Una de Romanos
El invitado debía ser importante, porque el dómine había convocado no sólo a todos los esclavos, sino también a todos los trabajadores y familia residente en la domus.
Mesala tenía pánico a las recepciones con invitados del dómine. Sabía de su crueldad, sadismo y obsesiones varias. Había visto hombres morir asfixiados en su propia sangre, empalados por el ano por no haber querido ser sodomizados por algún ilustre invitado. Había visto hombres con sus órganos viriles amputados y servidos a los cerdos como manjar por no haber satisfecho a la mujer de otro huésped. Recordaba mujeres desgarradas y violadas por bestias animales por el hecho de no haber fingido lo suficiente con su dómine. Así, un sinfín de brutalidades que Mesala no podía olvidar.
Cuando le vino su primer periodo, la virginidad de Mesala fue ofrecida como obsequio de pubertad al único hijo del dómine. Tuvo suerte, pues lo corriente era que la virginidad fuese perdida con el propio dómine y las niñas volvieran desgarradas y con traumas que tardaban años en olvidar. Sin embargo, Marco Tulio, el hijo del dómine era muy diferente a su padre, amable y simpático y en aquella época no era consciente de las atrocidades con las que su padre se divertía y agasajaba a sus amigos y socios. Además, Marco Tulio parecía más interesado en los miembros masculinos de sus convivientes que en los pechos de sus sirvientas, así que esa primera vez no fue dolorosa ni traumática para Mesala, sino todo lo contrario, dulce y armoniosa, un primer encuentro de su sexualidad con la contraria.
Tan diferente era Marco Tulio que cuando cumplió los diecisiete, se fue de casa de su padre a recorrer las Galias, siendo el juguete sexual de un rico comerciante, según decían las malas lenguas de la domus.
Cuando Mesala entró en la sala, ya habían llegado todos los miembros de la domus y el dómine, su familia y alguno de sus mejores amigos se encontraban charlando con el insigne invitado. Era un hombre joven, de unos veintitantos años, curiosa su vestimenta, impropia de un ciudadano romano o un liberto, más bien de un esclavo. Lucía solamente una pequeña prenda enrollada sobre su cintura que apenas tapaba su hombría y nalgas, calzado con unas sandalias que parecían nuevas por la viveza de sus colores y perfección de costura. Todo él estaba sobradamente bronceado lo cual hacía destacar aún más su larga melena rubia y cuidada. Pese a su altura y marcados músculos no parecía un luchador sino mas bien alguien a quien gustaba cuidar de su cuerpo. El único signo que denotaba su riqueza eran las joyas que portaba: grandes pendientes y brazaletes de oro macizo finamente labrados y colgantes con dientes de diversas fieras engarzados también en oro. Todo él era una escultura de lo que toda mujer entendería por el ideal de hombre. Al sentarse en su triclinium, Mesala pudo ver en todo su esplendor el miembro viril del invitado. Era, pese a estar en estado relajado, de buen tamaño y grosor, con la punta del glande asomando roja y jugosa, vello púbico también rubio, pero de un tono mucho más oscuro que su melena. Esa visión hizo que Mesala perdiese la noción del lugar y propósito en el que se encontraba y se relajase como nunca lo había estado en presencia del dómine y sus invitados.
Después del banquete, llegó el tiempo de los divertimentos y el dómine se levantó y comenzó a pasearse y observar a sus esclavos, súbditos y empleados. A Mesala le volvió el terror.
– “Hijo mío, como reconocimiento y gratitud por tu vuelta, te ofrezco a cualquiera de los presentes para que te diviertas como quieras.”
¡El invitado era Marco Tulio, vuelto de su voluntario exilio!
A Mesala se le aceleró el corazón cuando Marco Tulio se le acercó y dijo: – “elijo a esta joven para llevármela a mis aposentos”.
Mesala pudo observar la hombría de Marco Tulio nada más llegar al cuarto reservado para él, pues se despojó de inmediato de su escaso ropaje. Ya estaba en un estado más excitado, gran parte de su glande sobresalía de sus carnes, y cada vez le parecía más bonito. Mesala estaba paralizada entre su sorpresa por la identidad del personaje y su evidente deseo de fornicar salvajemente con el macho que tenía enfrente.
-“Llevo años deseando compensarte por aquel terrible primer encuentro”, dijo Marco Tulio mientras quitaba a Mesala su túnica y dejaba al descubierto todo su joven cuerpo.
El hecho de que se acordase de ella y quisiera volver a follarla hizo que Mesala casi tuviese un orgasmo, tal era su excitación.
Dada la diferencia de tamaños y pesos, para Marco Tulio fue fácil levantar a Mesala cogiéndola por detrás de sus rodillas hasta sentarla sobre sus fuertes y bronceados hombros. La para entonces muy húmeda vagina de Mesala quedaba justo delante de la boca de Marco Tulio, que había subido sus manos hasta coger fuertemente los pechos de Mesala. Hacían fuerte contraste el cuerpo curtido y bronceado de él con la suave blancura del de ella. Marco Tulio hundió su lengua sobre los labios vaginales de Mesala y se iba abriendo paso poco a poco hasta legar a los recovecos más profundos de su intimidad. Mesala no podía imaginar que tanto placer fuera posible con la única herramienta de su oponente.
Marco Tulio abrió las piernas de Mesala y la dejó resbalar pegada a su cuerpo, pecho contra pecho hasta llegar a una postura en la que fácilmente, el pene ya plenamente erecto de él entró sin dificultad y de golpe en las profundidades de ella. Mesala tenía la sensación de que todo su cuerpo pendía únicamente del miembro eréctil de Marco Tulio. No hicieron falta muchas envestidas para que los dos llegasen a un orgasmo brutal. Mesala sintió dentro de sí los fuertes chorros de esperma que salían de Marco Tulio como si quisieran ellos también excitar zonas aún más recónditas de su cuerpo a las que no hubiese llegado su pene. Se sintió como deben sentirse los Dioses.
Una vez acabado ese primer embate, Marco Tulio posó a Mesala en el suelo, de pie, se agachó y comenzó a lamer su vagina, aún con toda la mezcla de flujos y esperma saliendo de ella. Las manos de Marco Tulio masajeaban fuertemente las nalgas de Mesala haciendo que ésta generase aún más fluidos que Marco Tulio lamía. En un momento, Marco Tulio introdujo varios dedos en el ano de Mesala a la vez que profundizada con su cabeza en la vagina, dando la impresión de que internamente se juntaban lengua y dedos, una por delante y otros por detrás. Mesala ya no podía contar los orgasmos que había gozado en aquel rato con su primer niño, ahora convertido en hombre.
Después de varios orgasmos y actividades desconocidas para Mesala, ambos acabaron recostados en el lecho, masajeándose suavemente el uno al otro. Marco Tulio se detenía especialmente en los pechos de Mesala, jóvenes y duros, con los pezones tiesos y aún sin ser usados para amamantar, dado que no había tenido descendencia. Marco Tulio le confesó a Mesala que en su viaje por las Galias había conocido todo tipo de técnicas sexuales, que eran su gran pasión. Había practicado con hombres y mujeres de todo tipo de edad y condición, pero que siempre había tenido en los momentos de mayor excitación una imagen de Mesala, que siempre que tenía un orgasmo, pensaba en ella.
Mesala por fin se durmió, abrazada al fuerte pecho de Marco Tulio, deseando que hubiese más tardes como esa.
2 respuestas
-
Compré lеncería sexу nuеvа. ¿Quierеs ver? – http://analsex4.fun
-
Stop jerk off. I know a site where thousands of single girls are waiting to be fucked. Look at them: http://xnice.fun/rt
Deja un comentario
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.