febrero 5, 2017

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El profe Alfonso y mi amigo Freddy me convirtieron en voyerista.

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Me llamo Julio y con mi amigo Freddy de la época de estudiantes de secundaria fue con quien inicie las indeclinables preferencias sexuales que hoy me acompañan y me definen.

Compartíamos todas las cosas y actividades que se pueden dar entre dos jóvenes estudiantes. Para todo andábamos juntos y por tanto casi no teníamos secretos. Cierto día, Alfonso, el profesor de religión, no pudo ir al colegio y pidió que los trabajos que teníamos que entregarle ese día los recogieran y se los llevaran a su casa. Freddy por vivir en el sector se comprometió a llevarlos y para lo cual contaba con mi compañía.  

 Al salir de la jornada nos encaminamos a la casa del profe intercambiando las opiniones que de él teníamos. Nos parecía muy buena persona, era amable y cordial en la forma en que trataba a los muchachos. Decíamos que eso era porque había estado en el seminario y por cosas que no sabíamos no se pudo ordenar como sacerdote. No pedíamos dejar de verlo como un seminarista infortunado a pesar de tener un cuerpo atlético y sólido,  de piel acanelada y con una leve sobra en su cara como barba. En el colegio todos lo apreciaban y se esmeraban por ser sus preferidos.  

 Tras tocar a su puerta nos abrió sin demora. Estaba en sudadera y en pinta descomplicada.   Amablemente agradeció nuestra molestia por lo que quiso atendernos con algún refresco mientras nos indicaba que nos acomodáramos en una pequeña sala.

 

– O prefieren algo mas fuertecito? – dijo como si se le hubiera encendido la mente.

La verdad es que por lo sorpresivo de la propuesta no se nos ocurrió que pedir.

– Como qué podría ser? – intervino Freddy

– Cerveza, whisky, vino, hasta aguardiente. Aunque sé que a ti te gusta el coñac. – repuso Alfonso

Me extrañó lo que le dijo a Freddy porque ni yo que he sido su más cercano amigo lo sabía.  Voltee a mirarlo y estaba sonrojado.

– Preferiría el vino. Mi experiencia con el licor es nula. dije

 Pronto estuvieron los tragos servidos, whisky para el profe, coñac para Freddy y el vino para mí. Brindamos como viejos amigos y entre conversaciones sobre infinidad de temas sin relación fue pasando el tiempo. Fueron suficientes dos o tres copas de vino para que además del mareo hiciera grandes esfuerzos por no dormirme.  De lo último que recuerdo es haber visto al profe y a Freddy en el sofá jugando a hacerse cosquillas y forcejeando para vencer al uno al otro.

 No sé cuánto tiempo estuve dormido, medio me desperté enroscado en el sillón con la cabeza sobre el brazo del mismo. Había un gran silencio. Al entreabrir mis ojos no podía creer lo que alcanzaba a ver que estaba sucediendo en el sofá que tenia al frente, a pesar de la penumbra de la sala. El profe y  Freddy se estaban besando muy apasionados. Estaban con las camisas abiertas, desapuntas y ninguno tenía los pantalones puestos, así es que tenía sus sexos al aire. Alfonso casi encima de Freddy, chupaba su boca mientras con su mano le acariciaba su sexo tal como también lo estaba haciendo con el de él mi amigo. Uno y otro tenían sus penes en la máxima erección. El de Alfonso lo aventajaba por su longitud,  grosor y rigidez.

Se notaba que Freddy recibía los labios del profe con una enorme complacencia. Es más, se dejaba besar plácida y dócilmente en todas las formas como Alfonso se lo estaba devorando.

 Verlo en esta escena me sorprendió enormemente, nunca me imaginé que El profe y en especial mi amigo Freddy fueran así. Ahora mi mayor preocupación era que no se dieran cuenta que yo los estaba observando, que me habían convertido en su voyerista.  Así es que con los ojos entrecerrados continué observando el show que estaban dando.

 Suspendiendo sus besos profundos como para tomar aire, el profe, empuja suavemente la cabeza de mi amigo hacia su pene. Freddy dócilmente obedece, se deja conducir y masturbándolo se mete en la boca semejante verga que casi ni le cabía.  

– ¡Por Dios, se lo está mamando al profesor! . Me decía para mis adentros.

 Alfonso muy excitado estaba atento a la forma como mi amigo se lo estaba mamando, lo miraba con cierto morbo y acariciaba su cabecita estimulándolo para que continuara. En otros momentos se la sostenía quieta mientras él elevaba su pelvis empujándole la verga hasta el fondo de su garganta. A veces Freddy se atragantaba pero seguía  mamando con la misma dedicación y gusto.

 No sé cuánto tiempo estuvieron en esas hasta que Alfonso se despojó de su camisa, levando a Freddy y lo  recostó bocabajo, cuidando de que su pecho descansara sobre el brazo del mueble. Así es que, ahora mi amigo estaba tendido sobre el sofá cual largo es con su culito desprotegido y al aire. Alfonso se le abalanza por detrás, le separa las piernas, las nalguitas  y empieza a lamerle el hoyito mientras por debajo lo masturba. Freddy gemía de placer y como el cuerpo de una sinuosa serpiente excitada movía su culito y salía al encuentro de cada una de las arremetidas que Alfonso le estaba dando con su lengua en el hoyito.

 – Pero es que a Freddy le gusta todo eso que le están haciendo. Le debe parecer delicioso. – Volvía a decirme para mis adentros.

 La excitación de Alfonso debió estar al máximo porque abandonó la lamida al culo de mi amigo, lentamente se le fue montando hasta estar completamente sobre el cuerpo de mi amigo. Freddy lo recibió dulcemente y giró su cabeza hacia Alfonso para besarlo como diciéndole gracias por todo lo que me estas haciendo. El pene de Alfonso se masturbaba por entre las piernas de Freddy hasta que tomándolo por la cintura le levantó la colita y se dio a la tarea de penetrarlo.    Suavemente frotaba la cabeza de su vergota por entre las nalgas de Freddy como lubricándole el ano con sus líquidos preseminales.  Mientras esa verga poco a poco se abría paso por el anillo del ano de mi amigo, este se abría de piernas y empujaba su trasero con la decidida intensión de que le entrara completamente de una sola vez. Gemía y pujaba con la cara contraída, no sé si porque le dolía o porque le complacía ser victimizado de esa manera.

 – ¡ Que joda, el profe se está comiendo a mi amigo. -Volvía yo a pensar en silencio.

Antes de que me diera cuenta y posiblemente Freddy también,  Alfonso ya se la tenía todita a dentro y empezaba a agitarse sobre él. Lo tenía atenazado con sus brazos mientras buscaba la boca de Freddy para besarlo, a lo cual mi amigo respondía con el mismo furor y excitación.

 A estas alturas de los acontecimientos de manera extraña mas no imposible me sentía excitado también. Como si estuviera en verdad dormido y sin que me descubrieran, enroscado lleve mis manos a mi entrepierna, me acomodé como si estuviera soñando,  pues mi pene erecto necesitaba cierta libertad entre la cárcel de mis interiores.

 Con la nueva postura mejoró mi visión de la culiada que le estaban dando a mi amigo. Confieso que me excitó demasiado ver como las recias y firmes nalgas del profe subían y bajan cadenciosas, constantes y decididas sobre las de Freddy, separadas y totalmente entregadas a este festín de lujuria y sexo. La pelvis del profe en cada llegada comprimía las nalgas de mi amigo, como si con ello pudiera meterle hasta los testículos porque de vez en cuando veía como sostenía por algunos segundos esta compresión con movimientos circulares. Se notaba que se lo tenía muy adentro, en el fondo de lo posible y aún así quería llegarle más allá.

 Mi excitación crecía abrumadoramente. Mas cuando me esforzaba por imaginar como sería lo que Freddy estaría sintiendo. Que placer le puede estar proporcionando tener al profe sobre sus espaldas y su trasero desnudo,  levantadito mientras lo penetra y se masturba con el anillo del ano? Como será eso de sentir una verga viajando de adentro para fuera y viceversa por entre el recto mientras expande al límite sus delicados tejidos.?  Con una verga poderosa como la del profe uno debe sentirse muy llenito por dentro?  Cómo será la sensación de besarse apasionadamente con el profe mientras este no cesa de empujarle la verga hasta el fondo de sus entrañas.?

 En fin, con todas estos interrogantes sentía que mi verga no iba a resistir por mucho tiempo.

Ya no me importaba tener los ojos entrecerrados así es que miraba la acción de manera franca. En una de esas, la mirada de Freddy se encontró directamente con la mía.  Pensé que se iba a sorprender, a lo mejor, apenado iba a renunciar continuar con todo lo que estaba haciendo.

Para sorpresa mí, me miró con la misma franqueza con la que yo lo estaba haciendo.  Para nada desatendió ni se inmutó por lo que le estaban haciendo. Siempre consideré este hecho como un acato de amistad, como su voluntad  de darme a conocer y compartir su mayor secreto, su gusto por entregarse a otro hombre.

 En sus ojos había una mezcla de dolor pero sobretodo de placer. Es decir sufría pero que  también gozaba con la culiada que estaba recibiendo del profe. Era como si me suplicara que lo salvara de esa tortura pero que no interviniera porque le impediría continuar con el más hermoso de los placeres sexuales y él lo estaba viviendo con inmensurable deleite. Al final me pareció que más lo excitaba saber que yo estaba siendo testigo de su maravilloso momento sexual, que le fascinaba que lo viera, que comulgara con su dicha de someterse a las exigencias, rigores y complacencias sexuales de otro hombre.

Entonces vi como  Freddy arreció los movimientos de su culito empalado, como buscando su orgasmo y no sé si el mío también.  Alfonso, que no se había dado cuenta de nuestras miradas,  comprenderlo fielmente a donde mi amigo quería llegar y por su parte también intensificó la fuerza del ritmo con el que venía penetrando a mi amigo. Se retorcían desenfrenadamente, sudaban. Ya no gemían sino que gruñían deliciosamente no por agresividad sino por no poder contener ese volcán de sensaciones sexuales  que bullían en el interior de sus cuerpos y de sus almas y que luchaban por escapar, por liberarse y retumbar en todo el aire de la pequeña sala.

 Ellos ocupados en el desfogue de sus pasiones en la que sobrasaría el clamor angustiado pero lleno de fascinación de Freddy, ignorándome como hasta el momento, no se percataron de que yo acariciaba mi pene por encima del pantalón y los acompañé en sus orgasmos con el mío. Al unísono con mis estertores de placer vi sus cuerpos contraerse el uno sobre el otro, el de Alfonso comprimiese contra mi amigo como queriendo llegar más adentro de lo que ya estaba en Freddy  y el de este comprimiendo su culo sobre la pelvis del profe como buscando tener adentro hasta el último centímetro de su verga, como si quisiera más de lo que había para él a pesar de haberlo tenido todo, todito por dentro de su culito.

 En la calma del remanso de los orgasmos cumplidos, Alfonso se desenganchó del culito de mi amigo que yacía extenuado sobre el sofá con las piernas ampliamente separadas, se le veía muy complacido, satisfecho, pleno, dichoso, profundamente feliz. Entre besos y caricias se incorporaron y Alfonso comprobó  que yo continuaba dormido y no me había enterado de nada.

Se vistieron acariciándose y besándose de vez en cuando. Cuando ya estuvieron listos me despertaron y yo posé cómo el mejor actor haciéndolo con la dificultad con la que uno se despierta debiéndole tiempo a sueño.

 – La próxima vez te brindaré juguitos o lechecita en lugar de vino porque te sienta mal, te pone a dormir. – Me dijo Alfonso mientras nos despedía en la puerta.

 Otra vez para mis  adentros,  pensé en cierto tipo de lechecita y no sé si el profe me lo dijo refiriéndose a la misma que yo me imaginaba. Total ya habrá tiempo para aclararlo, tal como en realidad ocurrió.

Ya era de noche y con Freddy caminamos varias cuadras sin dirigirnos palabra.  Estábamos mas pensativos que nunca. Él parecía apenado y esperaba que yo dijera algo acerca de lo que sucedió en la casa del profe, una reprimenda o una censura. Consideré que no era el mejor momento para ello y lo único a lo que acerté fue pasarle el brazo por los hombros.

– Eres muy travieso casi que hasta descarado. No me habías contado lo del profe. No es la primera vez, cierto? Desde cuando ?

– En los últimos dos meses nos hemos estado viendo una o dos veces por semana, cuando se puede. – Contestó con una sinceridad y una franqueza aterradora como solo se puede hacer con los amigos de verdad.

– Bueno, ya tendremos tiempo para hablar de ello. En nada nuestra amistad se ha de ver afectada.

Habíamos llegado a su casa y lo despedí con una palmada en sus nalgas. Entonces reímos y celebramos como  cómplices comprometidos a guardar celosamente el mayor secreto que puedan compartir dos amigos.

 

A mis amigos lectores les quedo debiendo lo que hablé con Freddy mas lo que fue de mis experiencias personales con los mismos actores.

 

Roberto

 

 

 

 

 

 

 

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3 respuestas

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