuentro ocasional, pero ella no se sentía una mujer infiel, porque era más bien un “complemento erótico”. Mantenían siempre esa regla del no orgasmo, así que era más bien como un juego. A ella le gustaba, entonces, intercambiar los roles sexuales. Hacerle a él lo que el marido le había hecho a ella.

Además, ella tenía con él esa relación que otros habían tenido siempre con ella. Nunca había sentido su orgasmo. Sentía esa pequeña frustración de nunca haberlo hecho acabar, así como debían sentirse con ella. Pero lo de ella era anatómico. Él se estaba inhibiendo. Así que fantaseaba un poco con cruzarse algún día de la raya.

En eso estaba, en la ducha, relajándose. Con extrañas ideas fluyendo en su mente. Haciéndose su debate interno de qué era el consentimiento y qué no.

Porque él lo hacía con ella a conciencia, pero había un límite. Y ahí, una rara idea cruzó su mente. Ella sabía exactamente lo que quería hacer. Y con él y nadie más podría intentarlo.

Entonces, fue a verlo. Le dijo que quería reproducir su primera vez, pero con él. En ese momento lo recordaba con extrema claridad. Cada gesto, cada movimiento. Lo acostó en la cama y empezó a desnudarse. Luego le fue quitando la ropa. Ella controlaba la situación, comenzó con el acto, penetrando solo parcialmente.

Usaba sus bien entrenados músculos vaginales para ejercer mucha presión. Poco después, él le dijo “me estás haciendo doler”, a lo que ella respondió “Es lo que quiero, así fue mi primera vez, aguantate hasta el final”. Ella siguió y siguió, hasta qué el le dijo “ya no guanto, para”. Ella abrió los ojos, se detuvo y lo dijo con toda la crudeza del mundo “no, porque te estoy violando”. Lo abrazó muy fuerte, hundiendolo en ella y le dijo “ahora que lo sabes, eyacúlame como nunca lo has hecho”.

En ese instante, ella tuvo su liberación. Por fin comprendía lo que le había sucedido. Fue como abrir una puerta que siempre había estado cerrada y pasar al otro lado a ver la luz del sol.

Y por eso, me dijo, ahora comprende mejor que nadie, que el consentimiento es el todo o el nada.

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2 respuestas

  1. nindery

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