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Anónimo

julio 3, 2025

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Con tres amigos en el cumpleaños.

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Tengo 43 años, me llamo Gladys, casada con José Luis , 46 años. Tenemos dos hijos, mayores e independientes. Vivimos en una ciudad pujante de unos 250.000 habitantes rodeada de chacras que producen peras y manzanas. Con María nos conocemos del Gimnasio, las dos hacemos pilates. Yo soy castaña, ojos celestes, buen físico. Ese viernes a la noche concurri a la casa de mi amiga ya que festejaba su cumpleaños. Era fines de noviembre, hacía calor, por ende lo hizo en el patio de su casa, al aire libre. lugar hermoso, iluminado, con pileta. Habrían unas 25 personas, familiares, allegados compartiendo con María. Yo Lucia un vestido azúl, muy pegado al cuerpo, que dejaba ver mis contornos y la microbikini que lucía. Arriba mis pechos sin corpiño marcaban los pezones. El ambiente estaba animado, buena música, buenos tragos. Recorriendo la fiesta con mi amiga, saludamos a Juan -su sobrino – de unos 20 años, quien estaba en compañía de dos amigos de su misma edad. Cuando saludo a Juan con un beso, me abrazo y con su cuerpo rozo mis pechos haciendo que mis pezones se pararan, disimulando su mano acaricio mi pezón sobre el vestido, el se dió cuenta de lo que me había provocado, yo se lo confirmé con una sonrisa. Seguimos recorriendo la fiesta, charlando con los invitados. María de dio cuenta lo que me había pasado con Juan y me dijo «…cogetelo, vino solo, sin la novia». Mi cabeza daba vueltas a mil, estaba muy excitada, me imaginaba entregada a ese jovencito. Serían las una de la mañana, tomé una copa de champagne y caminé hacia la pileta, después me dirigi al parque, arbolado con muy poca iluminación. Note que alguien seguía mis pasos, era Juan, también traía una copa. De inmediato mis pezones mostraron mi excitación, el propuso un brindis, chocamos las copas, seguimos caminando hacia el fondo donde había un banco. Juan me invitó a dejar las copas en el banco, me abrazo de atrás, metió su mano por el escote acariciando mis pechos, los pezones erectos mostraban mi excitación, solo de palabra le decía que «NO», abajo ya estaba mojada, ya había sentido su pene duro debajo del pantalón. Me dió vuelta, me besó, su mano busco mi vagina, comprobó que estaba muy mojada, allí confirmo que me tenía. Me senté en el banco, abrí su bragueta, y me lleve una sorpresa. Su pene era inmenso y muy grueso, estaba muy erecto, apenas cabía en mi boca, el se excito, me sacó el vestido, me acostó en el banco, corrió mi micro bikini y después de varios empujones me penetro, sentí placer y dolor, era inmensa, gruesa y dura. Toda su fuerza, juventud dentro mío. Me sometió a un loco vaiven de penetraciones que me arrancaron varios orgasmos, hasta que se vino dentro mío, sentí chorros potentes e interminables dentro mío. Aún Juan estaba dentro mío, cuando aparecen sus amigos, le dicen «te estábamos buscando y mira como te encontramos». Los dos estaban exitados, me besaron, me chuparon las tetas. Querían penetrarme, les dije que no. Que cuando terminara la fiesta nos encontrábamos. Con esa promesa, volvimos a la fiesta, mi amiga estaba al lado de la pileta me dijo «que noche amiguita «. Me preguntó si paso algo con Juan, le dije que si. Me acompañó al baño, me chorreaba semen y gotitas de sangre. Le conté lo dotado que era su sobrino y lo que había pasado con sus amigos. Me dijo, lo hiciste con uno, te faltan dos. Agregando, son dos sorpresas grandes. María me recomendó que me diera una ducha, me llevo a su habitación matrimonial, me metí a la ducha y ella volvió con sus invitados. Desnuda, me estaba perfumado y maquillando, cuando ingresa Damián el esposo de mí amiga. Me miraba sorprendido. Se acercó, arrodillado metió su lengua en mi vagina, me estremecí, beso mis pechos… abrió un cajón de la cómoda, extrajo una microbikini blanca, me la hizo poner, me tiró de espaldas en la cama, corrió la micro y me penetró, mis piernas sobre sus hombros, penetraciones profundas que me hacían gemir, llegamos juntos al orgasmo. Me besó y se fue. Me higiénico, perfumada, maquillada volví a la fiesta. Eran las cuatro de la mañana, decidí retirarme. Quedaban muy pocos invitados. Me despedí de María, cuando llegaba a mi auto, me esperaban Juan y sus amigos. Subieron al auto rumbo a la chacra del papa de Juan. Según sus dichos, la casa estaba sola, ya que sus padres vivían en un Departamento en el centro. Luego de un par de minutos arribamos a la chacra, yo estaba excitada, muy mojada, pero con miedo. Ingresamos a la vivienda, de dos plantas. Abajo, sillones, un comedor imponente. Juan trajo un colchón de dos plazas y lo ubicó al lado de los sillones, dejó encendida la luz de la cocina, sus amigos me llevaron a los sillones, acostada, comenzaron a someterme, uno me lengueteada mi vagina, el otro me hacía besar su pene, esta era la primera sorpresa, no era largo, 14 cm, pero exageradamente grueso, no cabía en mi boca, pensé en hacerlo acabar con mi lengua, pero me dijo, «quiero penetrarte y dejarte mi leche adentro»… sentimientos cruzados de excitación e incertidumbre, pero estaba sola con los tres, me esperaba una madrugada de sexo desenfrenado. Juan entró en escena, me llevo al colchón, me puso de cuatro, me hizo gritar hasta que acabo. Raúl se tiró de espaldas en el colchón y me hizo montar, yo estaba excitada, muy lubricada, pero su pene era muy grueso, no entraba en mi vagina, lo deseaba, pero me provocaba mucho dolor. Sergio me dió la otra sorpresa, puso en mi boca un pene muy largo, pero delgado, fino, se lo chupe con ganas. Raúl aprovechó mi orgasmo, me agarró de las nalgas, empujó, sentí que algo se desgarraba y algo muy duro se abría paso dentro mío, sabía que me había producido un sangrado, porque algo tibio corría por mis piernas. Sergio, metía su lengua en mi cola, trajo un lubricante, y comenzó a juguetear con un dedo, se animó con dos dedos, a mi ya me habían desvirgado la cola, yo estaba perdida, Raúl me chupaba la lengua, mamaba mis pechos y su pene grueso me hacía gemir, gritar. Sergio lubrico su pene , sentí cuando se abría paso en mi cola, fue tremendo, no terminaba de entrar, 18 cm. Cuando los dos se excitaron, y comenzaron con un vaiven enloquecido, gemidos, gritos y llanto. Dos jovencitos me tenían a su merced, dos vergas dentro mío, entre el cielo y el infierno. Sentía dentro mío la dureza de sus penes, la fuerza de su juventud, me corrí infinidad de veces, ellos se alentaban «…dale más, no acabes», no podía escapar, apuntalada por dos penes, en una vorágine de penetración, pero la palabra «acabar» me volvió a la realidad. Yo aún estoy fértil, transitando los días en que puedo quedar embarazada. El vaiven de sus penetraciones, sus palmadas, besos, la locura de los dos al eyacular, la tibia corriente en mi vagina me hacía temblar, mi cola reventaba de semen. Cuando saco el pene de mi vagina, hace un ruido como de vacío, sangre y semen chorreando. Me acuestan boca arriba en el colchón, me besan las tetas, me marcan, me hacen chupones y termino con las dos pijas en mi boca. Se enciende la luz de la escalera, me incorporo y veo al padre de Juan. Estaba vestido con un boxer, torso descubierto. Viene hacia nosotros, le dice a Raúl y Sergio que se vayan a dormir. Se acerca a mi, acaricia mis pechos, introduce dos dedos en mi vagina y me dice «te sacaron sangre de la conchita», me hace arrodillar, saca su pene, ya erecto y me lo hace chupar. Era la madrugada de los penes grandes, este era enorme. Me dice que subamos a su dormitorio, encaramos la escalera, se hacía interminable, yo estaba débil, los amiguitos me habían sacado toda la energía. Fuimos derecho a su cama, no quiso que me duche. Me dijo, no quiero interrumpir, ni que te enfries, te quiero putita llena de leche. Comenzó con su lengua en mi concha, saboreaba mi clítoris, me puso al borde de la cama, una almohada debajo de mis nalgas y me hizo suya, las penetraciones eran muy profundas, me hacían gritar, mis piernas en sus hombros o sobre mi, le ofrecían y permitían penetraciones muy profundas, a veces dolorosas. Me dijo «… putita, me despertaste con tus gemidos, gritos, llanto», miré como te penetraban esos jovencitos. Me tomé «la pastillita» para hacerte feliz hasta que amanezca. Me corrió al centro de la cama, nos besamos mientras el me hacía sentir su pene, tremendamente grande, duro. Me preguntó, si me estaba cuidando, le dije que no y que estaba en mis días fértiles, «…si los chicos no te embarazaron, te voy a embarazar yo», te voy a coger tanto que me lo vas a pedir. Una hora dentro mío, yo volaba, le dije «…preñame papito», se descargo dentro mío. Mientras eyaculaba, me besó, me hizo chupones debajo de los pechos, me marco para siempre. Volví a mi casa a las 11.00 de la mañana, le había dicho a mi marido que me quedaría en la casa de mi amiga, porque era muy peligroso. Estoy asustada, tengo un atraso. Se que estoy embarazada. Mi esposo lo quiere tener, yo no, se que no es de el. En realidad no se de quien quedé embarazada, por infiel…

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