Por

mayo 13, 2013

6479 Vistas

mayo 13, 2013

6479 Vistas

Diario de un padre IV (Flashback)

0
(0)

Después de esa aventura en el bus con esa pequeña, recordé que muchos años atrás, cuando tenía unos 15 ó 17 años, tuve uno de mis primeros encuentros sexuales con otra pequeña de menor edad.

Yo vivía con mi padre y mi hermana en una casa de dos pisos. Nosotros vivíamos en la parte de arriba y la de abajo la alquilaba mi padre a un señor y sus hijos pero luego de que se atrasaran en los pagos, nos tocó echarlos. Al poco tiempo llegó preguntando por la pieza una señora con 3 hijos: dos varones y una hembrita. La señora no tenía el dinero suficiente para pagarnos, pero al ver que necesitaba esa pieza mi papá decidió ayudarla con la condición de que lavara nuestra ropa, negocio al cual accedió mientras conseguía cómo poder pagarnos con dinero.

Al principio no dieron problemas, bueno, de hecho nunca, incluso a mi hermana y a mí nos cayeron muy bien, pasábamos el día echando bromas con ellos ya fuera en nuestra pieza o en la de ellos. Al llegar del colegio siempre íbamos al techo de la casa a agarrar mangos en la casa de al lado y los comíamos con sal, o jugábamos al escondite por toda la casa o inventábamos alguna otra cosa. La menor de todos era Mildred, la niña de ellos. Tenía como 10 u 11 años mientras que el resto estábamos entre los 14 y 17, yo era el mayor. Por ser el mayor yo era quien decidía que hacer, donde y cuando.

Después de un tiempo, éramos una especie de hermanos todos. Incluso a veces nos quedábamos a dormir en el cuarto de ellos o ellos en el de nosotros. A Mildred, por ser la menor, siempre la molestábamos más, pero yo era quien la defendía cuando a los demás se les iba la mano con sus bromas. Una noche de carnaval, después de salir a los desfiles y molestar en la plaza, volvimos, nos bañamos y fuimos al cuarto de ellos a echar cuentos de fantasmas, que para ese entonces sí tenía sentido puesto que no había tantas fuentes de información y todo tipo de especulaciones tenían algo de cierto en nuestras mentes, que sí alguien decía haber visto a la sayona, silbón o al jinete sin cabeza entonces por todo el pueblo se corría la voz y por varias semanas la gente se acostaba más temprano.

Pues bien, volviendo al tema: esa noche hablábamos del jinete sin cabeza, que quizá se le había aparecido a un obrero de la hacienda La Patrona que quedaba cerca del río. Decían que llevaba una capa blanca y como era de noche y había luna, había enceguecido incluso al pobre obrero, todos, incluso yo que era quien contaba la historia, empezamos a sentir el miedo en el cuerpo y cuando vi que Mildred ya estaba comiéndose las uñas y temblando de miedo, decidí dejar la historia hasta allí y subir a dormir.

Serían ya como las 12am cuando sentí que abrieron de golpe la puerta de mi cuarto y alguien saltaba sobre mí entre sollozos. ¡El susto fue tremendo! �¡La sayona se me vino encima!� pensé al instante, pero luego me di cuenta que se trataba de Mildred asustada y con una gran bata blanca. La abracé de felicidad pues no se trataba de un espanto y solo quedamos abrazados por un rato, en silencio. Cuando se me pasó el susto y entré en razón le pregunté:

-¿Qué pasó? ¿Por qué lloras Mili? �(Le decíamos Mili por cariño)

-¡Quiero dormir aquí! ¡Seba y Julián me están asustando! �Me dijo sollozando sin parar.

-¿Y tu mamá que dijo? Vamos para allá�

-¡NO! Me va a pegar, ya me dijo que me fuera a dormir ¡pero no quiero!

-¡Vamos a tu cuarto, yo te llevo�!

La cargué, aun abrazada a mí, y bajamos hasta el cuarto de sus hermanos que al parecer estaban dormidos pero fue imposible despegarla de mí. Me jalaba la camisa o se abrazaba a mi cuello y no se soltaba, cuando la lograba bajar enseguida se volvía sobre mí, en fin, me tocó llevarla de nuevo a mi cuarto colgada de mi espalda. Y en ese momento me sentí como un león cargando una liebre. ¿Nunca han sentido esa sensación de llevar la presa sin que la presa se dé cuenta que es una presa? En fin, la verdad es que Mildred era muy linda. Morenita clara, de cara redondita, parecía que su cara la hubieran hecho con un puñado de pétalos de rosa, diría Neruda, con una gran pollina o flequillo, según quien lea, y su crespo cabello castaño.

Al volver a mi cuarto, al fin dejo de llorar y su carita ya estaba más calmada. En ese cuarto dormíamos mi hermana y yo pero en camas separadas. Yo trataba de tranquilizar a Mili sobándole el pecho con sus tetitas apenas creciendo, me agradaba sentir sus pezoncitos en la palma de mi mano y mientras le hablaba pasaba mis manos por sus tetitas una y otra vez. Lo que yo no sabía era que mi hermana estaba despierta y que gracias a la luz que entraba por la puerta entreabierta me podía ver. Mili y yo hablábamos en voz baja y comencé a preguntarle por sus novios, o si había besado a algún chico, o si le gustaba alguien. A la última respuesta, respondió que sí y que era yo. En ese momento sentí que la cena estaba servida, mi mano bajo hasta su vientre mientras inclinaba mi cuerpo sobre el suyo, mi cara estaba justo encima de la de ella y� ¡Bum! Alguien se había lanzado sobre la cama, era mi hermana, y agarró mi mano y empezó a moverla en círculos sobre el vientre de Mili.

-¿Qué haces? �Le pregunté a Tati, mi hermana.

-Nada. Solo te ayudo, ¿no te gusta hermanito? ¿No te gusta cómo se siente, Mili?

-¡Sí! Mmm� -Dijo Mildred mientras se abrazaba a mí fuertemente.

-¿Ves hermanito? ¡Todos felices!

Mientras Mili me abrazaba, mire a mi hermana con una cara de asombro y ella me respondió con una mirada cómplice. Mi hermana y yo somos muy unidos, y para ese entonces, solo nos habíamos contado uno que otro secreto. Tati siempre ha sido alta, incluso más que yo a pesar de ser menor que yo por un año. Al igual que mi hija, es blanca como la leche y tiene unos pequeños ojitos verdes, además se desarrolló muy temprano y a sus 15 años ya tenía dos grandes tetas que pude ver y tocar muchas veces, de hecho, fue con mi hermana con quien aprendí a mamarlas. Tati siempre molestaba a Mildred más que los demás. No sé si es porque eran mujeres o si había algo más, entonces mi hermanita me propuso al oído que quería coger a Mili porque sospechaba que era una pequeña putita.

Pues bien, después de un momento de tensión entre mi hermana y yo, entendí que las cosas se ponían mejor. Volví a mirar a Mili, y busque su boca con la mía y empecé a besarla mientras mi hermana subía la bata de mi pequeña enamorada, Mili solo me abrazaba mientras la seguía besando. Ella hacia lo que podía, solo abría la boca y sacaba su lengua o succionaba la mía o mis labios y esa inexperiencia suya me excitaba, la agarré por su cintura, ya desnuda. Terminé de quitarle la bata y su pantaletita rosa. Estando desnuda se puso más nerviosa, trataba de tapar su cuerpo con sus manitas, entonces mi hermana se desnudó también y la abrazó.

-¿Te gusta mi hermanito, Mili?

-Me gusta mucho �respondió titubeando

-Pues esta cosita �dijo mientras le agarraba su conchita- será suya está noche� ¿Sí?

-¡Ummmjuumm!

-Mmmm� ¡Está húmeda! Hermanito, mira, la tienes ardiendo jajajaja

Entonces mi hermana puso mi mano sobre su conchita y se sentía blandita, pequeña, húmeda� Era delicioso solo tocarla. Estábamos los tres de las rodillas, Mili estaba entre mi hermana y yo, de frente a mí, yo la besaba y hacia que saboreara mi lengua mientras que con las manos agarraba sus nalguitas y mi hermana la abrazaba por detrás y sus manos se paseaban por su vientre y su vaginita. Sentía vibrar mi boca con los pequeños gemidos de Mili, le apretaba más fuerte las nalgas y empezaba a restregarle mi verga en su barriguita, ya estaba bien duro, mi hermana se dio cuenta pues de vez en cuando mi verga rozaba sus manos, así que de un jalón bajo mi short un poco y lo suficiente para dejar afuera mi falo erguido. Me agradó esa sensación de mi miembro sobre su vientre y Tati de vez en cuando me lo agarraba y lo sobaba.

Besaba a Mili con locura, ya quería cogerla ya. Así que la tumbé sobre la cama y yo sobre ella abriendo sus piernitas y cuando buscaba su huequito para metérsela mi hermana me detuvo.

-Hermanito, no podrás. No le entrará.

-¡¿Qué dices?! ¡Va a entrar! �Le dije casi que gritando en voz baja.

-No, ya medí su cosita y tu cosa y no pasará.

-¡Joder! ¿Y ahora? Tengo muchas ganas Tati�

-Házmelo a mí. Ven �dijo mientras me empujaba para ponerme boca arriba- nos pondremos arriba de ti. ¿Te parece, hermanito?

En ese momento tenía tantas ganas que dude apenas unos segundos accedí. Mi hermana se subió sobre mí, metiendo mi verga en su cosita y delante de ella sentó a Mili, es decir, sobre mi estómago. Y ambas empezaron a dar brinquitos, Mili se restregaba contra mí y me fascinó tanto que la agarré de la cintura y la alcé hasta mi cabeza, haciendo que se sentara en mi boca. Sus muslos apretaban mi cabeza pero yo me fajé a mamársela como si fuera agua en el desierto, la succionaba todita pues era pequeña y se ajustaba completita en mi boca. Sentir que mi hermana se menaba sobre mi verga y que mi pequeña enamorada me daba el sabor de sus juguitos me ponía en un estado frenético.

Tomé a Mili de la cintura y la movía adelante y hacia atrás sobre mi boca mientras mi lengua permanecía afuera, mi hermana, por su parte, con una mano tapaba la boca de Mili, con la otra mano pellizcaba sus tetitas y mientras hacía eso, se meneaba sobre mi verga. Solo se escuchaban los gemiditos ahogados de ambas, y el sonido que hacían las nalgas de mi hermana al subir y bajar, era una fantasía retorcida y quizá por eso era tan deliciosa.

De pronto, mi hermana haló a Mili hacia atrás y se bajó de mi verga. ¡Vamos a disfrutarla! Me dijo mientras se acostaba boca arriba con Mili encima de ella y abría las piernas para que yo me acomodase. De nuevo, solo tardé segundos en volver a la acción y con mis manos en las nalguitas de Mili, y mi verga dentro de mi hermanita empecé a follarla ahora yo, a mi ritmo, que era bastante fuerte, lo perverso de la situación lo ameritaba. Gire mi mano un poco para pasar mis dedos entre las nalguitas de Mili, hasta llegar a su vaginita y con un poquito de esfuerzo logré meterle mi dedo medio. ¡Mmmm� qué delicia! Apoyé mi mano en su espalda mientras que al ritmo de mi verga le daba embestidas con mi dedo. Mi hermanita mantenía a Mili callada haciéndola mamar sus grandes tetas y se podían escuchar esos chupones que le daba, y al cambiar de teta, se veían brillosas las tetitas de mi hermana, parecía que se las pulía.

Mi ritmo se volvió más intenso, tanto mi verga como mi dedo entraban y salían con firmeza, me hervía la sangre y sentía que podía acabar en cualquier momento. Por suerte mi hermana, Tati, lo notó y me hizo parar de golpe.

-¡Calma hermanito! ¡¿Cuál es la prisa?! Te tengo una sorpresa para el final� -Me dijo Tati mientras se quitaba a Mili de encima.

-¡Tati me estás matando! ¡Dime ya!

La respuesta fue un beso, seguido por una restregada de sus tetas por mi pecho hasta mi verga, me tomo de la mano y me guio hasta el borde de la cama. Mili y Tati se arrodillaron ante mí y me encantaba verlas así a las dos. Una con una mirada pícara, y la otra con una carita de inocente putita. Mi hermana tomó la cabeza de Mili y le dijo que hiciera lo mismo que ella y enseguida ambas pasaron su lengua desde mis rodillas hasta mis testículos y subieron lentamente hasta la punta del falo� ¡Casi moría!

Me recosté hacia atrás, y sentía como esas dos lenguas recorrían mi verga sin siquiera detenerse. Sentía chupaditas en la punta de mi verga y podía diferenciar de quien era cada chupadita. Le supliqué a mi hermana: ¡hazlo ya! Y me entendió perfectamente.

Se metió mi verga en su boca y empezó a mamarla como una experta, como si trabajara en eso, yo estaba delirando, me contenía con las últimas fuerzas que me quedaban, sentía como sus dientes de vez en cuando rozaban mi carne y cuando sentía que me venía, paró.

Abrí de nuevo mis ojos de par en par, en busca de explicación e inmediata rectificación, es decir, quería esa boca donde estaba. Pero antes de que si quiera atinara a mirar, la boquita de Mili se tragó mi cabecita mientras la mano de Tati me masturbaba, solo unos segundos aguanté antes de acabar, Mili al sentir aquel chorro de leche sacó mi verga de su boca, pero mi hermanita, como toda buena hermana, sostuvo su cara contra los chispazos de leche terminando toda su carita embarrada y parte de su cabello. Mi hermana no dejaba de sobarme la verga hasta ver salir la última gota incluso después de que dejara de estar tan duro�

Una agonía deliciosa nos tumbó a los tres sobre la cama unos minutos, antes de levantarnos para lavarle la cara a Mili, a la pobre le había caído lechita hasta en su ojito y no había dicho nada. Nos vestimos de nuevo y mi hermana después de darme unas buenas noches se acostó y yo bajé de nuevo a llevar a Mili. La besé y acaricié su cuerpo todo el camino hasta su cuarto y haciéndola jurar guardar el secreto.

Después de este paréntesis, tendrán la 5ta parte.

Espero disfruten y comenten. Pero sobretodo disfruten�


¿Que te ha parecido este relato?

¡Haz clic en una estrella para puntuarlo!

Promedio de puntuación 0 / 5. Recuento de votos: 0

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este relato.

2 respuestas

  1. nindery

    Compré lencеría sеxy nuevа. ¿Quierеs vеr? – http://analsex4.fun

  2. helenx

    Stop jerk off. I know a site where thousands of single girls are waiting to be fucked. Look at them: http://xnice.fun/rt

Deja un comentario

También te puede interesar

LOS HUEVOTES DE MI HIJO

anonimo

21/03/2015

LOS HUEVOTES DE MI HIJO

desvirginando a mi novia

anonimo

04/05/2013

desvirginando a mi novia

Coqueteos con mi suegro

alamna

06/08/2012

Coqueteos con mi suegro
Scroll al inicio