JHonatan

octubre 26, 2025

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La Deuda con Mi Prima

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Marico, la vida a veces te pone las cartas en la mesa y hay que saber jugarlas. Yo, Jhonatan, siempre he sido el hermano que se salta las reglas, el que se come el dulce aunque le haga daño despues. Y esta vez el dulce se llamaba Rosita, mi prima. Una chama mas joven que nosotros, con un cuerpito que pedia a gritos que alguien se lo comiera. El chisme en la familia era viejo: mis dos hermanos, el mayor y el del medio, ya se la habian dado. Hasta se hacian pajas contando los detalles, los muy cabrones. Yo era el unico que faltaba en esa lista, y la verdad, eso me picaba.

El dia se dio solo. Mi mama me pidio que fuera a su casa a buscar unas cajas viejas del closet, cosas que queria botar. Llego como a las tres de la tarde, un jueves caluroso de esos que te derriten el cerebro. Toque el timbre y quien me abre fue Rosita. «Ah, Jhonatan, hola. Tu mama salio, dijo que llegaba en una hora mas o menos.» Me dijo, con esa sonrisa timida que siempre tuvo. Pero yo le vi la mirada, pana, una mirada que me recorrio de arriba a abajo y se quedo un segundo de mas en mi bulto. Eso lo noto cualquiera.

«Ah, chévere,» le dije, pasando. «Voy a buscar unas cosas y me voy rapidito.»

Ella se metio a la cocina y yo empece a hacer como que buscaba las cajas, pero mi mente no paraba. Sabia que estaba sola. Sabia la historia con mis hermanos. Y sabia que yo tenia que ser el que mejor se la cogiera, pa que no se olvidara nunca. La oportunidad estaba ahi, fresquita. Que hacia el Jhonatan de las oportunidades? Las aprovechaba, coño.

Decidi arriesgarme. Fui al baño, me saque toda la ropa y me mire en el espejo. A mis 33, me mantengo bien, pana. Hago ejercicio, me cuido. La verga, parada y dura, se veia imponente. Gruesa, con las venas marcadas, lista para la accion. Respire hondo y sali del baño completamente desnudo, caminando directo hacia la sala donde ella estaba en el sofa viendo television.

El crujido de la puerta del baño la hizo voltear. Sus ojos se abrieron como platos. Se le cayo el telefono de la mano. Se quedo mirando, primero mi cara, despues mi pecho, y bajo, mas bajo, hasta clavarse en mi verga que colgaba, semidura, prometedora. No grito, no se cubrio la cara. Solo se mordio el labio inferior y una sonrisa casi imperceptible se le dibujo.

«Jhonatan… que… que haces?» Pregunto, pero su voz no sonaba a enfado. Sonaba a curiosidad, a excitacion contenida.

«La verdad, Rosita? Vine por esas cajas, pero ahora que te veo, me di cuenta que lo que realmente queria era otra cosa,» le solte, acercandome un poco, dejandome ver todo. «Se que mis hermanos ya pasaron por aqui. Y yo soy mas envidioso que un gato. No me podia quedar con las ganas.»

Ella se rio, una risa nerviosa, y bajo la mirada de nuevo a mi paquete. «Ellos… no fueron discretos, la verdad.»

«Yo tampoco lo soy, mi amor,» dije, ya parado frente a ella. Mi verga estaba a la altura de su cara, y empezo a crecer, a ponerse dura por completo, palpandole casi en la nariz. «Pero lo que si te prometo es que lo que viene conmigo, no se lo contas a nadie.»

Ella no dijo nada. Extendio una mano, temblorosa, y con la punta de los dedos me toco la punta del miembro. Fue una chispa electrica. Un gemido leve se le escapo. «Siempre me pregunte… si la tenias tan grande como ellos decian.»

«Y?» La reté, moviendo las caderas un poquito para que mi verga se meciera frente a sus labios. «Cumplo con las expectativas?»

En vez de contestar, ella abrio la boca y metio la cabeza. Fue solo la punta, un lamidon timido, pero fue suficiente para que yo sintiera que ya habia ganado. Puse mis manos en sus hombros y la empuje suavemente para que se arrodillara en el piso, frente a mi. «Vamos, prima. No seas timida. Se que te gusta. Mis hermanos me contaron que mamas mejor que una profesional.»

Eso la prendio. Una chispa de desafio le cruzo los ojos. Me agarro la verga con las dos manos y se la metio completa en la boca. Marico, si sabia mamar. La lengua me rodeaba el tronco, la garganta se abria para tragarsela entera sin ahogarse. Los sonidos que hacia, esos ruidos húmedos y obscenos, me volvian loco. Yo me aferre a su pelo, guiandola, marcando el ritmo. «Asi, asi, chupala bien, Rosita. Esa es mi puta personal.»

Despues de unos minutos de ese paraíso, la levante del piso. «Mi turno,» gruñi, y la tumbe en el mismo sofa. Le baje los leggins y su tanga de un tirón. Ahí estaba, su conchita, bien depilada, rosadita y brillante, mojandose solo de pensarlo. Me arrodille entre sus piernas y me lance a chuparla. Ella grito, agarrándose de los cojines. Su sabor era dulce, adictivo. Le meti la lengua adentro, la sacaba, me concentraba en ese botoncito que ya estaba duro como una piedrita. No pasaron ni cinco minutos y ya estaba viniendose, temblando, gritando mi nombre. «Jhonatan, coño, para, que me muero!»

Charla 1 a 1, sin juicios ni prisas. Ver ahora

Pero yo no pare. La puse a cuatro patas en el piso, frente al sofa. «Ahora si, prima. Ahora vas a saber por que soy el mejor de los tres.» Escupi en mi mano y embarre un poco de su propio jugo en mi verga. Posicioné la punta en su entrada y, con un solo empujon, se la meti toda.

Ella grito, un grito largo y profundo, de esos que salen del alma. «Dios mio, Jhonatan! Esta mas grande que los otros!»

«Claro que si, nena. Por eso me tenias tantas ganas,» le dije, agarrándola de las caderas y empezando a moverme. Lento al principio, saboreando cada centimetro de su interior, que era una horno apretadísimo. Despues fui acelerando. El sonido de nuestras pieles chocando llenaba la sala. Ella gemía, me decía de todo: que si la estaba abriendo, que si me gustaba su culo, que si era mi perra. Yo le daba duro, sin piedad, queriendo marcar territorio. Queria que cuando pensara en los hermanos Luces, mi nombre fuera el primero que se le viniera a la cabeza.

La saque de ahi y la lleve contra la pared. La levante, y ella me engancho las piernas en la cintura. Ahi, con su espalda contra la pared, la empece a coger con una fuerza brutal. Ella mordia mi hombro para no gritar muy fuerte, pero los gemidos se le escapaban. «Ahi, ahi, papi, en ese punto! Por favor!»

Cambiamos otra vez, ahora ella encima, en el sillón. Se monto y empezo a cabalgar como si no hubiera un mañana. Se le veian las tetas rebotando, su cara era puro extasis. Yo la miraba, sabiendo que esto era lo mas cercano al cielo que iba a tener en mucho tiempo. Agarre mi telefono y le saque una foto, solo de su cuerpo sudoroso cabalgandome. «Pa que no lo olvides,» le dije, y a ella le encanto la idea.

Finalmente, no pude aguantar mas. «Me voy a venir,» gruñi. «Donde quieres que sea?»

«Adentro, papi. Quiero sentir tu leche.»

Eso fue todo. La tumbe de espaldas y, agarrándola de los tobillos, le di los ultimos embates, profundos, rapidos, hasta que senti la explosion. Gemí como un animal, vaciándome dentro de ella, sintiendo como su concho palpitaba y se apretaba alrededor de mi verga, sacandome hasta la ultima gota. Caí sobre ella, sin aliento, pegado a su piel mojada.

Nos quedamos asi un rato, hasta que escuche el porton de la casa. Mi mama. «Coño,» susurre. Salte de encima de Rosita y corrí al baño a limpiarme y vestirme rapidísimo. Ella hizo lo mismo, arreglandose el pelo y la ropa a las carreras.

Cuando mi mama entro, nos encontro a los dos en la sala, yo con las cajas y ella viendo la tele, como si nada. «Hijo, llegaste,» dijo mi mama. «Rosita, te ayudo con lo de la cena?»

«Si, tia,» contesto Rosita, con una voz un poco ronca.

Mi mama se metio a la cocina y Rosita me miro. Sus ojos me dijeron todo. «Nunca pense que el menor fuera el que mas se durara,» me susurro, y me guiño un ojo.

Yo solo sonrei, recogi mis cajas y me fui. En el carro, aun podia olerla en mi piel. Marico, la vida es una sola. Y si tu prima esta buena y te da entrada, coño, quien soy yo para decir que no? Lo unico malo es que ahora tengo que evitar las reuniones familiares, porque cada vez que la vea, se me va a parar la verga recordando como gemia contra esa pared. Una vaina.

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