Mi mujer es una seria profesional muy destacada y muy católica. Hacia el mes de julio, y después de muchos dolores de cabeza me operé, pues tenia un pequeño tumor en el cerebro. La pase muy mal, pero lo peor es que perdí la erección. Siempre tuve una vida sexual plena, mi pene mide 22 centimetros y tuve una muy buena vida sexual. Tengo ahora cerca de 70 años. Fui al médico y me recetó hormonas. Nada.

Pasaron varios meses y mi mujer desesperada me dice que hagamos algo al respecto. Un amigo me recomendó practicar sexo oral y usar la manito con mi mujer. Pero fue bueno un tiempo y luego el erotismo decayó. Seguimos con un juguete, y le logre sacar buenos orgasmos pero ella se queja que el juguetito es una pérdida de tiempo. Mira amorcito, me dijo con pena, no hay experiencia más rica que sentir el peso de un hombre mientras te lo va clavando, el solo decírtelo me exita.
Estaba claro mi esposa quería un hombre, no un juguete ni una mano.

Busque sin decírselo, pero no encontré un hombre para Mica que me convenciera. Como tenemos un matrimonio abierto, nos acordamos de Raul, casado con Beatriz con quien habíamos tenido sexo grupal hace un par de años. Raul había sido desechado como amante por mi mujer pues su pene era muy delgado, pero es simpatico y salvo por su pene como salchicha era un buen amante. Mi mujer lo vio y se derritió. Con mucho disimulo me dijo al oído: “uffff como no se nos ocurrió antes, con Raúl tenemos confianza”.

Listo, me dije, aquí estamos. Retomamos la amistad con Raul, y lo invité a casa, el tipo es entretenido, masculino, y se ve sexy con su ropa de cuero y en moto. Para la tercera visita mi mujer con una incómoda falda minúscula y una blusa casi transparente se mostraba algo obviamente. Tetas y piernas se exhibían sin pudor; Raul capto la insinuación y después de contarle el drama por el yo estaba pasando preguntó “…y entonces no te pasa nada con esta tremenda mujer con la que duermes?” En efecto le dije nada de nada.
De ahi su actitud cambió, se comportaba más como el marido de mi mujer. Comenzó con abrazos, regalos, hasta que un día la invito a su departamento.
Me sorprendió la respuesta de mi mujer: “No -le dijo- mi pareja tiene que estar presente y además quiero que sea en mi cama”.

Con las reglas claras, Raul apareció un viernes tipo 7 de la tarde. Me saltaré los detalles de la cena, solo que después de un par de wiskies, el tipo conversando y riendo pone su mano sobre un muslo de mi esposa, la piel desnuda de su pierna debió calentar al tipo, pues note su bulto entre las piernas. Ella quedo paralizada, pero caliente, el hombre subió y le palpo el culo mientras ambos me miraban, y me preparé para el espectáculo. Luego de algunos gemidos de calentura mi esposa abre el pantalón y saca un pene ya erecto; mi esposa le sube y baja el cuerito y despeja la cabeza dura del pene. Mi mujer lamió unos 10 minutos, succionando las bolas, el glande, y el tallo; mientras Raul la desnudaba, yo me contentaba con mirar la escena, luego me atreví a ayudar, aunque no se me paraba. Luego ahí mismo en el sillón ella ya desnuda, abre las piernas y le masturba la verga a Raul, luego se deja caer sobre la verga. Gritó. “ Dios mio…… no hay como un pene de verdad”. El hombre le chupo las tetas mientras le hundía la verga en plena vagina. Comenzó a moverse. Mi esposa afirmada de los hombros del tipo parecía más una muñeca. Dámelo lento, le dijo y el hombre redujo el ritmo. Mientras se culeaba a mi esposa el tipo le palpaba el ano. A mi no se me paraba el pene pese a que la escena era increíblemente caliente. Estiré el brazo para tomar de la mano a mi mujer y ella me apretó con fuerza. Ver entrar y salir una verga dura y cabezona del cuerpo de mi amada esposa me ponía nervioso. 15 minutos estuvo mi esposa sobre Raul, entonces el hombre le pidió montarla. Efectivamente mi esposa lo recibe en un misionero espectacular. El hombre sabia lo que hacía. Se pegó cuatro meneos sobre la chucha de mi esposa y ella comenzó a disfrutar un orgasmo. Eterno, bien gozado. La gritería era grande. Terminó y le vino otro, al final el hombre le sacó 4 orgasmos, “cómeme la chucha papi, me gusta que me culeen” gritaba ella; quedó tirada en la cama. El hombre la pone de lado, le abre la vagina y se la culea lanzando sus chorros de semen. Impresionante. Fueron varias semanas en que vivimos un buen momento, el sexo se lo da Raul, mientras yo me recupero…. Espero. Confieso que me daban celos, pero me era atractivo ver como se culiaban a mi mujer. O como ella se metía la tranca de carne en la boca.

Las sesiones duraron meses; hasta el día de hoy, Raul se muestra muy interesado en estar con mi esposa, la llama por teléfono y pactan dia y hora, confieso que me pongo celoso. Misma rutina, cena, conversa, caricias y sexo, solo que ahora mi esposa me pide que me desnude; me ha pedido que espere fuera de la habitación, querían probar sexo sin mi presencia. Me sentí humillado, solo en el pasillo, cerraron la puerta y me dejaron fuera. Oí lo gemidos de mi esposa, los bramidos del macho al penetrar. Me senti un perfecto cornudo. Pero cosa rara, mi pilín comenzaba a despertar. Sentirme humillado, maltratado, me estaba exitando. Luego de 25 minutos me invitan a entrar a la habitación, Raúl como loco besa y chupa la vagina de mi mujer, se acarician, mi mujer lo lame entero, siento más celos, de pronto Raúl le pone el ano en la boca y mi esposa lo lame. Es asqueroso pero esa humillación me exita, noto que cuando ellos me excluyen mi pene se erecta. Me había convertido en un perfecto cornudo.

Entonces Raúl se sube toma las piernas de mi esposa las separa y penetra, es delicioso ver a mi mujercita penetrada, y…. no se como lo hice pero ahora logro una erección y puedo penetrar a mi mujer por la vagina y por el ano. Raúl aprovecha y, la culiamos como 20 minutos, es un polvo delicioso y bastante pervertido. Ella gritaba como loca. Entonces me salgo, pero Raúl no aguanta y eyacula, enseguida besa el culo de mi mujer. ASí ahora somos felices.