CONFESIONES NINFOMANIACAS               AUTOR  MAPMAKER

Disfrutaba tanto del sexo que ponía todos sus sentidos en percibir cualquier mínimo movimiento que le causara placer; los besos, las caricias, el roce en su clítoris, el golpeteo de testículos en su anegado culo, el sonido que causaba el choque de los sexos, los gemidos, el sonido que generaba el lecho, la sensación que generaba cualquier miembro al recorrer sus orificios, las contracciones agónicas de los miembros y el cálido derrame de esperma dentro de su cuerpo.

Enloquecía de placer al sentir las convulsiones de las vergas dentro de su sexo al expulsar semen; unas más poderosas que otras. Como la de aquel mulato delgado que le enterró su monstruoso miembro hasta las bolas y que hizo que su periodo menstrual se adelantara.

En aquella ocasión, lo más probable fue que la tranca de aquel bruto le llegara hasta el útero pero ella no pudo evitar aquella salvaje penetración porque desde un principio el mulato la había encendido mamándole la vulva causándole varios orgasmos, llevándola a un éxtasis desconocido; cuando volvió a la realidad era tarde, el flaco la tenía completamente despatarrada, con la concha abierta a su merced.

Se la metió toda sin compasión causando que abriera los ojos como platos al sentir cuan profundo le había llegado; estaba indefensa y sólo le quedó tratar de disfrutar aquel miembro largo y musculoso que entraba y salía de rellenándole el sexo sin parar.

Advirtió cuando el mulato se iba a correr; la crispación de su cuerpo,el aumento de la velocidad del embolo de carne dentro de su concha; los testículos golpeándole el ojete; el  aferramiento de sus brazos  inmovilizándola completamente, su ronca respiración.

El sonido de pedos salían de su concha y de su ano aumentando la pasión; abrió la bocapara dejar escapar un gemido lujurioso preparándose para recibir el derrame;oleadas de placer recorrieron su cuerpo al sentir los estertores de la verga al expulsar violentamente los chorros de esperma, entorno los ojos  entregándose por completo al gozo de la fornicación.

Luego de esto, el mulato trato de empalarla por el culo pero ella se negó por el grado de maltrato que había recibido.

Otro de sus encuentros imborrables sucedió con un fornido camionero que conoció pidiendo aventones; iba pues al lado del camionero cuando le vino la idea de mamárselo en pago. Bajó su cremallera buscando su miembro; lo sintió crecer de una manera descomunal; no era tan largo como el del mestizo pero tenía el doble del grosor; se sorprendió del diámetro que tenía.

Pero eso no la amedrentó, al contrario su mente voló imaginando aquel trozo de verga dentro de su coño; este comenzó a segregar jugos por los sucios pensamientos. Se inclinó para mamárselo;  el hinchado glande entraba justamente en su boca; el camionero se estaciono fuera de la carretera para disfrutar de la sesión de sexo que se avecinaba.

Masajeó con ambas manos el grueso capullo mientras chupaba la morada cabeza; sólo bastaron un par de masaje para que la verga empezara a soltar un surtidor de esperma; ávidamente bebió parte de ella apañándola en sus manos para  untársela en la concha

Llevaba puesto una falda corta y amplia lo que facilito que se despojara de sus bragas; el camionero inclinó el respaldo de su butaca y ella montó sobre él sujetándose al timón. La visión que presento enardeció la mente del camionero; las redondas nalgas mostrando el ojete y más abajo la palpitante y rezumante zanja completamente depilada.

Le restregó la cabeza de la verga a todo lo largo de la ardiente abertura viendo como esta se abría pidiendo ser invadida; se fue sentando poco a poco sobre el grueso miembro embadurnado con el esperma recién eyaculado; fue desapareciendo poco a poco dentro de la empapada concha hasta topar con su pubis.

Sentía su vulva rellena de carne, subía y bajaba dejando un resto cremoso sobre el grueso pene; el grosor del mismo expandía la  entrada de su panocha al máximo ejerciendo un roce martirizante al inflamado clítoris; ella subía y bajaba sobre la gruesa verga tratando que el roce se prolongara, continuó saboreando, disfrutando con los ojos entrecerrados y la boca abierta, jadeando.

El camionero le masajeaba los glúteos con el esperma eyaculada; poco a poco sus dedos se fueron acercando al fruncido orificio del culo; masajeó las orillas con la yema de sus dedos; el esfínter se entreabría palpitante pidiendo ser penetrado; uno de los gruesos pulgares desapareció dentro del orificio sacándole un gemido de satisfacción; el esfínter se contrajo causando contracciones vaginales que desencadenaron una eyaculación masiva dentro de la apretada concha.

El otro pulgar desapareció dentro del lubricado ojeteaumentando su calentura; fuera de control, elevó sus glúteos dejando la verga cimbreante en el aire escupiendo chorros de semen; el entreabierto esfínter recibió un par de  chorros de leche antes de que fuera invadido por la enorme cabeza.

Completamente obsesionada quería sentir aquel grueso miembro dentro de su culo; este todavía seguía escupiendo leche facilitando la lenta e inevitable penetración; agarrada del timón cimbreaba sus caderas impulsando su cuerpo para clavarse toda la gruesa estaca; su rostro concentrado mostraba la férrea decisión de comerse ese trozo de carne.

Poco a poco fue desapareciendo; el sudor empapaba su cuerpo ya para entonces desnudo; el camionero ayudaba entreabriendo los mojados glúteos; con el fascinante espectáculo del ojete relleno de carne, visión que no pudo resistir su cerebro que ordeno otra inminente eyaculación.

Continuaron culeando hasta que ya el camionero no dio más y su verga entro en franca flacidez abandonando el apretado orificio, el cual ya no lucía tan apretado; al abandonar el mismo, este quedo entreabierto, palpitante, manando incesantemente la leche extraida.