Por

Anónimo

septiembre 11, 2025

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Soy como la esposa de mi papá cuando no está mi mamá

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Ay, neta, ¿por dónde empiezo? Mi mamá es enfermera y siempre está en esos turnos que duran una eternidad en el hospital, dejándonos a mi papá y a mí con un montón de tiempo solos… ¡menos mal, porque es lo que más me gusta! Pero cuando regresa, es una bruja completa, siempre armando escándalos por nada, como que papi deje el escritorio hecho un desastre o que llegue tarde del trabajo.

Sus peleas son intensas, con gritos que se oyen en toda la casa, y mi papá termina yéndose a su oficina, que está justo al lado de mi cuarto. Es como su zona privada para manejar su empresa, un lugar chévere con el sillón de cuero grande y la luz suave de la lámpara, pero verlo ahí, solo y estresado después de todo ese ruido, me partía el corazón cada vez. Su matrimonio ya no existe, solo en el papel; ella anda como fantasma, sin ninguna conexión real, y yo… yo empecé a llenar ese espacio sin pensarlo mucho, como si fuera lo más lógico del mundo.

Todo comenzó de manera tan inocente… Siempre notaba cómo los ojos de papi se iluminaban con comentarios tiernos como “Te ves adorable, María” o “Tu piel es tan suave” cuando me ponía mis faldas fluidas o vestidos bonitos por la casa, de esos que uso para ir a la prepa. Después de una de esas discusiones fuertes, yo entraba de puntillas con mi pijama más linda, sin poder mirarlo a los ojos mientras le susurraba, “Papi, ¿estás bien?”. Él me hacía señas para que me sentara en su regazo, llamándome “mi dulce niña”, y yo me acurrucaba, platicando de su día mientras me abrazaba, sintiendo su calor tan cerca de mí. Empecé a prepararle su café exactamente como le gusta —negro con un toque de canela—, cocinando sus platillos favoritos, ordenando la casa… siendo su apoyo incondicional. Pero con el tiempo, se volvió algo más… intenso, más irresistible. Esas visitas después de las peleas me dejaban sentada más pegada a él, nuestras pláticas se convertían en besos suaves que me ponían la cara roja como tomate. Sus manos se quedaban en mi espalda, luego bajaban despacio mientras nos besábamos con ganas, su toque rozando mi piel y enviándome escalofríos por todo el cuerpo.

Sentía cómo se endurecía debajo de mí en los abrazos, esa presión caliente contra mis caderas, y yo me acercaba más, demasiado tímida para detenerme, murmurando, “Solo quiero hacerte feliz, mi papá”, porque complacerlo me hace sentir tan completa, tan deseada. Se volvió nuestro ritual secreto. Cada bronca me jalaba más —me escabullía a su oficina enseguida, arreglándola para que fuera nuestro lugar: poniendo libros que le encantan en la estantería, rellenando su pluma favorita, cambiando la lámpara por una más cálida que nos da ese ambiente perfecto. Nuestros besos se calentaban más, sus dedos juguetones rozándome los pezones hasta endurecerlos o bajando entre mis piernas hasta que gemía bajito, suplicando por más con la voz temblorosa.

Con los turnos de mamá, todo se profundizó poco a poco, pero con un fuego que no paraba. La primera vez fue mágica… una noche tranquila, nuestros abrazos nos llevaron a que me subiera el vestido, deslizándose dentro de mí lento y profundo, llenándome con esa calidez que palpita mientras nos movíamos cara a cara, mis uñas en su espalda, sus susurros roncos en mi oído volviéndome loca de placer, mi cuerpo temblando con cada roce suave. Se sentía tan perfecto, como si fuera su princesita. Después de eso, todo subió de nivel de forma más rica >< —ahora me arrodillo tímida casi siempre, tomando su verga gruesa en mi boca, temblando mientras gime mi nombre guiándome con suavidad, sintiendo su sabor salado en mi lengua, chupándolo con toda mi entrega hasta que explota.. casi todos los días. porque lo hace derretirse y me encanta ser su niña buena. Ahora, cuando mamá no está (que es casi todo el tiempo), él es mi mundo completo. Le cocino sus favoritos, me siento como su esposa arreglando nuestro espacio, y nos escapamos a citas románticas —mirando estrellas en el parque o cenas tranquilas en un lugar especial. Seguimos super unidos, viéndonos en su oficina, él abrazándome con ternura, amándome hasta que me derrito de placer, mi cuerpo apretado alrededor de él, o empujándome contra la pared, haciéndome jadear con embestidas fuertes.

Dice que soy lo único bueno en su vida, su chica perfecta, y yo vivo por eso. La línea está borrosa, sé que es complicado, pero no me siento culpable en absoluto no sé si está bien o no jaja

 

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