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Anónimo

junio 27, 2022

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Gotas Sofocantes de Amorts - Pt2 (H19) (M19)

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Continúo…

Bueno, pues terminé por pagar el cuarto de hotel y jalé a mi ojiverde hacia el elevador.

Mientras subíamos, obviamente le iba metiendo mano y le daba sus besotes de lengua.

La neta yo ya andaba chorreando baba cómo si de pulque se tratara.

Llegamos al cuarto, abrí con la tarjeta de éste, entramos y ooh, sorpresa! Rojo y negro por todos lados. Lo único que cambiaba eran las blancas persianas, pero de ahí en fuera era todo igual. Quién se lo imaginaría. Hasta el pendejo baño y la regadera eran lo mismo. En fin…

Ese habías sido un día caluroso, por lo que ambos traíamos sudor hasta en el sin esquinas. Yo, la neta, si me quería echar un baño y no porque no me guste ese sabor saladito en las féminas, sino que neta querías refrescarme antes de darle pa’ sus chicles a mi güerita chula.

 

Le pregunte -quieres que nos bañemos -. Ella aceptó.

Era la primera vez que la iba a ver completamente en su vestimenta de Eva y la neta si andaba un poquillo nervioso, pero el rifle ni así se me bajaba, creo qué incluso se me puso aún más duro que brazo de santo sin vela.

Nos desnudamos al mismo tiempo y ella se empezó a reír preguntando -Por qué andas así?- señalando la baba que le salía a mi cíclope (les juro que hasta escurría jaja).

Obviamente, cómo el caballero que soy, contesté -Es que éstas bien sabrotsa-, cosa que a ella le dió gracia y me dió un besito.

Yo con eso tuve para jalarla a la regadera. Adivinar cuál era la llave del agua caliente y meternos a darle vuelo a la hilacha.

Ya adentro, y con los cuerpos empapados, opté en chinga clavarle un beso de lengua mientras apretaba sus blancas y deliciosas nalgas.

Yo sentía que la reata me iba a explotar y con pedos podía respirar porque la pendeja agua chocaba en la cara de ella y entraba directo en mis fosas nasales. Pensé que igual y no iba a ser tan cómoda la experiencia, pero le seguí.

Ahí andábamos beso y beso y comencé a bajar de su boca a sus aureolas rosas y senos copa b. Ella comenzó a darme mis jaladas de macana y dolía un poco porque, lo mismo, el agua pasaba por mi mantecada y disolvía todo rastro de baba que salía de ella. -No hay pedo, aguanto-, pensé.

Seguí jugando con sus tetas y pezones. Dando mordidas leves y, mientras tanto, mi mano derecha apretaba una de sus nalguitas para ir bajando poco a poco a la fuente de sus mieles. Obviamente, le dí su rozón de Anubis en el camino.

Pues ahí me veían tragando más agua que chichi mientras, por detrás, jugaba con sus vulva. Subiendo, bajando y hasta zigzagueando. Cada que sentía que me iba a ahogar con tanta pendeja agua en mi boca, me detenía para subir y darle unos besitos de lengüita.

Así estuvimos unos instantes y yo ya quería darle hasta para llevar.

La tomé de la cintura y la hice dar media vuelta para pegarla contra la pared. Ella hizo su parte y paró sus deliciosas nalgas para que me sirviera a gusto.

Desde arriba veía el agua escurrir entre sus glúteos y nomás’ no me aguanté.

En menos de un segundo yo ya estaba hincado detrás de ella. Podía admirar en todo su esplendor ambas de sus cavidades escurriendo de agua y de sus jugos. -Ay’ te voy mija’-, exclamé.

Comencé a pasar mi lengua desde del botoncito de gomita de su vulva, ese que les hace enchinar la piel, hacia su cavidad más cercana.

De arriba para abajo y poco a poco comenzaba a surcar mi lengua por dentro y por los laterales de sus labios.

Seguramente estarán pensando -Uta’, que rico-, y si, si estaba rico el pedo de no ser porque, en cada lamida, me ahogaba peor que víctima del Titanic.

Entraban más litros de agua que de esas deliciosas mieles en mi garganta y a cada rato tenía que detenerme ya sea para escupir o tragar esa pendeja agua.

Hasta eso, aguanté machín y seguí lamiendo en su vulva cuál sediento perro para después comenzar a subir mi lengua y utilizarla de zacate en su nudito de globo.

Estaba más que dispuesto a dejarle rechinando de limpio.

Comencé a lamer en círculos en esa calientita cavidad y no saben cómo me encanta comer de ahí.

Pero qué creen?! Mjm….ahora los pendejos chorros de agua caían casi directamente en mis fosas nasales y cada cierto tiempo tenía que detenerme a tomar aire.

De nuevo, cómo buen espartano, no me abrí y seguí limpiando su siempresucio por un tiempo mientras le daba dedo en la parte arrugadita de una de sus paredes vaginales.

Ella gemía y un chingo! Eso me alentaba más a seguir talacheando.

En fin, no pude más con el agua y me tuve que levantar.

Me quedé un rato pegando mi reata entre sus nalgas para tomar aire.

Ella solita se puso de puntitas y yo rápidamente entendí la propuesta.

Tomé mi sable y poco a poco comencé a meterlo dentro de ella, muy poco a poco porque, de nuevo, esa pinche agua con olor a cloro se había llevado casi todos nuestros jugos ALV y no quería lastimarla.

Logré con éxito la misión y ya estaba dentro de ella.

Comencé a bombear, ella seguía pegada contra la pared y yo no podía creer lo rico que se movían cuál gelatinas esas jugosas nalgas cada que mi pubis golpeaba contra ellas.

Mientras bombeaba con mi manguera, a ella le daba sus buenas nalgadas y desde la primera de ésta, ya se le ponían tan rojas como mi casco alemán.

Rico? Sí, la neta estaba rico, pero no había forma de mantener el rostro en ninguna posición.

Si miraba hacia arriba la pinche regadera no me dejaba respirar, y si miraba hacia abajo, toda el agua resbalaba desde mi cabello hacia los ojos y el pinche cloro en ella los hacia arder peor que cuando tienes que expulsar los tacos con habanero que te desayunaste.

Aún así seguí con la misión y continúe bombeando más y más rápido y fuerte.

Ella gemía y me decía -Así, así, sigue, así- y quién era yo para decirle que no a esa hermosa chaparrita.

Era tanta la calentura que me provocaban sus gemidos que decidí, mientras seguía bombeando, bajar una mano por el frente de ella y comenzar a jugar con su botoncito de gomita.

Eso, a ella, le calentó bien cabrón y empezó a soltar gritos cortos y casi ahogados.

Yo seguía de adentro para afuera y jugando con su cacahuatito.

Ella comenzó poco a poco a gemir más y más rápido hasta que soltó esos gemidos entrecortados y mi reata empiezo a ser comprimida fuertemente dentro de ella.

La neta sus contracciones dolían hasta los huevos, pero ni madres que me iba a rajar. Nomás’ no me salí de ahí por mis huevotes.

Ella siguió con su orgasmo y yo la neta ya no quería seguir ahí porque nomás’ no podía ver para ningún lado porque el cloro del agua ya me había dejado ciego para ese punto.

De hecho no lo pensé tanto y decidí seguirle dando para al menos deslecharme y tener algo bueno pa’ contar.

Ella terminó su orgasmo y yo continúe bombeando, con todo y el dolor que me habían provocado sus contracciones.

Estuve así, de adentro para afuera y dando nalgadas en lo poco que alcanzaba a ver (jaja) de su culish por lo que fueron unos 7 minutos más.

Poco a poco me empezaron a temblar las piernitas y sabía que ya venían mis chamacos a conocer el mundo exterior.

Le avisé que ya me iba a venir y ella automáticamente comenzó a pegarse más hacia a mi y a mover sus jugosas nalgas en mi pubis.

Pasaron unos segundos más y MADRES!!! Comencé a sentir cómo salían disparados mis chavos dentro de ella.

Obviamente ella lo sintió y empezó a gemir.

Yo nada más sentía mis patitas temblar cómo lombrices mientras me venía jajaja.

Terminé de venirme y ella se seguía moviendo en mi miembro.

Yo sentía que me habían sacado la leche de hasta dos años en el futuro.

Andaba jadeando y sudando.

Ella detuvo su movimiento y poco a poco comencé a salir de su jugosa cavidad.

Mis chamacos en chinga se salieron de ella y yo nada más lloraba por verlos irse nadando a su destino, la coladera.

Obviamente no lloré jajaja.

En fin, terminé por cerrar la pinche regadera que ya me tenía hasta la madre con su pendeja agua con más cloro que la chingada y nos quedamos ahí un rato con besitos y abrazos.

Todavía nos echamos otros dos palos, pero ya en la cama (si quieren saber de esos, me avisan).

Algo aprendí de ésto y es que en la imaginación, hacerlo dentro de la regadera se escucha de lo más cachondos, pero la realidad es que es bien pendejamente incómodo.

En fin, amiguitos y amiguitas. Ese fue el cuento de cómo casi fuí a conocer a San Pedro con causa de asfixia por inmersión jaja (bromi).

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Besitos en la nuca, mis niñes! â�¤ï¸�

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Una respuesta

  1. helenx

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