Hace rato, bien aburrido y con la noche joven, me puse a navegar por esos sitios donde uno se pierde un rato. Iba en una de esas, viendo cosas normales, cuando de la nada el algoritmo me soltó un video que me dejó pegado a la pantalla.

Era una chica trans, brasileña o algo así, con una cara de ángel y un cuerpazo que te sacaba el aire: curvas en el lugar preciso, unas piernas largas y un culo que era una obra de arte. Pero lo que realmente me enganchó fue la manera en la que chupaba. No era solo meter y sacar, era con una devoción, una hambre que se le notaba en los ojos. Se tomaba toda la verga del tipo como si fuera el mejor helado, lamiendo las bolas, haciendo círculos con la lengua en la punta, ahogándose un poco y saliendo con una sonrisa pícara, con los labios brillantes de babita.

Desde entonces, no puedo sacarme la idea de la cabeza. Cierro los ojos y en vez de ver a la chava de siempre, me la imagino a ella, con esas pestañas postizas y esa mirada caliente. Estaría buenísimo sentir esa boquita húmeda y caliente trabajando en mi verga. Imagino que sería de esas que te miran fijo mientras te la maman, como retándote a no correrte, con sus manos acariciándome los muslos y las bolas.

Debe de tener una técnica que te vuelve loco, una mezcla de suavidad con un poquito de desmadre, usando la lengua de una manera que ninguna mujer cis te la ha usado. Me puso tan cachondo que ya me tuve que dar una jalada pensando en eso, pero no es lo mismo. La neta, se me antoja una realidad. Que se arrodille frente a mí, que me baje el cierre y que, sin pensarlo dos veces, se trague hasta el fondo esta verga que ya le duele a uno de tantas ganas.

Debe de ser una sensación única, un mix de morbo, placer puro y ese puntito de tabú que lo hace todavía más excitante. Estaría con madre sentir esa garganta caliente apretada alrededor mío hasta que no pueda aguantar más y soltarle toda la leche adentro, en ese hocico que tan bien se ve que sabe lo que hace.