Por

Anónimo

marzo 15, 2024

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UN BLANCO REGALO DE CUMPLEAÃ?OS

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Era un día 3 de marzo, mi reprima Valeria cumplía años, la mayoría de edad. Si cumple se celebra en casa de sus abuelos, en un pueblo.

Al llegar la felicito, y me dice que vaya subiendo a su cuarto, pues nos llevamos bien por la poca diferencia de edad. Al rato ella sube, no puede dejar de fijarme en su top rosita que lleva puesto, pero trato de no mirarla fijamente para no incomodarla. Entonces me dice: Diego, ¿qué hacemos? No sabía que responder, pero opté por hacerla cosquillas, un clásico entre ambos.

Tras un rato jugando con ella en su cama, de forma accidental puso sus pies en mi cara, ante lo cual de manera inconsciente los huelo. Ante esto, ella se separa extrañada de lo que acababa de hacer. Se me queda mirando y al cabo de un par de minutos de silencio, que parecieron más, formula la siguiente pregunta: ¿Te gustan los pies? No iba a negarlo estaba sudando por los nervios que me había generado la pregunta, pero tampoco la iba a mentir, así que la dije que sí, me gustan los pies.

De nuevo un silencio sepulcral inunda la habitación, pero es interrumpido cuando su madre la llama para que de comienzo el cumple. Yo estaba asustado, pues no me dijo que le parecía mi respuesta, podía decirle a cualquiera. Pero ya daba igual, así pues bajamos.

En el cumple no sucedió nada fuera de lo normal a simple vista, comimos y bebimos como de costumbre. Hasta que llegó la tarta. Al apagar las luces noto unos pies tocando mi entrepierna, miro al frente y veo la cara de Valeria en la oscuridad con una pícara sonrisa. Su cara de “inocencia” me puso a mil, pero no podía sobresaltarme, así pues lo ignoré.

Cuando ya acabé la tarta Valeria se me acercó y me dijo de ir a arriba a jugar, cosa que acepté. Al llegar a su cuarto me pide que me tumbe en la cama de mientras que ella iba al baño. Y así hice, al poco sale del baño con sujetador y bragas, para que mentir, se me paró de una y se me puso bien recta. “Vaya Diego, parece que tienes algo grande ahí” fue lo que salió de su boca antes de abalanzarse sobre mí.

Me besó a la par que puso sus bragas encima de mi polla, pero con el pantalón aún puesto. Comenzó a saltar sobre esta, hasta que vió que me iba a venir de un momento a otro. Entonces para, me desabrocha el pantalón y me lo baja con calzoncillo incluido. Ahí me dice que moría de ganas de vérmela y que al fin iba a poder. 

Comenzó chupándomela hasta que me vine, dijo que era el mejor regalo que la podía dar cualquiera, que tenerme para ella era lo que más anelaba. De ahí se quitó ella su sujetador, esas tetas elevaron mi polla de nuevo, rápidamente me hizo una paja con sus manos, me hizo venirme y luego rápidamente la puso entre sus tetas. Me masajeba la polla con estas de tal manera que fue imposible no venirme un par de veces. Cogió un poco y se lo llevó a la boca. Su cara era la misma que cuando un niño prueba el chocolate por primera vez, rápidamente volvió a chuparla, está vez me hizo venirme tres veces en su boca.

Yo ya estaba exhausto, pero me dijo que si aguantaba me iba a deleitar con sus pies, de momento, a forma de compensación me dejó olerlos, besarlos y lamerlos, eran delicioso. De mientras ella frotaba mi polla con su coñito, era una gozada aquello, si no me vine más de tres veces estaría mintiendo. Luego hizo lo mismo, pero esta vez fue su culo el que me hizo venirme dos veces dando saltos mientras gemía por estar chupándole yo a ella los pies. Luego me dijo que quería probar algo, me dió su coño a probar, a la par, ella tomaba leche de mi polla con su boca, me dijo que tenía que lograr que ella se viniera, que hasta entonces no pararía.

Después de un tiempo lo logré. Hice que se viniera, ella me miró, me besó a la par que me empujó para tenerme tumbado en su cama, de pronto y sin previo aviso siento sus fríos pues en mi polla, no me dejaba moverme, apretaba mis manos con las suyas y entonces lo hizo, me empezó a pajear con sus ricos pies, me vine en 15 segundos y no paraba hasta que me dejó bien seco. Se quitó la leche de sus pies y me dijo una sorpresa inesperada.

“Diego, me ha gustado mucho “tu regalo”, por lo que quiero darte una sorpresa yo a tí. Extrañado la pregunto de que se trata, ante lo cual me besa y me dice al oído lo siguiente “vas a dormir conmigo y mis amigas”. Ante eso supe que esa noche no había hecho nada más que empezar.

Pues hasta aquí el día que lo hice con Valeria, próximamente os cuento como fue esa misma noche con ella misma y dos amigas suyas y como me dominaron sacándome toda mi leche hasta dejarme seco.

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