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Anónimo

julio 29, 2025

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Mi hijo me embarazó

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Está historia es real. Sucedió hace seis meses. Soy Magaly, tengo 39 años, castaña, ojos miel. Físico normal, pechos, piernas. Eso sí muy cuidados, hago gimnasia, práctico atletismo. Fui mamá muy joven, tenía 16 años cuando nació Mateo. Conviví con su padre del cual me separé hace tres años, por simple desgaste de la relación, pero en muy buenos términos. El se fue a vivir a un departamento en otro barrio, Mateo y yo nos quedamos en la casa. Esto afianzó la relación con mi hijo, compartiendo nuestras rutinas, el con su carrera de ingeniería, yo con mi empleo en una fábrica de golosinas. Desde mi separación no he buscado ni tenido otra relación, enfocada en mi hijo, empleo y casa. Mateo si ha mantenido efímeros noviazgos, tema de charla en nuestros momentos libres, pero hace un tiempo no está en ninguna relación. La exigencia de mi trabajo hace que finalice el día con dolores de cuello, espalda, que Mateo alivia con masajes, ya que tiene buena técnica y manos. Siempre me los hace en la cama, acostada boca abajo, antes de dormirme. Creo que esa conexión hizo nacer, crecer un deseo oculto entre los dos. Mi cuerpo empezó a sentir algo más que sus manos, comencé a excitarme, pezones duros, vagina mojada. A el le ocurría lo mismo, varias veces notaba el roce de su pene erecto bajo su pantalón. Yo fui levantando la apuesta, me ponía una diminuta tanga para dormir, el venía solo con su boxer, sus erecciones eran más visibles. Extendió los masajes a mis piernas, sus manos masajeando mis entrepiernas me arrancaban gemidos, la punta de sus dedos descubrieron la tanga húmeda, los dos volabamos, nos deseábamos, pero no avanzamos. Un viernes, volví muy contracturada, me duche, hice algo rápido para la cena y me fui a descansar. Me puse una microbikini para dormir, me quite los corpiños esperando los masajes. Me tomé un sedante, para no sentir molestias y dormir bien. Mateo no tardó en llegar, le comenté que había ingerido un inductor de sueño, que me masajeara suave para dormir. Sus manos recorrieron mi cuello, hombros, espalda. Sus dedos me arrancaron gemidos al rozar mi entrepierna, de reojo pude ver el bulto erecto de su pene bajo el boxer. Creo que el sedante me hizo efecto, una leve somnolencia hacia más visible mi excitación, gemidos que me delataban, el se dió cuenta, bajó sus manos, masajeo mis pechos, los acaricio, allí confirmo mi calentura, volvió a mi entrepierna, el hilo de la micro bikini había sido desbordado por la secreción de mi vagina, jugó con sus dedos por los bordes, mis gemidos de placer lo alentaron, corrió la micro y sus dedos hurguetearon en los labios de mi vagina, no pude contener mi primer orgasmo, sentí su lengua caliente entrar en mi vagina, estaba somnolienta, pero no quería despertar. Mateo se quitó el boxer, me puso boca arriba, de un tirón deshizo de la micro, me corrió al borde de la cama, abrió mis piernas, las puso sobre su hombro, fregó su pene y de un envión me penetró. Bien dotado como su padre, lo sentí dentro mío. Comenzó una vorágine de penetraciónes que me arrancaron interminables orgasmos. Temblaba cuando descargo su semen dentro mío, yo lo acompañe. Agotados nos dormimos. Desperté a las 09.00 el aún dormía, se la chupe, una vez erecto lo monte, lo cabalgue hasta sentir que se derramaba dentro mío. Hoy tengo varios meses de embarazo, soy su mujer, esperando nuestro bebé y con el proyecto de buscar otro.

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