Volví a casa temprano y no había nadie al parecer, pero al subir a mi habitación escuche unos delicados gemidos de placer que venían del cuarto de mi hija. Me asomé y quedé de una pieza. Mi bella hija y la hija de nuestra servicio se hacían el amor. Ambas tienen 16 años y son muy bellas. Mi hija es rubia, lindo cuerpo, y ojos azules, mientras Dinora es negra, bello cuerpo y rostro, y senos un poco más pequeños que los de Inés, mi hija, pero deliciosos. Me puse a mirarlas y me excité mucho viendo aquellas dos niñas hermosas pasandolo muy bien. Se estimularon de manera deliciosa y ví que lo habían hecho muchas veces, pues ambas trataron de llevar cada una a la otra a un orgasmo simultaneo. Al acabar se besaron con ternura y entré a la habitación. Ambas se sobresaltaron. Yo estaba muy excitado y dije a Dinora. Linda, creo que tendré que despedir a tu mamá. Mi hija y su amiga me rogaron, y suplicaron que las perdonara, pero me mostré firme y salí. Me metí a la ducha y ambas entraron desnudas. Mi hija empezó a besarme y Dinora la imitó, no me opuse y pronto los tres estábamos en la cama. Dinora empezó a besar mi boca e Inés llevó a Dinora a mi boca para que la estimulara oralmente. De prontó sentí a Inés sobre mi pene y se dejó caer, dió un gritico y empezó a moverse lujuriosamente. Perdí la cabeza y eyaculé rápidamente, entonces Inés tomó a Dinora por las caderas y la trajo hacia mi virilidad. Dinora se dejó caer sobre mi sexo y dió un gritico. Empezó a moverse y a gemir con lujuria y se vino antes de que yo eyaculara. Al acabar me abrazó y me dijo: Seré suya cuando lo desee, pero por favor no voté a mi mamá, acabo de entregarle mi virginidad, e Inés también. La bese con ternura y poco después tirábamos los tres con lujuria.

Al oír que llegaba la mamá de Inés nos separamos.

Desde ese día ellas me dominaron, pues si no satisfago sus deseos como, donde y cuando quieren, me amenazan con descubrirme.