LAS OTRAS Y EL GORDITO POR MAPMAKER
LAS OTRAS Y EL GORDITO POR MAPMAKER
Como dice el refrán “Pueblo chico, infierno grande”, la aventura de la matrona con el gordito corrió como reguero de pólvora levantando la curiosidad morbosa en las mujeres y la envidia mortal en los hombres y no era para menos, los aullidos que salían del hospedaje llamaron la atención de los moradores que fisgoneaban impacientes para ver quiénes era la autora de semejantes gritos.
En la mañana vieron salir a la vieja en compañía del gordo; esta caminaba avergonzada, renqueando debido a la culeada que le habían proporcionado además, muchos los vieron entrar a la pensión la noche anterior.
La noche siguiente pude distinguir desde mi sitio de vigilia la entrada del gordito con una mujer joven, voluptuosa; se notaba que no era una novata; gran culo, gruesas piernas, pechos erguidos y prominentes, bien proporcionada, gran estatura; se notaba que era de armas a tomar.
Tomó la iniciativa quedando desnuda en un santiamén, el triangulo completamente depilado mostraba el tatuaje de una mariposa con las alas abiertas; se sentó en el borde del lecho y apresuradamente le desabrochó el pantalón para satisfacer su incontrolable curiosidad; una expresión de asombro se dibujó en su rostro al descubrir el cipote que puso a aullar a su madame.
Erguido, grueso y curvado hacia arriba, glande cónico, alargado, cimbreante; estaba extasiada; los vi conversar, estaban negociando; se le acercó acunando la tremenda verga entremedio sus pechos iniciando una tremenda paja; al alcanzar su boca le daba unas chupadas al glande lubricándolo con su saliva; la tortura no duro mucho, el gordo se corrió llenándole la boca, la cara y las tetas de espesa leche.
Seguidamente, el gordo se tendió sobre el camastro y ella vino a él; montando sobre su pubis empezó a restregar su sexo a lo largo del grueso miembro; el clítoris se le hincho increíblemente; lo fue impregnando con sus jugos acercando más y más el glande a la abertura de su sexo; lo dejo que entrara poco a poco.
El gordo desesperado, la tomó por los muslos tratando de penetrarla más pero el peso de semejante mujer lo dominaba; empezó a cabalgarlo controlando la penetración; en algunos momentos el deseo la dominaba pero al sentir que la estaban rellenando más de lo acostumbrado tomaba nuevamente el control; la curvatura del miembro friccionaba sin piedad su punto “g” causándole múltiples orgasmos.
Trataba de disimularlos pero no podía; su mirada dominante se convertía en sumisa al sentirse sometida por aquel trozo de carne que le causaba tanto placer, trataba de contener sus gemidos y los espasmos de su cuerpo al recibir aquel dulce tormento en su vagina.
El gordo la hizo correr varias veces, pero no la podía dominar; las manos sobre su pecho lo frenaban; las flexibles piernas elevaban aquel culazo evitando que la penetrara toda pero algo se salió de lo planeado; para tratar de sentir más placer, cambió de posición cabalgando pero de manera inversa apoyando sus manos sobre los muslos del gordo y flexionado las piernas siguió dominando las penetraciones pero su cuerpo le pedía más.
Sin notarlo su panocha iba asimilando más y más la tremenda verga causándole orgasmos más placenteros; el gordo bajó su mano; empezó a pellizcarle el enorme clítoris; un gemido de lujuria reprimido brotó de su pecho al alcanzar un maravilloso orgasmo perdiendo el control por completo.
Se desvaneció de espaldas sobre él; el gordo varió la posición y colocándola de lado continuó culiandola sin dejar de castigarle el clítoris; ella continuaba aletargada gimiendo, disfrutando la verga que estaba a punto de desaparecer dentro de su panocha; el gordo sintió que la leche se le iba a salir la volteó completamente colocándola bajo su cuerpo; con violentos embates se la enterró hasta los testículos.
Se enardeció aún más, lujuriosamente entreabrió los cachetes del redondo culo descubriendo el ojete anegado de jugos y sin pensarlo dos veces le empujó el glande dentro del apretado orificio; un aullido salió de la garganta de la monumental hembra;
pataleó como un animal pero el peso del gordo sobre su espalda la dejo indefensa; el gordo seguía embistiéndola sin compasión.
Metió sus manos bajos sus axilas acoplando las manos tras la nuca de la hembra en una llave de lucha; la sometió por completo mientras le iba atiborrando de verga el recto; la tenía despatarrada arremetiendo con su enorme miembro su apretado culito; aulló hasta quedarse sin fuerzas; se rindió vencida; su cuerpo se relajo aceptando el ultimo centímetro de la descomunal tranca.
Poco a poco el dolor se convirtió en placer; comenzó a gemir disfrutando del enorme pene; este entraba y salía sin dificultad, completamente lubricado, sacándole orgasmos nunca imaginados; el gordo la soltó y ella fue elevando más el culo, presentándoselo para sentir más placer.
La dejó que se volteara y se abriera ante él; elevándole las piernas la sometió por ambos orificios llenándoselos de leche a placer; de dominadora paso a ser esclava; la colocó en poses increíbles haciendo que se corriera un sinnúmero de veces; así continuaron toda la noche mientras yo me pajeaba con cada posición que ellos adoptaban.
Me pasé todo el día durmiendo desvelado de tanta porno; la ultima noche que pasé allí, pude ver que llevó una joven indígena, no era gorda, era robusta, de carnes apretadas, sin un pelo en su el sexo regordete, culo redondo y duro; esa nunca se quejó, acepto la enorme tranca desde el principio, mamándosela, culeando por delante y por detrás, sólo la sentía emitir gemidos roncos cuando la sobrevenían los orgasmos; esa noche no hubo
aullidos, solo el traqueteo del camastro y gemidos de placer.
2 respuestas
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