Che, boludo, tengo que descargar esta bomba que tengo en la cabeza. Soy Lucas, tengo 18 años, y estoy re loco por mi prima. Posta, no doy más. Se llama Antonella, tiene 22 años y es una diosa, pero una diosa de esas que te vuelven tarumba. El mejor culo que vi en mi vida, no jodo. Redondo, firme, de esos que se marcan con cualquier jean y que cuando camina parece que te estuviera haciendo un llamado a que te acerques y lo agarres. Hace banda que la miro en las reuniones familiares, pero desde hace unos meses se me hizo una obsesión posta. Quiero cogerla, sí, así de claro, quiero meterle la pija hasta el fondo y escucharla gemir.

Nos llevamos bien, nos reímos, boludeamos, pero no somos tan unidos. O sea, no nos mandamos mensajes todos los días ni nada por el estilo. Pero empecé a notar unas cositas. Por ejemplo, siempre me reacciona a las stories de Instagram, sobre todo cuando subo alguna foto en el gimnasio o algo así. No pone corazones ni nada muy zarpado, pero un «🔥» o un «😏» de vez en cuando. Y una vez le respondí yo y se puso a charlar, nada heavy, pero la charla fluía. La posta la veo cuando hay birra de por medio. En los cumpleaños familiares o en las fiestas, cuando ya tomamos unos vasos, se le sueltan las piñas. Y cuando empieza la música, ay, dios. Se me acerca a bailar y empieza con eso de tirarme el culo. Posta, se da vuelta y me restriega ese orto espectacular contra mi entrepierna. La primera vez me agarró desprevenido y me puso tan dura la pija al toque que me tuve que correr para que no se notara demasiado en el pantalón. Y ella, la muy hija de puta, se enojó. Me miró con cara de «¿y éste?» y se fue. Después de eso, un par de veces más pasó lo mismo: ella se acercaba, yo me ponía nervioso y me alejaba un cacho para que los tíos o mis viejos no sospecharan, y ella se fruncía. Es un juego raro, boludo.

Pero ya fue, me cansé de estar con la pija dura y no hacer nada. Se me ocurrió un plan. Hay un recital de un grupo que está bastante de moda, no es exactamente su estilo de música, pero sabe quiénes son y capaz le copa. Conseguí dos entradas para la pista general, que va a estar hasta las manos de gente. Ahí está mi chance. La idea es pasar a buscarla con el auto, meter un buen pre-boliche en el estacionamiento o en una plaza cerca del estadio. Unos fernets bien cargados o unas birras para soltarnos. Que entre al recital con un buen buzón. Una vez adentro, con el montón de gente apretada, me voy a poner detrás de ella. Total, es normal, con la multitud uno termina pegado al de al lado. Ahí voy a empezar suave, con el cuerpo contra su espalda, sintiendo sus nalgas contra mi pija, que seguro ya va a estar como un fierro. Voy a agarrarle la cintura, despacio, como para guiarla entre la gente, pero en realidad para sentirla. Después, si no se corre, le voy a dar besos en el cuello, suaves al principio, a ver cómo reacciona. Si se deja, los voy a hacer más intensos, con un poco de lengua, a ver si prende.

Lo que más me prende a mí, y lo que fantaseo todo el tiempo, es poder bajarle un poco el pantalón por atrás, apenas, y sacarme la pija para restregársela entre las nalgas, al natural. Sentir su piel contra la mía, su calor. Y con la mano libre, mientras tanto, metérsela por adelante, tocarle la concha por encima de la bombacha, sentir si está mojada. Si el ambiente está heavy y ella no para, incluso meterle un dedo, o dos. Y con la otra mano subirle la remera un toque y acariciarle las tetas. Tiene unas lolas hermosas, no enormes, pero perfectas. Me muero por chupárselas. Pero todo eso, en medio de la multitud, con la música a todo volumen y la oscuridad, sería lo más. El morbo de que nos puedan ver, o no, pero la adrenalina de hacerlo ahí.

El tema es que no sé si va a funcionar. Tengo miedo de que en algún momento me rechace, que se asuste y me mande a la mierda, y después las reuniones familiares van a ser un infierno. O peor, que le cuente a alguien. Por eso pienso que el alcohol es clave, para que los dos estemos más sueltos y con menos inhibiciones. Pero tampoco quiero que se ponga en pedo mal y no se acuerde de nada, o que se sienta usada después. Quiero que lo disfrute, la puta madre. Quiero que ella también lo desee. Esa es la duda que me mata: si sus arrimones y sus reacciones son una invitación posta o solo es su forma de ser, de jugar, sin querer nada más.

Si todo sale bien en el recital, si la logro calentar lo suficiente y terminamos chapando y tocándonos como enfermos, el paso siguiente sería ir a un telo. No la puedo llevar a mi casa ni a la de ella, obvio. Tendría que buscar uno por la zona, inventar alguna excusa para no volver juntos a la familia. Eso ya sería más complicado. Tendría que ver su reacción en el momento. Si está tan caliente como yo, capaz ni hace falta decir mucho, con la mirada basta. Pero si duda, tendría que invitarla con cuidado, algo como «¿seguimos la joda en otro lado?» o «¿querés seguir tomando algo más tranqui?». No quiero espantarla.

Y ni hablar de si acepta ir al recital. Todavía no se lo propuse. Tengo que encontrar la forma. Capaz lo tiro como de casualidad: «Che, Nelli, tengo dos entradas para tal recital, no sé si te copa». Si pone peros, le digo que es una banda que sé que no odia, y que va a estar bueno el ambiente. Y le recalco lo de la pista general, lo lleno que va a estar, como para que ella misma imagine la situación de estar apretados. Si dice que sí, ya es un montón.

Boludo, no puedo dejar de pensar en eso. En tenerla a ella, a mi prima, en cuatro en una cama de telo, con esas nalgas al aire, gimiendo mientras se la meto hasta el fondo. O en el recital, con la gente alrededor, yo dedeándola por atrás mientras ella trata de contener los gemidos. Es una mezcla de morbo, lujuria y ese cagazo de que todo salga para el orto. Pero la pija me pide a gritos que lo intente. Voy a mandarme, a ver qué pasa. Ojalá no arruine la familia, pero ese culo lo vale.