
Por
Anónimo
Tuve una experiencia extraña con mi hijo
Soy una mamá bastante joven. Tuve a mi primer hijo a los 16 y mi hija a los 18. Ahora él está por cumplir 22. Me conservo bien para mi edad: delgada, piernas largas, caderas definidas, piel blanca, chichis normales. Soy madre soltera.
El hecho es que el otro día mi hijo estuvo en su casa compartiendo con sus compañeros de universidad en la casa porque tenían que hacer un trabajo grupal. Yo llevaba un vestido dominguero digamos que recatado pero que dejaba ver mis piernas. Pasaron desde el medio día en casa y ya caída la tarde pedí pizza para comer algo. Las pizzas llegaron y las dejé en la mesa. Los chicos salieron del estudio y mi hijo dijo que me quedara para que yo también coma junto a sus compañeros. Eran tres con mi hijo.
Así lo hice, y nos sentamos todos en la sala a comer. Yo estaba sentada con las piernas cruzadas frente a uno de los compañeros de mi hijo, el más alto de los dos. Y mientras comíamos y conversábamos noté que el chico empezó a lanzar miradas disimuladas a mis piernas. Al principio no le di importancia, pero al rato me dí cuenta que esas miradas furtivas me estaban haciendo sentir un calorcito interesante y pues quise comprobar si las miradas eran reales y hasta qué punto al chico le gustaban mis piernas.
Me levanté a tomar otro pedazo de pizza y cuando me senté a propósito dejé la falda del vestido algo más levantada de manera que se notaba todo mi muslo y parte del cachetero que llevaba puesta. Mi hijo y su otro compañero estaban sentados en un ángulo que no les permitía verme. Y claro dió resultado. Noté cómo se ruborizó el chico y en una de esas vi cómo se acomodaba su paquete que intuyo ya estaba en pie.
Le di al chico ese pequeño espectáculo y estaba yo toda relajada, tanto que no caí en cuenta que mi hijo cuando se levantó por más pizza había notado la mirada de su amigo sobre mis piernas. En esl mi hijo dijo «bueno chicos vamos a tener que dejar el trabajo para mañana, mejor ya vamos a dónde quedamos». Mi hijo me lanzó una mirada algo extraña y luego miró a su amigo, que seguía lanzando miradas (discretas) sobre mi.
Se fueron hacia la habitación de mi hijo, al rato salieron y se fueron.
Me quedé algo pensativa por la mirada y la actitud de mi hijo luego de ello pero luego no le di más importancia.
Cuando me quedé sola, me cambié de ropa y me quité el cachetero para solo ponerme un pantalón de pijama algo apretado. Siempre dormía así. Y me fui a mi habitación a esperar a que llegue mi hijo. Mi hija, estaba pasando su fin de semana en una excursión con sus amigos.
Debo decir que ya en mi habitación empecé a recordar las miradas del chico aquél y cómo se acomodó su paquete… Me empecé a calentar y a tocarme. Sentí que me mojaba… Estaba a punto de empezar a jugar conmigo cuando escuché que mi hijo había vuelto. Subió las gradas y al momento golpeó mi puerta… «Ma, estás despierta?»….
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