Por

Anónimo

agosto 17, 2022

1365 Vistas

agosto 17, 2022

1365 Vistas

MI ESPOSA BIEN LO MERECE (3ª PARTE)

0
(0)

Y poco a poco sentamos las bases sobre cómo debían hacerse las cosas. Era como negociar un contrato: debe ser alto, educado, a poder ser con estudios superiores y aptitudes evidentemente mejores que las mías. Esto último no sería el problema más difícil de salvar. De eso estaba seguro.

Sin ponerlo en conocimiento, y conforme fue avanzando el tiempo, había ido entrando por diversas páginas de internet y al menos sabía lo que no interesaba. Eso es importante. Casi siempre es mejor tener claro lo que no quieres para acertar en lo que te interesa. Salidos, pajilleros, cazafotografías… No debía ser algo perfecto, está claro, pero al menos mantener un cierto «nivel». En el precioso coñito de mi necesitada esposa no podía entrar cualquiera.

Y así, de mutuo acuerdo, redactamos un breve texto en el que dejábamos claro aquello que buscábamos: buena presencia, educación, saber estar, discreción, soltero, edad similar y posible continuidad. Lo podrán imaginar. El aluvión de mensajes fue tremendo y el cribado fue importante. Tras una semana descartando candidatos coincidimos en un par de contactos. Ambos eran bien parecidos, no cometían faltas de ortografía (importante), eran solteros y parecían haber entendido la velocidad de nuestra situación: no queríamos prisas.

Tras pasarnos los números de teléfono se inició la charla mediante una conocida aplicación de mensajería instantánea. Ambos eran muy similares, de aspecto cuidado. Ella no decidía entre ambos, por lo que le deslicé que lo más apropiado sería citarnos (por separado) y ver qué tal se desarrollaban las cosas, sobre todo por nuestra parte ya que éramos nosotros los inexpertos en estas lides. Y la primera iba a llegar con Sergio (lo llamaremos así). 

Nos citamos para ese siguiente sábado, en la costa, cerca de nuestro domicilio. En un local amplio, con gran terraza, y quedamos en vernos sobre las 19:00 h. El horario había sido escogido por mi parte con cierta intencionalidad. Si advertía que la cosa iba bien se podía pasar de un «tomar algo» a la cena. Nada más, todos sabíamos desde el momento que se cerró el tema que nada iba a suceder a las primeras de cambio.

Con escrupulosa puntualidad llegó Sergio. Levanté la mano en forma de saludo y se acercó hasta nosotros. Tal y como habíamos intuido era como en las fotos intercambiadas: alto, cuidado y de aspecto agradable. Marta se mostró nerviosa. Supuse que era buena señal y que de entrada había sido de su agrado. Era gerente de una empresa de ámbito nacional, tiempo libre y gustos como el deporte, la lectura y viajar. Estaba soltero desde hacía un par de años (separado) y tenía 45. De entrada, todo ok.

Una vez se fue apagando el fuego de las presentaciones y charlas intrascendentes, la conversación fue derivando hacia aspectos más relevantes como los motivos que nos habían llevado hasta allí. Él quería conocer qué buscábamos exactamente en aquella relación. Tomé la palabra y con brevedad expuse (sin demasiados detalles) nuestro dilema. Era el momento más importante, ver cómo reaccionaba Sergio ante el caramelo que le puse delante porque se le puede llamar de muchas formas, pero en realidad le estaba explicando que la mujer que tenía enfrente se pasaba meses sin follar, era una hembra en celo y necesitaba ser embestida durante horas, de forma continuada, para que su coño volviera a relucir como antaño.

Se quedó algo pensativo, la miró, y habló para decirnos que por él no había problema, que naturalmente le encantaba el sexo, que le satisfacía dar placer durante horas, pero que no tenía prisa alguna y que podríamos adaptarnos a lo que mejor acordásemos entre los 3. Anotar que no habíamos intercambiado fotos de contenido sexual ni mucho menos, pero se le notaba como de reojo miraba la carita de mi esposa y le gustaba lo que veía.

Expuse la posibilidad de comer algo, aspecto que declinó cortésmente ya que tenía un compromiso familiar para la cena. Lamentó no poder quedarse y rodeando con su brazo la cintura de Marta estampó dos delicados besos muy cerca de la comisura de sus labios, estrechó mi mano y se despidió. Ella se sentó de nuevo, nerviosa y con la respiración algo agitada. Se había excitado con el momento y se le notaba. Algo azorada, se dirigió al aseo y volvió al cabo de unos minutos. Mientras, aproveché para ojear la carta, escogí un par de platos y un sendas copas de vino.

A la vuelta, confirmó mis presagios. Se había masturbado en el aseo para desfogarse. La situación la había excitado (y desarbolado) y no le quedó más remedio que tirar de dedos. Según me detalló se había corrido un par de veces. La cosa iba bien. Acabamos y salimos para casa. Llegamos y se dirigió a la ducha. Tenía demasiado calor, y no era por el clima obviamente. Salió del baño, la dejé caer en la cama y le comí el coño mojado para que se corriera varias veces. Emanaba flujos sin cesar, sus gemidos enlazaban un orgasmo tras otro, le metía un dedo, luego dos, acariciaba su año, seguía gritando una y otra vez.

Al acabar, tras contarle 5 agarrones de sábanas, deseaba polla, me agarró, se la metió en la boca, reconozco que estaba tremendamente excitado por la situación. Mi esposa en celo, con el coñito chorreando, necesitaba polla y ser empotrada por un semental durante horas y tenía en la boca un pene semifláccido, morcillón y que no le iba a durar 10 minutos antes de eyacular débilmente en sus labios. Quedó sobre mí torso tendida y le pregunté qué le atraía en ese momento:

– «Necesito follar, tengo el coño casi cerrado, cariño». 

Y no había más preguntas, señoría.

Tras la «sesión», ella se quedó en la cama y pasada la medianoche se durmió. Yo tenía la mente en ebullición, no paraba de darle vueltas. Imaginaba a Sergio follando a mi mujer, dándole duro, abriendo su coño dulzón y ella, como una perra en celo, siendo obediente y  recibiendo las embestidas de su nuevo macho. En eso se iluminó la pantalla del móvil. Era Sergio. Tras un breve saludo, me explicó (en confianza y entre hombres) que le había gustado mucho la cita, había estado muy a gusto y Marta le daba mucho morbo. Tras unos minutos, y en entendida discreción, me enviaba una foto de ese mismo instante en ropa interior. Sin gustarme los hombres, ni atracción alguna por mi parte, debía reconocer que confirmó el aspecto presentado en la cita, tenía un cuerpo cuidado, un torso marcado y un abultado calzoncillo como tarjeta de presentación.

Más en harina, me dejó caer que aunque tenía algún rollo esporádico  ahora llevaba bastante tiempo en secano y que debía tirar de «trabajo manual» para ir vaciando sus necesidades. Le expuse la situación en casa posterior a la cita y, guardadando el respeto, me dijo que le habría encantado follarle a mi esposa todos sus agujeros. La primera vez despacio hasta eyacular durante un buen rato y luego darle según ella necesitase, más duro o delicado. Tenía para toda una noche de «placer». Yo le expuse que ella andaba realmente desentrenada a lo que él me tranquilizó: una mujer necesita regar el jardín, y cuanto más riego recibe más grabde es el placer que obtiene y más entrega ofrece. Sus algo más de 20 cm harían el resto.

Continuará. 

¿Que te ha parecido este relato?

¡Haz clic en una estrella para puntuarlo!

Promedio de puntuación 0 / 5. Recuento de votos: 0

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este relato.

Una respuesta

  1. helenx

    Stop jerk off. I know a site where thousands of single girls are waiting to be fucked. Look at them: http://xnice.fun/rt

Deja un comentario

También te puede interesar

UN TATUAJE POR EL DÍA DE LOS ENAMORADOS (PARTE II)

buscotrans

18/02/2018

UN TATUAJE POR EL DÍA DE LOS ENAMORADOS (PARTE II)

ensabanados 1era parte

anonimo

12/05/2014

ensabanados 1era parte

Infiel con el viudo.

anonimo

17/01/2011

Infiel con el viudo.
Scroll al inicio