Por

octubre 12, 2025

679 Vistas

octubre 12, 2025

679 Vistas

Me quiero coger a mi mamá

0
(0)

Hace como una hora, no puedo dormir. Esta casa tiene las paredes tan finas que se escucha todo, y mi mamá, la muy puta, se trajo a alguien a la casa. He estado aquí, en mi cuarto, con la oreja pegada a la pared, escuchando cada gemido que sale de su boca. Gime como una perra en celo, de verdad, con unos «ay, ay, sí» que me tienen loca, con el cuerpo caliente y las manos sudadas.

No sé quién será el tipo, pero debe estar dándole duro porque la cama no para de crujar y sus gritos son cada vez más fuertes. Me imagino cómo estará, con sus piernas abiertas y ese culo que tiene tan redondo en el aire mientras el hombre se la coge por detrás. Solo de pensarlo se me moja toda la tanga. Mi mamá tiene 55 años pero está mejor que muchas de veinte.

Es delgada, con una cinturita que da ganas de agarrarla, pero tiene unas tetas grandes y redondas, de esas que no caben en la mano, y un culo que se pasea por la casa como si fuera la dueña del mundo. Y su agujero… joder, he visto su ropa interior cuando tiende la lavada y siempre tiene sus calzones con ese rastro de su flujo, un olor a mujer que me vuelve loca.

Tengo unas ganas inmensas de follármela, de chuparle esas tetas hasta dejarlas marcadas con mis moretones, de bajar mi boca hasta su entrepierna y abrirla con mis dedos para meterle la lengua bien adentro y saborear todo su jugo. Quiero que ella gima así por mí, que grite mi nombre en la noche en vez del de cualquier hombre.

Los gemidos pararon de repente, solo se escuchan respiraciones fuertes y luego silencio. Debe haberse corrido. Ahora escucho que el tipo se levanta, va al baño y se arregla. Pronto se irá. Mi corazón late a mil por hora porque sé lo que viene después.

Ella siempre se da una ducha después de coger. Escucho la puerta de su cuarto abrirse y sus pasitos por el pasillo hacia el baño. En unos minutos, el agua empezará a correr. Es mi oportunidad. Me levanto de la cama, temblando, no de miedo sino de pura excitación. Salgo de mi cuarto en puntillas y me acerco al baño. La puerta no está bien cerrada, la dejó entreabierta, como siempre. Me asomo por la rendija y la veo ahí, bajo el chorro de agua caliente, completamente desnuda.

El vapor empaña un poco el vidrio de la ducha, pero se le ve todo. Su cuerpo está brillante y mojado, con el agua resbalándole por esas tetas increíbles, por su vientre plano y bajando hasta ese vello oscuro y enmarañado que tanto he querido tocar. Se está enjabonando las tetas, se las masajea con una mano mientras con la otra se recoge el pelo.

Cierra los ojos y echa la cabeza hacia atrás, disfrutando del agua. Me estoy masturbando aquí mismo, en la puerta, con los dedos frotando mi clítoris a través de la tela húmeda de mi short. No puedo evitar gemir bajito, y por un segundo creo que me escucha porque abre los ojos y mira hacia la puerta. Me quedo congelada, pero el vapor debe ocultarme porque ella vuelve a cerrar los ojos.

No aguanto más. Empujo la puerta suavemente y entro. El baño está lleno de vapor y huele a su jabón, a vainilla, y a ese olor a sexo reciente que todavía le impregna la piel. Ella abre los ojos de par en par al verme, sorprendida. «Nayibe, ¿qué haces?» me dice, pero no suena enojada, solo sorprendida, y algo más… curiosa. No digo nada.

Me acerco a la ducha, todavía con mi short y mi top puestos, que ya están empapados por el vapor. Abro la puerta de la ducha y me quedo mirándola, mirando cómo las gotas de agua le caen por el cuerpo. Sus tetas están ahí, a centímetros de mi cara, con sus pezones duros y oscuros. «Mami,» le digo, con una voz que no reconozco, ronca por el deseo, «te vi escuchándote… con el tipo. Te escuché gemir.» Ella no dice nada, solo me mira, con los ojos muy abiertos y la boca entreabierta. Su respiración se acelera. «Y eso a ti qué te importa,» contesta, pero es un susurro, sin fuerza.

Es toda la invitación que necesito. Alargo la mano y le agarro una teta. Es tan suave y firme como imaginaba, y su pezón se pone aún más duro bajo mi dedo. Ella deja escapar un gemido ahogado y cierra los ojos de nuevo. «Nayibe…» dice, esta vez como una advertencia, pero no me detiene. Con la otra mano, le bajo la que tenía enjabonando y la llevo a mi entrepierna, para que sienta lo mojada que estoy a través de la tela. «Mira lo que me haces, mami.

Conecta con personas que comparten tus deseos más ocultos, sin juicios. Ver ahora

Mira cómo me pones.» Ella retira su mano como si la hubiera quemado, pero no se aleja. Su cuerpo tiembla. Me inclino y, sin poder esperar más, le clavo los dientes suavemente en el cuello, justo donde se une al hombro. Ella gime, un sonido largo y profundo que se mezcla con el ruido del agua, y sus manos se aferran a mis brazos. «Esto está mal, hija,» murmulla, pero su cuerpo dice lo contrario. Se arquea hacia mí, ofreciéndome sus tetas.

Finalmente, bajo mi boca y tomo uno de sus pezones con mis labios. Es salado y dulce a la vez, con el sabor del jabón y de su piel. Lo chupo con fuerza, como un bebé, pero con la intención de una amante, mordisqueándolo y lamiéndolo. Ella grita y entierra sus dedos en mi pelo, empujando mi cabeza contra su pecho. «Ay, Dios, Nayibe,» gime, y ya no suena a protesta.

Con mis manos, recorro su espalda, su cintura, y bajo hasta sus nalgas. Las agarro con fuerza, son firmes y redondas, y las aprieto mientras sigo chupándole las tetas, pasando de una a la otra, dejándolas brillantes y enrojecidas. La empujo contra la pared fría de la ducha y el contraste entre su piel caliente y el azulejo la hace estremecer. El agua me empapa toda la ropa, pero no me importa. Bajo mi boca, dejando un rastro de besos y mordiscos por su vientre, hasta que estoy arrodillada frente a ella, con su vello pubiano rozándome la cara. Abro sus piernas con mis manos y por fin veo su sexo, hinchado y rosado, con sus labios gruesos y húmedos, no solo por el agua. Huele intenso, a mujer, a sexo, a mi mamá. Es el olor más excitante que he sentido.

Le clavo la lengua de un golpe, metiéndomela entera en su agujero. Sabe a salado, a musgo, a paraíso. Ella grita, un grito ahogado que trata de contener con la mano, y sus caderas empiezan a moverse contra mi boca. La sostengo de las nalgas y la acerco más a mí, profundizando el contacto. Mi lengua no para, lame, chupa, penetra. Siento cómo se contrae alrededor de mi lengua y cómo sus gemidos se vuelven más agudos. Está cerca.

Meto un dedo, luego dos, dentro de ella. Está tan caliente y apretada que casi me corro yo también. Muevo los dedos en y out, rápido, mientras mi lengua se concentra en su clítoris, chupándolo y haciéndolo vibrar. «¡Nayibe, ahí, por favor, no pares!» grita, y es la cosa más rica que he escuchado. Siente cómo su cuerpo entero se tensa y luego un chorro caliente me moja la cara mientras ella tiene un orgasmo violento, gritando y temblando, agarrándose de mi cabeza para no caerse. Sigue gimiendo, con pequeños espasmos, mientras yo sigo lamiéndola suavemente, bebiendo cada gota de su placer.

Cuando por fin se calma, abro la puerta de la ducha y nos desplomamos las dos en el piso del baño, jadeando, empapadas y enredadas. El agua todavía cae sobre nosotras. Ella me mira, con una mezcla de terror y adoración en los ojos. «Qué hemos hecho,» susurra. Yo solo me acerco y le doy un beso suave en los labios, saboreando nuestro mix de sabores. «Lo que teníamos ganas, mami,» le digo. Y sé, con toda certeza, que esto no va a ser la última vez.

¿Que te ha parecido este relato?

¡Haz clic en una estrella para puntuarlo!

Promedio de puntuación 0 / 5. Recuento de votos: 0

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este relato.

Recomendado 18+:
Conecta con personas que comparten tus deseos más ocultos, sin juicios.

Ver ahora

Deja un comentario

También te puede interesar

Provocado por mis hermanas

anonimo

01/04/2014

Provocado por mis hermanas

tirando con mi prima madurita

anonimo

27/06/2012

tirando con mi prima madurita

Mi hermana, mi ama 5

anonimo

26/02/2012

Mi hermana, mi ama 5
Scroll al inicio