Por
Anónimo
Un día de senderismo
Esto ocurrió ayer (mi día habitual de senderismo) Siempre voy sola, me levanto temprano, me baño y me cambio con ropa cómoda pero de uso rudo, botas de escalar, pantalón tipo militar, una blusa ligera y una mochila con tres botellas de agua, bloqueador y un emparedado Subí la mochila a la camioneta y me despedí de mi perro, conduje hasta la montaña en la que suelo hacer mis caminatas, una vez allí me senté en una banca a comer mi comida a la sombra de un árbol Termine mi comida y comencé el ascenso, mi recorrido siempre, siempre es el mismo. Breve descripción: es un recorrido en el que inició en la base de la montaña subiendo poco a poco unos cien metros por el camino «turistico» digamos, una vez llegados a esos cien metros desde la base se presentan dos caminos marcados por un cartel grande entre ellos. El de la derecha te lleva a una especie de aserradero grande abandonado y lleno de vegetación (por eso es el sendero turístico por excelencia al que casi todos se dirigen. El de la izquierda te lleva a… la nada El camino se va perdiendo de vista progresivamente te vas adentrando en el sendero, pero allí yo tengo ese «secreto» que ya no es tan secreto Se trata de que al avanzar unos doscientos metros más de donde se termina de ver el sendero se encuentra un viejo y seco río el cual desciende desde la punta de la montaña, hasta la base. Diré que la montaña mide unos mil ochocientos metros de alto de los cuales solo mil se pueden subir sin necesidad de cables y arneses. Dicho esto puedo decir que me encontraba a unos trescientos metros de la base y comencé a subir por el río, unos treinta minutos de subida pasaron hasta que mi intestino comenzó a hablarme. Yo sólita entre el esfuerzo de escalar rocas y el calor sofocante de ayer le dije mentalmente a mi intestino no estés jodiendo ahora y empece a ignorarlo. Ya a unos setecientos metros de la base fue cuando el asunto se puso crítico, pues para aquellos que no sepan, estar escalando o haciendo senderismo te genera un importante esfuerzo en el abdomen. Esto me hizo tener unas ganas inmesas de hacer mis necesidades, así que saque mi botella de agua y me senté en una gran roca sobre el río seco. Me baje los pantalones y enrolle mi ropa interior, mi culo quedó al aire despegado de la roca y empecé mi momento intimo… hasta qje a unos metros escucho unas ramas romperse, mi corazon latio a mil por hora.
Despues pude ver que se trataba de dos señores que estaban siguiendo el rio, asi qje me calme, hasta que mi cerebro proceso que dos señores me habian visto el culo a unos metros de mi. No pude hacer mucho, ademas de que van con mi fetiche de ser vista, asi que solo tome el agua y limpie mi zona, me levante y segui con el recorrido normal, en fin, una anécdota de cagada Mañana iré allí de nuevo.


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