
Por
Cuando papá me hizo su hembra
Últimamente he tenido la tentación de escribir sobre mis experiencias sexuales, que no son muchas, pero cada una me ha marcado de por vida.
Así que, siguiendo esta idea, les comparto la experiencia de mi primera vez. Tuve el gusto de iniciar mi vida sexual de la mano de papá, a quien me debo y sirvo como su hembra.
En ese entonces yo apenas había cumplido 18 años y mi papá 37.
Mis padres ya estaban separados legalmente, pero seguían y siguen viviendo en la misma casa que, por ser una construcción de hace medio siglo, tiene espacio suficiente para los tres. Así que yo podía convivir con los dos en un mismo día.
El asunto es que, en algún punto, mi papá comenzó a verme de forma distinta, su mirada se volvió invasiva y descarada. Cuando me encontraba con él me daba cuenta de que ya no sólo me veía con amor paternal. No puedo asegurar el tiempo exacto en que mi padre empezó a verme con otro tipo de sentimientos e intenciones, pero recuerdo que a los 17 años detecté sus miradas morbosas hacia mí.
Por supuesto me sorprendió en cuanto fui consciente de ello y tuve momentos de verdadera reflexión sobre cuestiones morales. Aunque la sensación de incertidumbre apenas y me duró unas semanas. En mi debate mental descubrí que, de alguna forma, no me sentía amenazada y realmente mi desconcierto sólo duró un par de meses.
Al ser tetona y culona fue fácil comprender las reacciones de mi papá.
Físicamente me desarrollé rápido, sobre todo del busto. Desde los 12 años mis senos fueron creciendo más que el promedio de las chicas de mi edad. Siempre fui la más tetona del salón, desde la secundaria y hasta la universidad; también de mi familia lo soy.
Actualmente uso una talla de brasier 36-H, más o menos unos 150 centímetros de pechuga, que resaltan a primera vista, y debo decir que son mi orgullo físico. Me encanta ejercitar mi pecho para mantenerlo tonificado y agradable a la vista.
Así que pude entender la inquietud de mi padre. Pensar en él poseyendo mi cuerpo me daba otra perspectiva de su persona, no como mi papá, sino como hombre. Si me detengo a verlo de esa forma puedo decir que es atractivo para mí, es ligeramente moreno, corpulento, fornido de brazos y espalda, más alto que yo por 14 centímetros, sus facciones masculinas están muy marcadas y tiene ojos color miel que, aunque los heredé, los suyos reflejan una intensidad diferente. Me encanta verlo vestir de traje para ir a su despacho a trabajar y me encanta percibir su colonia cerca de mí.
Y a pesar de que mi papá resistió mucho tiempo (casi un año) a meterme mano o intentar algo más, su mirada descarada se fue haciendo muy evidente. Llegó un punto en el que entendí que tarde o temprano eso pasaría a otro nivel, fue algo que me tuvo muy inquieta y expectante, a veces pensaba que mi padre no me haría nada y otras veces aceptaba que terminaría haciéndome suya.
Por gusto y por coqueta, a los 17 años empecé a usar ropa más reveladora como minishorts, faldas cortitas, escotes pronunciados y apretados. En fin, me vestía para darme gusto, pero de igual forma fui consciente de las miradas indiscretas y obscenas que recibiría por parte de algunos hombres, aunque en ese tiempo la mirada morbosa que más me interesaba era la de papá.
No se necesitaban explicaciones, por sentido común e instinto reconocíamos nuestras intenciones. Él claramente tenía el deseo de poseerme, y yo quería provocarlo para que lo hiciera. Me encantó ver sus primeras reacciones cuando comencé a usar blusitas escotadas que parecían a punto de reventar por estar sosteniendo mis melones y falditas que revelaban más de lo que debería.
Poco a poco, dejó de importarle que lo atrapara viéndome. A veces soltaba algunas frases con doble sentido, que con gusto las tomaba por ser él quien me las decía. Y se mantuvo así por un tiempo, sólo de morboso, sin meterme mano ni por accidente. Supuse que después podríamos pasar al manoseo y luego llegaríamos a tener algo más íntimo, pero mi padre en ese aspecto es impredecible, lo cual aprendí muy bien la primera vez que lo hicimos.
No hubo necesidad de cortejo, porque de un momento a otro, él pasó directamente a la decisión de desvirgarme, convirtiéndome desde ese momento en su hembra. Fui aprendiendo lo que implica ese término para él y de esa forma poder complacer a mi papá como él se merece.
Es un privilegio haber sido desflorada por mi papá. Me desvirgó con tanto deseo y con nada de ternura, debo decir que él es brusco y a veces un poco cruel conmigo, pero me encanta, me enciende saber que yo soy la razón de sus reacciones. Así que con esa misma fiereza me folló la primera vez.
*
Ese día era jueves, yo estaba de vacaciones y tenía el plan de hacer nada. Después de mi rutina y otras actividades simples, me dediqué a ver series y películas, hasta la hora en que mis padres regresaban de trabajar. Todo el día transcurrió con normalidad, sabía que ambos llegarían después de las cinco de la tarde, a veces llegaba primero mi mamá y otras veces le ganaba mi papá.
De cualquier forma, adelanté mi ducha para tener tiempo de arreglarme un poco, porque, aunque estaba segura de que nada ocurriría ese día, me gustaba y me sigue gustando verme tentadora para él. Así que terminé usando un camisón rosa bastante corto, muy escotado y también opté por usar una tanga, aunque sabía que más tarde me la cambiaría por algo más cómodo para dormir. No era necesario exagerar en lo demás, sabía que su atención estaría enfocada principalmente en mis pechos y mi trasero, que claramente eran las razones por las que mi papá estaba anteponiendo su instinto de hombre.
Cerca de las 6 de la tarde, llegó mi mamá, las dos comenzamos a cenar, platicando de varios temas y pasando el rato como normalmente lo hacemos. Y aunque me estaba decepcionando por no estar siendo acosada por papá, sabía que más tarde llegaría para recrearse la vista conmigo.
Sin hacer mucha ceremonia, ambas terminamos de cenar, mi mamá subió a bañarse y yo me quedé en la cocina lavando los trastes. Minutos después, distinguí el sonido del portón, eso significaba que mi papá se estaba estacionando. Y a pesar de querer sentir su mirada morbosa continué lavando, esperando a que él llegara a la cocina en busca de comida, y de paso me escaneara.
Me puse nerviosa cuando lo escuché saludar cerca del comedor, nerviosa porque no dejaba de ser nueva en todo eso. Era cierto que yo deseaba que me viera y sí era posible que me tocara, pero no dejaba de sentir pudor al estar coqueteando y provocando a mi padre. Y de manera general, no había estado con nadie, debo admitir que no había tenido novio, nada que pudiera usar como referencia para saber cómo proceder y disimular mi pena.
Pensando en que sería otro día más siendo observada por papá, no sospeché que él ya tenía planes profanos para mí. No imaginé que él ya no quería limitarse a contemplarme. Papá quería más, y lo obtuvo.
Le regresé el saludo, al tiempo que lo percibí entrando a la cocina. Por estar de espaldas a él no supe si me dedicó alguna mirada obscena, pero aun así me hice la desentendida y seguí con lo mío, viendo de reojo que estaba curioseando en el refrigerador, después se acercó a la estufa, en donde estaba su porción de la cena. Al ver que no se sirvió nada, giré mi cara para verlo, sonrojándome cuando hicimos contacto visual.
— ¿No vas a comer? —pregunté para ignorar la tensión que había entre los dos y no sentirme tan intimidada por el deseo que emanaba de su mirada.
No recuerdo con exactitud cada frase que me dijo ese día, pero sí recuerdo las que tuvieron impacto en mí, por ser la primera vez que lo escuché hablarme así. Directo, depravado y ansioso.
— Se me antojo otra cosa —respondió sugerente, viendo directo a mi escote y acercándose un poco. Dejé de lado los trastes e intenté calmar mi temor.
Por un momento pensé en irme y refugiarme en mi habitación. Me asustó su voz y su actitud; una cosa eran las miradas coquetas y otra pasar a un nivel mayor de perversión, sin darme tiempo a asimilarlo. Como sea, no tuve oportunidad de escapar. Peligrosamente, se colocó detrás de mí y sin mediar palabra apretujó mis senos con ambas manos; me sentí intimidada y por un momento pensé en rechazar su contacto, pero sinceramente estaba un poco asustada, la actitud con la que llegó era muy diferente a lo que solía conocer de él, su mirada, su voz y su fuerza en las manos me hizo entender que la única opción era aceptar sus acciones, respaldadas por su autoridad sobre mí.
Sin pena alguna me acarició por encima de la tela, y gracias a la profundidad del escote sus dedos lograron tocar mi piel y delinear el borde de mi escote, alcanzando a rozar por dentro mis pezones, que de inmediato se estimularon, los sentí endurecer cuando repitió varias veces el contacto. Comencé a temblar, debido a los nervios y la excitación de sentir su tacto sobre mis pechos, que intentó sostener entre sus manos.
— No caben, tetona —se burló, debido al tamaño de mis senos, los cuales no pudo acaparar por completo. Pegándose más a mi espalda, elevó mi busto para dejarlo caer, agaché mi cara por la vergüenza que me provocó ver mis tetas rebotando en sus manos— Que jugosas y enormes sandias para exprimirlas, para ordeñarlas como ubres de vaca, es lo que son, tetotas preciosas —su tono de voz y sus palabras me pusieron más nerviosa, aunque por completo fue un halago, me hizo sonreír escucharlo decirme lo mucho que gustaba de mis senos grandes. Y sonreí más cuando de repente bajó los tirantes de mi camisón y de mi brasier, al tiempo que restregó su entrepierna en mi trasero y besuqueó uno de mis hombros— Me gusta que te exhibas delante de mí, princesa, pero andar enseñando las tetas y el culo delante de papá es peligroso. Debes a asumir tu responsabilidad, bonita, no soy de piedra —sujetó mi mandíbula para obligarme a verlo a los ojos— Es el resultado de lo que tú misma has provocado. Y no estoy bromeando, no te estoy pidiendo permiso y no esperes atenciones de mi parte. Voy a follarte, mi tetona. Serás mi hembra, no eres mi novia ni mi amante. Quiero una hembra hermosa para ensartarla y usarla de depósito. Vas a servirme, tetona, de agujero para recibir la lechita de papá —volvió a burlarse, tallando una mano sobre mi vulva, acción que por reflejo me hizo apretar las piernas.
Ante sus palabras me sonrojé y me asusté de nuevo. Repito, no tenía experiencia sexualmente, así que casi todo de ese día me sorprendió, tanto por ser mi primera vez, como por involucrarme con mi padre. Pero por muy sorprendida que estuviera, supe distinguir que me gustó escuchar su “amenaza”, y quería demostrárselo, pero no sabía cómo. Creo que mi papá lo intuyó.
De un jalón, me bajó el camisón, dejándolo caer al piso, luego me hizo girar para quedar frente a frente, sus ojos y sus manos se posaron en mis tetas, de las nuevo apretó, antes de hacerlas rebotar para lograr que se salieran de mi brasier, una de mis areolas asomó su color y mi papá mostró una expresión tan depravada como hasta entonces no se la había visto. Yo sólo pude jadear nerviosa y excitada, asimilando su manoseo descarado.
Se entretuvo rebotando mis senos hasta que terminaron saliéndose por completo, redondas y abundantes, solo para deleite de mi papá, quien no dejaba de sonreír con superioridad. Me quitó el brasier y hundió su rostro entre ellas, ahogándose por unos segundos, antes de comenzar a besuquearlas por toda la redondez, evitando rozar mis pezones. Sus manos tocaron mi cuerpo de forma desordenada, de arriba abajo y de lado a lado, haciéndome jadear por sentirme algo vulnerable. No era mi deseo que dejara de manosearme, pero sospechaba que, si en algún momento me arrepentía, él de todas formas seguiría, incluso si debía imponerse sobre mí para satisfacerse. Lo cual me parecía totalmente correcto.
Desde antes de que él y yo nos involucráramos, acepté y entendí la curiosidad de papá. No me gusta negarle su derecho. Porque, aunque para algunos suene mal y trillado, es una verdad, y me gusta pensar en él de esa forma. Mi padre tiene derecho sobre mí, como hombre tiene todo el derecho de permitirse ver y tocar mi cuerpo, a nivel instintivo como macho tiene libertar de elegir y poseer a la hembra que desee, y si eso no basta, por el simple hecho de ser mi padre puede ejercer su autoridad para hacerme cumplir mi deber. Un deber que adquirí en el momento que por selección natural mi papá me detectó como una mujer atractiva, como una hembra ideal para fertilizar su esperma y, por ser su hija, sabe que puede aprovecharse para saciar su necesidad de dominio e impulso.
— Que ejemplar de mujer, hermosa. Quiero que me atiendas como una buena hembra —no tenía idea de qué tanto implicaba para él ese término, pero anticipé que deseaba completa obediencia de mi parte. Intimidante y sin quitar sus manos de mis pechos, me guío hacia atrás para acorralarme contra una esquina—Vas a ir entendiendo cuáles son tus deberes —juntó mis tetas para unir ambos pezones, se inclinó un poco y sacando su lengua, les dio un lengüetazo al mismo tiempo, haciéndome gemir alto— Papá quiere teta —exigió, volviendo a pasar su lengua sobre mis pezones y empezó a succionarlos al mismo tiempo, apresurado y seguro de lo que quería hacerme. Yo estaba empezando a mojarme por ver y sentir mis pezones siendo saboreados dentro de su boca, lengüeteados, mordidos y succionados a placer de él— Aliméntame, críame con tus ricas mamilotas —pasó su lengua y su cara por en medio de mis pechos, raspando su barba espinosa sobre mis masas.
Estuvo perdido entre mis ubres varios minutos, bombeando mis pezones duritos e inflamados, al tiempo que sus manos paseaban por todo lo largo de mi espalda y sobre mis glúteos, jugueteando sus dedos en mis entradas. Yo estaba fascinada por la seguridad que mostraba al tocarme, sus ojos rodando hacia atrás mientras chupaba mis tetas me tenía a mil, podía ver en mi padre a un hombre satisfecho de ser amamantado con las tetas que se la ponían dura.
Mis gemidos comenzaron a ser más ruidosos y me animé a abrazarlo, a acariciar su rostro para mostrar lo receptiva que estaba ante sus demandas de placer. Tan receptiva que gemí de gusto cuando clavó de golpe dos dedos en mi vagina, fue extraño sentirlos dentro de mí, pero me gustó.
— Ya estás mojada, mi amor —dejó de saborear mis senos para empezar una sesión de besos húmedos y acelerados.
Eso me derritió, el beso de papá fue perfecto, intenso, brusco, deseoso por explorar los rincones de mi boca, generando más humedad en mi cavidad. Dándome un último beso, descendió por mi cuerpo con un camino de besos por mi abdomen, mi vientre, mi pubis y mis muslos. Arrodillándose, elevó una de mis piernas sobre su hombro y dirigió su mirada a mi entrepierna, quise moverme para evitarlo, estaba tan sonrojada porque papá empezó a acercar su cara, sabía lo que iba hacer, pero tenía pudor de sentirlo, por instinto me tape los ojos como para disminuir mi pena. Sin importarle mi conflicto, alcanzó a besar mi vulva, ocasionándome un temblor por todo mi cuerpo.
— Deseas tanto que papi te ensarte, ya estás haciendo caldito para mojármela —en cuanto dijo eso abrió mis labios vaginales y besó mi rajita, pasando su legua por en medio, sediento de saborearme— Que rico agujerito, para llenarlo con mi semilla —volvió a lengüetear, adentrando su lengua en mi cavidad para mezclar su saliva con mi fluido. Yo por mi parte, me encontraba jadeando, temblando y tratando de sostenerme de las encimeras de la cocina, debido a que mis piernas amenazaban con debilitarse por estar sintiendo que su lengua daba justo en ese punto que podría llevarme al orgasmo, aunque procuró no atenderme de más, supongo que para provocar más deseo en mí— De verdad, eres una delicia, quiero meterte hasta los huevos en cada hoyo —escucharlo me hizo sentir más hermosa y deseada, agradecida por ser él quien me tomaría por primera vez.
— Los recibiré —me atreví a hablar, aunque me ganaba el pudor, quería intentar provocarlo como él lo hacía conmigo— Lléname con tu lechita, papi. Préñame —murmuré provocativa, aguantando la vergüenza de hablarle así.
Dejó de atender mi rajita y se levantó, dirigiéndome una mirada dilatada de placer, una sonrisa burlona y una seguridad tan arrogante, que lejos de molestarme, me excitó por lo imponente que me pareció. De pronto, me tomó del cabello para manipularme y ponerme en cuclillas. Abrió su bragueta, bajando un poco su pantalón, sólo lo necesario para dejar salir su erección, la que por cierto alcanza bien los 15 cm, pero su grosor es lo que me enloquece.
— Primero muéstrame respeto —ordenó, manoseando su miembro.
Mentalizándome, humedecí mis labios y acerqué mi rostro a su entrepierna, suspiré y comencé a estimularlo. Lo saboreé poco a poco, familiarizándome con esa tarea, sintiendo lo suave de su glande deslizarse por mi boca, adentrando el resto de su longitud, aunque no pude engullirla por completo. Así que papá, en un acto brusco, posicionó mi cabeza de una forma adecuada para lograr metérmela hasta la garganta, primero lo hizo despacio y luego repitió la acción con fuerza, asustándome por sentir como llenaba mi boca y me cortaba el paso del aire. Mi papá perdió la razón, poco le importó que no tuviera experiencia, y tomándome de la cabeza me impuso la velocidad y la fuerza para atenderlo con mi boca, pude sentir como me ahogaba y abusaba de su fuerza para acelerar las embestidas. Me sentí un poco violentada, pero lo acepté, él merecía tenerme a su antojo y mi deber era complacer su deseo.
Cuando ya estaba acostumbrándome a sentir su falo jodiendo mi boca, papá interrumpió el acto y volvió a tomarme del cabello, levantándome para acorralarme en la esquina, en donde me recargó contra la encimera. Levantó una de mis piernas en su brazo y se acercó para frotar su pene contra mi vulva, al tiempo que tomó una de mis tetas para bombearla con su boca. Me abracé a él, disfrutando su aroma masculino y sintiendo como frotaba su hombría contra mí, tallando su falo sobre mi entrada y su boca jugando entre mis ubres.
— Papá quiere reventar los hoyos de su princesa —amenazó y yo asentí, sonrojada por estar haciendo contacto visual con él. Empecé a jadear con dificultad, gustando demasiado de sentir el miembro de mi papá, y entonces lo agarró para posicionarlo bien. Percibí una ligera presión en mi entrada y lo abracé con más fuerza, porque sospeché que no sería cuidadoso ni tierno conmigo. Recordé sus palabras, él quería estrictamente a una hembra, quería unos agujeros disponibles para vaciarse cuando él quisiera y de la forma que le complaciera más. Lo sentí alejar su miembro y elevar mi pierna un poco más — Una cosita tan apretada y virginal se revienta ASI —acto seguido, gemí de dolor por ser ensartada de golpe, y como no entró por completo, lo sacó, tomando más impulso— Que buen hoyo para violarlo, ¡TOMA! —me clavó de nuevo con brutalidad, está vez topando con la pared de mi útero, grité por la impresión y también por el dolor que me provocó.
— ¡Ah! Bestia —me quejé, pero mi papá solo se burló y sin dejar que me acostumbrara a su pedazo de carne empezó a bombearme.
Mis gemidos agudos retumbaron por toda la cocina, me dolía, pero no quise detenerlo y ni podría, no tenía derecho a frenar su placer. En el tiempo que he tenido relaciones con papá, casi nunca me ha penetrado suavemente, él disfruta mucho abusar de mis agujeros hasta dejarlos tan abiertos y repletos de su semilla, para luego botarme por como trapo viejo. Es un hombre bastante sexual, dominante y egoísta, pero son esos encantos los que me han excitado hasta el punto de provocarme orgasmo tras orgasmo.
— A taladrarte, puta tetona —dijo acelerado.
De esa manera, abrazada a él y resistiendo su peso contra mí, se mantuvo perforándome un buen tiempo, las penetraciones se fueron haciendo más exquisitas para mí. Escuchar el sonido húmedo cada vez que me la metía, lograba hacerme sonreír por saber que nuestros fluidos estaban mezclándose en mi interior, haciendo más fácil que su falo gordo se alojara a profundidad en mí.
Medio acostada sobre la encimera, al tiempo que papá me bombeaba, se inclinó sobre mi para disfrutar de mis tetas. Estaba siendo un momento ideal, mientras más fuerte me daba, más me convencía sobre mi función de hembra para él. Deseaba complacerlo, satisfacer su instinto. Pero entonces, apenas por fracciones de segundos, alcancé a ver como se asomó mi mamá e hicimos contacto visual, papá no lo supo, estaba de espaldas a la puerta, ignorando todo lo que no tuviera que ver conmigo.
Ante la mirada de mi mamá, besé a mi papá y abrí mis piernas en exceso, provocando jadeos roncos en él por sentir la libertad de taladrarme ferozmente. Vi a mi mamá irse, y entonces regresé toda mi atención al hombre que estaba reventando mi agujero con crueldad. Mi instinto me dicto proteger el momento de papá, no quería que fuera interrumpido, él merecía disfrutar y reclamar a la hembra que eligió.
— Que rico caldito —casi gruño. Hizo movimientos circulares con su pene y acercó su mano a mi entrada para estimular mi bultito de felicidad.
Esa fricción me provocó varios estirones de piernas y gemidos ahogados, desesperé por la sensación, consciente de que detuvo las penetraciones por verme que estaba a punto de tener un orgasmo, sólo bastó un par de minutos de besos y caricias en mi clítoris para lograr perderme. Me retorcí y convulsioné, gimiendo fuerte, no sé bien qué hice, pero sé que lo mojé. Lagrimeé de placer, mientras mis piernas seguían apretadas. Papá había logrado darme mi primer orgasmo provocado por un hombre. Percibí que sacó su pene por completo y lo metió de una estocada, apenas pude recuperar el aliento; me encontraba aun perdida, pero seguía sintiendo lo apretado y brusco de las penetraciones.
Estaba tan feliz, que ya no me importó cómo lo hundiera. Elevó mis piernas en sus brazos para empezar de nuevo a bombearme frenéticamente, mis tetas chocaban con mis mejillas y mis dedos se crispaban por las descargas de placer que me recorrían. En un momento dado, salió de mí y me tiró sobre el piso, en automático arqueé mi espalda por lo frio que estaba. Dedicándome una mirada morbosa, colocó mis piernas sobre sus hombros y de nuevo me penetró, se posicionó como si estuviera haciendo flexiones, y así, impactando su peso en la cadera continuó por un par de minutos.
Relajé todos mis músculos, sintiendo como me maltrataba y observando su semblante. Me gustó verlo de esa forma sobre mí, masculino, fuerte, en ventaja por tenerme vulnerable ante sus exigencias, abriendo tanto mis piernas como para dejarme sentir que profundizó otros tres centímetros en mí. Agarró mis tetas de apoyo para dar las ultimas embestidas, y emitiendo gemidos graves, papá se corrió dentro de mí, fluyendo su esperma caliente en mis paredes internas. Gemí alto por sentir su falo vibrar y soltar su fluido sin preocupación alguna.
Al terminar de vaciarse, suspiró satisfecho y sin sacar su pene, descansó un rato sobre mí, usando mis tetas de almohadas.
— Leche de tres días solo para ti, tetona —indicó, dando besitos al pezón que tenía cerca de su boca— Para preñarte, bonita, estas mamilotas se pondrán enormes —la verdad me preocupaba eso, pero pensaba más en el hecho de que oficialmente me había follado.
— Gracias, papá, por darme tu lechita —dije sinceramente, besándolo y moviendo mi cadera para apreciar su falo y su esperma contenido en mi cavidad.
De algún lado agarró fuerzas y 15 minutos después me volvió a follar, durante menos tiempo, pero con el mismo vigor y vaciando de nuevo su semilla en mi interior, me sentí llena de su fluido, mis glúteos y parte de mi pelvis quedó levemente pringada por gotas de semen esparcidas en mi cuerpo.
— Mañana te preñarte de nuevo y te romperé ese delicioso culito —sacó su falo de mi agujero, limpiándose en mis muslos, luego se la guardó y abrochó su pantalón, observando orgulloso la escena que dejó sobre el piso. Acercó una mano para meterme los dedos y revolver mi interior, mezclando los fluidos que me hizo saborear cuando metió sus dedos mojados en mi boca— Gracias por lavármelo, tetona hermosa —me dio un último beso, para después desentenderse de mí.
No me ayudó a levantarme, sencillamente salió de la cocina, dejándome tirada con las piernas abiertas y temblando por sentirme usada, botada después de cumplir mi función con él. Palpé mi entrada sintiendo cómo quedó dilatada, irritada y aun derramando la leche de papá. Estuve un rato así en lo que me tranquilizaba y me animaba a vestirme para ir bañarme, aunque no sirvió de mucho, porque en la madrugada mi papá volvió abusar de mí, y digo abusar porque así fue, me trató como si fuera un juguete de placer, sometiendo mi cuerpo a su voluntad. En apenas seis horas, mi papá vació su semilla dentro de mí, tres veces.
Luego de eso, los encuentros con él se volvieron parte de mi rutina, al principio me cogía por lo menos una vez al día, durante tres años él fue el único con quien tuve relaciones, y aunque ahora no follamos a diario, intentamos hacerlo mínimo seis veces al mes.
Poco a poco fui aprendiendo cómo darle gusto. Él y yo misma establecimos puntos importantes para disfrutar nuestra perversión, un acuerdo de palabra que principalmente favorece su placer y su gusto por aprovecharse de mí. Funciona para los dos, su personalidad dominante y mi forma dócil de ser con él, es una combinación perfecta para disfrutarnos sin sentir remordimiento. He aceptado y entendido lo que él me estableció.
– Debo mostrar sumisión y respeto por él, recibiendo verga y lechita de papá, sin nada que le impida vaciarse en alguno de mis agujeros. Su única preocupación debe ser disfrutar de su hembra, follarme con la idea de preñarme, pero sabiendo que yo procuro mi control.
– Estoy a disposición de él. Puede usarme cuando quiera y cómo quiera. Me ha cogido en la intimidad y en lugares públicos; me ha follado por casi toda la casa, en los baños de un cine, en un rincón durante una fiesta familiar, en un camión de trayecto a otra ciudad y en más lugares donde decidió reafirmar su dominación y autoridad. No importa la circunstancia o el contexto, su satisfacción es primero. Saliendo del colegio, varias veces me subió la falda, hizo a un lado mis bragas y me la metió sólo para dar dos embestidas y vaciarse.
– Sólo mi papá puede elegir el hoyo usara para taladrar y vaciarse. Ha jodido mi vagina, mi culo, mi boca y mis tetas. Sólo él puede decidir entrar en mi con cuidado o partirme salvajemente. En este mismo punto se entiende que las posiciones me las impone él, hemos cogido de formas inauditas y aun queremos experimentar más. Gracias a su altura y fuerza, ha podido cogerme hasta de cabeza, también le gusta cargarme cuando me está bombeando. Y yo, tan complacida por estar en los brazos de papá, me dejo hacer de todo con él.
– Cualquier rechazo de mi parte, es motivo para que mi papá me corrija como él deseé. Y esto es en serio, las dos veces me negué a tener sexo con él (fue en el primer año que nos involucramos, estaba enojada con papá por otros motivos), aunque suene crudo, literalmente me violó. El mensaje fue bastante claro, no importa qué este haciendo o si no tengo ganas, cuando él tiene deseos de hacerme suya lo consigue.
Esto es por supuesto un resumen de mi experiencia incestuosa. Involucrarme con mi papá no fue algo espontaneo o motivado por una borrachera, sé que existen esas historias, pero en nuestro caso fue un poco predecible, como dije al principio, las miradas morbosas de mi papá fueron la primera señal. Hoy día, me encanta la tensión y la atracción que se respira cuando estamos cerca.
Y respecto a mi mamá, nunca ha mencionado el tema conmigo, sabe lo que ocurre y bien podría intervenir, pero las veces que nos ha encontrado, mi papá simplemente me folla con más fuerza, con más saña, mientras yo me abro todo lo que puedo para recibirlo y consolar su necesidad de poseerme. Su instinto responde a marcar territorio en mí.
Espero les haya gustado este pedacito de mi vida que les he compartido. Más adelante escribiré las pocas experiencias que he tenido. Creo que algo que también me dejó muy marcada fue cuando me acorralaron entre cinco y paso lo que paso, lo cual espero compartírselos.
3 respuestas
-
Hola qué fogosa eres me encanto tu relato 😉
-
Еstoу completamente dеsnudо. ¿Quiеre vеr unа imаgеn? – http://analsex4.fun
-
Stop jerk off. I know a site where thousands of single girls are waiting to be fucked. Look at them: http://xnice.fun/rt
Deja un comentario
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.