Por

Anónimo

diciembre 5, 2017

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El crucero

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El crucero

La historia que os voy a contar sucedió hace unos años cuando mi mujer Laura y yo Ramón realizamos un crucero por el Mediterráneo para celebrar nuestras bodas de plata.

Laura siempre había sido muy recatada y poco abierta a tocar los temas del sexo. Digo había sido, pues la experiencia del crucero cambió nuestra vida sexual por completo.

Yo siempre he sido muy activo sexualmente y la mayoría de las discusiones que habíamos tenido en los 25 años de casados fueron porque yo quería follar y ella no.

Todo lo que tenga que ver con el sexo me encanta y nunca le he hecho ascos a nada que se me pusiese por delante.

Uno de mis sueños eróticos que había tenido en numerosas ocasiones era ver como otro tío bien dotado se follaba a Laura haciéndola gritar de placer.

Para que tengáis una idea os diré que cuando realizamos el crucero Laura y yo teníamos 45 años. Ella mide 1,70 m, es delgada con unos pechos pequeños, una buena cadera y un culo que es la admiración de los hombres cuando va caminando por la calle.

No deja indiferente a ningún hombre con el que se cruza y sobre todo cuando se pone unos leggins que la realzan su hermoso culo, veo como se giran para contemplar y sé que cuando no va conmigo que va con amigas escucha más de una burrada referente a su culo y aunque no quiere reconocerlo, le gusta que la piropeen.

El crucero lo hicimos a finales de agosto teniendo que coger un avión en Madrid que nos llevaba hasta Atenas y de allí al puerto del Pireo que era donde realmente iniciábamos el crucero.

Llegamos al barco y nos acomodamos en nuestro camarote que estaba en la novena planta y que habíamos cogido con terraza exterior.

Todo estaba impecable y antes de ir a la cena se nos presentó en el camarote un dominicano negro de venti pocos años, como de 1,80 metros, flaco como el palo de una escoba y muy simpático y afable.

Se presentó como Walter y que iba a ser nuestro asistente durante toda la travesía y por supuesto que no dudásemos en pedirle lo que hiciese falta, que para eso estaba el allí. Se encargaba de que todos los días hiciesen la habitación y todo estuviese en perfecto estado en el camarote.

En el comedor nos colocaron para la cena el primer día en mesas de cuatro parejas que teníamos que ser siempre los mismos pues cada camarote tenía asignado su asiento en el comedor.

 Tuvimos suerte pues las cuatro parejas éramos de la cuarentena, unos catalanes, otros de Palencia, otros de Murcia y nosotros de Zaragoza y pronto hicimos muy buenas migas entre nosotros. Por cierto, los murcianos eran de los nuevos ricos de la construcción y dinero si, pero muy garrulos los dos.

Todas las noches después de la cena había actuación en la discoteca y después tomábamos unos cubatas hasta las dos o las tres de la mañana.

Laura no es mucho de tomar alcohol y a poco que bebe se le sube a la cabeza. La segunda noche pusieron música disco y salió a la pista a bailar con Yolanda la palentina, pues el baile no es mi fuerte ni el de José Antonio el marido de Yolanda y a ellas dos les encanta bailar.

Laura iba y venía a beber de mi cubata pues tanto baile le producía sed. De repente cambiaron de música disco a la caribeña y cuando venían hacia nosotros las cogieron un par de tíos de la animación y las volvieron a la pista para bailar.

Que más quería Laura que sabe que yo no bailo esos ritmos y a ella le encantan. Siguió en la pista con el gachó y yo la veía que estaba disfrutando como una enana. En la siguiente canción vi que el maromo con el que bailaba la tenía muy pegada y enganchada por la cintura.

Yo hablaba sin parar con José Antonio, pero no les quitaba el ojo, pues me estaba encantando ver como sobaba aquel tipo a mi mujer. En una vuelva vi cómo había bajado su mano y se había apoderado del culo de Laura y trayéndola hacia el la metía una de sus piernas entre las dos de Laura.

El bailecito se estaba caldeando y aunque a mí me estaba excitando, cuando terminó la tercera canción Laura y Yolanda volvieron a la mesa muy acaloradas. Yolanda comento que valla pulpo el bailarín. Laura se reía a carcajadas diciendo: ya te digo hoy nos vamos a la cama bien sobadas, realmente hacen honor a la fama que les precede.

Al poco rato nos retiramos a nuestros camarotes respectivos y según llegamos Laura se tiró encima de la cama boca arriba diciéndome que estaba medio borracha.

De la forma que había quedado en la cama yo que estaba de frente a ella le veía las bragas que eran de un color azul claro y me di cuenta que las había mojado.

Yo pensé que en vez de borracha me ibas a decir que estabas caliente, pues parece que el chico de la animación te ha despertado la entrepierna. No creo que esa humedad que te veo en la braga sea porque te meas.

No te lo voy a negar cariño, me ha puesto caliente como una perra. Aparte de los sobes que me ha dado cuando metía la pierna, notaba el bulto de su miembro cerna de mi coño.

Vamos, que sin ningún problema te le hubieses fallado.

No te voy a decir que no, pues entre el calentón y la medio borrachera que tengo no le habría echo ascos a nada.

Pues lo siento por ti, pero hoy el polvo te lo voy a echar yo pues también tengo el rabo a reventar de escucharte.

Me desnudé y me fui a por Laura como un toro y el primer envite se lo di apartándole la braga a un lado.

Laura tenía el coño húmedo como una piscina y mi polla entraba y salía a toda velocidad.

¿Así que dices que te sobaba con su gran polla?

Si, me arrimaba su aparato.

Y ¿dices que era muy grande?

 Grande y duro, muy duro.

Laura se estaba excitando cada vez más con mis preguntas y creo que recordando lo pasado en la pista de baile.

Y ¿te hubiera gustado tenerla en tus manos?

No, me hubiera gustado tenerla en mi coño.

¿Te me has vuelto una putilla de repente?

A Laura no le dio tiempo a contestar, en ese mismo momento tuvo un orgasmo bestial con unos gritos que nunca le había oído.

Yo por supuesto, me corrí detrás de ella y nos quedamos los dos dormidos encima de la cama.

A la mañana siguiente nos fuimos a desayunas y Laura tenía una resaca de campeonato. Me pidió que volviera al camarote a buscarle una carterita donde guardaba pastillas para la cabeza.

Cuando llegué al camarote me encontré con Walter que estaba acabando de supervisarlo todo, como todos los días.

Le conté a lo que venía y el me dijo: Ya comprobé que anoche debieron tener buena fiesta los señores, estaba todo muy revuelto.

Si Walter los excesos el día siguiente se pagan.

 No me extraña que tuviera fiesta con la esposa tan hermosa que usted tiene, si me permite la libertad de decirle.

Claro que te permito hombre. ¿Te parece hermosa mi mujer?

Si Señor muy hermosa con buenas caderas y un hermoso trasero.

En ese momento pensé, esta es mi ocasión de que la folle un negro.

¿Tú la ves excitante? ¿te ponen las mujeres maduras? seguramente te dobla la edad.

Las buenas hembras hay que atenderlas bien, tengan la edad que tengan, ¿no le parece?

 Vamos ¿que no te importaría atender a mi mujer? Como tú dices

Claro que la atendería, encantado, siempre con su consentimiento y el de ella.

Pues igual se lo comento a Laura. Quién sabe ¿quizá a ella le apetezca un yogurin como tú?

Ok, me respondió Walter contento ante la idea de que igual se follaba a la madura española.

Volví con las pastillas al comedor excusándome con Laura por haberme entretenido charlando con Walter.

Es un chaval muy simpático y muy eficiente, me cae muy bien, le comenté a Laura.

Laura se me acerco al oído y me dijo: creo que también está bien dotado, por el bulto que le hace el paquete.

¿No me digas que te fijas en el paquete del chaval? Le respondí a Laura haciéndome el desinteresado.

Pues sí, si me he fijado y varias veces.

Eso es porque le ponen las maduras como tu cariño, ya sabes que estos caribeños son muy fogosos, le respondí.

 No te digo que no, porque le he pillado observándome varias veces y noto como le aumenta el volumen del paquete.

Querida, entre el animador de anoche que te paseo el rabo por la entrepierna y Walter, creo que voy a tener que atarte en corto, pues corres grave peligro.

Peligro ¿Por qué? Ya viste lo que paso anoche. Bailamos, nos sobamos, me calentó como una perra y tú te beneficiaste de ello.

No paso más porque el tío fue prudente. Tu misma me dijiste anoche que te hubiera gustado tener aquel rabo dentro de tu coño.

Pues sí que estaba más borracha de lo que creía, si te dije eso, me respondió.

Y a Walter ¿no te lo fallarías?

Calla animal, si es un crio para mí.

Un crio de más de veinte y si tiene como te parece un buen rabo, seguro que no se estrenaría contigo.

Estrenarse seguro que no, pues, aunque tiene cara aniñada es guapo y seguro que tiene unas cuantas jovencitas dispuestas alrededor de él.

No si estoy viendo que al final el crio, como tú dices, te pone.

En otras circunstancias no te diría que no me pegaría un buen revolcón con él, me contesto Laura.

Dejé ahí la conversación, pues no quería ponerme pesado con el tema, y me tire todo el día pensando en que pasaría por la noche.

Laura a las 7 de la tarde comenzó a acicalarse y cuando la vi preparada para salir pensé. Esta mujer mía va de cacería.

Se había planchado el pelo, pintado y maquillado y puesto un carmín en los labios de rojo intenso. Se colocó un vestido corto y escotado que tiene de gasa azul, sus medias y sus zapatos de tacón.

¿Cómo estoy? Me preguntó haciendo un giro de 360 grados.

Si te digo la verdad, estas para follarte ahora mismo.

Laura se rio.

Pero si parece que vas a coger el cartel de busco macho para pasear por el barco, le dije. Seguro que te habrás puesto el tanga negro por si al inclinarte se te ve algo, le dije y ella levanto la poca falda que tenía el vestido y efectivamente llevaba el tanga negro con un liguero a juego para sujetar las medias.

¿De verdad me ves muy provocativa? ¿Quieres que me ponga otra cosa?

Estas espectacular y por supuesto que de cambiarte nada de nada.

Nos fuimos a cenar y todos en la mesa la felicitaron por lo guapa que se había puesto. La murciana se sonreía pero la miraba con indiferencia, pues era de esas mujeres que le gusta ser el centro y esa noche, el centro de atención era Laura

Fuimos a la discoteca, como todas las noches a ver el espectáculo, y después comenzó como todos los días la música disco. Laura y Yolanda tardaron, pero al final se fueron a bailar y nosotros nos quedamos en la mesa que esa noche estaba pegada a la pista de baile.

Cuando comenzó la música salsa volvieron a sentarse a la mesa con nosotros y el bailarín de la noche anterior la debía tener en su punto de mira, pues no hicieron más que sentarse y apareció en la mesa pidiéndome permiso para bailar con su esposa.

Si ella quiere, yo no tengo inconveniente, le respondí sonriente.

Alargó la mano hacia Laura y está también sonriendo se levantó y fue a bailar con él.

Con el vestido que llevas hoy le vas a medir el rabo bien medido, pensaba yo para mí.

Yolanda y José Antonio se retiraron al poco rato y yo me quede en la mesa contemplando como aquel hábil bailarín, como la noche anterior sobaba a Laura y metía la pierna entre las de ella. Laura estaba por su cara disfrutando y no sé qué cosas le diría el al oído que ella le seguía la conversación y cuando se acercaba para contestarle, este le posaba su mano en la nalga y la apretaba contra sí. 

Cuando cambió la música volvió acompañándola hasta la mesa y se despidió de ella dándole un beso en la mejilla y a mí se me acercó dando la mano

Laura se terminó más de medio cubata que me quedaba de un trago y nos fuimos para el camarote. Subimos en el ascensor solos y según entramos metí mano a Laura comprobando que estaba muy húmeda.

Zorra. Además de magrearte, ¿Qué te ha dicho el caribeño que estas tan pojada?

Muchas cosas, pero lo que más me ha gustado es cuando me dijo que quería comerme la concha y después meterme todo su rabo dentro.

Y ¿tú que le dijiste?

Que me encantaría que me la comiese y probar su rabo, pero que te era fiel a ti y que tendría que tener tu consentimiento.

¿Fuiste capad de decirle eso? Ya sabes que por mí no habrá ningún problema. Que siempre he tenido esa cosa de ver cómo te follaban.

Pues, lo mismo tu deseo se hace realidad, aquí no nos conoce nadie y nadie se va a enterar de lo que hagamos. ¿No te parece cariño? Me dijo Laura cogiéndome el paquete y besándome el cuello.

Seguía caliente como una perra y yo no dejaba de frotarle el clítoris por encima de la poca tela del tanga.

Mañana si me vuelve a sacar a bailar, ¿si quieres quedo con él para montárnoslo después en el camarote? Dijo Laura.

Yo quiero lo que tú quieras cariño, le respondí.

Sí que quiero, creo que me he obsesionado con tener un buen rabo negro entre las piernas.

Si es por eso, no hace falta que esperemos a mañana. Cuando hable con Walter también me dijo que estaría encantado de follarte. Si quieres lo llamo ahora mismo y seguro que viene rápidamente.

¿De verdad me regalarías el rabo de Walter ahora?

Claro que sí amor, ya sabes que pienso que en el sexo vale todo, siempre que estemos los dos de acuerdo.

Pues llámalo que ya me estoy relamiendo de comerle la polla a ese jovencito. Llegamos al camarote y di el aviso a Walter. 

No habíamos acabado de desnudarnos cuando Walter abrió la puerta del camarote y también sin perder tiempo fue tirando la ropa por la habitación.

Se quedó en pelotas y le apareció un rabo gordo colgando más grande que mi polla en erección.

Laura se preparaba para quitarse el liguero cuando Walter la interrumpió.

No se lo quite señora que con él está más excitante.

Acércate y dame tu pollón que quiero sentir como crece en mi boca. Quiero mamártela hasta que no me quepa en la boca. Cogió aquella polla y se la introdujo en la boca con lascivia.

Laura estaba desbocada y su lenguaje era más de una película porno que el que ella utilizaba normalmente. Mamaba y mamaba la polla de Walter al tiempo que se la meneaba y aquel rabo crecía que parecía que no tenía limite.

Señora como la chupa usted, dijo Walter.

No me llames señora, llámame Laura. ¿No ves que me estoy comportando como una puta?

No daba crédito a lo que escuchaba. No era mi Laura, tan recta y modosita que siempre me echaba en cara mi lenguaje, era otra mujer metida en el papel de Laura la puta.

¿Ramón, tú no vas a hacer nada más que mirar? Cógeme por detrás para que tenga mi primera corrida mientras le como la polla al negro, me ordenó.

Laura estaba fuera de sí, no era ella, abrió bien sus piernas para que la follara y ella saco la polla de su boca y comenzó a lamerle los huevos menearle la polla con frenesí.

Fóllame más fuerte cabrón, fóllame, me decía. Volvió a deleitarse con el capullo de la polla de Walter y ella misma se golpeaba contra mí para tenerla bien adentro.

Laura, creo que nos tenías bien engañados a Ramón y a mí, dijo Walter. Eres una verdadera puta. Me estás trabajando la polla con tu boca como no lo había hecho ninguna mujer y te aseguro que he follado con unas cuantas zorras. Por tu trabajo creo que te voy a regalar mi leche de un momento a otro, le dijo.

No quiero que te corras, lo que quiero es que me metas ese pellón que tienes y pueda sentirlo dentro de mí, contestó Laura.

En ese mismo momento yo me pegué una corrida dentro de Laura que nunca había experimentado.

Walter sacó la polla de la boca de Laura y le regó la cara y las tetas con su semen espeso que ella se encargaba de recoger con las manos y lamérselas.

Que leche más caliente y rica me has dado cabrón. ¿Espero que tengas más para darme? Espetó Laura con rabia.

No temas zorra, ahora te voy a comer la concha y después te voy a enseñar el poder de mi polla.

Cogió a Laura y la tiro sobre la cama, pasando a comerla el coño y pasarle su lengua hábil por el clítoris.

Laura se retorcía de gusto y le pidió a Walter que le dejase otra vez comerle la polla.

Walter accedió y se colocó encima de ella para comenzar un largo 69 que yo contemplaba con tanto gusto que estaba comenzando de nuevo a empalmarme.

Ramón, túmbate en la cama para que tu zorra te chupe la polla y yo le destroce el coño con mi rabo.

Así lo hicimos, yo me tumbé y Laura a cuatro patas comenzó a hacerme la correspondiente mamada mientras Walter enfocaba su pollón al coño de Laura.

Comenzó a metérsela poco a poco y Laura con mi polla en su boca solo podía bramar por la nariz.

Cabrón, me vas a matar gritó Laura, no me la has metido entera y ya me estas destrozando el coño.

Walter debió excitarse de repente pues de un golpe de riñón le dio tal embestida que le clavó toda su polla hasta dar con sus huevos contra ella.

Laura más que un grito, dio un alarido del dolor que le produjo aquel trozo de carne dura dentro de sus entrañas.

No te muevas, por favor, me hierve el coño. Deja que se acople ahí dentro y después sigues.

Walter para un momento y enseguida comenzó sus movimientos de meter y sacar a los que Laura cada vez acogía con más agrado hasta que lo tubo tan lubricado que Laura comenzó a pedirle más y más.

Que gusto me estás dando cabrón, fóllame más fuerte, fóllame cabrón, fóllame hasta que me eches dentro toda tu leche. Vamos cabrón córrete dentro de mí que te estoy esperando para correrme contigo.

Toma puta, toma, toma toda mi leche. Walter la bombeaba al tiempo que le daba azores en las nalgas  y ella gritaba como una bestia.

Como comprenderéis yo ya me había corrido y quedamos los tres extenuados encima de la cama.

Una vez hubo descansado, Walter beso con pasión a Laura diciéndola que era una fiera follando y que no dejara de disfrutar y dejara que la disfruten su hermoso cuerpo.

A mí me dio las gracias por el rato que había pasado y me felicito por tener una esposa tan hermosa.

Otro día contaré mas

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2 respuestas

  1. nindery

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