Por

Anónimo

abril 25, 2020

5169 Vistas

abril 25, 2020

5169 Vistas

Piso mixto

0
(0)

Tradicionalmente, siempre se ha dado por hecho que había pisos de estudiantes de chicos y pisos de estudiantes de chicas, y que los pisos mixtos eran absolutamente inapropiados. Naturalmente, eso sería así quizá en el siglo pasado, pero los tiempos cambian, afortunadamente. Al fin y al cabo, ¿qué más daba si una chica se iba a vivir con un par de chicos? ¿Acaso es que tenía que pasar algo? Cuanto más lo pensaba, más me parecían meras chorradas retrógradas y arcaicas. Además, mi novio estaba de acuerdo conmigo: los tiempos cambian y con veinte años ya somos todos personas adultas. Me apoyó totalmente cuando le sugerí la idea de irme a vivir con dos tíos, sin dudar ni por un segundo que no pasaría nada.

 

Dicho esto, también es cierto que ante la duda siempre preferiría un piso de chicas antes que uno de chicos, pero es que el piso que más me interesaba era de chicos… En primer lugar, la localización era ideal: estaba cerca de la universidad, con parada de metro, y con supermercados a la vuelta de la esquina. Además tenía un gimnasio bastante bueno en la misma calle y un parque a menos de tres minutos. Si lo juzgamos por las prestaciones del piso en sí, también increíble: totalmente amueblado, una tele que te cagas, habitaciones grandes, terraza… y todo de construcción reciente… Y por último, la guinda del pastel: ¡el piso era baratísimo! Poco más de la mitad de otros pisos con peor pinta de la misma zona. Aunque es cierto que parecía demasiado bueno para ser verdad, acabé concertando una cita con los dos chicos que vivían allí, unos tales Tony y Raúl. No especificaban que buscasen a otro chico, así que supuse que no les importaría que yo fuese mujer.

 

Quedamos en una cafetería de al lado de la universidad. Intentando causar buena impresión, me puse bastante guapa: era verano, a falta de una semana para empezar el curso, así que iba más bien ligera de ropa, con minifalda y tirantes para aguantar bien el calor. Y además, estaba bastante mona, sin ánimo de parecer una creída.

 

Cuando llegué, los dos chavales me hicieron una indicación con la mano. Estaban sentados a sus anchas en la terraza. Me reconocieron porque les dije que era una chica pelirroja, y eso, unido a que estaba bastante despistada oteando las mesas de la cafetería, fue indicación suficiente.

—Hola chicos… Tony y Raúl, ¿no?

Al principio ambos se quedaron un poco embobados mirándome, como alelados. Supongo que serían un poco tímidos también. Finalmente, uno de los dos se levantó para saludar.

—Sí… ¿tú eras Estefanía, verdad? Yo soy Raúl, encantado —su voz era bastante rasgada y carajillera. Llevaba gafas de sol, pero aun así pude ver cómo me pasaba el escáner de arriba a abajo. Se las quitó con sus enormes manos y me dio dos besos. Tenía los ojos verdes. Por lo demás, tenía un aspecto un tanto fiero, con la cabeza rapada y la nariz partida. También tenía lo que se conoce como «orejas de coliflor», que es algo que desarrollan muchos luchadores profesionales. El típico hombre que si te lo cruzas sola a las tantas de la madrugada te da un infarto. Pero a la luz del sol, parecía bastante simpático. ¿Y por qué no decirlo…? También bastante atractivo.

A continuación se levantó Tony.

—Encantado, Estefanía. Yo Tony —su voz era grave y profunda, como los locutores de radio. Físicamente era grandote y musculado, y vestía con ropa muy ajustada que marcaba muy bien su definida musculatura. Parecía el típico chico «de gimnasio», con su corte de pelo reciente y con degradado y con un pendiente brillante en la oreja izquierda. En cierta manera me recordaba a un tronista del programa de Mujeres y Hombres, y aunque delante de mi novio o mis amigas siempre afirmaré que ese tipo de tío me da un poco de repelús, la verdad es que había que reconocer que el muchacho estaba bastante bien.

Me senté algo cortada en la silla que quedaba libre y pedí un café. Los dos chicos se sonreían entre sí, supongo que también algo cortados, sin saber qué decir. Empezaba a crearse un silencio bastante incómodo… Al final fue Tony el que rompió el hielo.

—Y dime, Estefanía… ¿qué nos cuentas de ti? No sé, por conocernos un poco y eso…

—Bueno, eh… pues tengo diecinueve y voy a hacer el segundo año de fisioterapia…, ¿qué estudiáis vosotros?

—Oh… fisioterapia… —dijo Raúl con una sonrisilla—. Entonces darás buenos masajes, ¿no?

—Jeje, sí… —sonreí. La verdad es que no me sentó muy bien el comentario. Los fisioterapeutas no éramos meros masajistas, pero no le quise afear el comentario porque supongo que iba sin mala intención.

—Pues si acabamos viviendo juntos no estaría mal algún masajito de vez en cuando, ¿no? —dijo Tony, continuando con la broma de su compañero—. Es broma —añadió al ver que sonreía algo incómoda.

—Bueno, bueno… Eso de que es broma… Si cuela, cuela —respondió Raúl, con tono guasón. Los tres nos reímos.

—Y bueno… soltera supongo, ¿no? —dijo Tony.

—No, no… Tengo novio, de hecho —ambos chicos fruncieron el ceño, visiblemente confundidos. Parecía que les acababa de decir que era terraplanista o algo así.

—¿Novio? —dijo Raúl.

Yo estaba algo avergonzada sin saber muy bien por qué. Me sentí un poco ridícula.

—Eh… sí. ¿Qué… qué pasa?

—¿Y le parece bien que te vayas a vivir con dos tíos? —siguió Raúl sin cortarse un pelo.

Yo no sabía muy bien cómo responder a ese comentario.

—No le parece mal. ¿Qué más da? —respondí a la defensiva.

Ambos chicos se lanzaron miradas irónicas. Parecían bastante compenetrados.

—Ah, no, nada. Es simplemente que yo no dejaría que mi piba, si la tuviera, se fuera a vivir con dos tíos desconocidos.

Aquel comentario machista no me sorprendió mucho, ya lo había escuchado antes. Antes de que respondiera, intervino Tony, algo molesto, tocándose distraídamente su pendiente.

—¿Y piensa venir muy a menudo por el piso tu novio?

—Eh… No sé, supongo… —mi idea era que estuviese allí siempre que pudiese. De hecho, ese era otro motivo por el que el piso me interesaba tanto: estaba cerca del de mi novio. Sin embargo, imaginé que aquello pondría en peligro instalarme allí, así que decidí mentir un poco—. Pero tiene muchas cosas que hacer y él vive en la zona norte… Así que no creo que venga mucho, la verdad. Y yo también voy a estar liada este año, así que…

—Vale, está bien… Es que no queremos que a nuestro piso venga mucha gente desconocida, ¿entiendes? Es decir, si algún día haces una fiesta con tus amigas o lo que sea, sin problema, pero me refiero a lo típico de que se plante aquí a comer todos los días, o a dormir, etc. ¿Entiendes, no?

—Claro, totalmente —respondí. La forma tan brusca en la que lo dijo no invitaba a negociar mucho, y tampoco quería enrocarme por ese tema y poner en peligro el acuerdo. Sin embargo, aunque me gustaba estar allí con aquellos dos chicos tan atractivos, la conversación estaba tomando un rumbo que era francamente horrible.

—Además —continuó—, nosotros nunca hemos vivido con tías, y estamos acostumbrados a tener un rollo más «de tíos», no sé si me entiendes…

Yo me hice un poco la tonta. Claro que lo entendía, pero quería dejar en evidencia esa visión tan machista e infantil. Un «rollo de tíos»… lo que hay que oír. En pleno siglo XXI…

—¿A qué te refieres?

—Pues que nos mola estar en el salón con nuestros porros y nuestros litros, viendo el fútbol o la UFC y eso. Además, de vez en cuando nos subiremos a alguna tía, y luego está el tema de que no nos gustaría tener el baño ocupado siempre… Es decir, ese tipo de cosas.

—¿El baño ocupado siempre? —pregunté atónita y ofendida.

—Sí, ya sabes —continuó Tony sin inmutarse un pelo—. Las tías siempre estáis ocupando el baño… que si depilarse, maquillarse, peinarse… Esperamos que el baño esté más o menos siempre operativo, ¿entiendes?

Yo estaba francamente sorprendida por la naturalidad que tenían en soltarme esas machiruladas. Si no me gustase tanto el piso, ya los habría mandado a la mierda.

—Está bien, yo no suelo tardar mucho, no os preocupéis por eso. Y lo de subir chicas… Bueno a mí no me importa, pero antes dijisteis que no queríais que viniese mi novio…

—Ya, claro, pero no es lo mismo —intervino ahora Raúl—. Las chorbas que suben con nosotros entran y se van a la mañana siguiente… Nos referimos a hacer vida de parejita y todo eso… Eso no.

Yo no sabía qué hacer ni qué decir. Estaba a punto de levantarme algo indignada cuando Tony volvió a intervenir, algo más conciliador.

—A ver, que no te preocupes, que algún día podrá venirse tu novio… Nos referimos a que no sea algo habitual. Nosotros tampoco es que nos estemos subiendo tías todos los días ni nada de eso.

—Lo importante es respetarnos y tener un rollo que sea más o menos compatible, ya sabes —dijo Raúl—. Si por ejemplo tú eres más estudiosa y quieres tranquilidad… Quizá no sea buena idea que compartamos piso, somos bastante animados, jeje. Aunque siempre puedes irte a la biblioteca. Nosotros vamos de frente para que luego no haya malentendidos, ¿entiendes? No queremos tener que buscarnos otro compañero a mitad de curso, que eso es un coñazo.

—Claro, es comprensible, yo en principio también puedo ser bastante enrollada, y si luego necesito estudiar no tengo problema en irme a la biblioteca… total, está aquí al lado. Por ahí no hay ningún problema.

—Perfecto —dijo Tony, sonriendo—. Así que enrollada, ¿eh? Pero quizá a tu novio no le mole si te vienes de fiesta con nosotros o liamos alguna en el piso, ¿no? A ver si se enfada o se pone celoso…

—A ver… Mi novio no es mi dueño, ¿vale? Nos respetamos y confiamos el uno en el otro. No haría nada que debiera preocuparle.

Raúl se rio por lo bajo y vi como Tony le daba una patada disimuladamente por debajo de la mesa. ¡Hombres! ¿En qué estarían pensando? ¿En que era una guarra hipócrita o algo de eso?

—Eso está muy bien… Bueno, otra cosa —dijo Tony cambiando rápidamente de tema—. El tema de la limpieza… ¿cómo lo ves?

—¿Cómo que cómo lo veo? Pues nos repartimos la limpieza y listo, ¿no?

—Ya… Nosotros es que no nos va mucho limpiar. El año pasado teníamos una mujer que venía por las tardes y le daba un repasillo a todo, pero ya que este año estás tú, a lo mejor no te importa…

—¿Disculpa? —le corté. Aquello ya era demasiado— No soy tu chacha. Limpiamos todo a partes iguales y listo. ¡Si no es para tanto!

Tony y Raúl se miraron.

—Nosotros no hemos limpiado en nuestra vida, Estefi —dijo Raúl. No me hizo ni puta gracia que me llamase «Estefi», y menos cuando ya empezaba a mosquearme—. Y no pensábamos empezar ahora. De todas formas, si no quieres limpiar tú, que es comprensible, pues nos buscamos otra mujer, sin problema.

—¿Y no sois ya mayorcitos para aprender? —pregunté. Vaya par de machirulos inútiles tenía delante.

Raúl volvió a reírse por lo bajo y Tony se llevó la mano a la cara.

—A ver… —dijo Tony despacito, como si estuviera tratando con un niño pequeño—Es decir, no sé… No sé cómo explicarme… Quizá sea un poco políticamente incorrecto a día de hoy… El caso es que no vamos a limpiar ni a cocinar ni nada de eso, eso es más algo… pues de tías, ¿entiendes? Vamos, no sé, es que no entiendo qué quieres decir…

Raúl ya no podía disimular más y empezó a descojonarse.

—Entiendo que tú tienes una mente como más… progre, ¿no? Más moderna —siguió Tony—. En ese caso quizá nuestros estilos de vida sean demasiado distintos. No pasa nada, ha sido un placer la charla y tal, pero no creo que te interese vivir con nosotros.

Yo estaba indignada y estuve a punto de levantarme y dejarlos allí, pero me volví a contener. Quizá no fuese para tanto pagar una chica de la limpieza entre los tres. Que ellos fuesen así de machistas y cavernícolas en el fondo tampoco me importaba mucho; yo iría a mi bola y se acabó. Al menos quería ver el piso y ya entonces decidir si merecía o no la pena. En las fotos parecía cojonudo, pero quizá me llevara una decepción.

—De acuerdo, mira, como digáis. ¿Vamos a ver ya el piso? —dije intentando disimular mi disgusto.

—Si claro, vamos para allá.

 

Pagamos la cuenta y fuimos para el piso. Estaba literalmente a la vuelta de la esquina, a unos treinta metros. Entramos en el bloque y me encontré un recibidor con solería de mármol, limpio y reluciente. Aquello era muy distinto a la urbanización ruinosa y mal situada en la que había vivido hasta el momento, en donde las zonas comunes estaban asquerosas. Nos subimos en un ascensor, que era limpio y de última generación, con grandes espejos y buena iluminación, y muy silencioso. Recorrimos el pasillo hasta llegar al piso. Tony sacó las llaves y abrió la puerta, que parecía tener un sistema de cerrojos bastante pesado. Cuando entramos, no pude disimular mi cara de sorpresa: aquello era mucho mejor de lo que esperaba. Si en las fotos parecía simplemente “amplio y moderno”, ahora parecía enorme, majestuoso y de diseño. Una vuelta por todo el piso confirmó esa primera impresión: ese piso no se me podía escapar. Ni en mi casa había vivido a ese nivel. ¡Qué coño! Si parecía un piso sacado de una revista de famosos… Y no solo eso. Algo que no ponía en el anuncio es que la urbanización tenía hasta piscina… ¡Y el baño tenía jacuzzi! ¿Qué más secretos se habían callado esos dos?

—Bueno, ¿qué te ha parecido? —preguntó Raúl tras el tour.

—La verdad es que está genial —dije ilusionada, sin poder disimular mi emoción—. Creo que me quedo. ¿Cuándo firmamos?

—Oh… Eh… No tan rápido —dijo Tony con seriedad, reventando la burbuja en la que me había subido—. Tenemos más gente interesada… De hecho, ahora después hemos quedado con otro chaval, y mañana tenemos tres más. Tenemos que hablar con todos y eso…

—Oh, claro, entiendo… —respondí, cortadísima. Me había emocionado demasiado pronto.

—Aunque bueno, si te interesa mucho… ¿Qué nos ofreces? —preguntó Raúl, cruzándose de brazos y mirándome con seriedad.

—¿Que qué os ofrezco? —dije, de nuevo sorprendida— Pues pagar lo que corresponda de alquiler y punto. Que además, ya estaba en el anuncio…

—No… Ya, pero digo aparte de eso —insistió Raúl.

—Oh… Bueno, supongo que… a ver, si eso podría limpiar yo de vez en cuando las zonas comunes… Pero ya cada cuarto se lo averigua cada uno, ¿eh?

—Bueno, mira, ya te llamamos si eso, ¿de acuerdo? —dijo Tony dirigiéndose a la puerta, bastante cortante— Ha sido un placer, Estefi.

—¡No! Esperad… ¿qué queréis? Es que no sé a qué os referís. ¿No queríais que limpiara?

Tony se volvió.

—A ver… —me miró de arriba a abajo mientras se pasaba un dedo por el mentón, pensativo—. La verdad es que estás muy buena y me has gustado bastante. Si te vienes a vivir aquí con nosotros… ¿estarías dispuesta a ser cariñosa de vez en cuando?

Aquello tenía que ser una broma. Me quedé boquiabierta y no respondí durante unos segundos. Los dos chicos me observaban expectantes.

—¿C-cómo…?

—Ya sabes, chica, que hay que explicártelo todo… —dijo Raúl con impaciencia—. Somos hombres, tú una mujer… Esto se explica en la primaria, ¿eh?

—¿No te interesa, no? Okey, es comprensible. Ya te llamamos, ¿vale? —dijo Tony volviendo hacia la puerta.

—¡Joder! ¡Espera! —exclamé. Estaba nerviosa y confusa, incluso un poco mareada. Y la verdad es que aquellos dos caraduras empezaban a ponerme un poco cachonda con sus insinuaciones tan poco discretas—. ¡Pero tengo novio!

—Ya, bueno, por nuestra parte él no tiene que enterarse. Oye mira, que no pasa nada, Estefi… —dijo Tony, ahora más comprensivo— Mira, si de verdad te interesa el piso podemos hacer un trato. Tú mientras vivas en esta casa eres cariñosa con nosotros y a cambio no pagas ni alquiler, ni facturas, ni nada, ¿te parece? Es decir, el piso es mío y el dinero me sobra. Así a lo mejor te sientes mejor. Y a ver, nosotros tampoco estamos nada mal, ¿no?

Yo no sabía qué decir. Ese pisazo gratis parecía una broma, y la idea de no tener que pagar a cambio de simplemente follar con dos chulazos no parecía muy descabellada. Yo era joven, y tenía que aprovechar las oportunidades que se me presentaran. Y si de paso me daba una alegría al cuerpo, ¿pues por qué no?

—Pero… qué tendré que hacer…

—Joder chica —dijo Raúl. Parecía un poco más impaciente que su compañero—. Pues no sé, lo que nos apetezca en cada momento. Eso sí, a nosotros los condones no nos gustan, espero que tomes la píldora o lo que coño sea que tomáis las tías.

—¡Pero no tenéis derecho a pedirme esto! ¡No soy una puta! —respondí, indignada. Más que nada por intentar conservar un poco de dignidad. Una cosa es que me hablasen de «ser cariñosa» y otra muy distinta que hablasen de follarme a pelo “como les apeteciese en cada momento” como si tal cosa.

—Ah claro —dijo Tony, algo molesto ahora—. Entonces esperas que te dejemos vivir con nosotros por la cara bonita, ¿es eso? Joder, cómo sois las tías, os creéis que todo se os debe, que sois las princesitas del cuento. Mira, no nos mola la idea de tener aquí a una tía buena y no poder ni catarla, y menos que te subas a novios o amigos o lo que sea a que te follen y nosotros a dos velas escuchando en nuestros cuartos, ¿entiendes? Esto es el siglo XXI, mona, despierta ya. Vamos de frente, te estamos diciendo lo que hay para que no haya ni un solo puto malentendido y podamos tener un curso en condiciones. Y si no te gusta, oye, pues perfecto, por eso te lo decimos ahora antes de firmar nada. Nosotros tenemos algo que te gusta y tú tienes algo que nos gusta… ¿podremos llegar a un acuerdo, o no? Y decídete rápido, que tenemos cosas que hacer.

Yo no sabía qué responder, la cabeza me daba vueltas y me sentía un poco presionada. Aunque más bien la presión me venía de mi orgullo…

—Pero… Pero…

—Pero qué —apremió Raúl, elevando la voz.

—Mi novio no se puede enterar de nada…

Tony se me acercó y me puso la mano en la cara, acariciándola con suavidad. Me empezaron a temblar un poco las piernas. Olía de maravilla y era muy alto.

—No te preocupes, cariño —dijo en un susurro con su voz grave que casi hizo que me derritiera por completo—. Será nuestro secretito… Si nosotros a las mujeres las tratamos fenomenal. Ya lo verás…

Yo me mordí un poco el labio de manera inconsciente. Tony me besó con delicadeza. Yo no me aparté.

—¿Eso es un sí? —me dijo, sonriente y cariñoso.

—S-sí… —respondí yo. La inundación que tenía entre las piernas hablaba por mí.

—¿Y a mí no me das ningún besito, pelirroja? —dijo Raúl, cogiéndome por la cintura con firmeza. Yo me caí en su pecho, que parecía de roca. Inmediatamente nos fundimos en un beso algo más húmedo e intenso que el otro, con bastante lengua. Raúl además me estrujó el culo con ganas, y al estrecharme noté un enorme bulto en su entrepierna.

—Bueno… Pues tú el piso ya lo has visto —dijo Tony, poniendo fin a mi beso con Raúl—. Ahora enséñanos a nosotros lo que tienes ahí debajo.

—Espera… ¿qué?

—Que te desnudes, guapita —dijo Tony con tono burlón, como si no fuese obvio lo que me había pedido—. Todavía no hemos firmado nada y queremos ver la mercancía. Que las tías siempre creáis falsas expectativas con los rellenos y todo eso…

Yo ignoré su enésima machistada y me quedé allí plantada sin saber si estaba de cachondeo o no. Parecía bastante en serio.

—¿No podemos echar las cortinas? Podrían vernos…

—Nada, no se ve nada, cariño. Ropa fuera, anda —dijo Raúl, otra vez con brusquedad.

Pese a que no me convencía mucho, me comencé a desnudar. Solté mi bolso en la mesa y me quité la falda, y luego los tirantes, quedándome en ropa interior. Mi sujetador no era «de relleno» como había insinuado Tony, y llevaba unas bonitas bragas culotte.

—No está mal —dijo Tony, tocándome el culo sin ningún reparo y mirándome las tetas—. Aunque me gustan más los tangas, Estefi. Cuando vayas por el piso te pones tanga, ¿vale?

—¿Cómo que cuando vaya por el piso…?

—A ver, es verano y hace calor. Nosotros iremos por aquí en calzoncillos y tal, y tú irás en tanga, ¿entiendes?

Raúl empezó también a tocarme el culo… Yo ya no sabía ni lo que estaba pasando a mi alrededor con el calentón que me habían puesto.

—Pero mi novio no se puede enterar…

—¡Joder! —exclamó Tony— ¿Qué pesadita estás con el novio, no? Déjalo ya, anda, que me cortas el rollo… Venga, bragas fuera, anda…

Mientras yo me bajaba las bragas, Raúl me desabrochó el sujetador con un hábil movimiento. Mis tetas quedaron al descubierto con un bamboleo. No eran gigantes pero tenían un tamaño bsatante considerable. En un abrir y cerrar de ojos estaba completamente desnuda delante de aquellos dos sinvergüenzas…

—¡Vaya! Pelirroja natural, ¿eh? —dijo Raúl con una sonrisilla mientras me miraba la entrepierna sin pudor y me pellizcaba suavemente un pezón.

Yo fui a tapármelo instintivamente con las manos, pero Tony mi apartó el brazo para verlo mejor.

—Es verdad, tiene el coñito pelirrojo… A ver, siéntate en el sofá y ábrete de piernas, anda.

¿Por qué estaba haciendo esto? Me estaban tratando como a ganado, como a una puta barata a la que fuesen a contratar… Y lo peor de todo, ¿por qué les estaba haciendo caso y por qué estaba deseando que me diesen más órdenes? ¿Por qué me estaba sentando en el sofá y abriéndome bien de piernas con una sonrisa pícara en mi cara?

Raúl fue el primero que se acercó y me tocó la apertura de mi coño. Así, sin pedir permiso, sin miramientos.

—Anda bro, esto está ya empapado… A ver… —dijo, mientras me hundía dos enormes y gruesos dedos con facilidad. Yo solté un suspiro de placer, más como un ronroneo.

Raúl sacó los dedos relucientes y empapados y se los llevó a la boca. A continuación, Tony me metió mano, buscando con dedos gentiles entre los pliegues de mi coño… Hasta que encontró mi clítoris.

—Oh… —empecé a agitarme de placer. Sus dedos eran suaves y hábiles, y sabían exactamente cómo hacerme estremecer.

—Esta perra está a punto, bro —observó Raúl, sacándose la polla. Yo me sorprendí de ver aquel pedazo de herramienta: era mucho más grande de lo que había sentido cuando lo besé.

—Ya veo, tío… A ver ahora qué sabes hacer tú —me dijo Tony, deteniendo sus tocamientos para también descubrirme su polla. Era un poco mayor que la de Raúl, pero quizá debido su mayor estatura. Aquellas dos enormes trancas apuntaban directamente a mi cara mientras me incorporaba, deseosa. Pero, en ese momento, sonó el teléfono.

—Joder, ¿quién coño es ahora? —dijo Tony, molesto, mientras yo me levantaba de un salto a mi bolso para coger mi teléfono.

—Es mi novio… —dije con una sonrisa nerviosa. Miré a los dos chicos como esperando instrucciones de si cogerlo o no.

—Anda, cógeselo. Pero ve poniéndote de rodillas —dijo Raúl. Aquello no me gustaba ni un pelo.

—¿Qué dices? ¡Que nos va a oír! —respondí. El teléfono seguía sonando.

—¡Cógelo que se corta! —apremió Raúl.

Yo descolgué el teléfono.

—¿Sí? Dime cariño.

—Oye cari… ¿qué tal va todo? Estás tardando mucho y no respondes a mis whatsapps… ¿has visto ya el piso?

—Eh… sí, lo he estado viendo… —respondí nerviosa. Raúl y Tony me hacían señas para que me pusiese de rodillas entre ellos. Obedecí sumisa.

—Bueno… ¿y qué te pareció? —seguía diciendo mi novio. Se estaba percatando de que algo pasaba.

—Oh… Está muy bien, voy a firmarlo… —respondí un poco distraída. Raúl y Tony me estaban acercando sus pollas a escasos centímetros de mi polla, visiblemente divertidos con la situación. Raúl intentaba contener la risa mientras hacía amagos de golpearme en la cara con su rabo.

—¡Eso es genial, amorcito! —seguía respondiendo mi novio. En ese momento, Tony me metía la polla en la boca y Raúl terminó por darme un par de golpecitos con su húmedo glande en mi mejilla—. Bueno, yo estoy bastante liado con lo de la tesis, pero no me podía concentrar pensando en ti…

Me saqué la polla de Tony de la boca para poder contestar, sin poder evitar hacer un poco de ruido de succión.

—Oh… yo tampoco puedo dejar de pensar en ti… —Raúl tuvo que alejarse un par de metros para descojonarse. Tony me cogía la mano que tenía libre y la dirigía a su rabo para que lo pajeara—. Bueno, hablamos ahora, ¿vale cariño? —no quería que la conversación se alargase mucho, naturalmente… Y también quería volver a centrar mi atención en aquellas pollas. Tony aprovechó inmediatamente para volver a meterme su miembro en la boca.

—Eh… ¿está todo bien? —la voz de mi novio parecía un poco quebrada. ¿Se habría dado cuenta de que estaba chupando pollas mientras hablaba con él?

Yo tuve que sacarme la polla de nuevo a toda prisa. Sin querer me atraganté un poco y tosí.

—Eh… ejem… sí, ejem… sí, todo bien. Es que estoy tomándome un café… Estamos esperando al casero para firmar el contrato, ya sabes.

—Ah… vale, ¿y son majos tus compañeros? ¿Qué te parecen?

Yo pajeaba a Tony a un palmo de mi cara.

—Son muy majos, sí. Un poco chulitos y eso, pero buena gente. Creo que me llevaré bien con ellos.

Raúl se estaba descojonando de nuevo, mordiendo un cojín del sofá para no hacer ruido. Tony se tapaba la boca para intentar aguantar la risa.

—¿Chulitos? ¿Y eso? —joder, este pesado nunca paraba de hablar…

—Oye, no tienes que seguir con tu tesis… No quiero distraerte y eso…

—Bueno cariño… Tienes razón. ¡Pero avísame cuando termines!, ¿vale?

—Sí, tranquilo, ahora te llamo cuando acabe —respondí. Tony y Raúl volvieron a contener la risa.

—¡Te quiero! —me dijo mi novio. ¿Y ahora cómo respondía a eso?

—Eh… Y yo a ti. Chao —dije rápidamente. Luego colgué. Tony y Raúl empezaron a descojonarse a pleno pulmón.

—¡Vaya pringao el colega! —exclamó Tony, a voces— ¡Jajaja qué pardillo!

—¡Oye! ¡No os burléis de él!

—Jaja vale, vale… Anda guapa, tú chupa ahí… Jajaja… eso es…

Ya sin distracciones, me afané en demostrarle de lo que era capaz. No es por presumir, pero se me da bastante bien chuparla. Con años de práctica con mi novio había aprendido a suprimir el reflejo de arcada, de manera que me metí su gran rabo hasta la campanilla. Sin embargo, aquella polla era considerablemente más grande que la de mi novio, por lo que la arcada vino de todas maneras… Raúl se puso al lado mío, demandando su parte, de manera que alterné mis cuidados con ambos. Mientras chupaba la polla de uno, pajeaba la del otro, e iba alternando con mimo. Con la mano que me sobraba me masturbaba el clítoris. No recordaba haber estado nunca así de cachonda… Tenía las manos pringadas de mi propio jugo. Los dos chicos sonreían y chocaban los cinco mientras disfrutaban del show. La verdad es que estaba siendo una de esas mamadas bastante pringosas… Estaba haciendo bastante ruido y varios hilos de babas y líquido preseminal se descolgaban de mi cara, derramándose en mi pecho.

Al cabo de un rato, Raúl me cogió de los pelos y me tiró hacia arriba, indicando que me levantase.

—Bueno… La chupas bastante bien… Estás hecha una artista… ¿Tomas la píldora o algo de eso, entonces?

—N-no… —respondí.

—Bueno, pues me corro en tu boca y listo —respondió Raúl, al tiempo que me agarraba de la mano y me guiaba al sofá.

Una vez allí, se sentó y me hizo una indicación para que montase encima de él.

—Vamos guapa, que vas a cabalgar un poquito…

Yo obedecí y me coloqué encima de él a horcajadas. Él me miraba con lascivia mientras se agarraba su polla y buscaba la entrada de mi coño. Estaba tan empapado que apenas hizo falta que empujase. Su tremendo rabo se abrió paso en mi interior sin esfuerzo, arrancándome un par de gemidos… Ya no había vuelta atrás, aquellos dos macarras iban a follarme ahí mismo… Era mi primera vez con dos hombres a la vez.

—Y a mí me dejas la puerta de atrás, ¿no, cabrón? —dijo Tony un poco mosqueado, al tiempo que Raúl me estrechaba con sus duros brazos y empezaba a taladrarme la entrepierna—. En fin… Iré a por la vaselina…

—Oh… E-eh… —gemía yo, confusa— ¡¿Por el culo…?!

—Hombre, no… Si te parece… ¡Pues claro! —dijo Tony mientras rebuscaba en un cajón.

—Oooh… Oh… P-pero… —apenas podía hablar con las taladradas de Raúl. Iba a correrme muy pronto si seguía así. Esa polla era enorme, alcanzaba sitios que mi novio jamás había alcanzado. ¿Sabes la sensación que tienes cuando te pica la espalda y no llegas, y luego coges un lápiz y te das de sobra, y te da un gusto que flipas? Era una sensación parecida. Mi novio jamás podría competir con aquellas mostruosidades.

—Ni peros ni peras, monina. Que yo quiero descargar los huevos también… Y así te vas acostumbrando… En este piso somos bastante follaculos…

Yo no me podía creer que mi primera vez por el culo fuese con dos tíos que acaba de conocer… Sin embargo, las embestidas que me estaba dando Raúl pronto hicieron que se me olvidase eso… Ya estaba a punto de correrme.

Justo en ese momento, sentí a Tony metiéndome los dedos por el culo, bien pringados de vaselina… Era una sensación muy extraña, nunca me había metido nada por ahí… Sin embargo, he de reconocer que me gustaba bastante. Sus dedos entraban y salían fácilmente con la lubricación, y pronto sentí cómo mi culo dilataba un poco con ese masaje. Me mordí los labios y entonces, pasó: mi cuerpo empezó a estremecerse de una manera violenta y espasmódica… Me estaba corriendo. Sin embargo, Raúl no detenía su taladrada. Parecía que quería derribar mi cérvix.

De pronto noté cómo el sofá se hundía un poco bajo el peso de Tony. Notaba su respiración en mi nuca y en mi oreja…

—Aquí va, zorrita… Vaya culito más bonito tienes, así rosita —me susurró al oído, al mismo tiempo que notaba su enorme glande abriéndose paso por mi ano, dilatándolo y estrechándolo lenta pero imparablemente. Pronto tenía más de un palmo de carne instalado en mi ojete—. Te va a costar andar después de esta…

Atrapada entre esos dos cabrones, siendo taladrada por delante y por detrás, me corrí como una condenada una vez más… perdí la noción de mis orgasmos y del tiempo. Solo sé que, al cabo de un buen rato, Tony empezó a gemir y a convulsionar detrás de mí expulsando copiosas cantidades de corrida en el interior de mi ano, vaciándose entero. Era una sensación extraña, pero sentía la espesa inundación en mi interior.

—Fuaaa… ¡Joder! ¡Vaya culito más estrecho tienes! —exclamó, mientras me sacaba la polla del culo, derramando un buen chorro de su lefa.

En ese momento, Raúl me cogió en brazos y me lanzó sobre el sofá casi sin esfuerzo. Sin dejar de masturbarse, acercó su rabo a mi cara. Estaba reluciente con el barniz de mi coño. ¿No iría a correrse en mi cara? Nunca lo había hecho porque me daba un poco de asco y me parecía algo denigrante para la mujer… Pero en esas circunstancias, ni chisté. Incluso coloqué la cara un poco ladeada para facilitar que depositase su semen encima… Sin dudarlo, como algo a lo que sin duda estaba acostumbrado, aquél cabrón vació sus huevos sobre mi linda y pecosa cara. Un chorro, dos, tres… Enormes cantidades de lefa caliente y espesa se derramaron sobre mí. Mi novio no se corría tanto, parecía que había el triple de cantidad. Yo cerré los ojos pero sentí que tenía que tener la cara completamente cubierta.

—¡Jajaja! ¡Joder bro, cómo la has dejado! —exclamó Tony.

Raúl se apartó de mí, resoplando.

—¡Llegó el lechero! Jajaja, hubiese preferido correrme en su coño, pero se hace lo que se puede.

Ambos colegas chocaron los puños. Yo seguía en el sofá, con lefa en mi culo y en mi cara, completamente sudada y usada por aquellos dos. Estaba extenuada.

—Bueno cariño, parece que tienes un par de llamadas perdidas de tu churri… También unos cuantos mensajitos —dijo Tony, seguramente mirando mi móvil. Lo tenía sin ningún tipo de sistema de bloqueo.

—¡No lo leas! —dije a ciegas, sin poder abrir los ojos a causa de la corrida. Me levanté a tientas, intentando quitarme con los dedos la corrida que me había dejado Raúl.

—No, no, tranquila —dijo Tony con un tono que no me inspiró nada de confianza.

—Anda mira, por aquí —fue el mismo Raúl el que me guio al baño para limpiarme un poco.

Me di una ducha completa lo más rápido que pude. Al salir, los dos colegas estaban espatarrados en el sofá, ya vestidos, y fumándose un porro.

—Tu churri dice que te echa de menos… Oh… Qué tierno. Le he dicho que estabas ocupada conociendo a tus nuevos compis de piso. «Compi» es una palabra que decís mucho las tías, ¿no? ¿Tú la dices?

—¿Qué? —pregunté indignada— ¿Qué coño haces escribiendo en mi whatsapp?

Cogí mi móvil, que estaba sobre la mesa, y lo abrí corriendo:

 

«Mi Churri: Cariii te echo mucho de menoooss. Por que tardas tanto???»

«Yo: Ay cielo es que estaba conociendo a mis nuevos compis de piso sorryyy luego te hablooo»

 

Aquellos cabrones habían imitado mi forma de escribir, se notaba que habían mirado mis mensajes anteriores… El «Ay cielo», el «sorryyy»… Parecía que lo había escrito yo. ¿Cómo se atrevían?

—Oye, esto no lo voy a permitir, no podéis meteros en mi móvil y mandar mensajes, tíos…

Tony se encogió de hombros, indiferente.

—¿Si no quieres que pase eso, por qué no le pones una contraseña o algo? Ten más cuidado, mujer… De todas formas, he añadido nuestros números personales…

Lo dijo con un extraño tonito… Asustada, miré mis chats y vi que había mandado una imagen a un tal «Tony piso» y a «Raul piso». La abrí y me encontré que eran varias imágenes… El muy cerdo había revisado en mi móvil y había encontrado unas fotos sexys que había enviado a mi novio un par de semanas atrás…

—¿Qué cojones, tío? ¡Borradlas, no son para vosotros!

—¿Qué más te da? —respondió Raúl indiferente tras darle una calada al porro— Si ya te hemos visto en pelotas en vivo y en directo y hasta te hemos follado, por delante y por detrás… No hay que tener vergüenza… Estamos en confianza, Estefi… Además, si se las mandas a tu novio, ¿por qué no a nosotros? Ahora somos compañeros, tenemos que tratarnos bien… Anda, tráenos unas cervecitas, sé buena chica.

Aun con el culo y el coño un poco escocidos por la tremenda follada que me acababa de llevar, me dirigí a la nevera a por un par de cervezas… La verdad es que no me importaba demasiado lo de las fotos, al fin y al cabo no se me veía la cara…

Cuando volví al salón, me tendieron un papel y un bolígrafo.

—Toma Estefi, para que lo firmes, es el contrato. Mientras te duchabas hemos añadido un par de cláusulas.

—¿Un par de cláusulas?

El contrato parecía el normal que se firma en todos los pisos. Sin embargo, más abajo y a mano, aquellos dos cabrones habían escrito lo siguiente: 

 

«Noveno: La inquilina Estefanía está exenta de pago del alquiler y del pago de facturas siempre que acepte mantener todo tipo de relaciones sexuales con los inquilinos Raúl y Antonio, además de limpiar las zonas comunes. También incluye masajes.

Décimo: La inquilina Estefanía se compromete a tomar la píldora para permitir que Raúl y Antonio se corran dentro de su coño.

Undécimo: El novio de la inquilina Estefanía solo puede subir al piso con la condición de que no puede follar con Estefanía, y si a los inquilinos Raúl y Antonio no les parece bien que esté, se tendrá que ir».

 

—Será una broma, ¿no? —les pregunté— ¿Qué es eso de limpiar zonas comunes? ¿Y cómo que no puedo follar con mi novio? ¿Y lo de la píldora?

—Son nuestras condiciones —dijo Tony—. Antes dijiste que limpiabas las zonas comunes. Y joder, a cambio no pagas ni un duro. Es lo que acordamos. ¿Lo tomas o lo dejas?

La verdad es que segundo era un año complicado, de manera que podría dar largas a mi novio poniendo de excusa que tenía mucho que estudiar. Y total, ya tenía a aquellos dos para que me diesen lo mío… Y lo de la píldora… Bueno, la verdad es que me ponía cachondísima dejar que aquellos dos se corriesen dentro, y así nos dejábamos de posibles sustos. Era cierto que era un buen trato.

—¿Pero es necesario que pongáis estas cosas por escrito? Joder, es que me dejáis aquí como una puta guarra… Que si permitir que os corráis dentro de mi coño, que si dar masajes…

—Son legalidades necesarias, para que luego no haya malentendidos —explicó Raúl solemnemente.

—Está bien… Pero lo guardáis bien y que nadie más lo lea, ¿de acuerdo?

—De acuerdo. O mira, mejor ponlo ahí como otra cláusula. Vamos a hacer las cosas bien.

—Vale.

Y añadí:

 

«Duodécimo. El contenido de este contrato no se podrá revelar a terceros y permanecerá como estricto secreto de los tres inquilinos involucrados»

 

—Nos parece perfecto —dijeron los dos, firmando debajo—. Ahora te toca a ti.

Con un poco de duda, pero a la vez excitada y divertida con esta chorrada del contrato, firmé esmeradamente. Ay, cuántas veces me arrepentiría de esto… Los dos cabronazos brindaron con sus cervezas.

—¡Muy bien, Estefi! Verás qué bien te lo vas a pasar con nosotros…

 

La verdad es que los que mejor se lo iban a pasar eran ellos…

¿Que te ha parecido este relato?

¡Haz clic en una estrella para puntuarlo!

Promedio de puntuación 0 / 5. Recuento de votos: 0

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este relato.

2 respuestas

  1. nindery

    Cоmpré lencería sexу nuеva. ¿Quieres ver? – http://analsex4.fun

  2. helenx

    Stop jerk off. I know a site where thousands of single girls are waiting to be fucked. Look at them: http://xnice.fun/rt

Deja un comentario

También te puede interesar

Yo no doy más.

anonimo

31/12/2019

Yo no doy más.

Jamas pensé que mi mujer aceptaria -6-

anonimo

20/11/2013

Jamas pensé que mi mujer aceptaria -6-

Mi esposa me fue infiel pero me exita

anonimo

15/08/2015

Mi esposa me fue infiel pero me exita
Scroll al inicio