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Contenido trans cuando mi esposa se va
Ese día mi esposa se fue temprano pa la oficina, como siempre, con su traje de ejecutiva y esa cara de sueño que me da pena pero también un poco de alivio. Yo me quedé solo en la casa, sin clientes que atender, sin reuniones, nada. La dejé en la puerta con un beso rápido, le dije «que te vaya bien, mi amor» como de costumbre, pero por dentro ya sentía esa cosquilla rara, esa libertad que solo tengo cuando estoy completamente solo.
Regresé a la casa y el silencio era tan grande que casi se podía tocar. Me tiré en la cama, en la cama que comparto con ella hace cinco años, y prendí el televisor. No sabía muy bien qué hacer, la verdad. Al principio puse las noticias, pero eran pura mala noticia y me aburrí. Después me puse a ver un partido de béisbol de esos viejos, pero ni eso me enganchó. Fue entonces cuando me acordé que había renovado la suscripción en RED de XVIDEO hace poco, por pura curiosidad, y dije «¿por qué no?».
Entré y al principio todo era normal, veía las categorías de siempre: rubias, morenas, latinas, todo lo común. Pero de repente, no sé cómo, me encontré scrolleando hacia abajo y vi una sección que decía «Trans». Siempre la había visto pero nunca le había dado click, pana, te juro, ni por curiosidad. Pero ese día, no sé qué me pasó, algo me picó por dentro y le di entrar.
Los primeros videos eran normales, trannys con mujeres, cosas así. Pero luego me topé con uno que se veía diferente. Era una trans brasileña, morena, con un cuerpo de infarto tetas grandes y naturales, un culo que no parecia de este mundo, y una verga que… marico, te juro que se me paró solo de verla. Era grande, gruesa, bien cuidada, y se veía tan real que casi podía sentirla. Ella estaba con una chica flaquita, rubia, y la manera en que la dominaba era algo que nunca había visto. No era violento, pero era firme, seguro. Le agarraba la nuca y la obligaba a mamársela, y la chica lo hacía con una entrega que me dejó boquiabierto.
Pero lo que realmente me volvió loco fue cuando la empecé a ver a ella, a la trans. La forma en que movía las caderas, como empujaba su verga dentro de la chica, los gemidos que salían de su boca… marico, era como ver a un hombre pero con una suavidad y una sensualidad que no he visto en ningún otro video. Me empecé a tocar casi sin darme cuenta, con la mano dentro del boxer, y sentí que mi verga estaba tan dura que casi me dolía. Palpitaba, pana, como si estuviera vivo por su cuenta.
No podía dejar de verlo. Me puse otro video, esta vez de una trans colombiana con un par de tetas operadas pero que se veían increíbles, y un culo que no te lo imaginas. Ella estaba mamándosela a un tipo, y la way que lo hacía, con esa mirada fija a la cámara, como desafiándote… me tuvo al borde del orgasmo en minutos. Pero me aguanté, porque quería ver más. Sentía un calor en el pecho, una excitación que nunca había sentido, ni siquiera con mis amantes. Era diferente, más intenso, más… prohibido.
Pasaron como 40 minutos y yo seguía ahí, enganchado, viendo video tras video. Cada vez me gustaba más, cada vez me excitaba más ver cómo estas mujeres, con esa mezcla de suavidad y poder, dominaban a sus parejas. Me encendía ver sus vergas, cómo las usaban, cómo las hacían gozar. Empecé a fantasear con estar ahí, con ser yo el que recibía esa verga, sentirla en mi boca, en mis manos… marico, hasta pensé en cómo se sentiría que me la metieran. Nunca había pensado algo así, te lo juro, pero en ese momento, con la calentura que tenía, todo parecía posible.
Ya no pude más. Agarré un pedazo de papel que tenía en la mesa de noche una factura vieja, creo y lo agarré por si mancho. Empecé a jalármela con una fuerza que no me conocía, mirando fijamente la pantalla donde una trans argentina se corría en la cara de una chica. Los gemidos salían de mis propios labios, bajitos, para que los vecinos no escucharan, pero no podía contenerme. Sentía que me iba a venir en cualquier momento, y cuando finalmente pasó, marico, fue una explosión. Leche, pura leche, salió de mi verga como si no hubiera acabado en semanas. El papel se empapó por completo, y yo me quedé ahí, jadeando, temblando, con el corazón a mil por hora.
Me quedé mirando el techo, todavía con el papel en la mano, y no podía creer lo que acababa de pasar. ¿A mí, Jhonatan, el casado, el vendedor exitoso, le gustaba ver porno trans? Pero no era solo verlo, pana… era que me había excitado como nunca, y había fantaseado con cosas que nunca había pensado. Me sentí raro, pero también vivo, más vivo que en años. Sonreí solo, ahí en la cama, y supe que esto no iba a ser la última vez. Mi esposa llegaría en unas horas, y yo tendría que actuar normal, como si nada hubiera pasado. Pero por dentro, algo había cambiado. Algo se había despertado en mí, y no tenía idea de adónde me iba a llevar. Pero por ahora, solo me quedé ahí, disfrutando del afterglow, sabiendo que había descubierto un nuevo lado de mi sexualidad que prometía ser tan peligroso como excitante.
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