Tenía 16 años, venía de un partido de fútbol y pasé por una zona industrial solitaria. De pronto un vigilante negro enorme apareció a mi lado y me acusó de ser n ladrón, me negué, pero me colocó unas esposas sorpresivamente y me metió a un galpón. Allí me amarró las esposas a una cadena que colgaba de una viga y la haló. Quedé de puntillas, con las manos elevadas. Entonces empezó a desnudarme. Traté de negarme, pero no pude. Luego ató mis tobillos a unas columnas y quedé de puntillas con las piernas separadas.

El hombre se desnudó frente a mi diciendome como me cogería. Le rogué que me dejara, que le daría cualquier cosa, y el rió diciendome: Lo que quiero es meterte esto y eyacular dentro de ti. Te va a gustar.

Se colocó tras de mi y me puso un gel muy baboso en mi ano, hundiendo uno de sus dedos. Grité de dolor, miedo, y humillación. «Grita amor, grita todo lo que quieras, eso me excita más». Movía su dedo en mi ano y de pronto introdujo dos dedos. Volví a gritar de dolor y entonces recordé su pene. Cuando se desnudaba estaba erecto y era enorme. Pensé que me desgarraría. El trabajó mi ano e introdujo un tercer dedo. Yo le rogaba que me dejara. Entonces trajo una manguera y la introdujo en mi ano abriendo la llave. Sentí que mi vientre se inflamaba y una gran molestia. Yo solo gritaba: Para, para, sacamela. Entonces lo hizo y el agua salió a presión de mi ano. Esto lo repitió 3 veces, hasta ver que el agua salía transparente de mi ano. Limpió el piso con el agua, colocó nuevamente el gel en mi ano, de manera generosa, y colocandose tras de mi puso su pene en mi ano, me tomó por las caderas, e impulsó su sexo en mi cuerpo hasta la base. Di un fuerte gemido de dolor, y el empezó a moverse con lujuria. El movimiento hizo más soportable la molestia y pronto el eyaculo intensamente dentro de mi.

Yo lloraba de verguenza y humillación, y el besaba mi cuello y orejas con ternura diciendome; Ahora eres mi mujer, nunca serás un hombre, cuando un macho te posee pierdes tu virilidad para siempre. Empezó a moverse nuevamente y un rato después volvía a eyacular profundamente en mi ano.

Al soltarme me intimido con un cuchillo y me llevó a una ducha, donde me depiló totalmente, luego me acostó en una colchoneta boca arriba, abrió mis piernas echandolas hacia atras, y volvió a ensartar su sexo en mi ano, obligandome a mirarlo a los ojos mientras me cogía, y a responder a sus besos. Al acabar tuve que posar con el desnudo mientras me tomaba fotos, y copió todos mis contactos en su teléfono amenazandome con enviarles las fotos si no acudía cuando me llamara.

Mientras lo satisfacía oralmente me dijo que sería su exclava sexual y que iba a gustarme mucho.

Después de eyacular 6 veces en mi, me dejó ir, pero me hizo ponerme un hilo dental y una licra, y me dijo: Ahora eres mujer y vas a vestir como yo desée.

Por 6 meses aquel hombre me pervirtió sexualmente, fui con el a clubes gays donde bailábamos, nos acariciábamos, y manoseábamos. Me llevó a playas haciendome comportar muy femeninamente, me llevó a moteles dejando claro que era su hembra. Me hizo el amor en lugares públicos donde podíamos haber sido descubiertos, me jugó con otros hombres perdiendo a propósito para que me cogieran como quisieran, en fin, me convirtió en su objeto sexual.

Lo triste es que me enamoré perdidamente de él y al irse a otra ciudad quedé devastado. No volví a tener sexo con otro hombre, he provado con chicas, pero no termino complacido, y lo extraño mucho.

Ayer recibí una llamada suya invitándome a irme a vivir con él en una ciudad lejana y accedí. No se que va a pasar, pero mi corazón late con fuerza y decidí contar mi experiencia. Puedo decirles que no hay nada más divino que ser la mujer de un hombre negro bien dotado. Al terminar esto iré a depilarme, haré las uñas de mis pies, y llevaré a mano ropa femenina y maquillaje, pues así me lo pidió mi hombre maravilloso