El dogo alemán   conclusión                           AutorMapmaker

Nunca pensé que asumiría tal hábito pero desde que espontáneamente entregue la  virginidad de mi culo al dogo alemán cambiaron todas mis tendencias sexuales  y todos mis deseos eróticos son resueltos por él;  me dedico de lleno a mi trabajo para que el tiempo se haga más corto;  para así poder llegar a mi apartamento y disfrutar de su compañía.

En el trayecto de la oficina a mi casa mi cerebro va recordando los placeres experimentados; mi esfínter se contrae mientras lucho contra erecciones notorias;  se me hace agua la boca como si me esperara el manjar más delicioso.

El dogo me espera tendido en el sofá; con mirada apacible me observa llegar; después de la sesión donde le entregué mi virginidad no demuestra ansiedad ni  se pone intenso quizás porque sabe que yo le pertenezco; que estoy disponible para él siempre; me sigue con la mirada mientras me dirijo a la recamara y regreso completamente desnudo para brindarle todo mi cuerpo.

Como les narraba, desnudo me coloco sobre la alfombra y el dogo alemán viene a mí con media verga fuera de la funda; empieza a lamerme el ojete sacándome gemidos de placer, me prepara para poseerme; escalofríos de deseos corren por mis nalgas extendiéndose por todo mi cuerpo que se prepara ansioso de ser poseído.

Mi esfínter se abre y se contrae rítmicamente mientras su lengua lo acaricia;  al notar que estoy lubricado,  trepa sobre mi espalda y  con certeros movimientos me entierra toda la verga en el culo  llenándomelo por completo;  siento un  delirio  fascinante al  sentir como crece  colmándome con toda su enorme dimensión para luego llenarme con su cálida esperma;  cuidadosamente se desmonta de mi trasero sin presionar para desacoplarse de mi culo.

Generalmente me echa un polvo al llegar a casa; dos antes de dormir y uno antes de acudir a mi oficina; los días libre pierdo la cuenta; a cada rato estamos culeando hasta quedar enganchados.

A veces mientras vemos la tv, se incorpora e introduce su hocico entre mis nalgas en clara señal de querer penetrarme; me arrodillo y apoyando mi torso sobre el sofá lo dejo cogerme a placer; me gusta ponerme en la orilla del sofá con las piernas abiertas mientras él me penetra frente a frente pero me percaté que al dogo no le agrada mucho esa pose ya que no puede poseerme como  a una perra así que no la practicamos mucho.

Así continuamos día tras día;  adoro a mi dogo, adoro su deliciosa verga; adoro la manera que me culea ; que me llena de leche y como me engancha con su verga haciendo que tenga eyaculaciones sin necesidad de pajearme; más  a veces me pongo a meditar que haré el día en que no esté;  mientras tanto sigo disfrutando de las abotonadas que me da y de las llenadas de esperma que colman mi culo.