Por

Anónimo

abril 26, 2015

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LA COMPAÑERITA MÁS GUAPA DE MI HIJA SE QUEDA A DOR

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Susan, mi hija, tiene dieciséis añitos. Me la he pajeado a su nombre unas cuarenta veces pero jamás me atrevería a violarla. Katy, su amiga, tiene quince y está casi tan rica como mi hija. No le caigo bien, mis piropos le desagradan y siempre me evita, especialmente desde el día que me pilló espiándola en el cuarto de mi hija, mientras se ponía el bañador: sus tetitas son pequeñitas y duritas y tiene un trasero redondito, no tan grande como el de mi hija pero sus piernas definitivamente son tan buenas como las de ella. Y su piel morena le da un plus� Trece chicas y ocho compañeros hicieron en nuestra casa su fiesta de fin de año. Y adivinen cuáles eran las dos más deseadas por todos esa noche. Por todos, yo incluido. Mi esposa Andrea y yo prohibimos el consumo de licor y estuvimos asomándonos a la cabaña, cada veinte minutos, para asegurarnos que la norma fuera respetada. La tercera vez que me correspondió ir, le dejé a mi hija el bolso convenido, con tequila, cerveza y whisky. El trato era clarísimo: Susan se aseguraría de que Katy se emborrachara y quedara durmiendo en la habitación de huéspedes. Yo me encargaría de que Andrea también se emborrachara en nuestra fiesta, para poder visitar a la amiguita de mi hija. Las cámaras escondidas dejaron evidencia de lo que posiblemente publique aquí, más adelante: ambas jovencitas engañaron a sus novios con dos de sus compañeros y la cogida que le dieron a mi hija me ha hecho dudar si algún día termine haciéndole lo mismo.

La noche de año nuevo llegó con un vestidito verde, escotado y ajustado tan corto que cuando se sentaba, sus compañeros se alborotaban y en el primer viaje de control que hice, dos de ellos estaban tomándole fotos a sus bragas.

-Hola, Katy. ¡Qué bueno que viniste!

Fingió una cortísima sonrisa, no respondió y se alejó yendo adonde varios conversaban. Eso me excitó más y cuando se volteó, fotografié el contorno de su trasero y fui a pajeármela al sanitario de la cabaña. A la una de la mañana empezaron a retirarse los chicos y dos de nuestros invitados, padres de una de las chicas. Al ver su rostro afectado por el licor, me miraron con un gesto de desaprobación y yo les devolví una seña de que ignoraba la situación. A las dos de la mañana se fue nuestro último invitado y en la cabaña quedaban Susan, Katy, sus dos cómplices de cogida y otra pareja, que no se había animado a coger. Le envié un mensaje de texto a mi hija, de que despidiera a los demás y le ofreciera la habitación de huéspedes a su deliciosa amiguita. Subí a Andrea en brazos y la dejé dormida con la ropa puesta; me trasladé al estudio y de la grabación de las cogidas de mi hija y sus tres amiguitos, imprimí una imagen en que su compañero tenía a Katy bien ensartada y ella, piernas bien abiertas al aire, rasguñaba su espalda mientras hacía un gesto de evidente satisfacción.

Unos minutos antes de las tres, me trasladé en bóxer a la habitación de huéspedes. La deliciosa amiga de mi hija yacía boca abajo, completamente vestida y con los zapatos puestos. Por la postura hacia su izquierda, su trasero sobresalía un poco más. Me quité el bóxer, encendí la luz de la lámpara y lentamente me acosté tras ella. Con mi mano izquierda, sobre el vestidito acaricié suavemente sus nalguitas. Ni se movió. Apreté su nalga izquierda y se alejó un poco, sin despertar. Entonces me le acerqué hasta poder restregar con mi pene su trasero y mi pierna izquierda rozaba la suya. Me puse a mil. En un momento dado, con un gesto de coquetería pero evidentemente dormida, se puso completamente boca abajo y abrió sus piernas, dejando su tanguita negra al descubierto. Metí mis manos y empecé a acariciar entre sus piernas, mientras la quinceañerita se movía con satisfacción, ignorando quién la estaba excitando. Cuando hice a quitar sus bragas, en un inicio opuso resistencia, me detuve y volví a insistir; esta vez permitió que lo hiciera, aún boca abajo. Apoyándome a los lados de su cinturita, me coloqué sobre ella y fui rozando mi pene humedecido en su deliciosa vaginita. Se movió con suavidad, participando entre su borrachera. Muy pronto dejé de contenerme y se la introduje de a una sin dudar. Ella dio un salto y aún clavada, me miró e intentó gritar. Sin sacar mi polla, presioné con mis caderas y mientras mi mano izquierda tapó su boca, con la derecha le alcancé la foto donde la tenían bien penetrada.

-Te prometo que seré breve, te haré gozar más que él y Alonso no sabrá nada. ¿Entendiste?

Dudó unos segundos, lanzó un suspiro de resignación y asintió con la cabeza.

-Buena chica. Te haré mía y te va a gustar. Te lo prometo, mi amor.

Volví a mi posición original y me puse a meter y sacar despacito, gozando cada roce mientras Katy se dejó caer y se quedó quieta, como una estatua sin disfrutar ni un poquito peor eso no me importó; el roce de sus nalguitas me encantaba, las miré y me puse a darle con todo, viendo como saltaban con cada empujón. Con mi mano derecha tomé su cabecita y la volteé para empezar a mordisquear y lamer su oreja y mejilla, jadeando como un perro mientras azotaba su vagina con fuerza, metiéndola cada vez más adentro. Cuando sentí que me venía, la saqué. Ella seguía acostada sin gesto alguno.

-No te preocupes, bebé: no te voy a fallar. Ya verás.

La puse boca arriba, me miró brevemente con gesto de censura, cerró sus lindos ojitos marrón y volteó hacia su derecha mientras yo alzaba sus muslos para abrirla bien y penetrarla de frente. Una exquisitez de piel y vaginita totalmente rasurada. Me apoyé entre sus brazos, mientras los míos sostenían sus deliciosas piernas y me puse a rozar sus vaginita.

-Siente qué delicia, mi amor. ¿Te gusta?

No dijo nada ni hizo gesto alguno. Solo esperaba a que yo terminara.

-¿No te gusta, mi amor?

Se la metí despacito y empecé a meterla y sacarla totalmente, suavemente y disfrutando al punto que yo temblaba de la excitación. Me entusiasmé y le di con todo, durísimo. Me puse como un salvaje, la cama sonaba tanto que pensé en cualquier momento llegaría alguien a ver qué pasaba.

-¿Te gusta, verdad?

Ni palabra, ni nada.

-¡Pues toma! ¡Toma, niña mala! ¡Toma! ¡Toma! ¡Toma! ¡Toma! ¡Toma! ¡Toma! ¡Toma Susan! ¡Toma!

Y por primera vez articuló palabra.

-¡Indecente!

Y escupió mi pecho haciendo el peor gesto de asco que he visto y volvió a cerrar sus ojitos. Lo juro que fue sin querer: pronuncié el nombre de mi hija inconscientemente. Lo juro. Cuando sentí que podría venirme, la saqué de nuevo y me recosté junto a ella, jadeando con mucha agitación.

-No hemos terminado, hijita. Papi no te abandonará, mi amor.

Continuó quieta y mirando hacia el otro lado. La tomé de las caderas y la puse boca abajo nuevamente.

-Anda, mi chiquita: ponte de cuatro paticas para tu papito.

Se resistió y entonces la forcé. Katy se dejó caer y sostuve sus piernitas con las mías, alcé sus caderas hasta colocar sus nalguitas a la altura de mi cadera. Tomé mi pene y se lo restregué.

-Por favor, por ahí no. Por favor.

Fue el único orificio que no penetró su amiguito.

-¿Cómo se te ocurre, bebé? Yo no dejaría a mi chiquita sin gozar esto. Prepárate, mi amor.

Apretó los dientes y las sábanas, cerrando sus ojos con fuerza, mientras yo colocaba mi polla en la entrada de su anito virgen. ¡Y se la metí de a una y arremetí con todo!

-¡Toma! ¡Toma! ¡Toma! ¡Toma! ¡Toma! ¡Toma! ¡Toma! ¡Toma! ¿Te gusta Susan? ¿Te gusta, hijita? ¡Yo sé que sí! ¡Toma! ¡Toma!

No duré ni cinco minutos. Cuando sentí que me venía, la saqué rápidamente con la intención de llenar su deliciosa boquita de labios carnosos. Pero francamente no me dio tiempo. El primer pringue fue sobre su muslo izquierdo, entonces tomé mi polla y bañé sus nalguitas, pajeando y sacudiendo hasta vaciarle todo lo que tenía. Finalmente se golpeé con mi pene y me con él a distribuir mi lechita en ambas nalgas. Delicia total. Me habría encantado que ella también lo gozara pero el solo hecho de haber imaginado a mi rica hijita, fue suficiente.

No dijo palabra. Se levantó y se bañó. Esperó que yo me retirara antes de salir. Tomé la foto y con un bolígrafo le escribí atrás que me perdonara; que nunca más volvería a molestarla con nada. Susan me dijo hoy que no le responde llamadas y durante esta semana, no ha podido contactarla de ninguna manera. No sé qué pasará entre ellas pero para que mi hija se calmara conmigo, le pasé una copia de su cogida. No sé. Quizás en algún momento se me ocurra alguna locura con ella. Ojalá.


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3 respuestas

  1. lobo_caliente

    muy buen relato ojala hagas una 2 parte

  2. nindery

    Cоmpré lencería sexу nuеvа. ¿Quiеrеs vеr? – http://analsex4.fun

  3. helenx

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