Mano, esta historia está fucked up pero me tiene tan fucking caliente cada vez que la recuerdo. La cosa es con mi ex, Sarah. Una jeva bien buena, con un culo que no te imaginas y unas tetas perfectas para agarrarlas mientras la follas. Rompimos hace como seis meses porque ella decía que yo era muy intenso, que solo pensaba en sexo. La ironía, ¿no?

El punto es que la semana pasada, estaba en su casa ayudando a su jefa a podar el jardín de atrás. La señora es buena gente, me paga bien. Sarah no estaba, había salido con sus amigas, o eso decía. La jefa me pidió si podía pasar a la casa a buscar un vaso de agua, que hacía un calor del demonio en Texas. Entré y vi el celular de Sarah en la mesa de la cocina, se le había olvidado.

No sé qué me pasó, una mezcla de curiosidad y de ese morbo que a veces me gana. Lo agarré y, como pendejo, probé la contraseña que siempre usaba: la fecha de cumpleaños de su perro. Y zas, se desbloqueó. Mi corazón latía a mil. Empecé a husmear en sus fotos, y al principio todo normal, selfies, fotos con las amigas, hasta que llegué a una carpeta que estaba oculta, con un candadito.

Mi instinto me dijo que ahí había algo. Le di a «olvidé la contraseña» y saltaron las preguntas de seguridad. «¿Cómo se llama tu primera mascota?» Puta, yo se lo había regalado. Escribí «Rocky» y la carpeta se abrió, man.

Y ahí estaba. La shit que me dejó con la verga más dura y a la vez con un coraje que no me imaginaba. Eran videos, fotos… y no era con ningún chico del colegio. Era con su fucking padrastro, el tipo que la crió desde los 10 años, el mismo que yo saludaba cuando pasaba a buscarla. El viejo de like 45 años, con panza pero con un five o’clock que se creía fucking George Clooney.

El primer video era corto, pero suficiente. Ella estaba de rodillas en lo que reconocí como el cuarto de guest de su casa. Se le veía la cara, esos labios que a mí me volvían loco, wrapped around la verga del viejo. Y no era una verga pequeña, te lo juro, se la tenía que tragar toda y se le marcaba en el cuello. Él le agarraba el pelo y se escuchaba su voz, grave, diciendo «Yeah, just like that, baby girl. Take it all.»

No podía creerlo. Pasé al siguiente. Este era más largo. Sarah estaba en la cama, con las piernas abiertas, y el tipo se la estaba follando doggystyle. El sonido de sus nalgas chocando era brutal, y ella gritaba como nunca lo había hecho conmigo. «¡Papi, sí, dámelo todo! ¡Está tan adentro!» Decía esa shit, «Papi». Me hervía la sangre, pero mi verga palpitaba en el pantalón de trabajo, dura como un fucking rock.

La foto que más me jodió la cabeza fue una donde ella se estaba viniendo, con los ojos en blanco, y la mano de él alrededor de su cuello, suplicándole que se corriera dentro de ella. «I want to feel you come inside me, Dad.» Esa palabra, «Dad», en inglés, en ese contexto… fuck, man.

Lo más fucked up es que en uno de los videos, mientras él se la follaba contra la ventana de su room, ella miraba directamente a la cámara y sonreía, como si supiera que alguien lo iba a ver. Como si le excitara la idea de que la descubrieran. Y ahí estaba yo, en la cocina de su casa, con el celular sudado en la mano, jadeando, con una erección que me dolía y un cabrón que podía llegar en cualquier momento.

Tuve que salir de ahí corriendo. Le dije a su jefa que me sentía mal y me fui. Esa noche no pude dormir. Me tocaba una y otra vez, viendo en mi cabeza esos videos, escuchando sus gemidos, imaginando que era yo quien se la estaba follando en vez de ese viejo. La muy puta me había mentido, me había dicho que yo era un vicio, pero ella tenía el vicio más heavy, el más fucking prohibido, y la tenía tan enchochado que hasta me dio fucking celos. Y a la vez, no puedo negarlo, esa shit me prende como nada en este mundo.