Intercambie a una desconocida por la novia de un amigo
Mira, la vida a veces te sirve platos que ni en tus mejores fantasías pedirías. Todo empezó cuando mi pana me confesó que quería entrar al mundo swinger con su jeva. Ella no convencida del todo, pero yo… bueno, yo ya tenía mi propio ingrediente secreto.
Resulta que llevaba semanas «de novio» con una scort de lujo – Sofía, una diosa dominicana de curvas que pintaban sonetos en la cama. Nos llevábamos tan bien que a veces ni me cobraba (¿qué?, ¡soy buen chef y mejor amante!). Cuando mi amigo soltó lo del intercambio, supe que era mi chance.
La preparación:
Convencer a su novia (María, una rubia operada que parecía salida de un catálogo de «esposas que no creerías que existen»)
Asegurarle a Sofía su paga extra (¡pero solo si el polvo con mi amigo valía la pena!)
Inventar mil detalles de mi «relación» falsa para que nadie sospechara
La cena (nunca mejor dicho):
Esa noche en mi departamento, con luces bajas y un Malbec que abrí «sin querer», las miradas volaban:
María, con ese vestido negro que le escurría entre las tetas como salsa de chocolate
Sofía, mi «novia», jugando con la copa y mostrando esas piernas que ya conocía cada centímetro
Mi amigo, nervioso como pollo en asadero
Y yo, el chef, viendo cómo se cocinaba el banquete
El plato fuerte:
Cuando cambiaron de habitación (Sofía con mi amigo, yo con María), la rubia me miró con esos ojos de «sé que esto está mal» pero su cuerpo decía otra cosa. Empezó lento, hasta que le mordí el cuello y ¡PUM!, se transformó:
Me arañó la espalda como gata en celo
Gritó «¡Dame más duro, cabrón!» cuando le metí los dedos en la boca
Y ese culito operado… ¡hostia!, rebotaba como soufflé perfecto
Postre sorpresa:
Al terminar, Sofía me susurró: «Tu amigo es un pan con leche… pero tú me vuelves loca». Y ahí lo vi claro: María, sudada y satisfecha, me pidió «otra ronda»… ¡con Sofía incluida!
Epílogo:
Al final, mi amigo se quedó feliz (y sin saber que pagué su noche de pasión). María ahora me manda fotos «para comparar recetas». Y Sofía… bueno, sigue siendo mi «ingrediente secreto».
Moraleja: A veces el mejor intercambio es el que nadie sabe que hiciste.
Deja un comentario
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.