LA SORPRESA                                       AUTOR:   MAPMAKER

 

Durante los años que vivió con ella le fue fiel, jamás le mintió y siempre cumplió con sus deberes como pareja hasta que un suceso cambio su vida por completo.

 

Su esposa, una mujer remilgada, altiva, que demostraba desprecio por las personas que según ella no estaban a su nivel.

Sólo vivía para la moda y los fitness; era pequeña y figura delgada.

 

Salió en un viaje programado por su empresa pero la fecha del vuelo estaba equivocada;

decidió  no llamar a la esposa para darle una sorpresa.

 

Bajó del taxi y sin hacer ruido entro a su casa;  estaba a oscuras, dejó el equipaje en la sala y se dirigió a la recamará en el piso superior; escucho ruidos extraños; rechinidos, quejidos, palabras soeces, sonidos que indicaban una discusión, un forcejeo.

 

Alarmado se acercó presto a intervenir más una frase elevada lo hizo detenerse: – Ahora métemela por el culo  !!!!!!  No lo podía creer.  Era la voz de su pareja   !!!!!!!!

Sigilosamente se acercó a la puerta entreabierta; la escena que se le presentó fue impactante.

 

Su esposa estaba cabalgando con ganas a un hombre latino mientras pedía a otro que la penetrara por detrás.

El miembro del hombre bajo ella entraba y salía de su vagina a un ritmo fantástico, los labios vulvares estaban ajustados a su enorme miembro y con cada penetración generaba jugos viscosos que se acumulaban en el pubis del hombre.

 

El otro tenía en su mano un enorme pene oscuro con un grosor y una rigidez poderosa, surcado de sobresalientes venas; se acomodó tras los redondos glúteos de la mujer, lo dirigió hacia el flujo cremoso embadurnándoselo para dirigirlo al palpitante orificio anal.

 

La mujer dejó de moverse acomodándose para la penetración; afianzó sus rodillas sobre el lecho conyugal mientras elevaba el rostro concentrándose en la inminente penetración.

La lubricada cabeza presionó  la entrada del fruncido ano que rítmicamente fue dilatándose para ir engullendo  gustosamente el inhiesto trozo de carne.

 

La mujer disfrutaba aquella penetración, su rostro transformado reflejaba un  deseo  increíble;  los ojos cerrados,  la boca entreabierta, jadeando, emitiendo gemidos de lujuria.

 

Prácticamente su diminuto cuerpo no se veía en medio de los dos energúmenos; sólo se veían los dos pistones entrando y saliendo le los cremosos orificios. El olor a sexo impregnaba el ambiente.

Los cuerpos giraban sobre la enorme cama matrimonial sin que lo órganos sexuales se desacoplaran; tanto la vagina como el orificio anal se adherían a los gruesos penes como ventosas sin permitirles que abandonaran su encierro.

 

El sudor se mezclaba con los flujos mojando cuerpos y  sabanas; causando ruidos de chapoteos al encontrarse los cuerpos desnudos empapados de sudor y fluidos sexuales.

El  desenfreno continuó;  los dos miembros entraban y salían de los orificios implacablemente extrayendo residuos cremosos a cada bombeada; los gemidos y  bufidos se mezclaban con los sonidos que generaban los choques de los cuerpos y los chirridos de la cama produciendo una sinfonía orgiástica.

 

Los tres explotaban en orgasmos fantásticos, la mujer convulsionando su cuerpo espasmódicamente mientras los hombres embestían sus orificios tratando de meterles sus vergas lo más profundo posible.

 

La fogosidad seguía latente; sólo de tomar un descanso, los miembros cambiaron de orificios; el latino penetró a la mujer por el culo y girando sus cuerpos quedó acoplado bajo ella dejándola expuesta al mulato; este se acomodó sobre ambos cuerpos penetrando a la mujer por la vagina y otra vez quedó empalada recibiendo verga por los dos orificios.

 

Estaba sombrado, jamás se imaginó a su esposa actuando de esa manera.

Allí estaba, transformada, los cuerpos brillantes de sudor, el olor a sexo impregnando la habitación mientras la orgía continuaba interminable.

 

Los movimientos continuaron, aumentando hasta convertirse en sacudidas frenéticas; los gemidos y bufidos se intensificaron a medida que  se acercaban al nivel orgásmico.

 

La lujuria culmino en convulsiones incontrolables; causando que se desplomaran exhaustos y temblorosos; el semen escapaba del ano y la vagina impregnando pubis, nalgas y muslos.

 

Silenciosamente se fue retirando; tantas oportunidades que tuvo con colegas, clientas y conocidas y siempre se negó.

Estaba en shock; bajo a la sala, tomó su equipaje y salió de la casa para tomar un taxi e irse a un hotel.