Ashley

Por

agosto 15, 2025

192 Vistas

agosto 15, 2025

192 Vistas

El tío que me rompió el culo

0
(0)

Era un domingo cualquiera en la casa de mi viejo cuando pasó esta mierda que hasta ahora me tiene mojada cuando lo recuerdo. Mi medio tío político (el hermano de mi papá por parte de su mamá, un pata como de 40 y tantos con cuerpo de albañil cachudo) llegó de visita como siempre. Yo ahí, en modo zorra pasiva: shorts cortos que casi me comían el culo y top sin brasier porque sí, porque me gusta ver cómo los huevones se traban la lengua cuando me miran.

El muy hdp no disimulaba nada me seguía con la mirada mientras tomábamos cervezas en el jardín, hasta que en un descuido de mi viejo (que se fue a comprar más hielo), me agarró del brazo y me dijo al oído: «Sé que eres una putita, Bianka. No me hagas perder el tiempo». casi me corro ahí mismo.

Le seguí el juego, obvio. «¿Y qué vas a hacer, tío?», le dije con esa voz de niña buena que uso para volverlos locos. El muy cabrón me arrastró al cuarto de visitas (que huele a polvo y a viejo, pero en ese momento olía a puro pecado), me empotró contra la pared y me bajó los shorts de un tirón. Ahí supe que la cosa iba en serio no me tocó la pepa ni por error, solo me apretó las nalgas como si fueran masa de pan y me susurró: «Solo por aquí, princesa. No soy un degenerado».

¡La ironía, huevón! Pero ahí estaba yo, con las piernas temblando mientras él se sacaba la verga (gruesa, corta, con venas que parecían cables) y me la restregaba entre las nalgas. «¿Te gusta que tu tío te folle el culo, Bianka?», me preguntó mientras me escupía en el hoyo como si fuera un animal. Ni siquiera me dejó responder me metió dos dedos de golpe, después tres, hasta que sentí que el muy hdp me estaba abriendo como fruta madura.

«Relájate, puta», me ordenó cuando gemí muy fuerte, y maricón, algo en su voz me hizo obedecer al instante. El dolor de la primera metida fue como un cuchillo caliente, pero apenas pestañeé, ya estaba moviéndose dentro de mí con esa cadencia de viejo experto que sabe exactamente cómo hacer que hasta el dolor sepa rico.

No hubo besos, ni miradas románticas solo el sonido de sus huevos chocando contra mi culo mientras me jalaba del pelo para arquearme más. «Así no te cogen tus novios pendejos, ¿verdad?», jadeó, dándome una nalgada que retumbó en el cuarto. Y tenía razón ningún chibolo de mi edad me había hecho sentir tan llena, tan usada, tan puta.

 

Cuando sentí que se iba a venir, el muy cabrón me volteó y me hizo arrodillarme. «Ábreme esa boca», y yo, como la perra bien entrenada que soy, obedecí justo a tiempo para que me llenara la cara de leche caliente. Lo más enfermo? Que me tragué todo como si fuera jugo.

Mi viejo llegó 10 minutos después, encontrándonos a los dos en el jardín como si nada. Yo con los shorts otra vez puestos (pero sintiendo cómo su leche me escurría entre las nalgas) y él tan tranquilo, tomándose su cerveza como si no me hubiera reventado el culo.

Los viejos saben cosas que los chibolos no. Y ahora, cada vez que viene de visita, me ajusto el short un poco más… por si acaso.

¿Que te ha parecido este relato?

¡Haz clic en una estrella para puntuarlo!

Promedio de puntuación 0 / 5. Recuento de votos: 0

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este relato.

Deja un comentario

También te puede interesar

Mi prima

anonimo

18/02/2025

Mi prima

Compañera de Colegio

anonimo

22/05/2016

Compañera de Colegio

Tuve una experiencia extraña con mi hijo (parte 2)

anonimo

16/05/2025

Tuve una experiencia extraña con mi hijo (parte 2)
Scroll al inicio