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Mi novio quiere ver cómo me folla otro hombre
Hola… esto es la primera vez que hago algo así. Ni siquiera sabía que existían páginas como esta, donde la gente escribe estas cosas. Digamos que me llamo Laura, tengo 25 años y soy de un pueblo de Galicia. Fer, mi pareja, tiene 38. Llevamos siete años juntos. Él es… bueno, él es el único hombre con el que he estado. En todos los sentidos.
Desde hace unos meses, Fer me viene diciendo cosas que me ponen muy nerviosa. Cosas que nunca me había imaginado. Me dice que le excita muchísimo pensar en que otro hombre me toque, que me mire, que… que me folle. Al principio pensé que era una broma, o que me estaba probando, pero es insistente. Tanto, que la semana pasada me llevó a un sitio… un club. No era una discoteca normal. En la penumbra, se veían parejas y grupos en sofés, tocándose, algunos ya follando abiertamente. Yo me quedé paralizada, agarrada a su brazo, pero Fer me susurró que me relajara, que solo miráramos.
Y miramos. Vi a una mujer siendo penetrada por dos hombres a la vez, mientras otro le lamía los pechos. Los sonidos eran… húmedos, intensos. Y de repente, sentí la mano de Fer en mi vaqueta, metiéndose dentro de mis leggins. «¿Ves? A todos les gusta», me dijo en voz baja, y noté cómo sus dedos buscaban mi ropa interior. Yo estaba muerta de vergüenza, pero también… excitada. Terriblemente excitada. Notaba el calor subiéndome por el cuello, y mi coño latía como si me fuera a dar un infarto.
Fer, sin sacar los ojos de los míos, deslizó dos dedos dentro de mí. Yo estaba empapada. Un gemido se me escapó y apreté los dientes para callarme, pero él siguió moviendo los dedos, frotando ese punto que tantas veces me ha hecho volar, pero aquí, delante de todos. Un hombre que estaba cerca nos miró fijamente, con una sonrisa, y se tocaba la verga por encima del pantalón. Sentí que me ruborizaba entera, pero no me moví. Al contrario, apreté las caderas contra su mano, buscando más. Fer me miraba con una intensidad que nunca le había visto, jadeando, y con la otra mano se masajeaba la entrepierna. «¿Te gusta que te vean, preciosa?», me preguntó, y yo solo pude asentir, con lágrimas en los ojos, hasta que el orgasmo me sacudió entera, temblando contra él, ahogando un grito en su hombro.
Pero luego, nos fuimos. No dejamos que nadie se acercara. Fer me llevó a casa directamente y ahí, en nuestra cama, me folló con una posesividad salvaje, como reclamándome, diciéndome que era solo suya. Ahora estoy tan confundida… Por una parte, lo que pasó en el club me avergüenza, pero también me excitó como nada en la vida. Por otra, temo que si damos el siguiente paso, si dejamos que otro me toque de verdad, algo se rompa para siempre entre nosotros. Fer es mi vida, mi único amor. Pero no puedo dejar de pensar en aquellas miradas sobre mí, en la libertad… y en el miedo.
Una respuesta
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Amiga déjate llevar no te vas a arrepentir 😛
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