Por

Anónimo

octubre 10, 2016

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A mi cuñada se le fue de las manos

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Pues como otros muchos, hoy voy a relataros lo que me sucedió no hace mucho tiempo.

El caso es que fue una situación que ambos buscamos, y a la vez… Que vino dada por los acontecimientos…

Bien, pues para poneros en antecedentes os diré que a día de hoy tengo 33 años, me conservo joven para mi edad, soy una persona deportista y activa. Mido 172 cm. y peso unos 83 kg. Bien distribuidos.

Llevo 15 años al lado de la que es mi mujer hace ya 4 años y el caso es… Que desde hará unos tres, me empezó a parecer que su hermana mayor me miraba con otros ojos, al principio pensé que podían ser imaginaciones mías o que malinterpretaba sus miradas y demás.

No le di importancia al tema, ya que nunca había pasado nada que pudiese poner en tela de juicio una mera relación de cuñados, pero lo cierto es que poco a poco esa relación se ha ido haciendo un poco más cercana y ha terminado por atraerme de una forma cuanto menos peligrosa.

El caso es que mi cuñada no es la típica mujer fatal, está un poco rellenita y es un poco más chiquita que mi mujer, pero por contra tiene una preciosa carita y unos ojos verdes de gata que quitan el hipo, además de unas tetas grandiosas que tras dos hijos, siguen mirándote de frente como desafiándote a pasar a la acción.

En las últimas fiestas y acontecimientos como Navidad, etc, siempre acabamos cerrando la barra los dos, mientras que mi mujer y mi cuñado desaparecen a horas más «respetables» y con un índice de alcohol en sangre mucho menor que el que mi cuñada y yo podemos llevar a la hora de comer del día siguiente.

En estas situaciones siempre nos hemos comportado como lo que somos, aún que las risas, las conversaciones sobre lo divino y lo humano, incluso alguna caricia furtiva hacen que la noche sea, por decirlo de alguna forma, más intensa y divertida.

Pues bien, no hace mucho tiempo que pasábamos unos días en la casa de vacaciones que mi suegra tiene en la montaña, las dos familias al completo junto con algunos primos y tíos de mi mujer.

El día en concreto hacía bastante calor habíamos estado prácticamente todo el tiempo en la piscina, tomando el sol, comiendo barbacoa y jugueteando en el agua. A eso de las cinco, cuando el sol apretaba de vedad, mi mujer se quedo dormida en una tumbona, mi suegra se fue dentro a dormitar frente al televisor y mi cuñado decidió irse hasta la ciudad a hacer unas compras para la cena de la noche. El caso es que nos quedamos solos en la piscina de «charleta» y ella empezó a darme caña con que cuando le iba a dar un sobrino, que si no me funcionaba el aparato, que si la tienes de pichiglass… En fin… el caso es que la conversación iba subiendo de temperatura y decidí pegarme un remojón para aliviar los calores y de paso apartar de mi mente los pensamientos que empezaban a rondarme la cabeza y que podían traerme grandes problemas si se desataban en ese lugar…

Mi cuñada se quedó mirándome desde la orilla y se sentó metiendo los pies en el agua, me mira con esa mirada verde e intensa que enmarca una sonrisa pícara sabiendo que tiene el control de la situación, cosa que a mí me pone nervioso… Mirándome a los ojos me dice con voz alegre,»que te pasa cuñadin? Te pones nervioso y huyes?» Yo le respondo que a mis años ya no me pongo nervioso con nada y le salpico para empaparle ese bikini blanco que una vez mojado deja poco a la imaginación… Ella pega un respingo y me grita «idiota!!! Que esta helada!!!» A lo que yo le respondo que ya se ve… Haciendo referencia con la mirada a los dos prominentes pezones que el frío repentino han puesto de manifiesto bajo su bikini. Ella se ruboriza y saca los pies del agua mientras me vuelve a llamar idiota dándose la vuelta y cogiendo una toalla. Ahora soy yo el que tiene la sartén por el mango y le devuelvo la pelota… «Que te pasa cuñada…te has puesto nerviosa?» Pero ella aguanta el envite y se da la vuelta sonriéndome y me contesta susurrando, «tienes que hacerme algo más que esto para ponerme nerviosa guapo…» Acto seguido se da la vuelta y se va hacia la casa dejándome con una cara de idiota que debía ser digna del libro Güines de los récords…

Pasa la tarde, ya última hora después de todo lo anterior y con la intención de desfogar un rato me  calzo mis zapatillas de deporte y entro en el salón para decirle a la familia que voy a correr un rato por los caminos. Mi mujer y mi suegra me dicen que vaya ganas… Y que se van a ir a dar un paseo hasta el pueblo de al lado para moverse un poco. No veo a mi cuñada…se habrá ido a tumbar un rato… Que se yo…

El caso es que salgo por la puerta y enfilo calle abajo hacia mi camino favorito para correr cuando oigo un silbido y un grito detrás que dice «pero donde vas tan apretado cuñadin, que todavía hace mucho calor!!!» Hago caso omiso… Y continuó por el camino a buen ritmo durante unos seis kilómetros, llego hasta una fuente donde me refresco y cojo aliento un par de minutos sin poder apartar de mi cabeza a mi cuñada con ese bikini blanco empapado y esa mirada de gata que no hay quien resista… Me estoy poniendo malísimo, pienso. Así que arrancó de nuevo de vuelta a casa y voy aumentando el ritmo para apartar de mi cabeza esos deseos que se que no puedo cumplir… Llego sobre las ocho y media a la entrada del pueblo y aminoró el paso hasta reducirlo al de un caminante, voy recuperando el aliento, justo delante de la casa me paro para estirar un poco y veo cómo salen mi mujer y su madre de casa con pinta de caminantes domingueras, me miran y me dice mi mujer «pero ya has vuelto???» Hombre… Respondo, «Hace una hora que me fui… Cuanto pensabais que iba a correr?» Se ríen y me dicen que me estoy haciendo mayor, y que me dejan la llave que no hay nadie. Le doy un beso a mi mujer y termino de estirar, entro y me voy a la planta de arriba para darme una ducha y cambiarme de ropa.

Entro en la habitación, me quito zapatillas, camiseta y calcetines y cojo ropa limpia y una toalla.

Salgo y abro la puerta del baño que está al lado de la habitación y de pronto…

Ahí está mi cuñada, de pie en el centro del baño, completamente desnuda y empapada, con una toalla en la mano, secándose después de una ducha…

Me quedo sin habla y aprovecho el momento para recrearme en esa visión que seguramente no voy a volver a tener, sus piernas que suben hasta un puvis bien depilado, solo una delgada línea encima de esos dos labios carnosos y rosados, esa pequeña barriguita que se les queda a las mujeres después de ser madres, esas tetas grandiosas que siempre había intuido bajo bikinis, camisetas y vestidos, redondas, desafiando a la gravedad con unos pezones oscuros y no muy grandes que me desafían como nunca, y un poco más arriba esa mirada verde intensa que tiene una expresión de sorpresa e incredulidad como nunca.

Todo dura medio segundo, pero lo veo a cámara lenta, con todos y cada uno de los detalles que no voy a poder volver a contemplar… El grito de sorpresa que pega mi cuñada me saca del trance, «PERO QUE HACES!!! CIERRA LA PUERTA!!!»

Reacciono de un brinco y cierro la puerta sin poder articular palabra, me quedo fuera al lado de la puerta con el pomo aún en la mano intentando asimilar lo que he visto, con una mezcla de euforia y preocupación que no puedo describir, no sé cuánto tiempo pasa, puede que unos segundos, de pronto noto como el picaporte gira sobre mi mano y lo suelto de forma instintiva, me aparto y la puerta se abre dejando ver a mi cuñada, que se ha tapado con la toalla, con una cara entre enfado y sorpresa. Me mira a los ojos y me dice con tono de enfado «pero a ti no te han enseñado a llamar a las puertas???» Me muerdo el labio y me disculpo, le digo que no pensé que hubiese nadie en casa, que no sabía que estaba en la ducha… Ella me mira enfadada y sigue replicando, «pues menos mal… Solo faltaba que encima fuese queriendo…» Vuelvo a disculparme y me doy la vuelta para volver a la habitación, pero ella continúa reprochándome el haberla visto desnuda, de forma que, para quitarle tensión al momento, la miro y le digo medio en broma «venga mujer, que no he visto nada que no hubiese visto antes… O es que te has puesto nerviosa?».

Ella me mira de arriba abajo con una expresión entre enfadada y divertida, y me suelta mientras me mira a la entrepierna «cuñadin… Creo que esto te ha puesto más nervioso a ti que a mí…»

De pronto me doy cuenta de que las mallas que aún llevo puestas no disimulan en absoluto la ereccion que me ha producido la visión de mi cuñada recién salida de la ducha, y respondo un poco avergonzado «que quieres… Yo no soy de piedra… Como estarías tú en mi lugar?»

Hasta este punto todo había sido fruto de los acontecimientos, pero en este preciso instante… Las cosas tomaron otro rumbo distinto…

Ella en ese momento segura de tener la situación bajo control me mira con esa cara de picara que me vuelve loco y me dice cruzando los brazos, «pues no se… Nunca te he visto desnudo, pero lo justo sería que yo pueda verte ahora que tú me has visto a mi». Me quedo un poco bloqueado intentando asimilar la respuesta y analizando lo que está pasando, pero antes de pensar respondo como por impulso «estas segura? Mira que luego no hay marcha atrás» No puedo creer lo que he dicho, pero ella ya se está riendo y me hace un gesto para que me baje el pantalón… No doy crédito, me agarro la cintura del pantalón y la miro mientras le digo «Bea…» Y ella divertida me responde «que, te doy miedo?»

Ya no hay marcha atrás, bajo mis mallas despacio hasta los tobillos y saco los pies, me quedo completamente desnudo delante de mi cuñada que me mira de arriba a abajo con una expresión que me deja claro que esto le está gustando…

Me acerco a ella y le digo, «que, contenta?» ella aparta la vista de mi entrepierna y dice sin mirarme a la cara, «madre mía Jose… Ya me explico por qué mi hermana se levanta de tan buen humor…» 

Acerco mi mano a la toalla con intención de quitársela, pero ella se la sujeta y vuelve a mirarme con esa cara de sorpresa y enfado que vi cuando abrí la puerta del baño mientras me dice «pero que haces? Se mira pero no se toca chaval, que somos familia!!!»

Yo llegados a este punto ya no me doy por vencido y la agarro por la cintura acercándola a mí mientras le digo «creo que hemos pasado un punto de no retorno Bea…» Y con mi otra mano le agarro el culo por debajo de la toalla. Ella tiene las manos entre su pecho y el mío y se resiste un poco mientras me dice «pero que haces tío, que estás casado con mi hermana…» la suelto un poco y noto como la toalla se escurre entre los dos y cae al suelo, dejándonos frente a frente sin ningún tipo de barrera.

Nos miramos, y mi mano sube por su cintura hasta su pecho, mientras ella mantiene las palmas de las manos sobre el mío a modo de última barrera. Mi mano acaricia un seno turgente y amplio, sus pezones se han puesto duros, en parte por la excitacion y en parte por la fresca brisa que se levanta en la casa al dejar las ventanas abiertas.

Ella baja su mano derecha hasta mi cintura y me acaricia la espalda, yo ya no puedo más… La cojo en brazos por los muslos y abro sus piernas alrededor de mi cintura, ella se cuelga de mi cuello y me mira sin decirme nada, con expresión de incredulidad y miedo, la situación se le ha ido completamente de las manos. La pego a la pared del pasillo y separo sus labios vaginales con mis manos a la vez que acerco mi pene para culminar ese momento. Ella se intenta incorporar y me mira nerviosa mientras me dice «que haces, no me la metas cabrón, que puede venir alguien en cualquier momento!!!» Yo ya no atiendo a razones, espero a que no pueda mantener la posición que la separa de lo inevitable, y en cuanto le flojean un poco las piernas y baja la penetro con toda la fuerza que me permite la posición.

Ella intenta volver a incorporarse, pero lo único que consigue es que en el segundo envite yo llegue más lejos, más adentro. Me sigue mirando incrédula, nerviosa, pero su intimidad no miente, está demasiado húmeda y caliente como para dar marcha atrás. Aún así me mira y me dice con voz entrecortada «No, Jose… No podemos…» Pero es ya un susurro casi inaudible entre las acometidas que sufre contra la pared.

Poco a poco comienza a gemir y a morderme la oreja mientras me susurra al oído que la lleve a la cama, que nos puede ver alguien. De forma que sin bajarla al suelo la meto en la habitación y la tiro en mi cama. En este punto ya no hay tabúes ni barreras, me mira y me dice con voz entrecortada, «házmelo bien Josito…». Me arrodillo en el suelo mientras colocó sus muslos sobre mis hombros y hundo mi lengua en su vagina que ya está rebosante de fluidos, ese aroma a sexo mezclado con el de la crema hidratante de coco, la brisa de verano y ese morbo que da alcanzar lo prohibido forman un recuerdo incomparable e inolvidable para el resto de mi vida.

Ella se retuerce, gime, jadea, me agarra los brazos mientras yo acaricio sus pechos y lamo con fervor su abultado clitoris en busca de ese estallido de placer que llega de repente, entre humedad, espasmos de placer y jadeos. Ella poco a poco baja el ritmo, se relaja y levanta la cabeza para mirarme mientras yo avanzó hacia ella y me cuelo entre sus piernas. Casi sin esfuerzo encuentro ese húmedo reducto de calor en el que mi pene se desliza con facilidad mientras ella vuelve a gemir y comienza a moverse mientras me mira a los ojos con complicidad y una sonrisa pícara y divertida, la situación se le ha ido de las manos, no la controla, se siente totalmente controlada, pero se deja llevar y le gusta, sé que le gusta. 

Ella comienza a moverse más rápido y levanta las piernas para que yo pueda entrar más, separa sus piernas mientras yo me elevo sobre mis brazos y hago hueco para que deslice una mano hasta su clitoris, que sigue henchido y lubricado. Sus dedos comienzan a masajearlo con rapidez buscando llegar de nuevo al climax, que no tarda en llegar entre jadeos, gemidos y sexuales movimientos vaginales que me hacen estallar dentro de ella con una eyaculacion explosiva que la llena completamente.

Los dos caemos rendidos por el extasís uno al lado del otro, desnudos, sudorosos y jadeantes. Nos miramos y sonreímos y mientras yo le digo, «Bea… Esto se nos ha ido de las manos…» Ella se incorpora y mirándome fijamente me besa en los labios y me susurra al oído «Pues ya de perdidos al río guapo…» Se coloca a horcajadas sobre mí con rapidez y comienza a lamerme el pecho y a acariciarlo mientras desliza su entrepierna sobre mi pene, que vuelve a cobrar vida y recupera la erección en pocos segundos dispuesto a continuar con su cometido. Ella comienza a bajar hacia mi abdomen lamiendo y acariciando cada centímetro con una traviesa y sensual mirada. Lentamente llega hasta mi entrepierna y con un suave movimiento se introduce mi pene en la boca. Sin prisa comienza a jugar con mi glande dentro de su boca mientras realiza círculos con su lengua que me están volviendo loco. Miro su cara traviesa que me devuelve una mirada lujuriosa y divertida, mientras abre un poco más la boca y comienza a cambiar el ritmo. Mi pene baja por su garganta, lentamente mientras ella la relaja para que se acomode mejor y comienza a subir y bajar. De pronto una sacudida me recorre la espalda y vuelvo a eyacular salvajemente, esta vez en su garganta. Ella lo nota y pese a que intenta aguantar, una arcada saca mi pene de su boca, yo continúo eyaculando y ella me mira un poco contrariada mientras me lo agarra con decisión y me masturba rápidamente.

Nos miramos de nuevo y rompemos a reír a la vez, ella se limpia un poco de semen de la comisura de los labios y me dice «bufff… Nunca se había corrido nadie en mi boca…», yo la miro y le respondo «creo que no ha sido en la boca Bea…» Reímos de nuevo y ella se mira el pecho y el abdomen, esta llena de salpicaduras de semen de mi última eyaculacion, Su vagina aún destila fluidos tanto suyos como míos y limpiándose con la mano me dice «como me has puesto guapo… Sí que me tenias ganas, si…» Yo tumbado boca arriba la miro y le respondo «que quieres… No todos los días me encuentro a mi cuñada en pelotas en la ducha…»

Ella se ríe divertida y me dice… «Bueno… A partir de ahora puede que te la encuentres más a menudo…»

Se levanta de la cama y se mete en el baño para volver a ducharse mientras yo me quedó tendido en la cama saboreando ese momento que ya ha pasado y que seguramente no volverá a repetirse nunca más… O si… Quién sabe…

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2 respuestas

  1. nindery

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