Hola me llamo Lola. Han pasado unos cuantos años, pero después de leer muchos de los relatos que aqui escribis he decidido contar mi historia. Cuando cumpli los 18 años yo era una chica 10. Todo el mundo en el barrio me decia piropos, los hombres mayores que se apostaban en el bar me decian cosas bonitas, ya que todos me conocian y, los más jovenes se les caía la baba al verme pasar. Yo sabía de mi buena imagen y me gustaba lucirme, desde muy pequeña fui coqueta y atrevida. Cuando mi mama murió yo apenas tenía 13 años y me quede solita con mi papa en casa. La verdad es que de alguna manera me sentía que tenía que suplir a mi mama. A los 15 años fue la primera vez que mi papa y yo hicimos sexo. Ahora estoy casada y si os digo la verdad no me arrepiento de haberlo hecho. A decir verdad desde aquel dia mi papa y yo nos convertimos en amantes, yo calmaba su deseo y el me iniciaba en este maravilloso mundo. Ante nuestra familia ocultabamos nuestras orgias nocturnas pero a solas nos lo pasabamos en grande. Me paseaba por la casa semidesnuda y mi padre se volvía loco en cuanto me veía. A medida que fui creciendo mi cuerpo aún se ponia mejor. Finalmente al cumplir los 18 mi papa quiso hacerme un regalo que no olvide nunca, hoy en dia aún me entran cosquillas en el estomago cada vez que lo recuerdo. A los 18 yo media 1,65 tenia una larga y bonita melena rubia, mis ojos rasgados verdes y una cara angelical a la vez que descarada. Solia sonreir mucho. Mi cuerpo era sencillamente espectacular: 95-60-90. Muchos chicos del barrio se morian por mis huesos y yo jamás abrí la puerta a ninguno. Estaba totalmente entregada a mi papa. El me satisfacia por completo mi ardor. Veíamos juntos peliculas porno y follabamos como dos amantes alocados. Mi papa es muy guapo. Alto fuerte, moreno, musculado y con mucho vello en el pecho y brazos. Masculino, duro, sensual y con 25cm de puro placer. Me volvía loca a su lado.

El día de mis 18 mi papa tenía una sorpresa para mi. Al llegar a casa por la tarde noche, vi que estaban cuatro hombres que acompañaban a mi papa. Eran guapísimos, jovenes, esbeltos y diferentes unos de los otros. Mario era moreno quizás el más guapo, Raul era el más fuerte, Abel era el más simpatico y más alto de todos y Omar era un negro guapo y fuerte. Mi papa me los presentó diciendo que eran sus empleados. Durante la cena me hicieron sentir como una princesa, todos atentos de mi, piropeando mis encantos. Me había puesto un vestido sugerente, rojo, escotado y abierto totalmente por la espalda. Lucía canalillo que los chicos no paraban de mirar. Mi padre era el que llevaba la voz y todos le seguian. Después de tomar la tarta y apagar las velas me cantaron y nos fuimos al salón. Alli comenzó todo. Mi padre ambientó el salón, puso música y yo estaba con mi copa de champan observando a los cinco hombres que me devoraban con los ojos. Esperaba los regalos de mi papa, pero esta parecía que lo había olvidado. Sin embargo al cabo de media hora mi papa se puso a bailar conmigo, me agarro muy fuerte de la cintura como solía hacerlo cuando estabamos a solas. Ante mi sorpresa comenzó a tocarme el culo delante de los chicos. Me sentí algo avergonzada pero mi padre me cerró la puerta de la duda besandome. Me dejé llevar, correspondí a su beso cuando noté que detrás de mi un chico me acariciaba la espalda al descubierto. Era Mario, mi padre me miró y asintió con la cabeza, me giré y meti la lengua en la boca del guapo muchacho. Mi papa se acercó entonces a mi oído y dijo que ese era su regalo de cumpleaños. Cogió mi mano con decisión y me llevo a su cuarto. Al entrar me sorpendí, lo tenía todo decorado con velas e incienso, suaves telas que danzaban al entrar el viento y en medio dos columnas con grilletes. Miré desconcertada a mi papa, pero este me sonrió y dijo que confiara en el. Al llegar a la altura de las columnas mi papa se puso tras de mi acariciando mis pechos y ofreciendome a los chicos fueron pasando uno a uno besandome apasionadamente en la boca. Después mi papa me ató a la columna y me asusté un poco. Pero no me dio tiempo a pensar; de un solo tirón me dejó con mis medias con ligas, mis zapatos de tacon y mis braguitas. Los chicos ahora estaban extasiados mirando el espectaculo. Entregate a ellos y disfruta..dijo mi papa a lo que continuo diciendo..disftuta mi niña.

Mi padre me quitó las bragas, mi coñito rasurado quedó a la vista de los cuatro hombretones que estaban de pie frente a mi. De repente mi padre me azotó con una fusta en mis nalgas. Grité asustada…uno de ellos se acercó a mí y me colocó una mordaza en la boca. No grites zorra, te va a gustar.

Intenté buscar el apoyo de mi padre asustada, pero solo recibí otro fustazo. Retorcí mi cuerpo, una y otra vez mi padre clavaba su fusta contra mi delicada piel, siempre en las nalgas. Observé que los chicos se estaban quitando la ropa. Mientras mi papa seguia azotandome vi como los chicos estaban totalmente empalmados. Quedaron ante mi desnudos por completo y los cuatro tenian la polla dura, erecta por completo. Estaba claro que estaban disfrutando con lo que veían. Omar, el negro, tenía una polla descomunal, más grande incluso que la de mi papa. Raul era fuerte y su polla era increiblemente gorda, la de Abel era muy parecida a la de mi papa, y Mario lucía una hermosa polla gorda y grande. Me dio la sensación que mi padre había elegido a esos hombres por mi. No me daba tiempo a pensar mucho, mi padre seguía azotandome, tirándome del pelo y diciendome cosas muy guarras. Poco a poco el dolor se transformó en escozor caliente, y luego en picazón placentera para más tarde convertirse en una perdida de control que deseaba el siguiente azote aún má fuerte. Movia la cabeza de un lado a otro asintiendo a las preguntas de mi papa. Los chicos empezaron a acercarse a mi y me lamian, me besaban, me mordian las tetas. Deseaba besarlos, deseaba que alguno de ellos me liberara de alli.

Al fin mi papa aflojó los grilletes y me soltó. Caí al suelo, mis piernas temblaban, sentía un enorme calor en mi trasero pero me gustaba la sensación de esclava, de sumisión total, de entrega, de puta…

Raul me cogio como a una almoada, sin ningún esfuerzo me cogió y me llevó a la enorme cama de mi papa, donde tantas veces habíamos follado. Me puso a cuatro patas y entonces descubri lo que era follar de verdad. Los cinco hombres me follaron sin descanso, me follaban a la vez, mientras se la mamaba a un tercero y le hacia una paja a los otros dos. No podía parar; intentaba ver a los hombres pero solo veía sus pollas, en mi boca, en mi mano, entrando en mi culo, reventando mi coño. Uno a uno se fueron intercambiando, me cogieron de todas maneras. De pie Raul me cogió y me follo abarcada a su enorme cuello, mientras mi papa me follaba el culo sin piedad. No se, en serio, no se las veces que llegué a correrme pero jamás en mi vida desde entonces he sentido tanto placer. Tanto que incluso me oriné de gusto en la cama.

Han pasado más de siete años desde aquello. Vivo en Sevilla, muy lejos de Barcelona, pero todos los veranos mi papa viene a visitarnos. Y sí…cuando mi marido no está follo con el y siempre hablamos de aquel maravilloso cumpleaños.

Los chicos eran escorts, contratados por mi papa para ese dia. Pero daría lo que fuera por repetir. Mi marido me hace feliz, pero en el sexo no disfruto del todo. A solas veo peliculas de gang bang, siento un deseo innato de follar con cinco o seis hombres a la vez. Mi papa me ha prometido que volveremos a hacerlo. Para este verano iré con mi hijita de 4 años a Barcelona, para que esté con su abuelo. Mi marido no vendrá y creo que mi papa me tendrá reservada una noche de locura….