
Por
Anónimo
Con mi profesor de natación.
Soy Elda, 51 años, casada hace 30 años. Ojos azules, castañas, buen físico. Mantengo mi figura con alimentación saludable y gym. Hace seis meses por invitación de mi amiga Jessica me inscribí en un natatorio municipal en clases de agua gym y natación. Concurrimos los días martes y jueves. Las clases están a cargo de Raúl, profesor de natación. El es apuesto, 35 años, muy simpático. Casado hace cinco años. Las clases son interesantes, muy prácticas. Normalmente en mi turno somos diez. Hace dos meses Raúl comenzó a enseñarnos a nadar, ejercicios y estilos. También técnicas para manternos a flote. El la pileta todas lucimos malla enteriza y gorro. Cuando Raúl comenzó a ayudarme con el ejercicio de flotación, me sostenia en el agua, con sus brazos por debajo de mi cuerpo, indicándome el movimiento de brazos y piernas. Esto se repitió varias clases. Su asistencia a todas las alumnas para mejorar la técnica. Varias veces al ayudarme, sentí el roce de sus manos en mis pechos y abdomen sosteniendome desde abajo. Comencé a sentir una química especial conmigo, me deje llevar. Sus manos rozaban mis pezones y mi entrepierna por sobre el traje de baño. El se daba cuenta lo que producía en mi, ya que mis pezones se ponían duros. En el roce de mi cuerpo con el suyo pude percibir su miembro erecto. Las clases fueron pasando y cada vez más sus manos rozaban mis pechos y entrepierna, me excibaba y el lo percibía. Hace una semana al cambiar de postura, busqué su entrepierna y acaricié su pene, totalmente erecto. El extendió su ayuda y acaricio mi entrepierna, el notó que me estremecí. Terminamos la clase, nos dirigimos a las duchas todas las alumnas y Raúl a su Gabinete. Cómo todas las clases, nos ofreció ayudarnos con estiramientos y masajes antes de retirarnos. Le dije que necesitaba masajes. Pero mi pensamiento estaba en su pene duro que había tocado en la pileta. Me dijo que pasara después de la ducha. Hice tiempo, ingresé casi última a las duchas, mi vagina estaba húmeda con líquido seminal, el me había dejado muy excitada. Me higienice, un toque de perfume de Carolina Herrera. Arriba un top, sin corpiño. Y una micro tanga blanca. Una pollerita pantalón. Ya no quedaba nadie en las duchas, mi vagina me latía, tomé mi bolso y me dirigi al Gabinete de Raúl. Toqué la puerta, me pidió que pasara. También que cerrará con llave, allí los labios de mi vagina se mojaron. Me hizo acostar boca arriba en la camilla, me dijo «…yo se dónde te duele», levantó mi top, comenzó a besarme los pechos. Su mano derecha hurgaba jugando en mi vagina, yo gemía, el siguió con su lengua hasta abajo, me desnudó, abrió mis piernas y sentí su lengua moverse dentro de mi vagina, buscó mi clítoris y lo chupaba suavemente, eso provocó mi primer orgasmo. El había acomodado unas colchonetas en el piso. Me llevo en sus brazos. Me arrodille y bajé su malla, allí estaba mi trofeo, dura, gruesa, venosa. La bese con pasión, la recorrí con mis labios, Raúl gemía de placer. Muy excitada y atemorizada por el tamaño de su miembro, me recosté de espaldas, el se acostó arriba mio, me beso, nos chupamos las lenguas, el roce de su pene con los labios de mi vagina me hacía temblar. El comenzó a fregar su miembro en mi clítoris, lo ubicaba en la entrada de mi vagina. Allí pude percibir con certeza el acecho de su enorme miembro. No lo puedo negar, un escozor de miedo recorrió mi cuerpo, el comenzó con empujes superficiales de penetración, se dió cuenta que mi vagina era estrecha, había resistencia a la penetración. El estaba tan excitado como yo, siguió jugando con su pene en mi vagina, empujes y un vaiven que nos hacia gemir. Me dijo que me moviera hacia el, cuando lo hice, el dió un fuerte empujón, sentí que algo se me rompía, a la vez la vagina se me abría, y el pene me llegaba a lo más profundo. puso mis piernas sobre su hombro y me hizo ver las estrellas y las flores. A cada empellón mi vagina se estiraba, me dolía, me gustaba. Puso de cuatro y sentí aún más adentro su miembro, sus testículos golpeaban con lujuria mis labios vaginales. Sus manos, acariciaban mis pechos, pellizcaba mis pezones. El se tiró de espaldas y yo lo monte, el me tomo de la cintura, fueron tan profundas las penetraciones que me hicieron gritar. Nuevamente el me hizo acostar de espaldas, mis pies sobre sus hombros y sentí su miembro muy dentro mío. Me abrió bien, me penetró profundamente, dejó su pene muy dentro mio y sentí los chorros de su semen correr en mi interior. Yo lo acompañé con mi orgasmo, el dejó su pene dentro mío, hasta la última gota. Nos besamos exhaustos. El me dijo, llévate mi leche. Así lo hice. A pesar de mi edad, aún no he pasado por la menopausia, aun estoy con capacidad de engendrar. Mi calentura no me permitió pensar, me entregué, fui infiel. El acto sexual fue muy intenso… creo que podría tener consecuencias, pero no me arrepiento…
Una respuesta
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