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Anónimo

agosto 16, 2025

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La primera vez que pagué por sexo

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Tendría yo unos 20 años. Estaba pasando por una de esas temporadas donde por cualquier cosa se me subía la calentura a mil.

Me encontraba caminando por la zona centro de la ciudad cerca de lo que en otras partes le dirían la zona rosa, por allí hay cuartos y moteles y se puede encontrar fácilmente a las chicas de la vida galante.

En fin, en mi caminar después de haber hecho algunas compras iba sobre la banqueta con rumbo a donde estaba mi automóvil. A media cuadra había una mujer buscando clientela, era una dama de unos trentaitantos años y vestía típicamente como las de su oficio, era gordita como de 1.60m de tez morena, fumaba un cigarrillo, usaba una putifalda que dejaba ver sus muslos generosos y unas piernas de alto volumen que podrían extrangularte de pasión, las típicas medias de malla y zapatos de tacón rojo, un escote negro y ajustado que le apretaba los pechos sugestivamente, una chubby diría yo de buenas carnes.

La verdad no tenía intenciones de nada al pasar junto a ella, simplemente se encontraba por donde era mi camino y la quise pasar por alto, a unos pasos de rebasarla noté cómo me miró de abajo hacia arriba y al estar ya un poco adelante escuché su voz decir – ¿por qué tanta prisa, Moreno? –

En ese momento sentí un escalofrío por todo mi cuerpo, con una pequeñísima y estúpida frase me encendió el líbido, yo solamente seguí mi camino sin voltear pero me estaban retumbando todas las hormonas y no paré de pensar en esa frase, llegué a mi auto y me quedé un rato sentado, cabilando, tenía la verga dura por algo tan sencillo, sentí mucho hormigueo por todo mi cuerpo y pasarían unos 10 o 15 minutos hasta que decidí bajarme para extinguir la calentura que había provocado y contratar su servicio por esa sensación que ya no pude calmar.

Regresé hasta donde ella estaba y me volvió a mirar con una sonrisa picarona, esta vez me detuve muy cerca – hola, moreno ¿Se te antojó el servicio? – asentí con algo de nervio y pregunté ¿Cuánto? En ese tiempo (hoy tengo 36) me cobraba $300 o $400 MXN era justo lo que me quedaba en la billetera así que le dije que estaba bien. Caminamos unos cuantos metros y tocó una puerta de la misma cuadra, abrió un tipo y ella dijo – un cuarto – él abrió la puerta y la chica le entregó un billete de $50 mxn, entramos hacia un patio que parecía un tipo de vecindad y a mano izquierda abrió otra puerta que era un pequeño cuarto con un tocador y una cama, cerró por detrás y me ordenó que me encuerara, mi cuerpo y mi verga estaban ardiendo, obedecí y me quité toda la ropa porque así es como me gusta.

 

Ella se abrió un poco el escote y liberó sus enormes y redondas ubres, se me hacía agua la verga, sin quitarse la putifalda simplemente se bajó la tanga que traía puesta. Me dijo – siéntate -. Yo estaba muy callado con mi corazón palpitando aceleradamente, no solía andar por allí contratando prostitutas. Ella abrió una pequeña bolsa negra que cargaba, guardó el dinero y sacó un preservativo, me lo puso en mi pene erecto y lo empezó a mamar succionando abruptamente con sus labios como una aspiradora y agarrándome de los huevos, no me imaginaba que lo haría de una forma tan profesional, me tenía al borde de la exitación, aún con el condón puesto sentí el calor de su boca y sentí como si mi pene se fuera a ir a través de toda su garganta.

La detuve y le dije que ya quería cojer. – ¿cómo me quieres, moreno? – le respondí – en cuatro – ella hizo que me pusiera de pie y se empinó en el borde de la cama levantando su culo enorme dejándome ver esas exuberantes nalgas, abrió las piernas y me mostró su panocha algo húmeda, había mucha carne de dónde agarrarse, mi verga pedía a chorros que la metiera de inmediato, trepé un pie encima del colchón y tantee su concha para embestirla, ella tomó mi miembro con una mano por debajo de su cuerpo y la dirigió perfectamente hacia el objetivo, empezé a bombear y ella a gemir, estaba sumamente exitado por el tacto de su carne, me dijo – trépate, agarrate bien – entonces subí ambos pies sobre la cama y hacia ambos lados de su cuerpo y me agaché hasta poder agarrar sus pechos con ambas manos como dando un abrazo por la espalda sin sacar mi pito de su cavidad vaginal, me comenzé a mover con frenesí, meter y sacar hasta que la calentura llegó a su climax y terminé corriéndome abrazando su cuerpo y apretando sus chichis enormes y jugosas, me despegué y me quité el preservativo para tirarlo a la basura, ella esperó a que me vistiera y también se acomodó su escote y la tanga que se había quitado, salimos y se quedó en el mismo lugar donde la había abordado mientras yo regresé a mi coche aún con las piernas temblando, respiré un poco y seguí con mi día.

No podía creer que había hecho eso pero como les dije era una temporada en la que cualquier cosa me ponía muy cachondo.

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