octubre 31, 2024

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Inseminación natural (Madre/Hijo)

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Mi madre, después de tenerme a mi, con tan solo 22 años, había intentado tener la parejita durante años, por la vía normal, teniendo sexo de forma regular con mi padre, pero sin éxito, así que llegando ya a los 40 años y viendo que su edad fértil se acercaba a su fin, sin conseguir cumplir su deseo de tener otro hijo (Ya no la importaba que fuera niño o niña, ella necesitaba tener otro hijo) optaron, mi padre y ella, por la inseminación clínica, como último recurso.

Hicieron varios intentos sin ningún resultado y ella ya estaba desesperada.

Mi madre y yo teníamos mucha confianza, con lo que yo estaba informado por ella de todo el proceso que estaban siguiendo, de los fracasos y de su desesperación, por no conseguir lo que tanto deseaba.

Al parecer el fracaso de los intentos que habían hecho, era debido a que el recuento de espermatozoides de mi padre daba unos resultados por debajo de lo que sería deseable para que la inseminación tuviera éxito.

Yo, viéndola tan angustiada y con la confianza que teníamos, le dije, que estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para ayudarla.

Ella me dijo que ¿Como podría yo ayudarle? a lo que le contesté, que intercambiando semen mio por el de mi padre, sin que el lo supiera.
Que en el próximo intento, llevara a la clínica semen mio, en vez del de mi padre.

Ella al principio se negó a aceptar tal cosa, porque me dijo que:
¿Como iba a llevar en su utero un embrión fecundado con semen de su hijo?
Pero luego ya, más tranquila, me dijo que se lo iba a pensar mejor y que seguiríamos hablando sobre el tema, sin que mi padre supiera nada, por supuesto.

Y así quedó la cosa, hasta que a los pocos días, estando los dos solos ella  volvio a sacar el tema.

Lo sacó a colación porque ese día por la mañana la habían hecho la última inseminación con el semen de mi padre.

Empezó diciéndome que había estado dándole vueltas a mi propuesta y que se le había ocurrido una idea aún mejor.
Que, seguro que no tendría ningún inconveniente en aceptar lo que me iba a proponer, si, como le había dicho, yo estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para ayudarla.

Yo le contesté que si lo que había pensado dependía de mi, que lo diera por hecho.

A lo que ella mirandome sonriendo me dijo:

– Pues lo que he pensado es que me insemines tu directamente, vamos, que nosotros, tú y yo, tengamos sexo esta misma noche.

Yo, un poco sorprendido, pero sin mostrar ningún signo de rechazo, le dije:
– Así que ¿Esa es tu nueva idea?

– Sí, quiero que esta noche me impregnes con tu esperma y la única forma es haciéndolo de la forma más natural, que no es otra que teniendo sexo.
Admito que será un poco incómodo para los dos, pero creo que es la mejor opción.

– Yo el único problema que veo es que, con mi propuesta de intercambiar el semen de papá por el mio, lo estábamos engañando, pero con tu propuesta el engaño ya es de otra indole.

– Por eso no te preocupes, porque no lo vamos a hacer por placer, si lo hacemos lo haremos por necesidad.
La clínica dijo que esta noche es mi día más fértil para ser inseminada, así que esta es nuestra última oportunidad, nuestra mejor oportunidad.
No puedo obligarte, si tú no quieres, pero puedo suplicarte.
Y esta es tu madre suplicándote que me des otra oportunidad de ser mamá de otra pequeña vida. Por favor, por favor… ¿Lo harás?

Dejé de mirar el suelo, por unos segundos miré a mamá a los ojos y después asentí con la cabeza:
– Esta bien, lo haré, si eso es lo que tu quieres, mamá.

No hubo una gran reacción como esperaba. Mamá estaba en un modo totalmente práctico y profesional
Ella solo dijo:
-Bien, sabía que podía contar contigo, voy a darme una ducha, toma una tu también y te vere en tu habitación en media hora.

Yo asentí y pensé para mi:
– ¡Joder! Voy a follar a mi Madre.

Pasada media hora, aproximadamente, mamá toco la puerta de mi habitación. «Adelante», le dije.
Me había duchado y cambie las sábanas sucias de mi cama.
No necesitaba que mamá realizara una inspección a las sábanas.

Mamá entro lentamente y en silencio a mi habitación, hizo un esfuerzo para no dejar que la puerta crujiera o se cerrara de golpe.

– Recuerda, sin hacer ruido. No queremos que tu padre despierte y venga a buscarme.

Yo tenía puesto un pijama limpio. Mamá traia puesto un camisón corto y una bata.

Ahí ella me dijo:
– Déjame establecer las REGLAS.
Sabemos por qué estamos haciendo esto. Podemos terminar todo en unos minutos. Después, tienes que darme otros cinco minutos para quedarme recostada boca arriba para asegurar que las cosas funcionen con la máxima eficacia.

Supuse que necesitaba quedarse unos minutos boca arriba para dejar que mi semen llegara a donde debía sin que se saliera de ella.

– De acuerdo, pero no sé si así, en frío, voy a poderlo hacer.

– Sin negatividad, todo positivismo. ¿Entendido?»

Mamá retiró la colcha y la manta, dejando solo la sábana y añadio:

– Esto va a ser lo más médico y clínico posible.
Haremos el trabajo con el menor contacto posible.
Recuerda, el objetivo principal es introducir tu semen en mi vagina y punto.
Sin besos, sin abrazos, sin hablar.
Me dejaré la bata puesta, me subiré el camisón y me meteré debajo de la sábana. Tú te quitaras la ropa interior, te subes encima de mí, haces lo que la naturaleza te ha enseñado y luego te bajas. ¿Entendido?

Esa iba a ser su palabra de mando, supuse y la respondi:
– Entendido, mamá.

– Por cierto, por mucho que te he dicho que no lo hicieras, esta no es tu primera vez, ¿verdad?»

Negué con la cabeza:
– No, aunque si es mi primera vez sin codon.

– Entonces se sentirá diferente.
No tengas miedo de acabarás rápido, ¿Entiendes a lo que me refiero?
Solo pido que cuando llegues al clímax, lo hagas lo más profundo que puedas, para que tengamos la mejor posibilidad de éxito. ¿Entendido?

Volví asentir.
– Entendido, mamá

– De acuerdo…aquí vamos
Se subió a mi cama, se cubrió con la sábana y pude ver cómo se subía el camison para que la parte inferior de su cuerpo quedara libre y sin obstrucciones.

Yo dejé caer mis pantalones de pijama. Mamá no miró en mi dirección.
Me senté en la cama y cerré los ojos.
Luego levanté la sábana y me puse encima de mamá.

Ella dobló sus rodillas y coloco la planta de sus pies sobre la cama.
Luego sentí su mano por debajo de nosotros rodeando mi pene.
Mi pene estaba flácido y desinflado.

– Ponlo duro.. Ordenó mamá.

– Lo estoy intentando, pero, no puedo. ¿Qué pasa si no puedo?

– ¡No hagas eso! No te enfades.
Eso solo te presionará y empeorará más las cosas.
Créeme, lo sé por experiencia.
A ver, acuéstate de espaldas.

Obedecí, mamá envolvió sus dedos alrededor de mi pene flácido y me dijo:
– Cierra los ojos y no pienses en nada, solo inhala y exhala, ese será tu trabajo yo me ocuparé del resto.

Mamá comenzó a masturbarme suavemente moviendo su mano arriba y abajo, arriba y abajo.
Yo estaba muy tenso y espués de un minuto, dije:
– No puedo, mamá, lo siento.

– No te des por vencido todavía, dijo mamá.

La sentí inclinarse hacia adelante y luego sentí algo húmedo.
Mamá había metido todo mi pene en su boca.

– ¡Mamá!
Exclamé al sentir por primera vez que me la chupaba.

Eso estaba activando algo en mí y pronto estaría con una verdadera erección.

Mamá comenzó a mover su cabeza al mismo tiempo que mi polla crecía, pronto la base de mi polla salió de su boca.
Ya no podía comérsela entera.
Por un momento sacó mi polla de su boca mientras continuaba masturbándome con su mano, era la primera vez que contemplaba con sus propios ojos el tamaño de mi erección.

Justo antes de soltarla, mamá inclinó su cabeza una última vez, lamió alrededor de toda la cabeza de mi polla, hizo que su lengua pasara sobre la punta y con un punto de satisfacción dijo:

– Listo, esto ya está listo…

Es todo lo que dijo, mientras se recostaba de nuevo sobre su espalda.

Me puse nuevamente en encima de mamá, sentí como su mano tomaba mi polla y comenzaba a guiarla como un pincel hacia arriba y hacia abajo contra algo cálido, peludo… mojado y ne dijo:

– Empuja… pero ve despacio.

Obedecí, y por primera vez en mi vida, penetré un coño sin condón.
El hecho de que fuera el de mi madre no parecía importarme en este momento.

Se sentía más apretada que la de mi novia. ¡Increíble, mamá tiene el coño más apretado que mi novia!

– Ve con cuidado, susurró mamá.
Uffff, la tienes más grande que …
Mamá pareció reconsiderar lo que estaba a punto de decir, y terminó con un:
– Ufff, ve despacio, por favor…

Fui con cuidado, primero se la metí hasta la mitad, luego se la saqué hasta la punta y después en la segunda penetración fui a las profundidades de mi madre, se la clave hasta el fondo sin detenerme, hasta que mi vello púbico se enredó con el de ella.

Mamá dejó escapar un continuo:
– ¡Aaaahhhhh! durante todo el trayecto.
Fue más ruidosa de lo que esperaba.

Sus ojos estaban cerrados con fuerza, ​​tenía una sonrisa forzada que supongo sería una mueca en su rostro.

Se la saqué toda nuevamente y se la metí hasta el fondo otra vez, lento y constante.
La cabeza de mamá miró a la izquierda y luego a la derecha, manteniendo un movimiento cíclico.
Sus caderas chocaron con fuerza con las mías.
Pensé que se quedaría inmóvil, pero me equivoqué.
A los treinta segundos de habérsela metido entera, los pies de mamá se habían estirado para engancharse en mi trasero mientras que sus brazos me rodeaban la espalda atrayéndome hacia ella.

En esta posición aumenté mi ritmo y mamá dijo, nuevamente en voz alta.
– ¡Eso es cariño, así… sigue así!

Comencé a penetrarla con mayor fuerza y fue entonces cuando comenzó a gritar:
– ¡OH DIOS MIO! ¡Demasiado profundo! ¡Demasiado profundo!, siii… asiiii…

El cuerpo de mamá se retorcía y temblaba debajo de mí, yo le dije susurrando:
– ¡Mamá! ¡No hagas ruido! ¡Recuerda a Papá!

Pero ella iba a lo suyo y siguió diciendo:
– ¡Me voy a correr! ¡Puedo sentirlo! ¡Estoy muy cerca!… Uffffff

Mamá comenzó a jadear más fuerte y dio un grito ahogado:
– ¡AAGGH! ¡AAAAGGGGH!

Luego su cuerpo se puso rígido, sus ojos se abrieron y gimió:
– ¡Me estoy corriendo! ¡Me estoy corriendo!

Seguido por lo que sería un largo y fuerte gemido.
– ¡AHAHAHGAHGG…

Entonces decidí cubrir su boca con la mía para evitar que el sonido hiciera eco en todo el vecindario y que sin duda traería a papá corriendo.

La lengua de mamá se volvió loca en mi boca, rivalizando apenas los movimientos retorcidos de su cuerpo.
Como consecuencia a la reacción de su cuerpo, mi cuerpo también perdió el control.

Comencé a follar a mamá con todas mis fuerzas lo más rápido que pude, al mismo tiempo que mi lengua saboreaba y lamia la saliva de mi propia madre.

Dentro en la profundidad de la boca de mamá, jadeé:
– ¡MMMMMMMMMM!”

Fue en ese momento en el que disparé el primer chorro potente de semen dentro de ella.
Me corrí con toda la fuerza que tenía mi cuerpo de 18 años, una y otra vez, tan profundo de ella como pude.

De pronto mamá se quedó flácida, racibiendo todo mi semen, en lo más profundo de su cuerpo, como ella quería.

Continué penetrándola durante otros treinta segundos para después quedarme quieto en silencio encima de ella.

Nuestras bocas se habían despegado, pero aun así, decidí mantener mi polla dentro de su húmedo coño.
El único sonido ahora era nuestra acelerada respiración, que tambien se silenció después de un rato.

Mamá me aparto con mi hombro derecho y rodé fuera de ella.
No dijimos nada durante unos minutos, luego ella dijo:

– Te dije que nada de besos…

– ¡Mamá! No quería que papá te escuchara. Pensé que eso lo explicaba todo.

– ¿Escuchar que?

– Tus jadeos, estabas en medio de un fuerte gemido.

–  ¿Yooo? ¿Por qué iba a gemir, sabiendo que teníamos que quedarnos callados… jadear?

Preguntó mamá, como si no fuera consciente de lo que había pasado.

– Mamá, estoy seguro de que no era tu intención, pero cuando empezaste a correrte…

– ¿Estás loco? ¿De qué estás hablando? Estaba acostada allí, tratando de estar lo más quieta y callada posible hasta que tu terminarás.

Yo totalmente sorprendido por lo que estaba diciendo, me senté, la miré y le dije:
– ¡Mamá! Tenías tus piernas enganchadas alrededor de mí, estabas prácticamente vibrando debajo de mí.
Cuando estabas corriéndote, tuve que…

Ella siguió negandose a aceptar lo que había pasado y dijo:

– ¡Yo no tenía tal cosa! ¿Por qué estás tratando de hacer que parezca que disfruté esto? ¿Crees que realmente me excité sexualmente por lo que pasó?
Hice esto con un solo propósito: Hacer un bebé y ya.

Estaba totalmente confundido pero no por mucho tiempo, porque de pronto se oyó la voz de mi padre:
– ¡Luisa! ¿Dónde estás?

La voz de papá se elevó por el pasillo y sonaba como si viniera hacia aquí.
– ¿Luisa?

Mamá se levantó con calma, se enderezó, se puso la bata, y dijo:
– Estoy con el David!!

Arrojo la sábana sobre mí, que aun me encontraba desnudo en la parte inferior y con el pene empapado de sus fluidos vaginales. Siguieron la manta y la colcha.

Papá llamó a la puerta y entró diciendo:
– ¿Estais hablando de mí?

A lo que mi madre, totalmente tranquila respondió:
– Estaba aclarando algunas concepciones erróneas que tenía tu hijo.

A lo que yo asintiendo, dije:
– Las concepciones son importantes, spero concebir lo correcto en el futuro.

Me gustó jugar con esa palabra en ese momento «concebir»…

Mamá, captó mi ironía y me lanzo una mirada muy seria.
Pero, lógicamente, papá no tenía ni idea del doble sentido de la frase y le dijo a mamá:
– Ven, vamos a la cama, deberías estar descansando.

Luego le dio unas palmaditas en el vientre a mamá con orgullo, pensando que esta vez si estaría embarazada, a lo que yo le dije :
– Tengo un buen presentimiento sobre lo de hoy, papá, creo que está vez será la definitiva.

El visiblemente contento me respondió:
– Yo también, hijo.

Mi madre, ahora ya un poco nerviosa por la conversación, me dijo:
– Hablaré contigo en la mañana.

Papá colocó su brazo alrededor de mamá, alrededor de su esposa, de su mujer, que caminaba con el coño lleno con la corrida de su hijo.

Me senté mirando la pared y pensando:
– ¡Joder!, mamá es una zorra caliente en la cama.

Al día siguiente cuando entré en mi dormitorio después de ducharme, encontré a mi madre allí, liada con mi cama y le dije:
– ¿Cambiando la cama otra vez?.

Siempre discutíamos cuando lo hacía porque era una obsesión para ella y me dijo:

– Sería genial que entendieras mi indirecta y siguieras con el ejemplo.

A lo que yo le respondí con humor:
– Especialmente después de anoche.

Era mi forma habitual de bromear, pero cuando vi su ceño fruncido y los labios de mamá apretados, supe que había cometido un error y así un tanto molesta, me dijo:
– Acerca de eso… supongo que deberíamos hablar.

– Mamá, realmente no tenemos que hacerlo, yo estoy bien, tú estás bien, continuemos con nuestras vidas normales y ya está.

– Y, sin embargo, henos aquí, ambos sin poder lograr actuar normal, ambos con dificultades para hacer frente a nuestras llamadas vidas normales.

Yo ahí ya no pude responder.
Ella me daba la oportunidad para expresar lo que estaba sintiendo.
Si tan solo supiera lo que estaba sintiendo, tal vez hubiera respondido.

Mamá llenó sus pulmones de aire y dijo: 
– Supongo que tendré que empezar yo.
Lo de anoche fue, a mi entender, necesario, fue mi última oportunidad, nunca podré decirte lo agradecida que estoy contigo por… llamémosle ‘darme una mano’, pero, siendo realista, tengo que admitir que me siento culpable, siento que te obligué a pasar por algo por lo que ningún hijo jamás debería pasar.

Ahí yo le dije:
– Mamá….

Pero ella levantó la mano para que no la interrumpiera y siguio diciendome:

– David, mi hermoso hijo, mi adorable y precioso hijo, tú sabes cuánto te amo, y yo sé cuánto me amas, todo estaba tan claro para mí hace apenas unos días.
Nuestros roles: tú, yo y tu papá.
Luego, me propusiste lo de cambiar tu semen por el de tu padre y todo se volvió borroso para mi.

Yo asentí, pero no podía pensar en una sola cosa que pudiera decir, que lograra hacer esto más fácil para mamá o para mí.
– Mamá yo solo pretendía ayudaros.

Pero ella necesitaba justificarse y siguió diciendome:
– Mi mente no podía lidiar con la realidad de no tener otro hijo.
Si no hubiera aceptado la idea de poder embarazarme de mi propio hijo, nunca te habría obligado a hacer lo que hicimos anoche.

Yo, viendo su angustia le dije, para tratar de sacarla del bucle en el que se había metido:
– No me obligaste, mamá.

Pero ella siguió igual, diciendome:
– Puede parecerte así ahora, pero en el futuro, es posible que tengas una visión diferente.

Me senté a su lado, tomé su mano entre las mías y le dije:
– Mamá, no solo no me arrepiento, sino que me alegro de lo que hicimos juntos anoche.

Mamá se inclinó y puso su frente contra la mía y se meció hacia adelante y hacia atrás. Por lo general, hacía esto cuando compartíamos cosas que necesitaban tiempo y comprensión para expresarse.

– Te lo agradezco, David, pero hay algo más, la otra cara de lo que pasó, que no puedo negar, de la que no puedo huir, y que no podré olvidar nunca: La forma en la que mi cuerpo me traicionó.

Yo sabía a lo que se refería, pero la pregunté para tratar de quitarle importancia a lo que la estaba torturando:
– ¿Que te traicionó? ¿Cómo que te traicionó?

– Si, David, debí haber estado tranquila, distante, controlandome, pero no fue así, mi cuerpo reaccionó de una manera como no había hecho en mucho tiempo, tanto es así que mi mente consciente, lo negó, hasta que toda la experiencia se me vino encima esta mañana al despertar.
Tal vez dormir le dio tiempo a mi susconsciente para poder procesar mi reprobable comportamiento.
David, estoy tan avergonzada y me siento tan culpable….

Yo tratando de animarla la abrace y le dije:
– Mamá, no deberías sentirte así, lo que pasó pasó y ya está.

Pero ella siguió martirizandose:
– Ya es bastante malo haberte obligado a hacer lo que hicimos, pero ver que tu propia madre se excitara sexualmente, la manera en la que mi cuerpo respondió, y haber llegado al clímax… eso es totalmente inaceptable, y solo puedo pedirte perdón a ti y a tu padre, a quien siento ahora que he traicionado física y emocionalmente.

Yo no sabía como sacarla de ese pozo sin fondo en el que se había metido, hasta que de pronto, encontré las palabras que debia decir para conseguirlo:
– Mamá, me alegra que hayamos hecho el amor, me alegra que mi esperma se encuentre en este momento dentro de tu vientre y me alegra haber hecho que te corrieras anoche.

Ella me miró sorprendida y ne dijo:
– David, no hables así, por favor.

Yo ya dispuesto a cortar su negatividad continúe diciéndole:
– Mamá, tu diste tu opinión. ¿Quieres que sea honesto? ¿Quieres que me abra contigo? ¿O quieres que me calle y me lo guarde?

Ella, ya prestandome mas atención, me dijo:
– Por supuesto que quiero que seas honesto. Es que estas cosas son tan difíciles para mí de escuchar, sé gentil conmigo David, te lo suplico.

Seguí diciendole:
– Admito que cuando empezamos anoche, estaba muy cortado y no sabía si podría hacerlo, tú lo viste y te encargaste de eso.

La cara de mamá se puso roja, debió recordar el momento en el que comenzó chuparme la polla para ponermela dura.

– Comenzamos como un hijo y su madre, pero eso duró poco, tan pronto iniciamos, tan pronto estuve dentro de ti, te vi como una mujer hermosa, una mujer que solo deseaba un bebé.
Mi cuerpo también reacciono, mamá, yo también quería hacer ese bebé y correrme dentro de ti, pero también quería hacerte feliz, también quería hacer que te corrieras. Cuando lo hiciste, cuando te corriste de esa forma tan especial, fue el sentimiento más grande de mi vida.
No querría cambiar eso por nada y tampoco era cosa de ‘ego’ de hombre, solo sentí que estaba haciendo lo correcto con la persona que más amo.

Mamá me abrazó muy fuerte y me dijo:
– David, mi queridisimo hijo….
Cuando papá me dijo que calcularon que la noche anterior era la noche, supe que era importante para todos nosotros como familia.
Aunque la clínica de fertilidad no dio una fecha exacta, el conteo desde mi último período todavía dice que hoy era el día más fértil.

Mientras mi madre me decía todo esto, yo estaba pensando que hoy cuando desperté, una idea se disparó en mi mente y antes de que mamá pudiera terminar su pensamiento le dije:

– Mamá, y… ¿Por qué no?

Ella sin saber que quería decir me respondió:
– ¿Por qué no qué, David?

– ¿Por qué no asegurarnos?

Cuando mamá me lanzó esa mirada perpleja con la cabeza ladeada, le respondí:
– A ver, mamá, papá llegará hasta tarde esta noche, estamos tu y yo solos, el conteo dice que hoy sigue siendo tu día más fértil.
Seria lógico que aprovecharamos para que aseguremos el embarazo.

– Con «Que asegurarnos» te refieres a…

– Si, mamá, a eso me refiero, hagámoslo de nuevo, así tendremos mayor posibilidad de éxito.

– ¡No! ¡Definitivamente no!
Te estaba diciendo como me sentí cuando desperté esta mañana…

– ¡Tiene todo el sentido del mundo, mamá! Mira por todo lo que ya  hemos pasado, ya tuvimos sexo, no estaríamos haciendo nada diferente que no hayamos hecho antes, es como una póliza de seguro para asegurar lo que estamos tratando de conseguir.

Mamá parecía confundida.
-David, sabiendo lo que ya se ahora, no es posible volver a pasar por ello…

Yo ya con las idea totalmente clara de lo que quería hacer le dije:
– ¿Es esa la pila de ropa sucia?

Pregunté, señalando las sábanas y la ropa en el suelo.
Mamá asintió, de nuevo luciendo confundida.

Me quité la camisa y la tiré a la pila, diciendo:
– Eso necesita lavado.

Dejé caer mis pantalones y los pateé también en la pila, diciendo:
– Esos también.

Ahí ya mi madre visiblemente nerviosa, pero riéndose me dijo:
– ¡Daniel, basta!

Dejó de reírse cuando bajé mis calzoncillos y mi erección salió de un salto.
Ahora ya, completamente desnudo, dije:
– También esos.

Me acerqué y tiré de ella para que se pusiera de pie.
Sus ojos no volteaban a ver los míos hasta que le extendí mi mano y la acerqué junto mí. Sus ojos se habían concentrado en mi dura polla, que lucía desafiante.
Entonces le dije:
-Mamá, tú sabes que necesitamos hacerlo.

– No, David, yo sé que NO NECESITAMOS hacerlo. El problema es que… lo haces sonar como si fuera lógico y necesario.

– Mira cómo estoy, estoy listo para ti mamá. Mira lo que, con solo pensar en ti, me has hecho.

Tomé la mano de mamá y la llevé hacia mi polla.
Al principio se apartó un poco, pero luego sostuvo mi polla con firmeza y ya, sin ninguna convicion, me dijo:
– David… no hagas esto.

Tenía una mirada suplicante, sin separar su vista de lo que tenía cogido con su mano.
Yo ya sabiendo que no había vuelta atrás, le dije:
– Dijiste que anoche tu cuerpo te había traicionado. ¿Por qué no solo te dejas llevar y dejas que tu cuerpo te guíe hoy? Déjalo libre.

– Pero, David, por favor, soy tu Madre.
Dijo esto, mientras mi polla seguía en su mano.

Yo le dije:
– Ya sé que eres mi madre y que estamos tratando de hacer un bebé, lo único que quiero es que tú y yo -hagamos lo necesario- para poder hacer el bebé que tanto deseas.

Antes de que pudiera responder besé a mamá en la boca.
Ella giró su cabeza, pero cuando dejé mis labios en su mejilla, mamá volteo y me devolvió el beso con los labios cerrados.

Tenía sus ojos cerrados, le di pequeños besos, luego toqué sus labios con mi lengua. Ella frunció el ceño, pero finalmente abrió su boca, fuimos despacio y con calma hasta que nuestras lenguas se volvieron a encontrar y la escuche gemir suavemente.

Me separó a la distancia de sus brazos y mirándome directamente a los ojos me dijo:
– Sal al pasillo hasta que yo te llame, me pondré la bata como anoche.

– No mamá, esta vez quiero verte desnuda. Quiero ver ese hermoso cuerpo que mantienes en excelente forma.

Mamá asistía al gimnasio cinco veces por semana y los fines de semana practicaba Yoga en casa.

– ¿A plena luz del día? ¿En mi dormitorio? ¿Con el sol entrando por las ventanas? ¿Frente a ti?»

– Sí, mamá, aquí, yo desnudo, y tú desnuda.

La besé una y otra vez y su boca ya no oponía resistencia.

– Tu jersey, mamá, está listo para el lavado.

– David, no lo sé… no sé si pueda…

Tomé la parte inferior del jersey azul, la levante hasta sus axilas, me incliné, le di otro beso y mamá levantó los brazos para que pudiera retirarlo por su cabeza.
Lo tiré a la pila mientras mamá cubría con sus manos el sostén de encaje azul que apenas podían sostener sus enormes tetas.

-No puedo creer esto… dijo.

– Ahora tu falda.

Tenía una banda elástica en la cintura, la estiré alrededor de sus caderas y la dejé caer al suelo.

Mis ojos se concentraron en sus tonificadas piernas y su firme culo, trabajo de años de constancia en el gimnasio.
Mamá mostraba unas delicadas bragas azules que hacían juego con su sostén.

Mi madre se encontraba de pie en ropa interior frente a su hijo desnudo.

Di un paso adelante y la abracé, ella solo dijo:
– Daniel, no sé si debamos…

– Yo si lo sé, mamá…
Le dije mientras desenganchaba el primero de tres corchetes de su sostén.
– Te ves tan hermosa.

El segundo gancho se abrió.
– No puedo esperar a ver esos enormes pechos que tienes.
Y, por fin, el último gancho fue liberado.

Retrocedí, pero mamá sostuvo el sostén contra su pecho.

– Déjalo ir, mamá.

Así lo hizo, y por primera vez mamá me regalo mi primera mirada a sus dos magníficas pechos, coronados con un par de pezones parados, duros y centrados en una areola de color marrón claro.

– ¡Oh mamá!
Exclamé al ver sus increíbles tetas.
Ella, supongo que un poco cortada solo dijo:
– David… cariño…

¿Era una súplica? ¿Una aprobación? No lo sé. Supuse que era una expresión de aprobación de algún tipo.

– Son preciosas, mamá.

Ella sonrió, pareció aliviada y yo le dije:

– ¿Quieres quitarte las bragas o prefieres que te las quite yo?

Ella, con su cara totalmente roja y claramente nerviosa, solo acertó a decir:
– Yo no…Yo no puedo hacerlo… David..

Lentamente me acerqué, puse mis manos en su cintura y comencé a deslizar las bragas de mamá hasta el suelo.
El aroma de su coño invadió el dormitorio.

Con mi mano alcancé y pasé mis dedos por el vello púbico de mamá. Un toque ligero que nunca llegó a la piel bajo la jungla.
Mamá jadeo.

Nuestras bocas se unieron en un apasionado beso, así continuamos hasta que ambos nos quedamos sin aliento.
La abracé fuerte y le susurré al oído:
– Quiero que hagamos el amor, Mamá.

– Sí, hazme el amor, David.
Su voz era un sueño.

Nos guiamos y nos apoyamos mutuamente todo el camino hasta la cama.
De pronto, mi mente capturó la escena de lo que estaba ocurriendo…
Me encontraba en la cama de mi padre con mi PROPIA MADRE DESNUDA.
En ese momento además de ser madre e hijo, también éramos hombre y mujer reunidos con el único propósito de realizar el acto más primitivo y natural que es el apareamiento.

Y eso iba a hacer, sobre esta cama iba a poseer a la mujer de mi padre.
Besé su rostro y con mis manos recorrí todo su cuerpo… una y otra vez.

Sus grandes pechos ocuparon mis manos, luego mi boca.
Chupé y mordí apasionadamente cada una de ellas.

– ¡Oh Dios mío!
Jadeo mamá atrayendo mi rostro a sus pechos.
Al parecer eran de sus partes más sensibles.

– Mamá, quiero que guardes en tu mente cada segundo de esto, no para después, no para mañana, sino para siempre.
Quiero que estes consciente de todo lo que está pasando y que estés tan despierta como nunca lo has estado.
Quiero que disfrutemos esto juntos.

– David cariño, no puedo creer lo que estamos a punto de hacer.
Lo intentaré, lo intentaré, mi hermoso hijo.

Acomodé a mamá sobre su espalda y me coloqué entre esas largas y torneadas piernas.
Bajé mi cuerpo sobre el de ella, le miré unos segundos a los ojos.
Sentí como con su mano intentaba dirigir mi polla, pero negué con la cabeza diciendo «no». Podía sentir la punta babeante de mi pene clavada en un lugar cálido.

Con una penetración lenta, constante y gloriosa, pude penetrar el coño completamente empapado de mi madre.
No me detuve hasta que nuestros huesos púbicos se besaron.

– ¡Aaaahhahhh!
Mamá gimió de sorpresa, note como su pupila se había agrandado.
Creo que no se esperaba que la penetrara tan profundo de una sola embestida.
¿Habrá sido placer?
Decidí dejarle toda mi polla adentro por un momento.

– ¡David! ¡Estoy despierta! ¡Estoy aquí contigo! ¡Estoy totalmente aquí contigo! ¡Hazlo! ¡Hazlo! Puedo sentir cada pulgada de ti.

– ¡Mamá! Estas tan apretada y mojada… adoro estar dentro de ti.

Mis caderas entraron en modo de repetición, lentamente hacia afuera, todo el camino hasta la punta, luego todo el camino de regreso a las profundidades calientes y lubricadas del coño de mi madre.
Sólo variaba la velocidad.
Eso aumentó en armonía con las propias caderas de mamá.

– ¡Aaagh!… David!, susurró. «¡Esto…esto es el cielo! ¡No merezco sentirme tan bien!

– ¡Te lo mereces, mamá!”

Pensé en los últimos meses.
Lo que le costó tomar la decisión de quedar embarazada de su propio hijo.
Toda la presión y la agonía y todas las dudas de ida y vuelta para poder llegar a esta decisión.
No quería nada más que darle algo que de alguna manera borrara el dolor y la duda del pasado.

– Se siente tan bien, David… , susurro mamá.

Mamá estaba susurrando en lugar de gritar.

– ¡Mamá! ¡No te limites! Deja que tu cuerpo responda por ti.

– Esa era otra yo, la que se hizo cargo en el pasado, no sé si pueda…

– Dime ¿Quieres correrte? ¿Quieres que tu hijo se corra dentro de ti, mamá?

– ¡Sí! ¡Por favor! ¡Sí!… De nuevo un susurro.

– Entonces pídemelo.
La penetré con más fuerza y aceleré.

– ¡Sí, David, sí! ¡Oh dios,…SI QUIERO CORRERME! ¡Y SI QUIERO TE CORRAS DENTRO DE MI! ¡QUIERO SENTIR TODA TU CORRIDA DENTRO DE MI!

Fue un grito que resonó en la habitación.

Sus caderas se movieron hacia arriba, levantándome de la cama.
Mamá estaba totalmente arqueada, sostenida por sus hombros y pies.
Mamá sostuvo esa posición por unos segundos y se dejó caer, solo para enganchar sus piernas alrededor de mí y sujetar sus pies en mi trasero.

Fue en ese momento cuando las cosas se volvieron intensas y mamá saco a la zorra caliente que llevaba adentro.

– ¡AAAHH! ¡DANIEL… SI! ¡SIGUE ASI! ¡MAS FUERTE! ¡ESTOY CERCA! ¡PUEDO SENTIRLO!

Uno siempre debe obedecer a su Madre y eso hice, mi recompensa por obedecer fue su grito desgarrador y escuchar sus propias palabras:

– ¡OH DIOS! ¡DANIEL, ME ESTOY CORRIENDO! ¡ME ESTOY CORRIENDO!

Lágrimas corrían por los costados de su rostro al mismo tiempo que el cuerpo de mamá se dejaba llevar por todo.
Me tomo de mi cabeza y comenzó a besarme, nuestras lenguas no paraban de moverse dentro de la boca del otro.

La penetré lo más profundo que pude, mi cuerpo se puso rígido y perdí el control.
Me corrí dentro de ella mientras nos besábamos, inundé a mamá con todo el esperma y el semen que tenía en mi cuerpo.

Disparé chorros de semen caliente, tan profundo de ella como pude.
Seguí follando a mamá mucho después de que la última gota había salido de mí.

Nos abrazamos durante mucho tiempo, después nos besamos y comenzamos conversar.
El tipo de conversación en la que dices cosas que no tienen sentido, pero que tienen todo el sentido del mundo.

Las sombras se habían movido bastante.
Esa fue la única forma en que mi mente registró que había pasado mucho tiempo.

Mis manos recorrieron el cuerpo mamá.
Sus manos se deslizaron sobre el mío, finalmente reposando y sosteniendo mi polla.
Comenzó a masturbarme hasta que volví a tener una erección.
Supuse que quería su última dosis de mis fluidos-para-hacer-bebés antes de que papá llegara a casa.

Estaba a punto de acostarla de nuevo cuando me sorprendió.
Esta vez, mamá me acostó en la cama y se sentó encima de mí.
Los enormes pechos de mamá se balanceaban en mi rostro, implorando por mi boca.

– Mamá, ¿No es esta la posición incorrecta para hacer un bebé?»

– Así es, cuando la mujer está arriba, es menos probable que el esperma penetre tan profundamente”.

– Entonces, no debería…

Mamá puso un dedo en mis labios para detenerme.
– Shhh… ¿Recuerdas cuando te dije que dos veces en mi vida pude sentir inmediatamente cuando quedé embarazada?”

– Sí.

Mamá dejó escapar un largo y suave
– ¡AAhhhh! mientras hundía mi polla por completo en su coño empapado de semen. Ella movió sus caderas y lentamente comenzó a montarme mientras decía con una voz suave y placentera:

– Tuve esa misma sensación por tercera vez cuando desperté esta mañana … ¡Papi!
Así que ahora ya no se trata de hacer un bebé, puesto que ya está hecho, ahora ya se trata de nosotros, tu y yo, madre haciendo el amor con su hijo…
Ya tengo un hijo tuyo dentro de mi… Un hijo de mi hijo…
Ahora solo quiero sentir de nuevo ese placer que solo he sentido contigo cuando entras dentro de mi, muy dentro de mi…

Mi madre había superado todos sus prejuicios y ahora solo quería disfrutar del placer que había sentido con su hijo, placer que a partir de ese día buscaría muy a menudo y yo, encantado de proporcionarselo….

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