
Por
Anónimo
Los dos momentos más importantes de mi vida
Los dos momentos más importantes en mi vida
Pasaba el año 1978, nuestro querido seleccionado argentino salía campeón del mundo de la mano de su máximo líder Mario A. Kempes, todo el país festejaba el triunfo a Holanda por la final de la Copa del Mundo.
Lamentablemente no todo era alegría ya que nuestro país pasaba por una de las dictaduras más cruentas de la historia y el terrorismo de Estado ya se había cobrado varios desaparecidos.
Mi nombre es Juan, en aquel entonces yo era un niño de ocho años que vivía con mi hermano Ricardo y mis padres en una casa de Morón Provincia de Buenos Aires.
Compartíamos un terreno con mis tíos y mi prima, nosotros teníamos la casa adelante y ellos atrás, pasaban por un pasillo para poder salir a la calle o venir a visitarnos, nos llevábamos súper bien y nos veíamos todos los días.
Yo era un niño que le gustaba mucho jugar al fútbol, rubio de ojos claros delgadito y muy consentido por toda la familia, ya que mis padres trabajaban muy duro para poder brindarme todo lo necesario a mí y también a mi hermano que era dos años mayor que yo.
Mis tíos estaban muy bien económicamente y siempre me llevaban a jugar al fútbol y me alentaban cada domingo en el club.
Mi prima, se llama Ivana, es hija única por aquel entonces tenía quince años, morocha, de grandes y pronunciadas curvas, labios carnosos unos bucles muy lindos que le caían al costado de su redondita y hermosa cara. Sus pechos eran enormes y a veces no usaba corpiño así que al caminar se les balanceaban de un lado al otro.
Cuando mi prima cumplió los dieciséis años hicieron una linda fiesta donde fuimos todos los parientes a participar de la misma. La pasamos muy lindo y después Ivana le pidió a mi mamá si me podía quedar a dormir en la casa de ella. Por supuesto que mi madre accedió al pedido.
Nos quedamos hasta el final de la fiesta, y luego nos fuimos a dormir, en su pieza había dos camas así que me designó una y ella se acostó en la otra.
La realidad es que hacía mucho frío y entonces me pidió si me pasaba a la cama con ella, yo no tuve inconvenientes e hice lo pedido.
Ella me abrazó y el frío se fue yendo. Sentía sus enormes pechos en mi brazo y su entrepierna rozando mi pierna y se balanceaba en forma constante.
Después la escuchaba que realizaba pequeños gemidos de placer yo no sabía que hacer, pero confiaba mucho en ella.
En un momento se bajó el camisón y se le vieron las dos hermosos y grandes pechos con unos pezones marrones enormes, duros y erectos yo no sabía qué hacer y ella me acercó mi cara hacia sus pechos y me dijo que se los chupase, hice lo que me pidió se los chupaba de una manera que no quería dejar de hacerlo nunca, me gustaban mucho y tenía un riquísimo olor a perfume que me excitaba. Ella emitía pequeños gemidos para que sus padres no oyeran nada, pero también se la veía súper excitada.
Después de unos minutos de succionarle los pechos, ella me sacó mi calzoncillo, yo tenía un miembro diminuto pero estaba eréctil, y se lo acercó a su hermosa boca y con esos labios carnosos comenzó a masturbarme. En un momento, sentí un placer enorme que me hizo retorcer de satisfacción, fue ahí cuando ella dejo de chupar y se empezó a tocar su vagina hasta llegar al orgasmo. Después de esto nos quedamos durmiendo en la misma cama toda la noche abrazados.
Después de esa noche de placer, no se habló de ello nuca más, ella siguió su vida, con los años ingresó a la facultad. Yo seguí jugando al fútbol, cada vez me iba mejor, nos seguíamos viendo como si nada hubiese pasado.
Una noche de verano en1887 la familia se fue a dar una vuelta por la costanera y nos quedamos solos en la casa de ella mirando una película en el sillón.
Me contaba que se encontraba mal porque en este tiempo el único novio que tuvo se había distanciado de ella.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y entonces decidí abrazarla fuertemente. Al hacerlo sentí sus enormes pechos en el mío y me acordé de de aquella lejana noche de 1978.
Ahora yo tenía diecisiete años y ella veinticinco. Se me erctó el pene y ella lo sintió, me miró y me sonrió. Inmediatamente le saqué la blusa le chupe sus ricos y grandes pechos, con los pezones bien duros por unos minutos después le quité un short y le chupé con muchas ganas su hermosa vagina negra por fuera y rosada y jugosa por dentro. Ella gemía y gritaba de placer, agarraba fuertemente un almohadón y también lo mordía.
Cuando saqué mi pene de veinte centímetros duro, colorado, caliente y jugoso, para penetrarla, ella lo vio y se agachó para meterlo en su boca, yo la deje y entre dos o tres vaivenes volvía a sentir aquel enorme placer de terminar en su rica boquita que me elevó hasta las estrellas.
Después tuvimos relaciones hasta las tres de la mañana en ese bello sillón.
Ahora ya tengo cuarenta y dos años y mi prima cincuenta, no vivimos más en Morón. En la vida nos ha ido bien, los dos somos profesionales con familia y con una buena relación ya que nos vemos todos los ocho de cada mes.
Rehott
2 respuestas
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